sábado, 8 de enero de 2011

Proyecto agua: Infancia



Uno lleva la infancia pegada al cuerpo cuando camina por la ciudad. Las décadas no han pasado en vano: ya no es el mismo, como tampoco lo son las calles por las que acelera el paso hacia las tareas cotidianas. Pero hay un susurro casi inapreciable que le hace volver la cabeza y por un segundo, entre la grisura del granito que ha enlosetado sus recuerdos, surge el murmullo de los niños que cantan: cantan como si fueran capaces de mover el mundo con sus voces, como si fueran capaces de removerle por dentro en ese segundo que queda  en silencio y estático, antes de correr hacia el autobús, que escapa.

es una videoinvestigación sobre la relación del agua
con los espacios autobiográficos
y sirve de presentación del Canal de YouTube de La Acequia

27 comentarios:

J. G. dijo...

El que la lleva la entiende, buen proyecto imagino.

Martine dijo...

Envidia sana la que siento de los que tenéis la dicha de seguir pisando las calles de vuestra infancia...

El agua también era protagonista en las numerosas fuentes de Aix-en-Provence.. tan lejos físicamente y tan cerca en mi corazón..

Besos para tí, para tod@s..

María dijo...

A lo que dice Martine, yo tengo esa dicha de pisar cada día las calles de mi infancia, pero fíjate, nunca lo he llegado a valorar tanto como ahora mismo al leerte Martine, qué poco valoramos las cosas cuando las tenemos cerca.

Gracias, Martine, por hacerme ver esta apreciación tan valiosa.

Un beso.

virgi dijo...

¡Con que ternura hablas de las calles, de los niños, del rumor de la vida!
Genial seguirte, se aprende mucho, sabes?

Martine dijo...

Gracias a tí María por tus palabras..
Un beso.

Spaghetti dijo...

Es cierto. Cuando pavimentan las aceras, borran nuestras huellas, pero solo la memoria puede borrar nuestra infancia, aún sabiendo que nada fue como se recuerda.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Estoy con Martine y con María, yo que estoy fuera de mi tierra, valoro mucho los momentos que paseo por sus adoquines... todo ha cambiado, pero siempre queda ese olor que perdura..y los recuerdos...tantos...un abrazo

MIMOSA dijo...

La infancia siempre nos acompaña, por ello el afán de no perder a quién fue niña, limpia y transparente como el agua.
Un abrazo Pedro.

Mariluz GH dijo...

Estas últimas entradas tuyas, tan introspectivas, me gustan de forma especial... no vivo en mi ciudad, pero estoy tan cerca y la visito tan a menudo, que es como si no faltara de ella; ha cambiado tanto que casi no es la misma pero hay calles que guardan los ecos de mis juegos...

abrazos, amigo Pedro, feliz domingo

Asun dijo...

Me gusta pasear y recorrer los lugares de mi infancia, el parque cercano a mi casa en el que jugaba, los columpios en los que pasábamos tardes enteras, la fuente en donde hacíamos guerras de agua... Han cambiado mucho pero la esencia de lo que para mi fueron permanece.

Besos.

Merche Pallarés dijo...

Mi infancia fue partida en dos pero me encanta ir a donde pasé la primera parte. "Entre la grisura del granito que ha enlosetado sus recuerdos"... ¡Qué bello! Besotes infantiles, M.

Myriam dijo...

Todo un mundo gira en tus palabras. Haces bien en valorar la infancia:La que todos llevamos dentro aunque no tengamos lugares a los que podamos regresar.

Y que mejor que el murmullo de los niños, que es canto con esperanzas de futuro...

Un abrazo

LA ZARZAMORA dijo...

Yo echo de menos mucho esas calles, cada año que pasa todavía más.

Besos, Pedro.

Abejita de la Vega dijo...

Mi infancia está escrita en las losetas del Espolón, mi agua es el agua del chorrito que deja caer el niño de la oca, frente al Principal. Mi ciudad , en los años sesenta, tenía muy poco de inquieta. Quieta, adormecida, siguiendo las pautas marcadas. Curas y militares, el tópico. Era así.

Natàlia Tàrraco dijo...

Del líquido venimos, y en las fuentes el niño, la niña con el delfín, con la paloma, más agua y en la mar entre mis dedos escapa la espuma, aquella que me ata, me fascina y explica mi infancia.
Pedro se nos escapa como el bus, pero vuelve en cada rumor en cada esquina, nos salpica y canta con voz infantil.

Camino a Gaia dijo...

A veces nos quedamos a vivir y a morir junto al origen. Quizá porque en el fondo sabemos que tan importante es aprender lo nuevo como no olvidar aquello que nos hizo ser lo que somos.
El agua nos devuelve a los ciclos, al reconocimiento de las estaciones, al origen de todas las fuentes.

pancho dijo...

A pesar de todo se les
extraña cuando se van con la maleta a rastras.

Gemma dijo...

Es una gran suerte poder pisar por los mismos sitios, aunque los ojos ya no sean los mismos.
Un beso

Isabel dijo...

La infancia nos marca para siempre. Escuchar y ver a los niños nos hacen ver el mundo desde otro lado. Besos de domingo triste. Isabel.

Anónimo dijo...

hay pedro...que dulce,

dime de que fondo del crazon escribiras estas cosas? me ha atrapado este proyecto agua...
y perdonaras mi ignorancia...pero quizas...quizas en mi el efecto es mas poetico y me llega como algo muy tierno o dulce....no se...me disculpo

besines pedro
:)sauvignona

Higorca Gómez Carrasco dijo...

No quiero caminar por las veredas de mi infancia, todavía me duelen mis hermosos recuerdos, todo lo que se me ha ido, todos los que se marcharon y no los he vuelto a ver, quiero mirar adelante y recordar cada día al levantarme. Creo que es un buen proyecto, sobre todo aquello que concierna al agua ya que formo parte de ella.
Saludos

São dijo...

É desagradável quando se tem a infância repartida por muitos lugares....

Não abriu o vídeo, infelizmente.

Feliz semana, querido amigo

Gelu dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Mis fuentes de la infancia, en Burgos, eran tres. Las de entresemana eran, una la que había en la confluencia de las calles La Puebla y San Juan, y otra la de la Plaza del Cordón; y los domingos la del pilón, en el cruce de la calle Salas, con San Julián, Calvario y Camino Mirabueno.

Imborrables recuerdos.

Curiosamente sólo permanece la llamada Libertad que –entonces- tenía otro nombre.

Saludos.

XuanRata dijo...

Dónde están esos niños que cantan, Pedro, como los del San Ildefonso, ese cantar que nos toca. A lo mejor basta con acercarse mucho a la fuente y ahí esta de nuevo, el canto.

Qué hermosa serie te está saliendo.

Paco Cuesta dijo...

No debe darnos vergüenza ser niños y pisar un charco, quiza mañana no podamos hacerlo

matrioska_verde dijo...

las fuentes me encantan y de pequeña me gustaba ver los chorros de la de la Plaza de España... pero ya no existe.

Nada es igual. No somos los mismos.
Nuestra infancia queda lejos.
Tan lejos.

biquiños,

jg riobò dijo...

El hoy nos roba los lugares de la infancia. Nos queda la nostalgia.