La sociedad que hemos fabricado en las ciudades es extraña, pero es la que tenemos y no podemos vivir en ella como seres huraños. Nos definimos por la pertenencia a una u otra, como si algo nos atara con los que viven en la misma ciudad que nosotros por encima de lo que nos une con los de la vecina: hay rivalidad incomprensible solo porque nacimos intramuros y los otros nos parecen siempre peligrosos por el azar del nacimiento. La ciudad es el espacio privilegiado de la sociabilidad y por eso vamos mal si la explicamos con banderas y símbolos e himnos, si juzgamos que la nuestra es siempre la mejor por encima de las otras y que es víctima de la injusticia solo por ese hecho, que nos creemos mejores y nuestros. Así amurallamos nuestra ciudad (nuestra calle, nuestro barrio) y nos hacemos esclavos de ella y de quienes se alcen como portavoces de sus valores.
La gente nos acompaña en la ciudad siempre. Desde mediados del siglo pasado, las ciudades se han trasformado: quizá no las reconozcamos, pero nos dan otras oportunidades al ampliar la piel de sus habitantes y sus idiomas y creencias: las miradas se han hecho diversas y enriquecedoras.
El individuo suele tener una relación conflictiva con la ciudad. Hay momentos en los que se nos hace insoportablemente ruidosa, en otras ocasiones la descubrimos limpia y a punto de ser estrenada. Aquellos con los que nos cruzamos tienen las mismas necesidades y emociones que nosotros. La ciudad la hace su gente: está ahí para acompañarnos en el tránsito, con todas las cosas malas y todas las cosas buenas.
29 comentarios:
Mi Señora Ojeda,
¿Se acuerda de los coches de choque de la feria?
Su vídeo, me arranca esa sensación de ir esquivando y casi chocando para en un estrés de niño rabiar con la sirena que tragaba la ficha.
Filmó la ciudad tal como es, un evitar el roce de constantes bultos con ruidos atados a personas, que pueden ser, gritos, lloros, coloquios o mono-fonos; agobiante ver sin ser mirado y con sirenas, miles de acústicos sonoros que se tragan nuestras fichas a una velocidad silbante.
Su texto debe tratar de Marte, pero allí no he estado, opinaré cuando viaje.
Abrazos y Suyo, Z+-----
las ciudades como bien dices, las hacen sus habitantes..por eso cada vez son más impersonales..y la relación es más difícil....
Por eso, los fines de semana, tratamos de ir al monte, a la playa a relajarnos de esta locura.
Féliz Fin de Semana.
Abrazos
La ciudad se comporta a nuestra imagen y semejanza, trasmitiendo la sensación que de ella se desprende.
En ocasiones nuestra desnudez se pierde en su bullicio, buscándola a la desesperada. Como selva se nos muestra ante la desolación que transita en nuestra alma. Nos suda en su andar, nos respira en su caminar.
En ella nos empapamos, la usamos de guía.
Pero como en todo, tiene su opuesto, y la vemos desde otra perspectiva, huyéndonos.
Un abrazo Pedro, feliz fin de semana que recién comienza.Besos
La gente puede ir a la ciudad en busca de una oportunidad laboral, pero luego, cuando se encuentra allí, puede apreciar de que en la ciudad, donde hay tanta gente, es dónde más acompaña la soledad.
Un beso.
Y sus tejados
Las ciudades se nos parecen demasiado, les hemos transmitido nuestro caos interior
Dos abrazos y buen finde
Las ciudades se transforman cada día, sin pausas pero lentamente, de tal forma que serían irreconocibles a nuestros no tan lejanos ancestros, y nosotros cambiamos con ellas. No se si por adaptación de la gente a la ciudad o viceversa. El hecho innegable es que cada vez están más lejos de la naturaleza. ¿Donde están aquellos rebaños que escuchaban al pacer las campanas de la catedral?. Acaso ya no necesitamos ver los campos, los tilos cerca, sentir el cambio de las estaciones sin mirar el calendario. Secuestrados por las prisas, perdidos en el laberinto urbano que día a día vamos construyendo, con el síndrome de stokolmo, amando a aquello que nos aprisiona.
Barcelona, ni contigo ni sin ti...
Quizá sea un viejo instinto de supervivencia, que el interés político ha fomentado. Nos sentimos europeos, luego latinos, españoles, de nuestra comunidad, nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestro edificio y, finalmente, nuestra casa, es decir, nuestra familia, el atrabiliario núcleo de la tribu. Apenas ha sido roto por los interes o las luchas de clase, entre otras cosas, porque conviene a sus interes la organización de escala; la otra exige democracia.
Estoy con el comentario del Sr, De la Vega, en un principio me pareció la feria de Vallaolid, cuando se montaba en el barrio de La Rubia hace mucho tiempo, luego me ha parecidi una ciudad de rebajas.
Yo estoy a favor de las ciudades, de su sociabilidad, de su humanidad, nací en un pueblo, vivo en una ciudad, y sinceramente en la ciudad es posible que haya mas complicidad entre sus habitantes, que en un pueblo, que normalmente el medio pueblo no se habla con el otro medio por rencillas, envidias, matrimonios fallidos..etc, creo que es un tópico que el medio rural es mas sociable y hay mas humanidad que en un medio urbano. Y como apunta Pedro, trabajo en un barrio de Barcelona, con tanto colorido y diversidad, que creo que me he recorrido varias veces el mundo, sin salir de mi ciudad.
