martes, 27 de septiembre de 2011

Publicidad y frustración. Sobre El Deseo y la Rabia (Obras de Luis Velasco)



En los últimos altercados que ocurrieron en Londres el pasado verano, los amotinados asaltaban tiendas de ropa de las mejores marcas, establecimientos que vendían los más novedosos aparatos tecnológicos. Su furia se desataba en un tipo de protesta que, aunque ocasionaba serias pérdidas a los propietarios de las tiendas y a las compañías de seguros, dejaba muy tranquilos a los guardianes del sistema: los asaltantes querían lucir al día siguiente las marcas que significan una integración plena en él.

En cualquier reportaje sobre las zonas más desfavorecidas del planeta vemos  gente que no tiene nada pero lleva encima una camiseta del equipo de fútbol europeo de su predilección. Seguro que de muchachos soñaron con correr en un césped cuidado y batir al guardameta rival en un gol prodigioso. En esos mismos lugares, sin agua corriente en las viviendas, los tejados se afilan con antenas parabólicas a través de las cuales reciben la emisión de los canales de televisión más internacionales. Cuando deciden abandonar sus países y aventurarse en una incierta emigración que puede costarles la vida tampoco son individuos peligrosos para el sistema porque lo que quieren es vivir como la clase media de cualquier país europeo y llevar al país de acogida a su familia.

La publicidad ha conseguido entrar en todas las gentes del mundo y unificar los deseos: todos queremos ser como el modelo de vida que la publicidad nos vende. Y si no lo conseguimos, nuestra frustración no se vuelve contra el sistema que lo hace imposible sino contra las pequeñas cortapisas que impiden que lo consigamos. No rechazamos la publicidad, sino que la hemos puesto como objetivo de nuestra calidad de vida. La retórica publicitaria ha conseguido seducirnos de tal manera que no vemos el mal de origen sino tan solo lo que nos impide obtener el objeto deseado.

Luis Velasco, en la inteligente exposición que estos días ha mostrado su reciente obra en la Sala del Teatro Calderón de Valladolid ha meditado con lucidez sobre estos aspectos. Sus esculturas, fotografías e instalaciones reflexionan sobre el poder de la publicidad, su venta de un mundo ficticio jugando con nuestros deseos con el único objetivo de que consumamos. Las esculturas e instalaciones se construyen con la misma materia publicitaria: folletos y carteles que inundan nuestros buzones, lacerados, deconstruidos y montados de nuevo para indicar con sutileza e ironía crítica todo el juego psicológico que esconden (qué inteligente su escultura en diálogo con la Victoria de Samotracia). Las fotografías de vallas publicitarias vacías, a la espera de nueva publicidad como armas en descanso del combate, son desoladoras.

Quizá ya solo el arte puede prevenirnos contra el mal de origen de la publicidad. Si no estamos ya tan anulados que seamos los próximos en asaltar una tienda de ropa de las mejores marcas para lucir las prendas al día siguiente aunque no sean de nuestra talla.

12 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Pedro:

Los grandes fabricantes se valen de muchas mañas para engatusar y engañar a los incautos que creen en sus mundos de mentiras.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Lástima que la publicidad haya calado tan hondo entre los jóvenes. Solo hay que ver, como dices, lo que pasó en Londres ¡menuda revolución! asaltando tiendas para llevarse ropa de marca y electrodomésticos...
Me ha gustado ver a "mi" Victoria de Samotracia como piñata. Besotes anti-publicitarios, M.

LA ZARZAMORA dijo...

En una sociedad esclava y que depende exclusivamente de la imagen todo es posible...
Besos, Pedro.

BlueShell dijo...

Não conhecia...mas vou ficar atenta. Obrigada por tua visita, Bj

Unknown dijo...

