Como hemos dicho, en el camino de regreso los protagonistas vuelven por los lugares en donde estuvieron en la ida y en ellos repiten los mismos temas que vivieron pero con matices que los cambian significativamente. Uno de esos matices es su tratamiento más breve puesto que aunque se dilate el regreso a casa no puede excederse hasta fatigar al lector; otro, la actitud de los protagonistas que les hace no detenerse en las mismas situaciones por las trasformaciones que han sufrido a partir de las experiencias vividas; uno más, que la vuelta a los mismos temas provoca sentimientos dispares, todos muy barrocos, según el caso: nostalgia, parodia, contrastes.
Esto lo vemos en el presente episodio que tiene lugar en el palacio de los Duques que, al no ser muy conscientes de los cambios de don Quijote y Sancho, pretenden repetir el tipo de bromas que tanta diversión les diera en su momento, como si fuera una continuación en donde se dejara en su día: los Duques no han cambiado. Hasta el mismo narrador anticipa, con intervenciones un tanto irónicas, que todo es falso (junto a la almohada del, al parecer, cadáver; Altisidora, que debía de estar cansada por haber estado tanto tiempo supina, se volvió de un lado; la cual, haciendo de la desmayada), en contra de los que solía hacer cuando guardaba la resolución para el siguiente capítulo.
Por eso, el motivo central del capítulo es el de la aparente muerte de Altisidora (la doncella en muerte aparente es un tema frecuente en el folklore, la mitología y la narrativa caballeresca) que se finge causada por desamor a consecuencia del rechazo de don Quijote a sus pretensiones. Ya conocemos a los Duques: espectacularidad teatral en la preparación de la broma, en la que participa todo el personal de la casa, incluidas las dueñas -volvemos, sin más, a las bromas de época sobre esta figura-, y no se escatima en gastos; consecuencias físicas sobre los protagonistas -se retoma el motivo, nacido en la anterior entrada en casa de los Duques, que convierte a Sancho en el instrumento/víctima: su dolor sirve para resucitar a Altisidora como sus nalgas deberían servir para desencantar a Dulcinea.
Pero don Quijote y Sancho no son los mismos: tampoco nosotros, los lectores, que ya hemos conocido el truco de los Duques. La situación se les impone en un principio -el susto que reciben hasta saber de qué se trata lo provoca, además del respeto debido a los Duques en esa sociedad-, pero Sancho termina rebelándose cuando el dolor se hace insoportable y termina evidenciando que ya ha conocido que todo es falso ante la petición de don Quijote para aprovechar el momento y darse unos azotes: Esto me parece argado sobre argado. Ambos, Don Quiojte y Sancho, saben que el encatnamiento de Dulcinea es falso y se dan cuenta de que la muerte de Altisidora también lo es y se hallan ante una nueva broma de los Duques. Por si acaso o por cansancio en la postura, Altisidora finge revivir y con ello se evitan males mayores ante la reacción de Sancho.
Pero hay un momento muy significativo en este capítulo: la situación recuerda directamente a los juicios del Santo Oficio y es lo que parece, una parodia consciente de los autos de fe. Una vez que ambos personajes se dan cuenta de lo exagerado del momento -tras vestir a Sancho como un condenado por la Inquisición-, se relajan a través del humor puesto que han reconocido en todo lo que pasa una broma más. Sancho se burla de las llamas y los demonios de su traje: -Aún bien, que ni ellas me abrasan ni ellos me llevan. Incluso, al final del capítulo, quiere llevárselos de recuerdo. Y don Quijote no puede contener la risa al ver a Sancho vestido de tal guisa.
Por una parte, Cervantes usa la risa de sus protagonistas para darles una forma de escapar de lo que les tenía atemorizados. La risa siempre ha aliviado el temor, pero aquí, además, la risa desvela que don Quijote y Sancho han hallado la clave del truco: a los Duques se les ha ido en demasía la mano y el exceso pone en evidencia la falsedad.
Por otra, recordemos que Cervantes parodia en este pasaje un hecho presente en la vida social de los españoles del siglo XVII de tanta trascendencia como los autos de fe. Que lo haga, además, alguien de ascendencia judeo conversa tiene un doble valor y significado. Y que la parodia haga superar el miedo gracias al humor es una manera de contrarrestar e invertir algo que la España del momento tenía tan arraigado.
