Es cierto que, con los años, se relee más y se lee menos. No hablo de la cantidad, sino de la calidad. A uno, por profesión y devoción, le espera cada mes una larga lista de títulos nuevos. Junto a ellos, la decisión de qué debe recomendar leer a los alumnos cada curso. Mejor dicho, qué leer junto a ellos: para el profesor es relectura, para los alumnos casi siempre descubrimiento, sobre todo desde que la literatura ha sido barrida de la secundaria y el bachillerato en una decisión que nunca lamentaremos lo suficiente. La decisión anual de la lista de obras recomendadas, si no es mecánica y repetitiva sino pensada, plantea un reto interesante en el que se debe tener en cuenta la materia a explicar y la forma en la que vamos a acercarla a quienes nos acompañan durante unos meses. Esto segundo es especialmente importante cuando se da clase a alumnos cuya especialidad no es la literatura para no matarles las ganas de acercarse a los clásicos.
Curiosamente, descubro más novedades en mis relecturas que en las lecturas: la mayor parte de las obras literarias actuales son menos nuevas que un clásico. Quizá sea porque me hago mayor. De vez en cuando, en clase, me detengo unos minutos en un verso o en una frase o en una imagen en la que no había reparado en mis lecturas anteriores. Es lógico: el clásico lo es precisamente porque en cada acercamiento personal o generacional permite nuevos enfoques. No está al alcance de todas las muestras artísticas: la mayoría no hacen más que repetir formatos de moda y no siempre con la mejor técnica. Siempre ha sucedido así, no es algo que ocurra solo en nuestro tiempo, pero ahora la cantidad es tan abrumadora que uno teme fatigarse y dejar la lectura justo en el momento en el que llega el turno al título que será imprescindible dentro de unos años para explicar nuestra época.
Al releer obras que fueron mucho hace tan solo una década sucede que se nos caen de las manos. Puede ser que fueran escritas en clave de actualidad, al calor de una moda, que fueran sabiamente publicitadas de tal manera que si no se leían pareceríamos casi analfabetos. Puede ser también que abrieran un camino luego muy transitado por imitadores hasta el punto de que saturaran nuestro gusto y aun no hemos alcanzado la distancia suficiente para reconocerlas el carácter de pioneras. Quizá fueran escritas exclusivamente en clave argumental y una vez conocido el final ya no nos soprenden ni nos interesan. Cumplieron su función, sin duda, para abastecer el mercado literario, pero no dejarán huella de verdad en la historia.
Sin embargo, un clásico siempre está ahí, a la espera de que lo descubramos. Y casi siempre en mejores y más baratas ediciones que las novedades.
32 comentarios:
Um clássico é intemporal, acho eu.
Por isso os prefiro.E desagradam-me estas pessoas que se consideram escritores/as e só escrevinham.
Bom domingo, meu querido amigo.
A mí la relectura de "El Principito" siempre me aporta algo nuevo. ¿Por qué será? ¿Me estaré haciendo mayor?
Alguna vez leí que:Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.Y si,quizás porque peinamos canas.Me alegra leerte.Besos.
Eso es! los clásicos siempre estarán ahí, por eso siempre pienso que ya lo leeré o releeré y luego no les hago ni caso... me arrepiento!! mucho!!! me enmendaré gracias a tí!! ;)
es verdad , al igual que tú tengo mis favoritos, sin duda es la edad jajaja
pero cada cierto tiempo me gusta releer Desolación de Mistral y el Canto General de Neruda,
besos y buen domingo
Amigo Pedro ya sabes que mi preferencia son los clásicos, precisamente porque han pasado el examen del tiempo. Los best-sellers actuales muchas veces dejan mucho a desear.
De los clásicos aprendemos más, mucho más, y sus relecturas resultan un tesoro: El quijote, Dorian Gray, la Divina comedia...
Buena reflexión profesor.
"Imagen de la vida es la novela y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades,....Todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción."
(Sacado del discurso de Benito Pérez Galdós, Madrid 1897)
Me gustan los clásicos y es cierto que releerlos pasados los años, se visualizan de otra guisa, quizás, como dices, por la madurez que uno adquirió en el tiempo, o tal vez,porque sumergidos en los recuerdos, incluso el tacto de sus hojas amarillentas, nos cuentan la historia en susurros entrecortados.
