Cervantes da un respiro a Sancho: le deja demostrar sus virtudes sin presiones externas y Sancho se muestra como quien es o, al menos, como quien ha venido a ser. Comienza por dejarle comer como Sancho y no las cosas exquisitas que no podría apreciar porque, como dice el bueno del escudero, o somos, o no somos. Con el estómago sosegado recupera su tono natural y huye de la cólera que había manifestado poco antes. En Sancho no hay alardes, como demuestra su programa de gobierno, bien asentado en la tierra y sin pretensiones de cambiar el mundo: Yo gobernaré esta ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho. Y continúa:
Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencia a los hidalgos, premiar los virtuosos, y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos.
Las palabras de Sancho huyen de la retórica de la caballería y del mundo utópico porque son lo que son, un modelo de buen gobierno apegado a la realidad de su tiempo y sin sobresaltos: Sancho no sueña aquí, está con los pies en la tierra. Es tan realista y clara su forma de entender su posición que el mayordomo no puede menos que pronunciar en alto unas palabras que lo traicionan porque, en el fondo, ha sido ganado por la bondad natural del escudero-gobernador:
tan fuera de todo aquello que del ingenio de vuesa merced esperaban los que nos enviaron y los que aquí venimos. Cada día se ven cosas nuevas en el mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados.
La propuesta cervantina es clara: para el día a día del gobierno no hace falta más que sentido común y bondad natural, porque la ínsula Barataría no es más que una tierra apegada a lo concreto y debe gobernarse en consonancia. Para demostrarlo, la ronda nocturna que Sancho realiza por la aldea tiene el mismo propósito.
Son tres los nuevos casos que se le presentan a Sancho. Los dos primeros están preparados como parte de la burla que supone el gobierno de la ínsula.
La pendencia provocada por el juego tiene una raíz costumbrista -las casas de juego eran muy frecuentes en la España cervantina, algunas protegidas por nombres insignes del momento, y provocaban continuos y graves altercados- y otra moral: Cervantes critica la costumbre como contraria a la estabilidad social, de ahí que Sancho se proponga cerrarlas. El mozo burlón no es más que un chiste desarrollado o pequeño cuento folclórico que sirve como diversión ingeniosa.
Más interesante parece el tercer caso que, además, no ha sido preparado por los burladores y, por lo tanto, supone una actuación real del falso gobernador: la joven vestida de hombre. Por una parte, nos sugiere un encuentro al estilo de tantos como hay en el teatro barroco español y que apasionaba al público español del momento. Estas historias solían derivarse por lo novelesco: historias de amor que algunos han interpretado erróneamente en clave feminista como la defensa de la libertad de amar de una mujer cuando en realidad demuestran todo lo contrario (siempre se sancionaba con una boda según lo requerido por la sociedad) y se proponen, sobre la escena, para hacer soñar a las mujeres del público con imposibles para luego derivarlas hacia lo correcto y a los hombres regalarles la vista con el indudable atractivo de una mujer vestida de hombre.
Aquí, en cambio, como se encarga de subrayar Sancho, no hay nada de esto -para satisfacción de uno de sus acompañantes, el maestresala, que se ha prendado de la joven- y sólo se trata de una chiquillada porque la joven se ha escapado unas horas de casa para conocer su propio pueblo dado que lleva diez años encerrada por su padre, tal y como era costumbre en la época, historia en la que se evidencia una triste realidad de las jóvenes españolas del momento (en especial aquellas que no pertenecían al estamento popular) que se guardaban para llegar doncellas al matrimonio, y que Cervantes se encarga de ponernos en evidencia. Sin embargo, Barataria no es más que una aldea en la que nunca pasa nada grave: por eso, esta joven no protagoniza una historia como la de Dorotea en la Primera parte y Sancho puede devolverla, sin más, a su casa.
Aquí, en cambio, como se encarga de subrayar Sancho, no hay nada de esto -para satisfacción de uno de sus acompañantes, el maestresala, que se ha prendado de la joven- y sólo se trata de una chiquillada porque la joven se ha escapado unas horas de casa para conocer su propio pueblo dado que lleva diez años encerrada por su padre, tal y como era costumbre en la época, historia en la que se evidencia una triste realidad de las jóvenes españolas del momento (en especial aquellas que no pertenecían al estamento popular) que se guardaban para llegar doncellas al matrimonio, y que Cervantes se encarga de ponernos en evidencia. Sin embargo, Barataria no es más que una aldea en la que nunca pasa nada grave: por eso, esta joven no protagoniza una historia como la de Dorotea en la Primera parte y Sancho puede devolverla, sin más, a su casa.