Veremos qué más le sucede en casa de los Duques el próximo jueves, al comentar el capítulo LXX.
Por eso, el motivo central del capítulo es el de la aparente muerte de Altisidora (la doncella en muerte aparente es un tema frecuente en el folklore, la mitología y la narrativa caballeresca) que se finge causada por desamor a consecuencia del rechazo de don Quijote a sus pretensiones. Ya conocemos a los Duques: espectacularidad teatral en la preparación de la broma, en la que participa todo el personal de la casa, incluidas las dueñas -volvemos, sin más, a las bromas de época sobre esta figura-, y no se escatima en gastos; consecuencias físicas sobre los protagonistas -se retoma el motivo, nacido en la anterior entrada en casa de los Duques, que convierte a Sancho en el instrumento/víctima: su dolor sirve para resucitar a Altisidora como sus nalgas deberían servir para desencantar a Dulcinea.
Pero don Quijote y Sancho no son los mismos: tampoco nosotros, los lectores, que ya hemos conocido el truco de los Duques. La situación se les impone en un principio -el susto que reciben hasta saber de qué se trata lo provoca, además del respeto debido a los Duques en esa sociedad-, pero Sancho termina rebelándose cuando el dolor se hace insoportable y termina evidenciando que ya ha conocido que todo es falso ante la petición de don Quijote para aprovechar el momento y darse unos azotes: Esto me parece argado sobre argado. Ambos, Don Quiojte y Sancho, saben que el encatnamiento de Dulcinea es falso y se dan cuenta de que la muerte de Altisidora también lo es y se hallan ante una nueva broma de los Duques. Por si acaso o por cansancio en la postura, Altisidora finge revivir y con ello se evitan males mayores ante la reacción de Sancho.
Pero hay un momento muy significativo en este capítulo: la situación recuerda directamente a los juicios del Santo Oficio y es lo que parece, una parodia consciente de los autos de fe. Una vez que ambos personajes se dan cuenta de lo exagerado del momento -tras vestir a Sancho como un condenado por la Inquisición-, se relajan a través del humor puesto que han reconocido en todo lo que pasa una broma más. Sancho se burla de las llamas y los demonios de su traje: -Aún bien, que ni ellas me abrasan ni ellos me llevan. Incluso, al final del capítulo, quiere llevárselos de recuerdo. Y don Quijote no puede contener la risa al ver a Sancho vestido de tal guisa.
Por una parte, Cervantes usa la risa de sus protagonistas para darles una forma de escapar de lo que les tenía atemorizados. La risa siempre ha aliviado el temor, pero aquí, además, la risa desvela que don Quijote y Sancho han hallado la clave del truco: a los Duques se les ha ido en demasía la mano y el exceso pone en evidencia la falsedad.
Por otra, recordemos que Cervantes parodia en este pasaje un hecho presente en la vida social de los españoles del siglo XVII de tanta trascendencia como los autos de fe. Que lo haga, además, alguien de ascendencia judeo conversa tiene un doble valor y significado. Y que la parodia haga superar el miedo gracias al humor es una manera de contrarrestar e invertir algo que la España del momento tenía tan arraigado.
Veremos qué más le sucede en casa de los Duques el próximo jueves, al comentar el capítulo LXX.
31 comentarios:
Describe Cervantes con su costumbrado lujo de detalles lo que es el escenario de la que será la última burla de los duques a nuestros insignes protagonistas. Todo se desarrolla de noche, en un tribunal presidido, nada mas y nada menos, que por los hermanos Minos y Ramadanto, hijos de Zeus y de Europa, que vienen del infierno. Nada de encantadores, esta vez.
Instalan “el escenario” en el centro del patio, con “más de quinientas luminarias; de modo que a pesar de la noche, que se mostraba algo escura, no se echaba de ver la falta del día...”, pero ahí no acaba la cosa, pues sobre el túmulo “…ardían velas de cera blanca sobre más de cien candeleros de plata”.
Puntuaciones:
En cuanto a presentación, nada que objetar: el diseño artístico, lo que ahora llamaríamos “decorados”, se merece un diez.