Besos.
Para mí la lectura guiada por ti que hicimos de El Quijote fue un gran descubrimiento. Era una primera lectura, pero me quedé con la sensación de que más adelante es muy probable que haya una relectura que me aportará nuevas cosas.
Besos
Yo jamás me canso de abrir El quijote "a lo que salga" y rara vez salen repetidas las escenas, los pasajes :)
Sigue divirtiéndome como al principio
un abrazo, amigo, feliz domingo
Buenas noches, profesor Ojeda:
En cada relectura de un buen libro se hacen nuevos descubrimientos. Si además la lectura es con guía y en grupo, y cada persona aporta su visión de un detalle que le ha llamado la atención, resulta más enriquecedora aún.
Y se volverá a consultarlo una y otra vez; el libro adquirirá movimiento frecuente, y la vida que quiso darle su autor al escribirlo.
Abrazos.
En tiempos de crisis (¿cuando la literatura no ha estado en crisis?) parece que hay cierta tendencia a volver a los clásicos, pero hay "clásicos" en todas las épocas, y son los inimitables, los que a diferencia de otros autores llevan el "duende" de la creación dentro que los tortura y los hace prolíficos. A. Rimbaud se autodenominaba el eterno moderno, Dostoyevsky lo es. Pero existen centenares de genios de todas las épocas que dejaron y dejarán su impronta en la historia de la literatura universal.
Tiene usted, querido profesor, una ardua tarea de selección, más por los autores, que forzosamente, tendrá que omitir, que por los elegidos.
No hace mucho que he descubierto por mi cuenta a Lobo Antunes y aún estoy bajo su hipnótica influencia, desde la que vaticino que se convertirá en un clásico del mañana.
Entiendo que el ámbito que le ocupa a usted, es de la literatura española y que es suficientemente amplio para llenar una vida entera, pero no puedo evitar las referencias a mis autores favoritos. Abrazos
Hace mucho tiempo dejaste un comentario en mi blog en el que decías que para las novedades de moda dejabas que reposaran un tiempo antes de decidir leerlos y te hice caso, la verdad es que creo que me he ahorrado muchas lecturas que me hubiesen aportado poco. La literatura no deja de ser un artículo de consumismo y hay que ser selectivo, porque el tiempo libre no da para mucho y mejor una relectura de un clásico que la lectura de algo nuevo que ni fu ni fa.
No hay una lectura igual a otra porque aunque el libro no ha cambiado has cambiado tú y han cambiado tus circunstancias...y tu edad. Los libros son las aguas de Heráclito.
Para mí es clásico todo libro que te invita a volver y hay algunos a los que vuelvo a menudo. Para otros el contenedor de papel sería un buen destino, pero no suelo ser ejecutora de tan terrible sentencia.
Hablando de relectura, en mi ordenador se me ha colado un traductor morisco. Releo y los personajes se me suben a la chepa...
Besos
Un abrazo
Generaciones del 98 y el 27, ¿qué vendieron? Poquito. Sus ventas acumuladas quizá no llegue a las ventas de cualquiera de estos novelistas de éxito actuales (no digo nombres, están en la cabeza). Sin embargo, ¿qué puede decirse de la literatura de los siglos XX y XXI al margen de esas generaciones? Cuando murieron Alberti y Ayala uno tuvo la sensación de que ya no quedaba nada. Durante el franquismo se decía que las obras estarían en los cajones guardadas, esperando el final de la censura. Acabó el franquismo y no salió nada de los cajones. No había nada, no hay nada. Si miramos la lista de los intelectuales que firmaron el manifiesto por la izquierda, ¿qué hay? Nada. Gente honesta, quizá, pero medianías, nada. Y fuera de ellos, ¿qué hay? Pesebres. Tengo la sensación que todo ello es la muestra de que vivimos una época extinta o en vías de extinción. Somos los últimos. Los próximos no pueden ser peores, serán hijos del 15M. O eso espero.
Y lo peor son los modernos exitosos -el fracaso tiene en sí un aura que pide respeto y perdón- que encima te dan con sus mercantiles estadísticas de venta en la boca, ignorando lo terriblemente difícil que es publicar, en general, para quien no tiene contactos personales.
Los clásicos verdaderos yo creo que sonríen desde las estanterías.
