Hago confesión: el capítulo 54 de la Segunda parte que hemos comentado la semana pasada es mi favorito desde hace unos años. No siempre ha sido así, pero con el tiempo he preferido capítulos menos llamativos que los habitualmente citados por la mayor parte de los lectores del Quijote. Ya hemos comentado que esta novela permite esto en las relecturas: ir fijándose en otros aspectos y comprendiendo otras circunstancias según pasa el tiempo.
Este capítulo 2.54 nos ofrece un giro en una novela que tiene muchos admirables, pero que aquí nos conduce hacia el análisis de la realidad de la España de Cervantes. En el fondo, era una de las evoluciones posibles de la novela pero que no todos los autores hubieran sido capaces de dar. Desde este momento, la realidad irá sustituyendo a la aventura imaginada.
En el Quijote, ya lo hemos visto, hay muchas cosas y todas ellas son elogiables. Pero cuando Cervantes hace sentar a Sancho, con todo lo que este personaje ha vivido desde que salió de su casa para acompañar a don Quijote hasta que renunciara al gobierno de la ínsula, para compartir comida, vino y conversación con su vecino Ricote, todo vuelve a cambiar. Ricote y Sancho hablan de todo lo que pueden hacerlo dos viejos amigos a pesar de sus muchas diferencias.
En el Quijote, ya lo hemos visto, hay muchas cosas y todas ellas son elogiables. Pero cuando Cervantes hace sentar a Sancho, con todo lo que este personaje ha vivido desde que salió de su casa para acompañar a don Quijote hasta que renunciara al gobierno de la ínsula, para compartir comida, vino y conversación con su vecino Ricote, todo vuelve a cambiar. Ricote y Sancho hablan de todo lo que pueden hacerlo dos viejos amigos a pesar de sus muchas diferencias.
No hay acción excepcional en este capítulo, ni fabulación quijotesca, ni burla cortesana ni ingeniosos juegos de palabras ni graciosa descripción de personajes, ni locuras, ni tramas amorosas (salvo el breve apunte que hace referencia a la hija de Ricote). Sólo una conversación tranquila en la que dos viejos amigos se ponen al día de su vida desde que una decisión del Rey los separó y que no les impide abrazarse con afecto en cuanto se reencuentran.
Aunque Cervantes en la historia de Ricote echará mano del deus ex machina, como en el teatro barroco, para salvarguardar la autoridad y la figura del Rey, el lector atento se da cuenta de que en este rato que comparten Sancho y Ricote hay, por una parte, el reflejo de una sociedad que es capaz de entenderse más allá de sus diferencias y de las leyes y, por otra, un ilusorio proyecto utópico de reunión bajo un proyecto nacional que va más allá de los reinos, de las creencias, de los gobernantes y de sus decisiones.
Aunque los pasajes que protagoniza Ricote han dado lugar a muy diferentes interpretaciones, yo prefiero ésta. Ni la época ni Cervantes podían hablar bien de los enemigos naturales, los musulmanes, pero este Ricote es un tipo de cristiano que no corresponde a la verdad oficial de la España del momento y sus palabras nos ayudan a entender que pudo haber otra España, sepultada por el odio y por no entender al otro y sus diferencias.
Aunque Cervantes en la historia de Ricote echará mano del deus ex machina, como en el teatro barroco, para salvarguardar la autoridad y la figura del Rey, el lector atento se da cuenta de que en este rato que comparten Sancho y Ricote hay, por una parte, el reflejo de una sociedad que es capaz de entenderse más allá de sus diferencias y de las leyes y, por otra, un ilusorio proyecto utópico de reunión bajo un proyecto nacional que va más allá de los reinos, de las creencias, de los gobernantes y de sus decisiones.
Aunque los pasajes que protagoniza Ricote han dado lugar a muy diferentes interpretaciones, yo prefiero ésta. Ni la época ni Cervantes podían hablar bien de los enemigos naturales, los musulmanes, pero este Ricote es un tipo de cristiano que no corresponde a la verdad oficial de la España del momento y sus palabras nos ayudan a entender que pudo haber otra España, sepultada por el odio y por no entender al otro y sus diferencias.