Y en cuanto a guión, otro diez. El argumento es sencillo: fallecida Altisidora del mal de amores de D. Quijote (inquebrantablemente fiel a Dulcinea, y que no corresponde a la doncella “enamorada”) solo el sufrimiento físico de Sancho resucitará a Altisidora, a base de alfilerazos y mamonas, gestos hechos con la mano a modo de afrenta. Pero ahora no hay encantadores que valgan: vienen, nada mas y nada menos que Minos y Ramadanto, criaturas infernales, a terminar de convencer a D. Quijote de la virtud que tiene este santísimo escudero llamado Sancho Panza para desencantar princesas y resucitar mozas enamoradas.
Se conoce que los duques, después de tanta burla, terminan por aprender el oficio de burladores, vamos, hoy serian guionistas en Hollywood. Desde luego, hay que ver que mala es la ociosidad: si fueran duques con trabajo (o al menos con mas principios éticos), y no tan holgazanes como estos, seguro que no tendrían tiempo para burlarse de nadie. En fin: era un mal de la sociedad española de la época, en la cual, según los ingleses, había demasiados curas y monjas, demasiados nobles y demasiados soldados. Así nos iba.
Cervantes sabe crear, magistralmente, la atmosfera inicial, de modo que el lector inmediatamente se da cuenta de que todo es una burla, cuando insinúa la duda sobre que el cadáver de Altisidora fuera verdaderamente cadáver, y de la risa de D. Quijote cuando visten a Sancho ¡…con el traje de los condenados por la Inquisición…!
Esta claro que la burla va con Sancho Panza, a quien hay que hacer sufrir de lo lindo; e indirectamente con D. Quijote: hay que convencerlo de que la carne de Sancho es mágica para resucitar a doncellas y desencantar a princesas. Y D. Quijote se lo traga enterito.
Y encima, atención, ¡viene una procesión de dueñas! Y ya sabemos que Sancho odia a las dueñas mas que al mismo demonio. No solo lo van a hacer sufrir físicamente, sino que encima los duques quieren mortificarlo haciendo que sean las dueñas quienes se mofen del desgraciado escudero.
Pobre Sancho: si mal hizo encantando a Dulcinea…que bien que lo va a pagar el pobre. Y encima lo visten tan ridículamente que hasta D. Quijote se rie. Lo digo sinceramente: hubiera dado cualquier cosa por presenciar aquello, ya lo creo que si.
Cuando Sancho conoce su pena, protesta muy airadamente. Pero Radamanto no se queda atrás, y le dice: “¡Moriras!... ¡Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento; si no, por la fe de hombre de bien que habéis de ver para lo que nacistes!” Y lo tuvo que decir de tal forma y con tal cólera que hasta Sancho calla. Ea, pues a callar y a sufrir.
Y poco mas que añadir: tras deleitarnos Cervantes relatando como Sancho (inicialmente enojado y luego resignado) sufre los alfilerazos y las mamonas, aún no ha terminado su martirio cuando Altisidora resucita. Lo cual visto por D. Quijote ocasiona que vuelva a pedirle a Sancho que se de unos cuantos azotes para desenantar a Dulcinea, a lo que Sancho contesta, con otras palabras: “hoy no, mañaaaaana”: que ya había tenido bastante por hoy.
Menos mal que Altisidora consuela a Sancho prometiéndole todo un tesoro: seis camisas. Y Sancho, en vez demandarla a paseo, le da las gracias, se hinca de rodillas, y besa las manos a la resucitada; no sin antes pedirle a los duques que le dejen llevar la ropa de condenado que le han puesto. Como recuerdo.
Ay, Sancho…
Los duques entran con gran ceremonia en el recinto. Suben al estrado y se sientan en dos sillas dispuestas al lado de otras dos ya ocupadas por unos personajes de aspecto real. Visten a S con las ropas de los condenados a la hoguera, con llamas en las ropas. El capirote de diablos estampados de los que mueren obstinados. Le obligan a atar la lengua, pero no hasta el punto de impedirle exclamar que ni abrasan las llamas, ni los diablos le llevan. DQ se ríe del aspecto del escudero y un mancebo canta dos estancias que nos hablan de DQ culpable de la muerte de Altisidora. La supuesta crueldad de DQ no le impide cantar y celebrarla hasta que se paren las aguas del olvido.
