Ya he comentado aquí cuánto me gusta el western como género cinematográfico. Por eso, cualquier anuncio de estreno de una película de este tipo para mí es un acontecimiento. Blackthorn (Sin destino) no me ha decepcionado. Mateo Gil ha rodado una gran película, con las características esenciales de lo mejor del género. Y se había planteado un difícil reto: continuar la historia de uno de los clásicos, Dos hombres y un destino (título español de Butch Cassidy and the Sundance Kid, 1969).
La película parte de un supuesto: Ni Butch Cassidy ni Sundance Kid murieron en 1908, el tiroteo con el que terminaba la película de George Roy Hill en Bolivia. Veinte años después, Cassidy lleva una vida apacible como criador de caballos en este país bajo el nombre de James Blackthorn y se plantea volver a los Estados Unidos.
Tiene razón Mateo Gil al afrontar el western como un género moral: las mejores muestras siempre enfrentan al protagonista con un dilema de este tipo que debe afrontar aun a sabiendas tanto de su dificultad como de la posible derrota. Hay algo inevitable: aun en la victoria, el héroe individual del mejor western siempre será un derrotado. Está magníficamente narrado este dilema en Blackthorn: los proyectos iniciales de retorno con las ganancias adquiridas de forma honesta, se le truncan a Cassidy a partir del encuentro con un joven ingeniero español, con el que comparte la aventura como una reedición de la amistad que tuvo con Sundance Kid.
La película no comienza bien, pero toma altura poco a poco hasta terminar en unos finales cuarenta y cinco minutos memorables. En especial, desde la entrada de los fugitivos en el salado de Uyuni: a partir de ahí puede compararse con las mejores muestras del género. Y los extraordinarios paisajes bolivianos son filmados como parte esencial del tema en una extraordinaria fotografía.
Todos los actores están correctos, pero Sam Shepard compone magistralmente un Butch Cassidy envejecido que se debe enfrentar a todos sus demonios interiores: tanto del pasado como del presente. Como muestra, podemos reseñar la escena en la que se limita a estar inconsciente en la camilla de la consulta de un médico. Su presencia es tan imponente que da sentido al monólogo de su viejo enemigo Mackinley.
Estos personajes descubren que la vida no se construye con leyes morales basadas en el blanco o el negro, sino que los códigos éticos casi siempre se hallan en los grises.
17 comentarios:
Me gusta eso de los cow boys, sobre todo el Tren de las 3 y 10 a Yuma
Un abrazo.
Saludos
Corrección querido profe: No es "Batch" Cassidy (me ha hecho gracia porque "batch" significa grupo o montón) sino "Butch" Cassidy aunque la pronunciación sí sea "batch". Despues de este inciso, procedo con mi "parida": No he visto "Blackthorn" pero leí una muy buena crítica de Boyero en "El País" y ahora con la tuya, apetece verla. Sí que ví, hace años, "Butch Cassidy and the Sundance Kid" que me encantó. Besotes vaqueros, M.
Ahora la que se ha equivocado soy yo. No se pronuncia "batch" sino "Butch" como se escribe. Qué lío... Perdona.
Estos géneros tienen el estigma de tantas películas de serie B que las han denostado en conjunto de forma injusta, igual que le ocurre a la ciencia ficción, pero cuando se encuentra una perla hay que saber apreciarla.
Besos
¡Gracias, Merche!
Nos apuntamos a la proyección.
Amo el western.
"los códigos éticos, siempre se hayan en los grises" me quedo con esta frase Pedro, porque la realidad es asi. mmmm me has traido al recuerdo a mi padre mmmm todavía me lo imagino sentado en su sillon leyendo a Marcial Lafuente Estefanía, bueno no leia tragaba novelas una tras otra jejejejejeje... pocas he ido yo a cambiar de pequeña uffffffff. Un beso
Habrá que verla, pues.
Besos, Pedro.
Aquì en la Argentina, cerca de Bariloche, se conserva la casa de madera, donde vivieron un tiempo Butch y el Sundance Kid.
Con respecto a Westerns, lo ultimo que vi, era de Bud Spencer y Su amigo Trinity.
un abrazo.
La veré y ya te contaré.
Un saludo desde la ciudad nublada.
Me la apunto para ver, parece interesante.
Buenas noches, profesor Ojeda:
Me gustaban las buenas películas del Oeste. No recuerdo haber visto la del año 1969, y no tengo programa de mano de cine en mi colección.
En su enlace 'he comentado aquí' he visto un comentario mío, sin firmar. Sería un olvido, pues aunque entrara como Anónimo, siempre me identificaba.
Aunque sea tarde, lo rectifico, es el del 30 de junio 2009 a las 15.
Un abrazo.
P.D.: Procuraré ver la película que recomienda.
Descubrí hace unos años el western, pues cuando era pequeña no sabía apreciarlos. Viendo películas clásicas, aunque no fueran de las mejores, me sigue admirando la solidez de los personajes y de los guiones.
De la película de Mateo Gil hay buenas referencias. Si dices que los 45 minutos últimos son de lo mejor del género, entonces vale la pena verla, porque un buen final redime todo, mucho más un principio que dices que no es muy fuerte. Iré a verla. Besazos.
El western no es un género que me atraiga, así que no creo que la vea.
Besos
Mi Señor Ojeda,
Cada día me veo más empobrecido y a menos que abran los cines de verano para disfrutar sin pagar entrada desde algún balcón elevado y en buena compañía, mis enemigos piratas de la SGAE sufrirán un desdoblamiento en sus copias digitalizadas de ésta película.
Será porque soy californiano, voy a caballo, con espuelas, sombrero y con pistola, entre otras armas, me gustan igualmente las historias del oeste, y aunque nunca espero mucho de ellas; alguna persecución, duelos, desierto y polvo, quizás con suerte alguna frase intercalada de esas que parecen escritas por filósofos que suspendieron a los clásicos; “¡nunca debiste cruzar el Mississippi, forastero”, en el film que usted recomienda, el señor James Blackthorn se explaya: “A veces creo que solo hay dos momentos importantes en la vida de un hombre, uno cuando se va de casa y el otro cuando regresa".
Otra razón sin duda para verla, es disfrutar de la belleza del desierto salino mayor del mundo, aunque eso sería mejor en pantalla gigante, o en lo que robe un banco del retiro, volveré a Bolivia y en vivo será más emocionante; en cierto modo sería como volver a casa.
Como buen personaje de mi propio desierto, y después de haber dejado seca mi petaca gris de código etílico, me siento más guapo y atractivo que los protagonistas de “Dos hombres y un destino” y mejor dramaturgo y escritor que el mismísimo Sam Shepard, y por cierto, para que vean que el botín lo reparto con los que cabalgan a mi lado, les dejo del vaquero Shepard, su obra teatral “Buried Child” ganadora del Pulitzer en 1979.
Suyo, Z+-----
no soy muy de vaqueros ni de vaqueradas, la verdad aún así después de leerte parece como que sí... que iría a verla, después de todo.
biquiños,
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