Veremos si todo continúa igual de tranquilo el próximo jueves, con el comentario del capítulo L.
26 comentarios:
DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.49
Todo ocurre a media luz, en el claroscuro de una noche ajetreada al aire libre, fuera de la atmósfera viciada de los juzgados baratarios. Se trabaja a destajo en la ínsula. A S le proponen otros tres pleitos para probar su ingenio, que corroboren que lo apuntado antes no fue flor de un día ni casualidad.
Echa a andar la nueva propuesta con S aún enfadado con el labrador de Miguel Turra, padre del hijo endemoniado, que tanto tiempo le había hecho perder con su historia cuando el hambre que arrastraba desde la toma de posesión contribuía al afloramiento de su mal genio, sin que sus palabras elegantes dejen de causar admiración a los que le conocen. En muy pocas palabras traza un programa electoral que hoy día firmaría cualquier partido conservador. Se pone en marcha de ronda nocturna con su secretario vizcaíno, el mayordomo y el maestresala a aplicar su manera de ver la justicia. Nos dejan S y el capítulo con el anuncio de que el gobierno le durará sólo otros dos días, no sin antes echarle un ojo al mancebo como posible yerno; casamentero para su hija Sanchica. Como novedad, Cervantes no nos dice que nos vamos al castillo, sino que nos anuncia que se truncarán “todos sus designios, como se verá adelante.” Antes disfrutemos de un S que remonta a ojos del lector, más ingenioso y con más recursos que nunca, retornando a sus tópicos.
Se nos recuerda que todo es una burla, los personajes en ella involucrados y los desacarreos que conlleva el ejercicio del poder, con la gente allegada, o no tanto, que no para de interesarse “por lo mío”, sin importarle el día ni la hora de un tiempo que a S le parece ” quedo”, esperando con ansiedad el “salpicón de vaca con cebolla, y unas manos cocidas de ternera” que se embauló y , a la vez, mataron el hambre y el mal humor.
Calmados los rugidos interiores, legisla rápido y conciso, blindando de paso su manutención y la de su asno, prometiendo limpiar de vagabundos la ínsula, favorecer a los labradores e hidalgos (barre para casa) y respeto a la religión. Palabras tan bien encajadas causan la admiración en el mayordomo: “Cada día se ven cosas nuevas en el mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados.”
Ya de ronda, tiene el gobernador la oportunidad de empezar la limpia. Al caer la noche, se topan con dos que pelean porque uno considera que la protección que le ha dado a un jugador ganancioso vale más que los cuatro reales ofrecidos. S sentencia que coja cien reales del ganador y desaparezca de la ínsula los próximos diez años; se desembaraza así de uno que no tiene ni oficio ni beneficio: “Desembolsó el uno, recibió el otro, éste se salió de la ínsula, y aquél se fue a su casa”. S promete prohibir las casas de juego a poco que pueda. El escribano le advierte que donde van los principales tienen bula, podrá cerrar los garitos de poca monta, causantes de los disturbios.
En este capitulo 49 prosiguen las burlas a Sancho en la insula Barataria. El mayordomo del duque, aleccionado por éste, no cesa de preparar ocasiones en las que divertirse de Sancho. Pero Sancho no es D. Quijote, y “se las tenia tiesas a todos”, parece que quiere decir que hacia frente a todas las dificultades, o al menos lo intentaba. Se defendia “como gato panzarriba”, como suele decirse.
Recordemos que ya D. Quijote dijo de él: “Buen talento natural tienes”. Y lo demuestra Sancho, que poco a poco va comprendiendo la dureza del oficio del gobernar, asi como de las ingratitudes e impertinencias que han de soportar los gobernantes. Se sobrepone como puede al hambre que le está haciendo pasar el Dr. Pedro Recio:
“Negociante necio, negociante mentecato, no te apresures: espera sazón y coyuntura para negociar; no vengas a la hora del comer ni a la del dormir, que los jueces son de carne y de hueso y han de dar a la naturaleza lo que naturalmente les pide…”
Intenta mantener la compostura, y el Dr. Pedro Recio le promete dejarle cenar a su gusto, me lo imagino desesperado porque llegase la hora de la cena, y cuando esta llegó se abalanza sobre esas “manos cocidas de ternera algo entrada en días”, que me demuestra que la panda de desalmados que se burlan de él le dieron de comer lo peor que pudieron encontrar. Pobre Sancho.