Uno de los sentados que parecían reyes se presenta como juez salido de las tinieblas del infierno y es el encargado de dictar la pena de S: “¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos [en] brazos y lomos, que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!”Cuando S oye la sentencia rompe el silencio impuesto por el asombro: antes se hará moro que dejarse acribillar y manosear la cara.
El “¡Morirás!, Ablándate, tigre” de Radamanto junto a la aparición de las dueñas preparadas para el sacrifico le hacen bramar: “que me toquen dueñas no lo consentiré, si me llevase el diablo”.
Sólo tanta contundencia rompe el silencio de su amo para apaciguarlo y al mismo tiempo abundar en su humillación. Al verse sin apoyo, todo el mundo en contra, S claudica. No del todo, pues se opone al navajeo fino de los alfilerazos en una actitud de rebeldía que choca con la atmósfera de derrota y abatimiento que le rodea.
DQ, obsesionado con Dulcinea como sabemos que está, ve cómo Altisidora rebulle y aprovecha para, humillándose ante S, humilla también a su escudero al pedirle azotamiento que la desencante. S no acepta que él tenga que azotarse para que otros tengan que enamorar las novias. Altisidora se levanta del túmulo, se dirige a DQ a quien acusa de crueldad. Agradece a S su resurrección con seis camisas nuevas. S corresponde rodilla en tierra. Su orgullo herido. Le quitan el ropaje de condenado y llevan a ambos a su aposento; Sancho, a dormir lo que resta de la noche; DQ, a rumiar su cobardia por no defender a su escudero.
Pongámonos en el lugar de Sancho y don Quijote, que no de don Quijote y Sancho.
Entran en volandas en un patio iluminado con cientos de fantasmales antorchas encendidas. En medio se alza un túmulo funerario, cubierto de negro terciopelo y rodeado de blancas velas encendidas, en plateados candeleros. Allí yace una hermosa doncella, tan hermosa que “hacía parecer con su hermosura hermosa a la misma muerte”. Almohada de brocado, guirnalda de flores, manos cruzadas y la palma de la virginidad en la mano; como las princesas de los cuentos.
A un lado, sobre una tarima, teatralmente sentados, unos fingidos personajes disfrazados de reyes. Sientan a los “presos”, los otrora invitados, mandándoles callar con el gesto del dedo en la boca. No hace falta insistirles en el silencio, han enmudecido. ¿Qué pesadilla están viviendo?
Suben al tablado dos principales personajes, con su séquito. Don Quijote reconoce a los duques y su perplejidad se suma a la de haber identificado a la hermosa Altisidora, en el funerario túmulo.
Caballero y escudero inclinan la cabeza, a lo que los saludados contestan igualmente.
Un criado viste a Sancho como a un penado de la Santa Inquisición: con ropa negra, toda pintada con llamas de fuego y cucurucho en la cabeza, con bonito estampado de diablos. Se mira y remira. Como no arde ni le llevan, se tranquiliza el amigo Panza. Don Quijote, a pesar de su miedo, no deja de reírse de las trazas de su criado.
El silencio guarda silencio; pero debajo del túmulo, hay unos flautistas invisibles que lo rompen, con una apacible musiquilla. Y, junto a la almohada, se coloca un guapo arpista, que canta dos estancias con una suave voz.
La primera estancia señala la crueldad de don Quijote como causa de la muerte de Altisidora. Mas, al parecer, hay remedio porque “en tanto que en sí vuelve", las dueñas se visten de luto y él canta “su belleza y su desgracia”.
La segunda pertenece a la Égloga III de Garcilaso y expresa la voluntad del poeta de seguir cantando a su amada tras la muerte, “la voz a ti debida”, parando así “las aguas del olvido”.
(Sigue)
DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.69
Una vez rodados los planos exteriores, los actores se recogen a los estudios de rodaje como si de una película se tratara. La acción continúa de noche en el patio del castillo donde DQ y S han sido llevados a punta de lanza por los criados de los duques. Da la impresión de que esta vez la estancia no puede ser larga, percepción que se saca por la delgadez del lado por leer de la novela.