El mundo de la publicidad es fascinante, por lo menos a mi me seduce para reflexionar que resortes pulsa para despertar la necesidad de consumir. A veces el mensaje es claro y sencillo como el de "busque, compare y si encuentra algo mejor..." Confieso que en ocasiones son tan crípticos que no los entiendo y debo pedir a mi hija que me los explique. Hay slóganes que las personas de mi generación no olvidarán: la chispa de la vida, Hay otros que son una belleza como los del calvo de la lotería o como los del conductor que saca la mano por la ventanilla y sólo pregunta ¿te gusta conducir? Fíjate que el JUST DO IT he tenido que buscarlo porque no recordaba que marca deportiva era.
En Catalunya se intenta implementar en las escuelas conocimientos básicos sobre el lenguaje audiovisual. Creo que es el principio para comprender este alud de mensajes que nos llegan por la pequeña pantalla. Tenemos que proporcionar herramientas a nuestros niños para que sean críticos ante estos mensajes directos e indirectos. Yo creo que es básico.
Yo siempre he sido inmune a las marcas de detergentes porque alguien me explicó hace muchos años que el jabón se fabricaba siempre con lo mismo y daba igual qué marca compraras.
Hace menos de una semana una chica que vive en casa, muy joven, me dijo que la ayudara a comprar una crema anunciada como milagrosa, carísima, unos 80 euros un tarro pequeñísimo que por lo visto lleva ¡baba de caracol! la estuve sermoneando acerca de que se fijara y leyera los componentes de la más barata hasta la más cara: son casi lo mismo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

hola pedro ...

pasaba a dejarte saludos y caruños

seguire tu consejo...debo volver a caminar....y dejar las siesta


besines
:D sau

lichazul dijo...

el deseo es una sed encumbrada en la constante más térmica
la rabia es una pasión que deja muchos damnificados
y el existismo es una característica endémica de quienes nos decimos evolucionados y modernos

BEsos Pedro, volver a lo natural y preguntar al camino en donde fue nos desvíamos y nos perdimos

El cuaderno de la mesa camilla dijo...

Supongo que el título de la exposición tiene que ver con los deseos que te inculcan y la frustración que se produce al descubrirse inalcanzables. Sólo que yo creo que esa publicidad se ha quedado antigua, ahora no se trata de publicidad sino de "historias": no se trata de trasladarnos productos sino guiones, desarrollos teatrales en los que todo encaja y encajamos nosotros como personajes, de manera que se pierden los perfiles y perdemos la capacidad de observación y de crítica. Se trata de actuar en esta farsa, en ella somos actores, tenemos un papel, es decir, no se puede pensar, sólo hay que actuar. ¿Cómo explicar, si no, que un puñado de cretinos haya gobernado España y otro, ahora de cretinos y chorizos, vaya a gobernarla ahora? Porque no importa qué hagan otros, sino que nosotros demos bien en esta farsa. No importa que alguien (es un ejemplo) se gaste una cantidad abominable de euros en un traje: Zara o H&M te hace ese traje accesible, de manera que pareces el otro, es decir, de manera que puedes sumergirte en su opulencia. Incluso se recurre a la mentira cuando hace falta sin que quien la escucha apenas sepa distinguirla: ¿recordamos la subida del IVA y el argumento de Rajoy contra la subida, cuando hablaba de las "chuches" de la niña? En fin, que nos ha alcanzado la gangrena.

Asun dijo...

La publicidad tiene tal poder de seducción que nos arrastra a su terreno sin darnos cuenta. Nos crea necesidades superfluas que muchas veces no podemos cubrir, y corremos el riesgo de alienarnos para ir en pos de su consecución.
Terrible pero cierto.

Besos

omar enletrasarte dijo...

El mundo está raro, 'Profe', acá dejan en libertad y sin antecedentes a tres hermanos (Peirano) que desfalcaron a miles de ahorristas...pero si robas una gallina para comer, no te saca ni Ben Casey
Entiendo que los indignados anglosajones tengan apetitos insitados por la vorágine consumista y propagandística...pero lo que más miedo me da, es que somos también penetrados los latinos...joer!!

Los duelistas (videoblog de libros) dijo...

No sé no sé, ¿tan mal estála cosa? Yo aún veo alguna luz filtrándose por entre los pedruscos, fíjese.
Luis

MIMOSA dijo...

He visto el vídeo que nos dejas de la muestra de la exposición (este chico promete) y creo que es cierto el arrastre que lleva todo ese mundo creado en torno a la publicidad, no así hay unas tremendas cabezas pensantes que deben de conocer psicológicamente a las masas la mar de bien, pues su objetivo, a groso modo, suele ser conseguido.
¿Es realmente tan débil la mente humana?
Besos