A la hora de la muerte, para Cervantes se acaban todos los juegos: deja ir a su personaje con toda la dignidad posible y las formalidades de la época que lo certifican. Tras tantos infortunios, Cervantes se sienta a la cabecera de la cama en la que muere don Alonso y lo respeta.
Don Alonso ha recuperado la cordura demasiado bruscamente y, aunque era creencia popular y médica en la época que el sueño reparador en alguien que se muere puede obrar ese efecto, no deja de ser un cambio demasiado sustancial y rápido: una transición forzada que refuerza la ambigüedad de la locura de don Quijote pero que tiene la virtud de no demorar demasiado el tránsito. Ya de por sí había sido demasiado larga la vuelta a casa tras la derrota en la playa de Barcelona. Cervantes, al fin, deja descansar a su personaje.
Tras la confesion -observemos cómo Cervantes respeto su secreto-, don Alonso hace testamento con una fuerte dosis de sentido común y sin permitirse ningún juego porque ya no es tiempo de aventuras ni de juegos y debe dejar ordenada su casa. Tras las formalidades preceptivas, deja claro su cariño por Sancho Panza, al que no se le pedirán cuentas pero ya no se le prometen ínsulas; a su sobrina la nombra heredera pero con dos albaceas que certifiquen si su futuro marido lee o no caballerías; finalmente, pide que se pida perdón de su parte a Avellaneda por darle motivo para escribir la falsa segunda parte. Es precisamente en estos dos últimos puntos cuando vemos que don Alonso muere dignamente, pero no deja de hacer un guiño a quien fue, como veremos en una próxima entrada.
Don Alonso quiere irse como bueno, dejando sentada opinión de cuerdo y buen hombre. Y Cervantes se lo permite después de tan ajetreadas salidas.
15 comentarios:
CAPÍTULO 75
Sentados en la cocina hablaban los albaceas, y habían sido requeridos por el señor cura para mejor opinión sobre un asunto delicado, el barbero y Sancho, el último con ánimo descompuesto se sentó cerca del hogar con el rostro entre las manos, pero pronto animado por los olores de la olla podrida, despuntó instintos y extendió el brazo hacia el cazo que servía para servirla.
Cuestionaban la cabeza del testamento, que una vez reparada en ella y cavilada, le ofreció gran duda y desasosiego al cura, porque es allí donde con católica voluntad se hace protestación de fe, encomendación del alma, señalización del lugar de sepultura, hábito mortuorio y número de misas a celebrar la salvación.
Y en leyendo para sí mismo con dificultad lo escrito por el escribano y solicitado por el bueno de Quijano antes de su muerte, al llegar a cierto punto en voz alta dijo:
“amortájenme con el hábito de la orden que profesé y por la que ofrecí mi espíritu, como hiciesen con los de Calatrava, Santiago y Montesa, aunque desaparezca la mía conmigo por ser humilde hidalgo y pobre como aquella de la Banda ya olvidada”.
continúa en la entrada publicada a tal efecto:
[Folio 1- Capítulo LXXV Donde se cuenta de cosas sucedidas y acontecidas en el famoso y nunca visto entierro de don Quijote.]
Suyo, Z+-----
¿Quién es el personaje y quién el autor?
Tengo un amigo que ha prometido meterme de rondón en su nueva novela, dedicarme un personaje en nombre, carácter y disciplina, pero con lejanías en otras no-coincidencias.
¿Será como Alonso y Cervantes? No, claro que no, nada puede ser comparado a ese entendimiento, casi alquimia entre ambos.
Un beso a semana y poco de darte un abrazo.
¡Qué simpático el capítulo LXXV del SEÑOR DE LA VEGA!
Cervan, efectivamente, acaba muy bien la novela. No dejando ningún cabo suelto. Besotes cervantinos, M.
este sí lo dejo todo literariamente bien atado, todavía perdura la cosa
este sí lo dejo todo literariamente bien atado, todavía perdura la cosa
Me pregunto si don Alonso es responsable del comportamiento de don Quijote.
Me gusta la foto un montón.... Envidia siento yo al no poder abrazarte. Me limito a mandarte un beso
pues para mí el personaje nunca estuvo loco, y su autor obviamente lo sabía desde un principio
eso es lo que marca la genialidad de un narrador absolutamente perfecto
es por ello que este libro seguirá cautivando a generaciones
besitos de luz Pedro
tenga una excelente fin de semana
Toda una enseñanza: dignidad ante la muerte y una muerte digna y de como se hace un testamento teniendo en cuenta, considerando, mimando, pensando en los seres que aprecia y que le son significativos; algo que nada tiene que ver con las cantidades efectivas de bienes muebles e inmuebles que se testamenten.
COnozco quienes se pasaron la vida alardeando de lo "amorosos", "considerados", "rectos y "justos" (sobretodo justos) que eran y de lo mucho que te querían por haberte rescatado del lodo para luego -pudiendo hacerlo- a la hora de la verdad dónde caen todas las máscaras, no dejarte de recuerdo ni un pañuelo en dónde enjugar tus lágrimas.
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qué perro...
Más vale que por lo menos al final es respetado en el lecho de muerte y a Don Alonso le permiten hacer testamento de acuerdo a su voluntad. A algunos no les dejan ni eso, ni les respetan sus deseos.
Besos
Cervantes narra la muerte de DQ como si fuera la suya propia, que ya ve cercana. Muere Alonso Quijano rodeado de todos los suyos, sin hacer ruido ni alterar la vida cotidiana de los que le rodean. Con el sosiego de los que creen haber cumplido la misión: su derrota significa también la de los libros de caballería que le levantaron la cabeza.
La peor librada en el testamento es su sobrina respondona, seguramente no se le olvidó al hidalgo que ella fue una de las que le quemaron los libros, siempre dispuesta a censurarle su afición por los libros de caballería.
¡¡¡¡¡¡ Genial!!!!!!!!!
Querido Pedro, qué bien traída me ha parecido esta entrada de Cervantes en tu blog. Solo quería citar aquí un libro que no sé si conoces: "La eficacia del fracaso", subtitulado "Representaciones culturales en la Segunda Parte del Quijote". Ediciones Polifemo, Madrid 2005. Su autor es un íntimo amigo mío: Francisco Layna Ranz. Desconozco si ese libro está agotado, descatalogado, etc, pero sí te aseguro que una joya, un puro gozo, y no solo para cervantistas incurables.
Un abrazo, amigo.
Luis Alonso
LUIS ALONSO: Gracias por tus palabras. Recuerdo con agrado la lectura de este libro en su día, cuando fue novedad.
Estos capítulos finales del Quijote son una delicia.
Un abrazo.
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