A Sancho, que en mi opinión se da perfecta cuenta de todo pero calla por prudencia, no le gusta la broma, pero como tiene hambre come lo que le ponen; aunque advirtiendo a sus servidores que la próxima vez no le traigan baratijas, como las que acababa de comer, sino una buena “olla podrida”, o “poderida”, o sea, olla que comían los poderosos, la antepasada de nuestro cocido y de nuestro potaje; comida recia, sustanciosa, y de gente bien, lanzando un aviso a navegantes: “…que yo se lo agradeceré y se lo pagaré algún día; y no se burle nadie conmigo, porque o somos o no somos: vivamos todos y comamos en buena paz compaña…”. De paso, invita a todos a que le sirvan bien, con menos cachondeo y más corrección. De ahí la respuesta que le da el maestresala, tratando de calmar al enojado y contenido gobernador, el cual muy dignamente, manifiesta que va a gobernar lo mejor que pueda, y hace una solemne declaración de principios (“Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a los hidalgos, premiar los virtuosos y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos. ¿Qué os parece desto, amigos?”) ante lo cual el mayordomo muestra su sorpresa (“cada día se ven cosas nuevas en el mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados”). Me imagino que el mayordomo empieza a sentir simpatía por Sancho, pero al fin y al cabo es criado del desalmado duque, que le ha ordenado burlarse y reirse de Sancho e informarle puntualmente de todo, con lo cual el mayordomo ha de cumplir las ordenes.
A continuación, ordena soltar a un mancebo que le presentan esposado por correr delante de la justicia, que dice ser tejedor de hierros con licencia y que iba a “tomar el aire”. Cuando afirma que ni todos los poderes del mundo juntos serán suficientes para hacerle dormir en la cárcel ya S ha decidido soltarle por el ingenio y fluidez pícara demostrada en la respuesta, auténtico Lázaro de Tormes en el Quijote. El ingenioso diálogo del pícaro con el S más ágil en la respuesta es un ejemplo de cómo el óxido del tiempo pasa de largo por alguna literatura, preservando en ella la frescura del primer día.
Le presentan a una doncella jovencita, hija del hidalgo rico, Diego de la Llana, que ansiosa de descubrir el mundo más allá de las cuatro paredes de su casa, se disfraza de varón con las ropas y ayuda de su hermano. Organizan una salida nocturna que tiene la mala suerte de topar con la justicia. Con lloros, lamentos y encanto natural enternecen a los componentes de la ronda, que los devuelven a su casa con los consejos del gobernador, que vuelve por donde solía en su percepción machista del rol de la mujer.
En el final el narrador nos deja con la incógnita de saber la continuación. Cambia de manera de terminar el capítulo, haciéndonos pasar página si queremos saber la continuación.
(Continuación)
Y viene la ronda nocturna. Ponen a Sancho a prueba con la escena del jugador fullero y tramposo que gana los 1000 reales y es perseguido por el mirón que le pide su propina y que se enfada porque en vez de 8 reales solo le da 4. La sensata contestación que da Sancho me hace aplaudir al noble gobernador: el jugador es un fullero y tramposo, con lo cual lo condena a que le de 100 reales al mirón que pedía su propina, y otros 30 a los pobres de la cárcel; y ese mirón (que no tiene oficio ni beneficio), lo destierra de la ínsula por holgazán. Condena al ganador fullero, por avaricioso, y al holgazán por holgazán. Ambos tienen su merecido. De paso, Cervantes se nos muestra no muy amigo del juego.
Aparece luego el muchacho tejedor de lanzas, que le sale “gracioso” al gobernador, el cual inicialmente se enoja con el, aunque luego le hace partir, advirtiéndole que no se burle de la justicia, porque encontrara quizás alguna que le de con la burla en los cascos, lo cual demuestra que Sancho sabe contener su ira y no caer en las tonterías que le proponen sus desalmados acompañantes.
Luego se encuentran con la bella moza, que sorprende hasta a los bellacos burladores: “… los consabidores de las burlas que se habían de hacer a Sancho fueron los que más se admiraron, porque aquel suceso y hallazgo no venía ordenado por ellos, y, así, estaban dudosos, esperando en qué pararía el caso”. Aquello no habia sido orquestado por los burladores, y cuenta Cervantes que solo eran dos hermanos (chico y chica) que deciden salir a dar una vuelta, dado que la chica no salía nunca a la calle, recluida en casa por su padre viudo. No pasa nada, ni nadie sufrió ningún desmán, con lo cual el propio gobernador los devuelve a su casa sin más.