Por supuesto, Cervantes no se plantea cuestionar la expulsión de los moriscos: primero porque seguro que, como casi todos los cristianos españoles del momento lo aceptó como forma de defensa frente al turco (hubo muchas y prestigiosas excepciones, pero casi todas se debieron a intereses económicos de los territorios cuyas economía se vio seriamente afectada por la despoblación tras la marcha de los moriscos que suponían una buena parte de la mano de obra rural); segundo, porque alguien en su situación no podía ni plantearse atacar una medida tan excepcional; tercero, porque se hubiera censurado la novela con los problemas que le hubiera acarreado. Sin embargo, bien leído este pasaje de Ricote -su evolución posterior era lógica y novelesca para hacerlo entrar en las convenciones de género y de época-, veremos que opta por la defensa de un cristiano nuevo como alguien que podía sentir lo español e integrarse en la mayoría de la población. Es decir, el reconocimiento de que no toda la población española tenía que ser obligatoriamente de rango abolengo y de que había una posbilidad de entendimiento más allá de la rigidez de los principios que iban cerrando la sociedad en un solo sentido. Hay quien insinúa que pensaba en sí mismo al redactar buena parte de este pasaje.
Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.
También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.
Noticias de nuestro Quijote
Paco Cuesta comenta, acertadamente, cómo ha girado la novela y nos encontramos con gente normal, más próxima a Sancho y, por lo tanto, alejados de las fórmulas cortesanas de la vida que gira en torno a los Duques. Después, se centra en la figura de Ricote.
Asun nos hace un regalo, con voz incluida, a los que participamos en esta lectura colectiva: no digo más por si no habéis visto su entrada, para que sea una sorpresa.
Manuel Tuccitano, con rectificación incluida, comenta el capítulo fijándose en la particular visión cervantina sobre los moriscos.
Cornelivs analiza el capítulo fijándose tanto en la actitud de Sancho Panza como la visión cervantina sobre la tragedia morisca y su posición ante la época.
Merche Pallarés comenta todos los aspectos del capítulo, pero me gusta que se haya fijado en que Sancho come y bebe a gusto por primera vez tras mucho tiempo: en efecto, al fin es él mismo.
A Antonio Aguilera no se le escapa el chiste sobre las suegras (¡no sé por qué me lo imaginaba!), para analizar después todos los aspectos esenciales del capítulo, incluida la posición de Ricote.
Kety nos regala, otra vez, unos bellos versos para comentar la actitud de Sancho, tan digna, y su decisión de volver con don Quijote.
Jan Puerta comenta cómo Sancho vuelve a ser él mismo en este capítulo tras abandonar su cargo y hace suyas algunas de las emociones de un encuentro así para compartir comida y bebida. Excelente la fotografía quijotesca que publica (me alegro de que la rescatara) y las ilustraciones.
Pancho acierta en su perspectiva sobre este difícil capítulo e ilustra su comentario con unas excelentes imágenes.
Lola continúa su Diario quijotesco para comentar el capítulo IV de la primera parte y acercarlo a la dura realidad contemporánea.
Myriam reflexiona de una forma intersante sobre el pensamiento cervantino en el capítulo de la semana pasada. Lo observa desde un ejemplo de tolerancia que debería tomarse como ejemplo hoy. No os perdáis esta entrada.
Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo (en el que no falta su pesar por Curry y desde aquí le mandamos un fuerte abrazo) ilustrándolo con imágenes de peregrinaje burgalesas para hablar del encuentro de Sancho. Después, publica la nota del Sanchico -gracias a Ele Bergón-, que se alegra de que su padre se haya caído del burro además de dar cuenta de sus amoríos de verano -de los del mozo, no de los padre.
Asun nos hace un regalo, con voz incluida, a los que participamos en esta lectura colectiva: no digo más por si no habéis visto su entrada, para que sea una sorpresa.
Manuel Tuccitano, con rectificación incluida, comenta el capítulo fijándose en la particular visión cervantina sobre los moriscos.
Cornelivs analiza el capítulo fijándose tanto en la actitud de Sancho Panza como la visión cervantina sobre la tragedia morisca y su posición ante la época.
Merche Pallarés comenta todos los aspectos del capítulo, pero me gusta que se haya fijado en que Sancho come y bebe a gusto por primera vez tras mucho tiempo: en efecto, al fin es él mismo.
A Antonio Aguilera no se le escapa el chiste sobre las suegras (¡no sé por qué me lo imaginaba!), para analizar después todos los aspectos esenciales del capítulo, incluida la posición de Ricote.
Kety nos regala, otra vez, unos bellos versos para comentar la actitud de Sancho, tan digna, y su decisión de volver con don Quijote.
