La exposición que ha mostrado en la vallisoletana sala de San Benito la Colección particular de Agustí Centelles es de una extraordinaria importancia. Centelles fue el creador, en España, de una forma de mirar radicalmente moderna a través del objetivo de una cámara fotográfica. Fue uno de los creadores del llamado fotoperiodismo y, como periodista de guerra, su trabajo no sólo es comparable al de Robert Capa sino incluso superior. De no haber mediado un estado dictatorial como el franquista, hubiera sido en vida una indiscutible referencia internacional en la fotografía.
Su trabajo, especialmente el que realizó desde 1934 hasta el final de la guerra civil -desde el triunfo del Frente Popular, las tensiones políticas que siguieron, el desarrollo de la guerra y los campos de refugiados republicanos en territorio francés- es un imprescindible testimonio de aquellos tiempos en Barcelona y en el frente de Aragón.
Muchas de sus fotografías fueron portadas en periódicos nacionales (especialmente en La Vanguardia) e internacionales y algunas de ellas se han convertido en referencias icónicas del conflicto -especialmente la de los guardias de asalto parapetados tras una improvisada barricada con cadáveres de caballos y que puede servir ella sola como una lección del punto de vista, la mater dolorosa que recoge la crueldad de un bombardeo indiscrimado sobre la población civil, el beso de un combatiente que fue la imagen precursora de tantas que han venido después, la familia republicana, etc.- sin las cuales nuestra memoria estaría coja, anclada sólo en los libros de historia.
Centelles comprendió pronto la importancia del trabajo del fotoperiodista. Entendió las virtudes de disponer de una cámara manejable pero de gran calidad, una Leica, frente a los armatostes de otros compañeros de profesión. A partir de ese momento, ya no fue tan importante la preparación minuciosa de la imagen: un reportero gráfico no tiene tiempo para esperar la luz o el ángulo adecuado. Es el instinto, el ejércicio diario, la rapidez en la decisión sobre si lo que se tiene delante merece disparar la cámara o saber buscar en décimas de segundo el enfoque adecuado.
A Centelles también le preguntaron sobre lo que sentía al tomar las imágenes de la tragedia y, como muchos reporteros actuales pero mucho antes que ellos, comentó que en esos momentos no se piensa. Es después, el proceso de revelado, cuando hay que tomar decisiones y por eso él no llegó a sacar copias de muchas fotografías que tomó en su día.
Gracias a su trabajo y a la decisión de salvarlo a tiempo, justo antes de la derrota de las tropas republicanas, y esconderlo durante los años que duró la dictadura, tenemos un testimonio gráfico de primera calidad de aquellos tiempos pero también un modelo perfecto de cómo debe comportarse un fotoperiodista en un conflicto bélico.
Por suerte, hoy su fondo es propiedad de todos los españoles al ser adquirido por el Ministerio de Cultura tras ser encontrado por sus hijos en una caja de galletas. Otra cosa es la incomprensible, estéril y penosa polémica desatada sobre su ubicación, una más que retrata la realidad de nuestro país.
Muchas de sus fotografías fueron portadas en periódicos nacionales (especialmente en La Vanguardia) e internacionales y algunas de ellas se han convertido en referencias icónicas del conflicto -especialmente la de los guardias de asalto parapetados tras una improvisada barricada con cadáveres de caballos y que puede servir ella sola como una lección del punto de vista, la mater dolorosa que recoge la crueldad de un bombardeo indiscrimado sobre la población civil, el beso de un combatiente que fue la imagen precursora de tantas que han venido después, la familia republicana, etc.- sin las cuales nuestra memoria estaría coja, anclada sólo en los libros de historia.
Centelles comprendió pronto la importancia del trabajo del fotoperiodista. Entendió las virtudes de disponer de una cámara manejable pero de gran calidad, una Leica, frente a los armatostes de otros compañeros de profesión. A partir de ese momento, ya no fue tan importante la preparación minuciosa de la imagen: un reportero gráfico no tiene tiempo para esperar la luz o el ángulo adecuado. Es el instinto, el ejércicio diario, la rapidez en la decisión sobre si lo que se tiene delante merece disparar la cámara o saber buscar en décimas de segundo el enfoque adecuado.