Saludos blogueros
Releí (por 3ª o 4ª vez) este verano, de la biblioteca de mi madre, El clavo (Alarcón) y El amor de un antepasado mío (L. Zilahy). Volvieron a enamorarme.
Besos
Un post magnífico y tranquilizador. Me preguntaba si sólo me estaría pasando a mi eso de releer y releer lo leído y de encontrar en cada relectura matices nuevos.
Hay bestsellers que no he podido con ellos. Se me atragantaron desde el principio. Uno: la catedral del mar. Te juro que lo quemaría en la hoguera si hubiera un nuevo Farenheit. Otro; el Código Da Vinci y sus malas imitaciones. No pude con ellos. Y hay otro que está por ahí en la biblioteca que no he podido volver a abrir: Los helechos arborescentes.
Un abrazo.
No suelo ser tan drástica. Aunque los clásicos los llevemos pegados a la piel e inciten a su relectura, me gusta descubrir nuevas pieles.
Yo estoy ahora de nuevo con Doris Lessing y su introducción au Carnet
d´or. Me gusta empezar por ahí el mes de septiembre.
Besos, Pedro.
Eliminar de la formación básica la lectura de los clásicon conduce, en la mayoría de los casos, a caer en manos de los títulos comerciales con premio adjunto.
Mi Señor Ojeda,
Para ser franco, yo tengo una lista de los Clásicos de Disney y eso me sirve de buena referencia de lo que merece la pena y de lo puede ser que lo merezca.
No es pueril el canon Disney, hay un imperio de billones de dólares y cientos de miles de trabajadores que se sustentan en esas decisiones.
Claro está, Disney no sirve para todo, ni para todos, pero para el resto tenemos Google, donde basta poner literatura clásica y nos aparece una buena lista del clásico buscador internáutico.
Otra cosa, es que busquemos un clásico y además entretenido para no naufragar en la lectura, entonces el asunto se complica, y evitaría recomendar un clásico que el alumno no haya visto versionado al menos para cómic, para ciencia ficción o en su versión musical o de TV o series.
Si todavía la obra literaria no lo ha sido, es que le faltan unos años o siglos para madurar a clásico, mejor evitarlo.
Un saludo,
Z+-----
He leido todos los interesantes comentarios que me preceden. No sé qué decir... Los clásicos, sí, valen pero también hay nuevos escritores que descubrir como Oscar Esquivias, Roncagliolo, (¡¿sp?!); o ese escritor chileno que fue minero de cuyo nombre ahora no me acuerdo (y que tampoco he leído pero que según la crítica debe de ser fabuloso) en fin, que hay que dar una oportunidad a los nuevos talentos. No podemos vivir siempre de los clásicos como tampoco podemos vivir siempre de "las rentas". Tenemos que evolucionar. Besotes evolucionados y futurísticos, M.
Como las mejores películas, siempre las visiono muchas veces y siempre descubro algo nuevo o disfruto y saboreo lo conocido, plano por plano, letra a letra.
Ahora leo algo nuevo para mí, y me ha atrapado: "El final del desfile" de Ford Madox Ford, repite nombre pero en mi caso es novedad intensísima, un descubrimiento.
Me falta tiempo para leer y para otras cosas, releo clásicos...pero prefiero leer nuevos, hay que arriesgarse.
¿Clásicos? Pasan años para considerar una obra como clásica, pero a lo mejor algunas "novedades" de hoy, escasas, pero algunas, de aquí cien años sean clásicos, si es que aún se lee.
Buen comienzo de curso y un besito.
Sr Ojeda, ante los comentarios que le han dejado con anterioridad, no tengo más que decirle.
A mi me pasa con las peliculas que guardo para volverlas a visionar y en cada una encuentro una secuencia que se me habia pasado por alto.
Me encanta venir paraa aprender de tanta dosis de cultura.
Un abrazo.
Siempre esta... esta esperando que lo despertemos de un letargo y que hermoso sabor volver a abrirlo de sobre manera cuando es antiguo.
Personalmente abro mi primer quijote... y ese particular perfume tan de ayeres y las reminiscencias... que bello!...que bello amigo...amigo es!
Excelso post!
Que la brisa sople a tu favor.
Que la nube se corra ante tu paso.
Que el sol acaricie tu alma.
Que el día a día sea mejor.
Que puedas ser haciendo.