El maestresala se enamora de la chica. Y Sancho piensa en el chico como futuro marido de su hija Sanchica. Pero no podrá ser. Cervantes no nos deja imaginarnos nada: “Con esto se acabó la ronda de aquella noche, y de allí a dos días el gobierno, con que se destroncaron y borraron todos sus designios, como se verá adelante.” Lo veremos.
Mi voto será para Sancho, en las próximas elecciones, porque tal como está el panorama nacional, votar al PSOE o regalarle el voto al PP viene a ser lo mismo que echarse al fuego para no morir ahogado.
Besos para Sancho, y también para ti.
desde luego es que el Panza con la iden rellena piensa mejor..y habla que no le conocemos...a mi el tema de la chica también me pareció más machista ante lo que parece una apertura de miras...saludos
Sancho es un gobernador de a pie, cercano a la realidad de la gente y con mucho sentido común, nada que ver con la forma de gobernar de nuestros políticos actuales.
Hasta los burladores quedan gratamente sorprendidos con su forma de expresar sus intenciones, con lo que no queda lugar para las risas que se prometían.
Muy bien jugadas esas cartas, sí señor.
Besos
Y por qué no Dulcinea o Sancha... pareces pensar con esa mirada recelosa de tu foto, jajjaa
Un abrazo
Otro juego narrativo: como el gobierno es una burla, y parece grotesca la figura de Sancho como gobernante, desde el juego paródico, desde el gobierno de un pobre y engañado labrador, "de muy poca sal en la mollera" nada será tomado en serio. Por ello Cervantes puede mostrarnos un modelo utópico de gobierno, utópico porque está basado en el sentido común, y se suele decir que es también el menos común de los sentidos.
Besazos.
Sancho es un excelente contrapunto a Quijo. Uno con los pies en la tierra y el otro en el aire... Pero estoy deseando verles salir de la ínsula y del castillo. Besotes cervantinos, M.
LECCIONES DE GOBIERNO
- Jamás se debe importunar a un gobernador (la comida y la siesta sagradas, lógico, ni que Sancho fuera Sueco)
- La comida; intocable : Precioso ... que así se la de Dios a él y a todos los de su ralea".
- Los gustos culinarios; viéndo su arrobo por las ollas podridas, os propongo que si alguna vez haceís alguna comida en torno a esta lectura, la comida sea una olla podrida, aunque no sea más que en honor de Sancho.
- Programa Electoral: Fuera vagos, favorecer a los labradores, mantener los privilegios de los hidalgos, premiar a los virtuosos y respetar a los religiosos. Nada nuevo, cuidadito con los poderosos y favorecer a los que producen (la pac?)
- Las dediciones de gobierno:
- Primera pendencia: Los dos contendientes salen perdiendo y alecciona a un jugador y a un vago.
- Segunda: Le caen en gracia los graciosillos
- Tercera: lo que hayas de contar a la autoridad que sea rapidito y no molestes para bobadas.
Não haverá por aí , escondido na Ibéria, um Sancho que nos respeite e realmente governe?! Setia óptimo, porque ISTO está verdadeiramente insuportável!!
Bom fim de semana com os teus, querido amigo.
hola pedro-....como estas? por la fotografia veo que bien...
solo paso a saludarte y a desearte un lindo fin de semana...
BESINES y gracias por estar presente
:) SAUVIGNONA
El reconocimiento a las conclusiones y sentencias de Sancho situa a cada uno en el lugar que le corresponde.
Siento interrumpir, pero la imagen no tiene pérdida...
No le alcanza a Sancho,todo el poder,como gobernador,para obligar a alguien a dormir en la cárcel.
"Bueno, respondéis muy a propósito, discreto sois, mancebo; pero haced cuenta que yo soy el aire, y que os soplo en popa, y os encamino a la cárcel.¡Asilde,hola, y llevadle; que yo haré que duerma allí sin aire esta noche!
¡Par Dios, -dijo el mozo-, así me haga vuesa merced dormir en la cárcel como hacerme rey!
-Pues ¿por qué no te haré yo dormir en la cárcel? —respondió Sancho— ¿No tengo yo poder para prenderte y soltarte cada y cuando que quisiere?