A Centelles también le preguntaron sobre lo que sentía al tomar las imágenes de la tragedia y, como muchos reporteros actuales pero mucho antes que ellos, comentó que en esos momentos no se piensa. Es después, el proceso de revelado, cuando hay que tomar decisiones y por eso él no llegó a sacar copias de muchas fotografías que tomó en su día.
Gracias a su trabajo y a la decisión de salvarlo a tiempo, justo antes de la derrota de las tropas republicanas, y esconderlo durante los años que duró la dictadura, tenemos un testimonio gráfico de primera calidad de aquellos tiempos pero también un modelo perfecto de cómo debe comportarse un fotoperiodista en un conflicto bélico.
Por suerte, hoy su fondo es propiedad de todos los españoles al ser adquirido por el Ministerio de Cultura tras ser encontrado por sus hijos en una caja de galletas. Otra cosa es la incomprensible, estéril y penosa polémica desatada sobre su ubicación, una más que retrata la realidad de nuestro país.
25 comentarios:
Esta foto como veis esta tomada en Burgos por nuestros corresponsales en las mismas fechas.
Gracias a personas como él, un instante de historia queda atrapado para La Memoria.
impresionantes imágenes, ha sido una suerte encontrar esos retazos de historia.
sin duda una exposición muy muy interesante que no dejará indifirente.
bicos,
Realmente interesante. Según he leído e uno de los enlaces la van a llevar a otras ciudades de España. Estaré atenta a ver si la traen por aquí y tengo ocasión de verla.
Muchas gracias por tan detallada información.
Besos
Gracias a la iniciativa de La Vanguardia cuando abrió su hemeroteca a toda persona sin ningún coste, pude encontrar muchísimas referencias graficas de Agustí Centelles. Imágenes completamente desconocidas donde la importancia del detalle capturado era la mejor crónica que uno podía obtener de una época gris y sin mucha información.
Agustí Centelles como fotógrafo es un referente, o al menos lo fue para quien escribe estas letras. Creo que cualquier fotógrafo español que hoy en día quiera dedicarse al fotoperiodismo o bien a las corresponsalías de guerra a nivel grafico, su éxito pasa por un visionado exhaustivo de la obra de Centelles y un análisis minucioso de cada una de sus fotografías. Puesto que detrás de cada una de ellas hay una intención.
Aquí no valen los aspectos técnicos actuales y las nuevas tecnologías que lo hacen todo más fácil. En su obra solo existe el instinto y eso, no se enseña en las universidades. Uno quizás con el tiempo y la paciencia pueda llegar a cultivarlo, pero si no se tiene… ay Madre mía, que manera de sufrir.
La polémica amigo Pedro está servida desde hace tiempo. Pero personalmente me alegro que su obra haya terminado en un lugar donde se le da la salida y el reconocimiento que merece la memoria del que para mi gusto es el mejor fotógrafo español de la primera mitad de siglo XX.
Creo que si la obra hubiese terminado en la Generalitat, en estos momentos, en lugar de estar haciendo un recorrido itinerante por el resto de España, estaría en alguna estantería esperando algún trámite absurdo para ser expuesta en Barcelona.
Los hijos de Agustí Centelles demostraron ser valientes con su decisión. Al fin y al cabo, al margen del tema económico estaba la memoria del Padre y el reconocimiento a nivel nacional de su trabajo.
Excelente reseña la que ofreces amigo. Lástima que no pueda ver la exposición estando a un metro escaso de las obras. Lástima.
Un abrazo
Gracias al coraje de esos foto-periodistas nos quedan registros invaluables de las atrocidades que se cometen cuando el odio gobierna a la razón.
Gracias por dar a conocer a este fotógrafo.
Impresionante la foto de la barricada de los caballos muertos, y esas madres, esas madres...
Ahora, dentro de la tragedia, Centelles también captó un toque de humor con ese coche de la "Columna Ortiz" parece que llamar la atención no les importaba... Besotes fotográficos, M.
En 1984, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Fotografía.
El archivo fotográfico se va a Salamanca. El ministerio de cultura adquiere por 700,000 euros la obra del “Capa” catalán, al no llegar un acuerdo con la Generalitat.
Interesante publicación para tratar a este gran fotógrafo, comprometido y deseoso de contribuir a que la historia (nuestra historia) no se olvide.