Jan Puerta comenta cómo Sancho vuelve a ser él mismo en este capítulo tras abandonar su cargo y hace suyas algunas de las emociones de un encuentro así para compartir comida y bebida. Excelente la fotografía quijotesca que publica (me alegro de que la rescatara) y las ilustraciones.
Pancho acierta en su perspectiva sobre este difícil capítulo e ilustra su comentario con unas excelentes imágenes.
Lola continúa su Diario quijotesco para comentar el capítulo IV de la primera parte y acercarlo a la dura realidad contemporánea.
Myriam reflexiona de una forma intersante sobre el pensamiento cervantino en el capítulo de la semana pasada. Lo observa desde un ejemplo de tolerancia que debería tomarse como ejemplo hoy. No os perdáis esta entrada.
Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo (en el que no falta su pesar por Curry y desde aquí le mandamos un fuerte abrazo) ilustrándolo con imágenes de peregrinaje burgalesas para hablar del encuentro de Sancho. Después, publica la nota del Sanchico -gracias a Ele Bergón-, que se alegra de que su padre se haya caído del burro además de dar cuenta de sus amoríos de verano -de los del mozo, no de los padre.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
Enlace con el grupo en Facebook, aquí. (Este grupo no sustituye a la lectura en este blog y no estáis obligados a uniros: lo usamos sólo como complemento, para informarnos, preguntar y debatir.)
Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.
12 comentarios:
¡Primera en comentar y encima una confesión tuya!
Creo todos en el grupo coincidimos en valorar la profundidad de este capítulo y en disfrutar hasta de la comilona de Sancho.
Impresionante el cambio hacia el realismo en la narrativa y el encuentro de Ricote y Sancho, entrañable.
Muy interesante eso de que hay quienes afirman que podría estar hablando de sí mismo (en ese pasaje de Ricote). Y bien podría serlo, si es que Cervantes fué el mismo un cristiano nuevo.
Buenos Noches zzzzzzzzzzzzzzz
Mi Señor Ojeda,
¿No eran confesiones de lector las que dejó en cada comentario de los anteriores 53 capítulos?
¿O acaso no era Don Pedro quien leía El Quijote como Don Pedro y con sincera opinión escribía?
¿Quién nos introducía a la lectura? ¿Un equidistante y frío personaje universitario?
¿Tuvo que llegar al capítulo 54 para dejarnos ver su patita verdadera de tú a tú?
Terrible confesión hizo reconociendo que quien se esconde detrás de Don Pedro Ojeda Escudero, tiene gustos y qué además le gustan los moriscos... ¡si ya se veía venir!.
Y tras esta primera y significativa confesión, un día nos confesará con pesadumbre que nunca en el pasado terminó de leer El Quijote, porque el curso académico no da para completar todos los capítulos y Hamás en su vida pasó del 2.54, sin todavía haber llegado a leer el definitivo capítulo LXXIV de la Segunda Parte.
Yo que yo apacible descansaba en mi silencio, apenas sin molestar a nadie, no puedo menos que dejarle apercibida nota, qué tenga usted a bien no sobreexcitar a este lector templado con ese destape suyo a cabo de rato.
Porque después de lo dicho, ya todo me espero de Escudero y otro día nos confesará que su rancio abolengo se remonta a Cide Hamete Benengeli también primo lejano de Zinedine Yazid Zidane y eso en el ramo paterno, porque en el materno nos revelará que toda la rama hebrea aún se circuncida y se comen a los niños bautizados.
¡Y es que ya casi no quedamos cristianos viejos en este mundo de impurezas!
Pero mi querido Señor Ojeda, a pesar de todo, no se preocupe por su origen sanguíneo, que compartiremos viandas y nos daremos abrazos sanchescos si pasamos del último capítulo y me cuenta como última y definitiva confesión: ¿Dónde está el tesoro?.
Suyo, Z+-----
Ja,ja...¡cómo es nuestro SEÑOR DE LA VEGA! Este capítulo a mi también me ha gustado mucho por su tranquilidad. Besotes pausados, M.
Cervantes tiene aquí la osadía de mostrarnos que no todo es blanco o negro, que hay matices, en esa España de falsos peregrinos que explotan una falsa devoción. Soñaba una utopía, tal vez.
Me ha encantado tu confesión de lector a lector. Aunque en tus entradas siempre leo a un lector,buen profesor y buen universitario, pero lector. Y de frío , nada. No seguiría yo aquí, ni hablar.