Dejo mi huella en paz
Junto a un cariño
E invito a pasar por mis blogs
Y retirar los premios y detalles dejados en ellos.
Marita García
www.panconsusurros.blogspot.com
www.newartdeco.blogspot.com
Buenas tardes Pedro, el otro dia haciendo repaso y orden en el armario de los libros apilados y leidos, cayo en mis manos "El Caminante" de Herman Hesse,ilustrado con acuarelas del escritor, lo tengo a la vista para volver a recordar y embelesarme en su prosa.
Saludos muy cordiales.
Jesus
Los clásicos siempre nos permiten nuevos descubrimientos, aspectos que nos habían pasado desapercibidos o que ahora adquieren una dimensión nueva. Son clásicos, en mi opinión, porque logran llegar a lo esencial, retratan lo esencial, de ahí que no pasen jamás de moda. Besos, querido amigo.
ya sabes cuanto me gusta y disfruto todo lo que voy descubriendo contigo...
Las palomitas es lo que tienen... en seguida no saben igual...
Cuando pienso en la gente que dice que lee y se refiere a los libros en los escaparates, que no han leido la Regenta, Montaigne, Séneca, Tolstoi, ........ (por decir algo) me entra una cierta pena y nooto mucha incomprensión.
no soy mucho de relecturas, lo reconozco, me dejo llevar por el ansia de lo desconocido, por el deseo de ser sorprendida... pero sí que sé que hay libros que tendría que volver a leer porque no los leí en el momento oportuno, sean o no clásicos.
biquiños,.
Leí, no sé dónde, que un clásico lo es porque trata temas universales y que afectan a todos los seres humanos y a todas las geraciones.
Yo los disfruto como ninguna otra lectura. De El Quijote no me canso.
Mi Señor Ojeda,
Aunque nuestro clásico Don Quijote, nunca ha sido uno de los Clásicos de Disney, hay que reconocer que el creador gráfico que diseñó los primeros bocetos de Mickey Mouse (cuando trabajaba con su socio Mister Walt) el Señor UB. Iwerks, hizo un simpático trabajo original en Comicolor tan pronto como 1934 con nuestro Don Quixote, en sus estudios propios (que cerraron incapaces de competir contra el Gigante Disney) ¡incluso en esa aventura fracasó nuestro héroe!, al no tener nuestro caballero éxito ninguno, ni pasó en su versión de Disney por Clásico, como sí lo haría el ratón para el Señor Walt Disney, o el cerdito Porky también creado por Iwerks junto a más Looney Tunes y usufructado por la Warner hasta nuestros días clásicamente.
Por otro lado, no parece que necesiten Caballero y Escudero de multinacionales norteamericanas para seguir existiendo en la memoria infantil, cada año aparecen nuevas series y dibujos animados, inspirados en el Caballero Manchego, y es recurrente la iconográfica que aprovecha la locura que genera la lectura de los Clásicos, para re-introducirse en las aventuras de los libros como así mismo Don Quijote lo hizo en el suyo propio. [Las Aventuras de Don Quijote dibujos 2010]
Y lo bueno de Internet, como lo malo, es que cualquiera puede con buenas dosis de imaginación, de paciencia y pocos medios, crear su propio cómic o animación, adaptándolo a las necesidades narrativas de su espacio y de su lengua. Como original ejemplo éste de un chico brasileño, Quihoma Isaac La Verdadeira história de Don Quixote, donde nos cuenta, que murió el caballero por el mal de Chagas (en Brasil también se conoce la enfermedad como Barbeiros).
En cuanto a musicales, desde los más propios de Broadway hasta los de Cine de Barrio, nuestro Clásico contó con todos, para que le cantemos y bailemos como locos.
El Quijote que he visionado con gusto estos días, porque tanto por la escenografía desértica, como por los escenarios oníricos, la recreación de las aventuras en su forma, desordenado orden o adaptación de personajes, textos, mezclas y aventuras tan a la rusa como la ensaladilla de pueblos andaluces-manchegos, eso sí, con buenas actuaciones e increíbles extras entre lo exagerado y lo zombi, que unidos a la lengua eslava, se mezclan en extraño paladar a un tiempo perdido o nunca existido como la extinta Unión Soviética, Don Kihot (1957), de Grígori Kózintsev.
Suyo, Z+-----
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