De nuevo nos encontramos con un capítulo nocturno. La diferencia con los dos anteriores estriba en que la oscuridad de la noche aquí es suplida por la luz de unas antorchas. La iluminación artificial contribuye a que nuestros protagonistas persistan en su mutismo. Siguen callados ya no por imposición de sus secuestradores, sino por la admiración que les causa la pompa y teatro de la puesta en escena, como si ello les atara la lengua, mudos del asombro por un túmulo que ante ellos se levantaba a dos varas de altura con Altisidora tendida, “que hacía parecer con su hermosura hermosa a la misma muerte”.
Tampoco en este capítulo nos libramos del juego de contrastes característico del Quijote. Aquí patente además de en el empeño puesto por el autor en acentuar la claridad que aumenta la oscuridad de la noche, lo encontramos también en la altura a la que suceden los acontecimientos, elevación realzada por el nivel tan a ras de tierra en el que sucede el atropello de los cerdos. Todo ello con S como principal objetivo de las burlas, vestido el relato completo como los condenados por el Santo Oficio, como si el atropello de la farsa de los asaltantes durante el gobierno de la ínsula no hubiera sido suficiente escarnio para los duques al no haber sido testigos directos de ella.
A mi me pareció que Cervantes hace el camino de vuelta, a parte de seguir criticando la clase de su tiempo, para señalar que ya no son los mismos "Quijotes" que pasaron de ida... los de vuelta han madurado... no se creen las fantasías, al menos no se sorprenden.... ven más clara la realidad...saludos
Lo he dicho en otras oportunidades, CERVANTES tenía mucho coraje y habilidad para burlarse así de la Inquicisión sin que lo quemaran a El por ello. ¡Qué buen uso hace de la parodia y del humor! y de la risa como remedio infalible.
DE los personajes:
Me gusta en este capítulo especialmente como SANCHO - que es ya perro viejo, se rebela, así que nada de tus tus, ni ser la vaca de la boda. (En Argentina decimos "¿a papá mono con bananas verdes?")
Menos me gusta que DQ -aunque cansado y abatido- insista a SANCHO que le de el gusto a los Señores si con eso desencanta encantados y resucita los muertos... que se de unos cuantos azotes ¿unos 400? (a cta de los 3.300) no le vendrían nada mal, (porque no es DQ quien se los da a si mismo).
Post data -----------
_ Altisora "Levántate y anda" dijo Sancho el bueno.
Y ALtisora se dió vuelta y luego se levantó y anduvo, pero antes bien que pellizcaron y cachetearon a S...y eso no fué de coña, más bien eso fué de sado-argado.
La foto: me parece excelente. Creo que es la que más me gusta de estas últimas de los jueves.
Este engaño que podría querer ser el principio de nuevas bromas funciona sin demasiada convicción y si se mantiene en pie es gracias a una buena puesta en escena con detalles mitológicos y herméticos pero sobre todo yo creo gracias a la "profesionalidad" actoral de Quijote y sobre todo de Sancho, que es a quien le tocan las mamonas, pellizcos y pinchazos de las dueñas...El artificio nunca se vio con más claridad la falsa muerta que está más hermosa que viva e incómoda. Quijote tiene unas risitas crueles para las infernales trazas de Sancho y por un momento parece estar en el bando equivocado. Sancho aguanta hasta donde puede igual que Altisidora que ya no aguantaba más en aquella postura y se acaba la performance. Veremos lo que pasa ahora pero no augura nada bueno Desde que el héroe es penosa y definitivamente derrotado asistimos a un proceso de deconstrucción de los dos personajes. Ya quedan pocas páginas de aventuras y se ve venir la tristeza que lo va impregnando todo como una bruma pesada
El Quijote tiene 405 años; la Real Academia Española, 297, y YouTube, cinco
La lectura del segundo fragmento corrió a cargo del director de Google España y el resto del libro queda a disposición de los internautas para que la lectura siga desde cualquier rincón del planeta y con cualquier acento, sea o no el español su lengua materna.
Para ello no hay más que entrar en www.youtube.com/elquijote y hacer clic en participar
Queda perfectamente señalado el paralelismo entre la fingida muerte de Altisidora y el supuesto encantamiento de Dulcinea.