Gracias por tu mención a mi perrillo.A Curry le encantaba estar a mi lado mientras le daba a la tecla, no sé qué música captaba él en el ruido del ordenador. He escrito tanto a su lado...
Completé el comentario, con más esfuerzo del habitual y me sirvió de terapia, como otras ocasiones en que lo he pasado mal. El valor terapéutico del Quijote.
Un abrazo, Pedro.
Ya te dije en la entrada correspondiente al capítulo que me había gustado especialmente por varios motivos y me reitero. Voy viendo que los capítulos que más me están gustando a lo largo de toda la obra no son aquellos donde pasan cosas extraordinarias sino los que muestran el lado más humano de los personajes y en los que se refleja la realidad de la época.
Es un privilegio contar con tus explicaciones y aclaraciones así como con los cometarios y entradas de todos los miembros del grupo, de los que siempre se aprende algo. EStoy encantada de haberme unido a él.
Gracias a todos y a ti en particular.
Besos
SEÑOR DE LA VEGA: me ha pillado, lo reconozco. No soy dos, sino uno, que siempre cojea de la misma pierna, como sabe, pero aquí quería aclararlo por si alguien no lo había notado.
En el último capítulo lloraremos juntos, no lo dude. O no, pero contendremos las lágrimas justo cuando puedan desbordar el ojo, para no dar que hablar.
En cuanto a lo de compartir viandas con usted, a pesar de que yo no pueda presumir de cristiano viejo (en España, realmente, ¿quién puede?), encantado. Espero así abrazar físicamente a quien ahora abrazo virtualmente.
Lo poco que uno pueda decir después de leer tus dos comentarios al capítulo, en el mejor de los casos no sería más que un mal remedo de lo por ti dicho, no dejas nada por decir y además adaptado a román paladino para que se entienda bien.
El autor se esmera en que el abandono de S de la ínsula parezca una victoria.
Habilidad del autor para engarzar la expulsión, tema político y social candente en el momento, en el contexto de la novela. Nos cuenta la realidad traumática para la sociedad del momento desde dos puntos de vista: de un afectado directo y de un testigo con el fin de resaltar una nueva virtud de Sancho; su inquebrantable concepto de amistad por encima de toda prueba. Le habría resultado más productivo quedarse con los doscientos escudos, o con todo el tesoro, después de denunciarlo.
Otro aspecto interesante, que citas, es el respeto con el que aquí se habla de Ricote. Desaparece el juego, la ironía, y la farsa de la novela, las cosas ocurren en un plano distinto. El hecho de que un musulmán, a medias, beba es muy significativo, aunque sea menos que los otros.
Un abrazo y gracias por estos dos comentarios tan didácticos que nos regalas esta semana.
Ya que estamos con confesiones y aclaraciones: Confieso publicamente y para que quede claro como el agua, que: jamás se me hubiera ocurrido leer sóla el Quijote (esperé siempre a tener la calma suficiente en mi vida y la guía adecuada).
Tenerte capitaneando esta aventura es un lujo y un regalo que te agradezco profundamente.
A partir de las clases que tan generosamente nos brindas he aprendido un montón en todo sentido.
Gracias, también, a esta tecnología que nos facilita el acercamiento conectándonos desde distintos lugares del planeta.
Un fuerte abrazo y saludos al grupo.
hola pedro....
te dejo un saludo y feliz verano!
besines
:P sauvi
A mi particularmente...y no es confesión sino más bien afirmación táctil y visual... lo que más me llama la atención es que llevamos dos años y pico, creo, enganchados a esta lectura... lo que ha configurado la familia acequiana.. que no puede pasar por alto el jueves para juntarse conformando una estirpe cervantina, quijotesca del siglo XXI... eso es lo cierto... y que cuando alguno falta algún día vuelve como cuan hijo pródigo... a la cuna de la amistad... estas son las grandezas de la web 2.0... esas Pedro a las que dedicaste en su día algunas entradas... saludos y abrazos para todas y todos...
La lectura en tertulia creo que es má enriquecedora.
Amigo Pedro llevaba mucho tiempo sin escribir un artículo, y gracias a tu confesión me he animado a escribir un artículo referente a este asunto de los moriscos y Ricote que probablemente publique mañana.
últimamente intervengo poco, pero es que un servidor se presenta a oposiciones en septiembre y en estos momentos está absorbido por las legislaciones españolas.
Con respecto a lo dicho por Tucci, estoy de acuerdo, menuda panda de locos, y lo mejor es que no dejamos de crecer.
Un saludico.
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