Cuando se ha tenido la oportunidad de vivir en distintas ciudades uno se da cuenta de que el sentimiento de pertenencia puede ir más allá de la circunstancia de haber nacido en un determinado lugar. En ese momento los símbolos identificativos pierden parte de la fuerza que les hemos asignado.
Todos deberíamos pasar por esa experiencia.
Besos
Cuando estoy en el pueblo añoro el anonimato que caracteriza a una ciudad como es Barcelona. Y cuando estoy en ésta echo de menos la sociabilidad y el cotilleo que tan peculiares son de los pueblos pequeños...
Existen momentos en que se está muy bien viviendo en la ciudad,eres una más y nadie se preocupa de tí. Otros momentos se echa en falta la cercanía de la gente de los pueblos, pero ni en un sitio ni en otro te libras de encontrarte mal muchas veces. Buen fín de semana. Isabel.
París nos permite cualquier lujo de andaduras y por mucho que la pateemos siempre nos da puerta abierta...
Pero cómo te entiendo!
Besos, Pedro.
Pongamos algo de nuestra parte para mejorarla. Podemos empezar por saludar al vecino del 5º.
La sociedad, es como el Arca de Noè.
Debe funcionar para distintos tipos de gente. y cobijarlos a todos.
Un abrazo.
el acinamiento y la proximidad nos congestiona la emoción y la empatía finalmente
Excelente entrada Pedro, concuerdo absolutamente en su mirada
besos y no de olvidos:)
Buenos días, profesor Ojeda:
Cuando llegué a Barcelona, era capaz de pasarme una mañana entera o una tarde, sentada en las Ramblas, viendo pasar a la gente.
En una ciudad grande, hay gente que se siente muy sola, pero en muchos barrios, la gente se conoce, se ayuda y se acompaña. Se crean vínculos con los vendedores de los mercados, con el de la panadería, con el camarero del bar o de la granja. En las zonas de mayor nivel económico, las relaciones, fuera del núcleo conocido, no existen.
Creo que la pobreza, une más a las gentes. Y es más alegre, a pesar de las penas y dificultades.
Del vídeo, me ha causado dolor ver la prisa y el paso que obligaban a llevar a la pequeña que lloraba. ¿Dónde vamos con esa prisa de hormigas locas?.
Saludos.
¿Y a quién le interesa la empatía?
con lo bien que se vive con el
YO y YO y YO y YO y solamenteYO
:D :D
(Ja payo, para la próxima enfoca un poco hacia arriba a ver si veo a mis primas...)
:D
La ciudad es una forma más de parcelar el mundo... donde el extraño sentido de propiedad y pertenencia a veces, o con frecuencia, entra en estadios de competencia que hacen la convivencia más difícil... no deberíamos vivir en ella como huraños pero creo que es así como vivimos en ella... Es cierto que "la ciudad la hace su gente", pero cada integrante de esa gente es, como norma general, un gran desconocido para el resto... transitamos solos cruzándonos con muchos... cada cual sumido en sus afanes y un tanto ajeno a los afanes del resto... y eso es lo que refleja la ciudad para mí.
Un abrazo.
ME APUNTO A ESTAS ENTRADAS.
Ay qué punto me has tocado!!
Mi ciudad, a veces me oprime, me cansa, me agobia, mi ciudad provinciana, tanto la quiero y tanto la odio, su clima, su pueblerinez,...y otras veces me encanta...Quiero otro lugar,otro clima, otra gente...probar otra cosa, ,,,,a veces me iría? Hasta cruzaría el charco y...qué encontraría otra ciudad?, otra gente? la misma gente?...
De todas formas, soy urbana, pero el silencio del campo es bellísimo y el contacto con la naturaleza lo perdemos en la ciudad, a pesar de los tilos y los sauces llorones que veo en ella y su evolución con las estaciones...
Besos, Pedro
Me agobian esas calles comerciales, tdas parecen la calle Preciados de Madrid.En Burgos, los árboles me ofrecen una escapatoria, aunque cada vez hay más gente...
Besos
Nunca entenderé esas rivalidades...
Felicitaciones y enhorabuena por el nuevo proyecto.
Sinceramente, a estas alturas, soy poco urbanita, ciudadano por obligacion y hasta por imposicion, no del todo a disgusto, eso si.
En resumen: -Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio-.
Respeto por las ciudades, si...
Pero escapar al Monte o al Mar, mejor.
Saludos.
Jesus
Me gusta como tienes amueblada la cabeza. Me encantan estas ideas.
Besos y una sonrisa.
Me gusta el campo solitario y pasear ensimismada por el, pero tambien necesito la ciudad y su bullicio, es la forma de pertenecer a mi tribu.
Un abrazo
Luz
Excelente.
Rumor de agua y ahora rumor de gente.
Mi ciudad… debería llamarle otra cosa porque con el azote de la reconversión de hace unos años y ahora con la crisis se ha quedado muerta… porque las ciudades también se mueren sin que nosotros podamos hacer nada por ellas. Biquiños,
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