MIGUEL puesto que traes aquí esta noticia, me permito expresar aquí mi opinión. Cuándo leí la noticia ayer en El Pais pensé lo siguiente:
Me parece encomiable que la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA se tome el trabajo de integrar las nuevas tecnologías para la difusión mundial del QUIJOTE.
Pero, me parece horrendo el hecho de que LA ACADEMIA cercene el rico texto de cada capítulo del QUIJOTE en ocho renglones para producir 2 minutos de video o de lo que sea.
Creo que ésto es vanalizar la obra de CERVANTES y destrozarla, mejor dicho, convertirla en carne picada.
Mejor haría creo yo, LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA en integrar a la difusión que ella hace, las clases capítulo a capítulo que nos brinda tan generosamente el Profesor OJEDA y que tanto nos ayudan a la comprensión y disfrute de esta magnífica obra de la literatura universal.
Saludos
Mi Señor Don Pedro, aunque mi espada es presta, mi lectura es vaga y ya me cuesta a diferencia suya -ágil halcón de meseta- leerme repetidas veces la trama para seguir el hilo.
Si sumamos a eso, que su explicación esta vez iguala en larga acequia al río, y desenvaina en explicación, los entresijos del capítulo, y que yo todavía sin fiarme de su criterio, prefiero andar a releerlo a la fuente que mana, sumo y sigo en mis relecturas antes de empezar a leer comentaristas.
Así que siendo ésta la única vez que me leeré El Quijote y la última en seguido, habré sumado en la cosa, más de media docena completa de lecturas a la espalda, contractura quijotesca y cataratas en mis ojos y por mis nalgas por las pérdidas.
Con todo he concluido, que lo mejor de este capítulo es el número del mismo, en el sistema indo-arábico, que por sugerente y necesario lo mencionará el mismísimo Cervantes en el próximo, pero en letra, por si los que desconocían los latinajos entre la vulvea masa no se habían enterado, para ponerse nuevamente a tono con la morbosa Altisidora retornado de su supina muerte, atentos a cada una de sus vivas curvas y sus resucitados giros. ¡Voyageurs, que somos todos.!
Suyo, Z+-----
400 anyos atras, en 1605, era publikado en Madrid el livro de Miguel de Cervantes “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” ke fue rekonosido bien presto komo uno de los kapos-de-ovras mas importantes de la literatura espanyola i universala
Saludos. Myriam
Hola, parece que esto se acaba. Sancho ya no aguanta más tonterías de los Duques, se resiste a que le agujereen vilmente, mientras Altisidora muy oportunamente resucita antes de que la broma de al traste. Don Quijote a lo suyo, crea o no en la broma, por si las moscas le pide a Sancho que ya que está, y tiene sazonada la virtud pues que aproveché.
Por lo menos el buen Sancho recibe por su dolorosa gratitud seis camisas "Altisidorianas", y un buen disfraz de penitente para lucir en el carnaval de su pueblo.
Saludos.
Me gusta la forma que tiene Cervantes de hacer alusión y crítica a los hechos propios de la época, de una forma tan inteligente que no da pie a ser castigado. Sin duda todo un artista en este campo.
He estado leyendo el artículo de El País, y al igual que a MYRIAM, me parece que dividir, la que está considerada como la más grande obra de la literatura española, en fragmentos de 8 líneas es destrozarla.
De todas formas esperaré a ver cuál es el resultado final, no vaya a ser que una vez que recopilen todos los vídeos tengan pensado unir varios fragmentos. Como digo, esperaré para ver si me ratifico o rectifico.
Saludos al grupo
Genial la idea de participación sobre el Quijote.
Habrá que esperar los resultados.
De acuerdo con Miriam y Asun
Un abrazo
Los disfrazados de reyes representan a Minos y a Radamanto, jueces de los infiernos. Minos pide al del arpa que lo deje ya, puesto que sería infinito cantar las gracias de Altisidora, tan famosa. Y asegura que no está muerta sino viva, sólo es preciso que Sancho cumpla cierto castigo y la doncella volverá a la vida. Su compañero de juicios, Radamanto, ha de decir cuál será la pena.
Y Radamanto con una “ea”, anima a los criados de la casa para que acudan a “sellar” el rostro de Sancho con veinticuatro “mamonas”, cachetes más o menos. Completarán la faena con doce pellizcos y seis alfilerazos en “brazos y lomos”. Con esto sanará la del túmulo.