"El 18 de Julio de 1936, con gran riesgo de su vida, Agustí Centelles sale a las calles de Barcelona a recoger con su cámara Leica las primeras imágenes de la sublevación y derrota de los militares fascistas."
saludos.
En casos como esos, dice mucho más una instántanea que todas las crónicas..
Besos, Pedro y Gracias por esta Entrada
Conocía algunas fotos, pero no a él.
Muy bueno que lo hayas colgado, es un placer aprender contigo, gracias.
Eso es lo que tiene de genial la imagen estática...congela el momento...como si fuese actual. un abrazo
A ëste pais llamado España dentro de poco no lo reconocerá ni la madre...
Los hijos de Centelles, tienen todo el derecho del mundo a tomar ésta o cualquier otra decisión. Personalmente aplaudo la que han tomado.
Hago mi entrada, diciéndo primero que después de tanto revuelo, sobre los papeles de salamanca, la Generalitat y supongo que por poderoso caballero mes don dinero, se deja escapar todos los negativos de Agustí Centelles, hay cosas que no se entiende. Supongo que seráuna ironía de National Geografic, pero la foto muestra a una mujer que llora a su marido y si no estoy equivocado ocurrió en la provincia de Lleida.
HERNANDO: En efecto, es una víctima del bombardeo de Lleida por las tropas franquistas. Curiosamente, pasando el tiempo, el hijo de los protagonistas de la imagen pudo reconcer en ella a sus padres e identificarlos. La fotografía es excelente en todos los aspectos.
Cool web site, I hadn't come across laacequia.blogspot.com earlier during my searches!
Carry on the fantastic work!
Después de ver empeño desmedido que pusieron en la prohibición de algo que casi ya no existe, de estos políticos me creo cualquier cosa.
No estaría de más el blindaje de la obra de Picasso inspirada en la tauromaquia, no vaya a ser que algún cuerno se salga de su sitio...
Magnífica y oportuna reseña.
Polemicas y tonterias aparte. Centelles fue un verdadero maestro. menos mal que su gran obra no se ha perdido y puede ser admirada por todos.
Centelles es un referente indispensable .Gracias a su labor trasciende la verdad.
Un testimonio gráfico valioso que atestigua lo sucedido y aporta documentación a la Memoria histórica.
Su compromiso con la historia es loable y la actitud de los hijos también .
Interesante entrada.
Leica. No es fácil que una marca se identifique con el arte.
Saludos!
Tuve la suerte de poder ver la muestra de fotos de Centelles hace pocos meses. Fue una experiencia en la que se mezclaron admiración, dolor, euforia, compasión, indignación... ¡Qué valor el de este artista-testigo de un capítulo tan importante de nuestra historia!
Viendo sus fotos, entendemos más y mejor cómo fue la vida de los españoles que padecieron la guerra y el exilio.
Un testimonio gráfico de un valor incalculable, sobre un conflicto que aún sigue causando polémicas absurdas.
Un saludo.
Pancho esa exposición que ahora está en Salamanca, hará un recorrido por más ciudades del mundo, ahora que está en la palestra Toros sí, Toros no, es un buen momento para meditarlo.
El lugar la casa Lis, de estilo modernista genial.
Aunque no figure en el catálogo, y figure Malén Gual, nuestra conservadora y compañera del Museu Picasso de Barcelona, hay mucho trabajo mío, detrás de esa exposición.
Hernando, bien sé que la exposición está en Salamanca hasta el día 19 de Septiembre, incluso hice una pequeña reseña en mi blog: elcuento que no escuento
Sabiendo que hay trabajo tuyo detrás, volveré.
Un abrazo, Pedro. Perdona la publi, que no sé si el enlace funcionará como debe.
No te preocupes, Pancho. El enlace funciona correctamente. El trabajo de Hernando, no siempre suficientemente reconocido en las listas de crédito, es excelente.
Gracias a ambos, Pancho alguna vez leo tú interesante blogg, tú diccionario lo podemos llamar del castellano rural me encanta, pero siempre que comento en un blog, mi impicación es total, y por falta de tiempo no hago comentarios en otros que me gustaría hacerlo.
Un saludo para los dos.
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