domingo, 29 de agosto de 2010

Campo de girasoles con palomares (Nostalgia de paisaje castellano.)



Las ciudades no tienen horizonte desde dentro.
A veces son un laberinto que nos impide encontrarlo también fuera de ellas.

27 comentarios:

Myriam dijo...

A Van Gogh le hubieran gustado esos palomares...

Y ya sabes que siempre eres bienvenido a mi laberinto.

Besos

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

no puedo añadir nada más...con lo poco que has dicho ¿quien lo debate?

vivanco dijo...

Bueno,Si...pero
Se considera que Castilla nació testimonialmente el 15 de septiembre del 800 en el hoy desaparecido monasterio de San Emeterio de Taranco de Mena,a un par de Kms de aquí.

Taranco in territorio mainense, et sancti Martini, quem sub subbicionem Mene manibus nostris fundauimus ipsam basilicam in ciuitate de area patriniani IN TERRITORIO CASTELLE

Unknown dijo...

Dichosos aquellos que a pesar de saber que estan metidos dentro de un laberinto siguen buscando campos de girasoles y viejos palomares.
Que bonita es la libertad.
Un abrazo

Gabiprog dijo...

Pocos paisajes se ven desde un laberinto... Aunque perderse por un campo de girasoles no tiene por qué ser un mal ejercicio.

Lola Fontecha dijo...

Mi ciudad me gusta por la tranquilidad, pero como bien dice no tiene horizonte. El asfalto es demasiado poderoso como para ver más alla.

Marina dijo...

Me gusta mi cuidad, desde dentro, desde fuera y desde la lejanía de mi mirada cuando la echo de menos.
Ya sabes que te esperamos.
Besos

Teresa dijo...

Cuanto más se aleja uno más cosas ve
(aunque más pequeñas)

Confundido
Siglo Seis

Teresa dijo...

Qué forma más bonita de cegar una ventana

Señor De la Vega dijo...

Mire vuestra merced Don Pedro, respondió De la Vega, que aquellos que allí se parecen no son campos, sino una pintura en la pared, y lo que en ellos parecen girasoles con palomares, son pigmentos amarillos y blancos, para cubrir un feo hueco tapiado y ahorrarse los cuartos en cristales.
Bien parece, respondió Don Pedro, que no estás cursado en esto de la fotografía; ellos son campos y aquellos tiernos girasoles, y si no me crees quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a lanzar este palomo aburrido de comer migajas en la plaza.
Y diciendo esto, tomo la plumada y gorda paloma fuerte entre sus manos, sin atender a las voces que De la Vega le daba, advirtiéndole que sin duda era un duro muro, y un palomicidio aquello que iba acometer. Pero él iba tan puesto que eran los Campos de Castilla, que ni oía las voces del pobre amigo, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que era; antes iba diciendo en voces altas: agradéceme, prisionera criatura de la plaza, que te permita huir de este laberinto que son las ciudades. Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Doña Acequia, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la cámare en ristre, lanzó con tal fuerza al pobre palomo a la pintura, que si no fuera duro cemento le clava como en diana con el pico, y arranco con esto un buen cacho de pintura, quedando por el suelo los pedazos, de lo que fuese palomar y la figura inerte de un palomo bien gordico.
Acudió De la Vega, y cuando llegó, halló que Don Pedro, apenas se podía menear, tal fue el impacto visual de la lanzadera. ¡Válame Dios! dijo De la Vega; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran palomares ni girasoles, y no los podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? Calla, amigo De la Vega, respondió Don Pedro, que las cosas de la fotografía, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Polaroidón, que me robó el revelado y los carretes, ha vuelto estos paisajes piedra y muro, por quitarme la gloria de mi renovada fotografía digital: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi cámara. Dios lo haga como puede, respondió De la Vega.
Tomó luego Don Pedro los emplumados restos con ternura, porque era domingo y siempre caía algún palomino de añadidura.
Suyo, Z+-----

Teresa dijo...

Teresa Panza se relamió los bigotes pues dedujo que ya que su Sancho iba a seguir siendo bruto y pastor, por lo menos podían comer palominos esnucados de vez en cuando, que tienen otro regusto en la cazuela que los avistados en nubes de lejanía.

Así las cosas, Sansón Carrasco, reinventó una segunda parte de El Quijote, y la firmó como Avellaneda (en memoria de su padre hacendado de un campo sembrado de ése mismo árbol en cantidad caudalosa, con lo que sacó cuartos para sufragarle los estudios superiores y de doctorado)para confusión de casi todos.

Incluso de los que lo estamos leyendo, que ya no sabemos si realmente son girasoles o soles girados.

Merche Pallarés dijo...

¡Albricias! ¡una foto de flores! Entre el comentario del SEÑOR DE LA VEGA y el de BIPO, confieso que me he reido y ha alegrado esta mañana nublosa... Besotes laberínticos, M.

Luis Antonio dijo...

Siempre hay un horizonte y tras él, un mundo lleno de promesas...Pero, a veces, nos empeñamos en girar la vista porque nos da miedo lo intangible.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Estoy con Jan.

Un abrazo.

Martine dijo...

También tengo esta nostalgia del Campo Castellano.. demasiados años sin verlo.. lo añoro..

Besos, Pedro.

Abejita de la Vega dijo...

¡Ay, esos girasoles son de mentira!

Rubén dijo...

hasta tal punto llega la desorientación producida por las ciudades, que suelen dar origen a la subespecie de los "urbanitas", gentes que sienten verdadera fobia al campo, personas que necesitan "sentir" el asfalto bajo los pies.
Allá ellos.
Saludos.

Asun dijo...

Todo laberinto tiene una salida. A veces la encontramos sin dificultad, y a veces nos lleva más tiempo. sólo es cuestión de nos desistir.

Besos

jg riobò dijo...

Es necesario salir de ellas para que la vista se expanda.

El Deme dijo...

Tierra de Campos, Montes Torozos, Urueña, al pie de las murallas, contemplando el horizonte, dándome cuenta de que la felicidad está en el aire, en un paisaje (con palomares)...

Anónimo dijo...

Siempre nos hallamos buscando nuestro horizonte, mezclando la inquietud que nos produce el futuro con la nostalgia del pasado.
Bonita fotografía Pedro. Un beso Isabel.

lichazul dijo...

pedro

directo a la diana Profe!!

absolutamente de acuerdo
la imágens preciosa (azul en su mayoría)

tenga una semana genial

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Por lo menos es un aliciente que los girasoles tengan aún lugar dentro de los laberintos urbanos...

Un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

Para disfrutar el horizonte hay que dar la espalda a la ciudad.

Montserrat Sala dijo...

Dicen que los árboles no dejan ver el bosque. Nó en este caso,que todo está claro, con el horizonte y los palomares, libres y sin laberintos.

Muy ingenioso el señor de la Vega. Me ha gustado leerle. Saludos a los dos.

oliva dijo...

“Nuestra sensación de vivir se expresa como separación y ruptura, desamparo caída en un ámbito hostil o extraño. A medida que crecemos esa primitiva sensación se transforma en un sentimiento de soledad.”

Octavio Paz

saludos.

matrioska_verde dijo...

menos mal que vivo en un pueblo porque creo que una ciudad acabaría engulléndome.

respecto de la foto, me llama la atención porque parece una ventana y un cuadro dentro, o un paisaje enmarcado por una ventana, o...

sin duda muy original.

me gustan los girasoles y los palomares, ni fú ni fá porque no me gustan mucho las palomas.

biquiños,