Sancho Panza explota, de ninguna manera se va a dejar, como si le dicen que se vuelva moro… ¿Qué tendrá que ver su cara con la “resurrección” de Altisidora? Por ahí se están acostumbrando a mortificarle para desencantar doncellas, como la vieja del proverbio, la cual cogió gusto a los bledos y no los dejó ni verdes ni secos. Si Dulcinea está encantada, él se ha de azotar. Se muere Altisidora y, para resucitarla, han de abofetearle, pincharle y acardenalarle. No hay tus tus con Sancho, perro viejo.
Radamanto amenaza: “¡Morirás!”. Ha de ablandarse, humillarse, sufrir y callar. Ha de ser mamonado, acribillado y pellizcado. Y dio y hecho. Da la orden los criados para que se pongan a la faena.
Por el patio viene una procesión de dueñas, con las manos en alto. No, eso sí que no. Bien podrá Sancho dejarse manosear de todos, pero jamás de unas dueñas. Aguantaría uñas de gato, dagas o tenazas de fuego; mas no consentirá que le toquen esas brujas.
Don Quijote le pide paciencia y se lo hace ver de otra manera. Debería dar gracias al cielo que le concede el poder de desencantar y resucitar.
Persuadido, ofrece rostro y barba a la primera, que le da una torta bien dada y se retira con una reverencia. Todas las dueñas le sellan la cara y gente de la casa le pellizca. Lo que no puede sufrir es que lo puncen con alfileres. Coge un hacha encendida echa a todos sus verdugos.
En esto, Altisidora, algo cansada de estar tumbada, se vuelve de lado. Todos a una voz proclaman la vuelta a la vida de la casi muerta.
Don Quijote se pone de rodillas delante de Sancho y le dice que ahora es tiempo de propinarse algunos de los azotes que debe darse por Dulcinea.
A Sancho eso le parece una acumulación insoportable de mortificaciones, para curar males ajenos. Él no tiene por qué ser “la vaca de la boda”, la que recibe todos los palos, para divertir al personal.
Altisidora se sienta en el túmulo; suenan chirimías, flautas y voces que aclaman a la resucitada. La reciben y la bajan de la tarima. Se hace la desmayada y se inclina duques y reyes.
Expresa un reproche para don Quijote por su crueldad que la ha tenido en el otro mundo más de mil años, qué exageradilla.
Y, cómo no, agradece su vuelta a la vida al compasivo Sancho. Como premio, puede disponer seis de sus camisas, algo rotas pero limpias. Ya veo a Teresa cosiéndolas para hacer otras seis, pero de hombre. No creo que haya suficiente tela.
Sancho se quita la coroza, se arrodilla y besa las manos a su benefactora. El duque ordena que le quiten el atuendo de reo y le pongan su sayo y caperuza. No, no se lo quite, señor duque, que lo quiere llevar a su aldea, como recuerdo del raro suceso.
La duquesa le dice que se lo dejan, cómo no. Ya sabe el escudero qué buena amiga tiene en esta gran señora.
El duque manda que todos se recojan y lleven, a caballero y escudero, hasta las habitaciones que tan bien conocen.
Un abrazo de María Ángeles Merino
¡wooopps! digo "Banalizar", allá arriba.
MIGUEL: Gracias por el artículo en ladino. Muy interesante. Abrazo
A mí lo de la lectura del Quijote en youtube me parece genial, cada usuario lee una parte del Quijote que le seleccionan, el resultado al final será todas esas lecturas en conjunto completando el Quijote, no cercenan para nada el libro, es una lectura universal.
Por cierto yo ya he puesto mi granito ;D
A ver si nos animamos.
Cuando me refiero a la participación del Quijote, es, sobre el enlace de Manuel de la Rosa -tucci-.
Anoche, a las 24 horas (o mejor, esta mañana a las 0 Hr), daron por la 2ª de TVE el documental sobre el fracaso de intento de película "El hombre que mató a don Quijote". Una lástima que por culpa de una serie plagas bíblico-faraónicas, no se pudiera rodar dicha peli.
Enlace que encontré donde se cuentan lospormenores: http://www.elmundo.es/metropoli/2004/10/22/cine/1098437573.html
Por lo visto, el director del proyecto, Terry Gillian, no quiere morir sin rodar la película frustrada diez años atrás: http://www.rtve.es/noticias/20100307/terry-gilliam-rodara-este-ano-hombre-mato-a-don-quijote-espana/322599.shtml
Para dar candela al Santo Oficio no hacía falta recrearse en el sadismo.
Es que me supera ya tanto retorcimiento y reiteración del mal ajeno en los mismos personajes.
Estoy deseando que acabe El Quijote y que de colofón nos brinde la belleza literaria (la falta de, me defraudaría, por mucha obra realista y de crítica social que se trate)
Me hastía ya.
Sí quizás, lo mejor que hizo Cervantes, fue extinguir a Quijote.
Creo que encantadores pululan por La Acequia, se pierde algun comentario y otras veces aparece doble para volver a desaparecer. Hay que practicar un EXORCISMO YA, PEDRO, A LA ACEQUIA. Que vengan el cura y el barbero (éste último. por si hay que cortar pescuezos).
VA:
CAP 2. 69 Las torturas a Sancho: medicina santa
"La voz a ti debida" (Salinas 1933) y "Las aguas del olvido" (Aguilera 2.030)
“APEÁRONSE los de a caballo, y, junto con los de a pie, tomando en peso y arrebatadamente a Sancho y a don Quijote, los entraron en el patio…”, fueron seis fornidos lacayos de los duques los que hubieron de meter a rastras a Sancho dentro de la plaza. A don Quijote, un solo sirviente esmirriado lo tomó en brazos y lo sentó junto a Sancho.
Habían preparado los duques en aquel patio o plaza interior un escenario con su correspondiente patio de butacas, donde se iba a representar “la muerte y resurrección de Altisidora”, la cual se encontraba en el centro del recinto fingiendo estar muerta de amor por desdén de don Quijote , tumbada sobre un túmulo funerario. Resucitó (no a los tres días) o “rebulló” de dolerle el lomo por estar tanto rato “supina”.
Allí sentaron a nuestra asustada pareja, proyecto de pastores en declive, y les ordenaron que no abrieran el pico en tanto se celebraba la ceremonia: “Salió, en esto, de través un ministro, y, llegándose a Sancho, le echó una ropa de bocací negro encima, toda pintada con llamas de fuego, y, quitándole la caperuza, le puso en la cabeza una coroza, al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio”
Se rió relajadamente don Quijote de Sancho –lo que da a entender que era consciente de que aquella representación se titulaba “Las bromas de los duques II Parte”- al verlo disfrazado de tal guisa. “Comenzó, en esto, a salir, al parecer, debajo del túmulo un son sumiso y agradable de flautas, que, por no ser impedido de alguna humana voz, porque en aquel sitio el mesmo silencio guardaba silencio a sí mismo” (silencio al cuadrado= vapor de cementerio). Se dejó ver un muchacho vestido a lo romano y acompañado de un arpa quien, con delicada voz, cantó un par de estancias, poemas de los más bellos que contiene El Quijote; en parte por ser plagio de la III Égloga -2ª estrofa- , de Garcilaso. También "uno del 27" puso título a un poemario suyo.
El último verso, asimismo, es muy adecuado para título de un libro de memorias: “las aguas del olvido”, que no descartaría un revulsivo servidor intitular las suyas si la vida autónoma y la edad le conceden permiso.
De pronto alzó una profunda y poderosa voz un personaje que dijo llamarse Radamanto, hermano de Minos, quien prescribió la receta para la resurrección de Altisidora:”¡Ea, ministros de esta casa, altos y bajos, grandes y chicos, acudid unos tras otros y sellad el rostro de Sancho con veinte y cuatro mamonas, y doce pellizcos y seis alfilerazos [en] brazos y lomos, que en esta ceremonia consiste la salud de Altisidora!“.
De ninguna manera estaba dispuesto Sancho a que aquella prescripción se llevara a cabo a costa del dolor de sus carnes. Y menos que le cachetearan dueñas, con la aversión y misoginia que le tenía él a este género de individuas. Tuvo que rogarle don Quijote a Sancho para que accediera, ya que en ello podía irle al excaballero un más rápido desencanto de Dulcinea: las carnes de Sancho, medicinales.
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