Por más poder que vuesa merced tenga —dijo el mozo—, no será bastante para hacerme dormir en la cárcel.
¿Cómo que no? —replicó Sancho—; llevadle luego donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su interesal liberalidad; que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel.
—Todo eso es cosa de risa —respondió el mozo—; el caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.
—Dime, demonio —dijo Sancho, —¿tienes algún ángel que te saque y que te quite los grillos que te pienso mandar echar?
—Ahora, señor gobernador —respondió el mozo con muy buen donaire—, estemos a razón y vengamos al punto. Prosuponga vuesa merced que me manda llevar a la cárcel y que en ella me echan grillos y cadenas y que me meten en un calabozo y se le ponen al alcaide graves penas si me deja salir, y que él lo cumple como se le manda; con todo esto, si yo no quiero dormir y estarme despierto toda la noche sin pegar pestaña, ¿será vuesa merced bastante con todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?
—No por cierto —dijo el secretario—, y el hombre ha salido con su intención".Besitos.Silvi.
En el capítulo anterior al anterior, dejamos a Sancho encolerizado con aquel rico labrador que, después torturarle con su esperpéntica pintura familiar, tiene la desfachatez de pedirle dinero. Y, ahora Cervantes lo confiesa, aunque lo suponíamos, qué me van a contar a mí…Que el mayordomo industrió al insoportable personaje, por orden del duque. ¡Qué dominio de la farsa tiene este tipejo! Me callo, no vaya aparecer otra vez, por aquí.
Todos se ríen, pero Sancho capea el temporal y hace frente al coro de burladores, con su inesperado ingenio. Y, en este capítulo, expone su programa de gobierno y resuelve los tres casos presentados, en su ronda nocturna. Y lo hace admirablemente, sólo guiado por sus luces naturales, volviendo las burlas “en veras”.
Veámoslo actuar. Comienza reflexionando acerca de las visitas importunas, a cualquier hora, que han de sufrir jueces y gobernadores, ahora los entiende. Ni dormir ni comer les dejan y…hablando de comer, maldice a ese Pedro Recio Tirteafuera, allí presente. Ése que le quiere dar vida, matándole de hambre. Maldito él, malditos todos los malos médicos y palmas para los buenos.
Todos quedan admirados de la elegancia en el hablar de Sancho y no saben de dónde lo saca ese rústico. Tal vez, la clave esté en la gravedad del cargo, que unas veces adoba y otras entorpece los entendimientos.
Y, por fin, se ablanda el recio doctor de mal agüero y promete darle de cenar, a pesar de Hipócrates. Contento el gobernador, pero con grande ansia, espera el tan esperado momento de hincar el diente a…lo que sea. Un salpicón de vaca y unas manos de ternera , pasaditas de días. No importa, la humilde comida le sabe mejor que esos manjares volátiles, y no volátiles que cita el escritor. Cervantes, se relame citando estas exquisiteces que, posiblemente, paladeó en alguna mesa, ¿italiana?, mejor abastecida que la suya.
Ahora se dirige, respetuosamente, al “señor doctor” y le pide que no le dé de comer “manjares esquisitos”, que su estómago recibe con melindre o con asco. Cabra, vaca, tocino, cecina, nabos y cebollas son los alimentos básicos en la manchega dieta sanchesca. Y lo mejor, esa olorosas ollas podridas, con tantas cositas ricas, manjar compuesto pero delicioso. Estará agradecido y se lo pagará algún día.
(Sigue)
Sancho Panza pide a su expectante auditorio que no se burle, que coma, viva y deje vivir; para pasar, con posterioridad, a su programa de gobierno. Nada más sencillo: defender derechos, evitar cohecho y velar cada uno por lo suyo.
El maestresala le asegura que los insulanos estarán de acuerdo con tales principios expuestos y esa “suave forma de gobernar”. Le servirán bien, sin dar lugar a desobediencia alguna.
Tras opinar que los insulanos serían necios si otra cosa pensaren, vuelve a lo suyo, a lo que más importa: su sustento y el del rucio. Así lo dice, sin embarazo alguno. Más claro, agua.
Anuncia que ya es la hora de ir a rondar y que su intención es limpiar la ínsula de gente holgazana, tan perjudicial a la república. Y nada de cambiar el inmutable orden social establecido: los labradores favorecidos, los hidalgos con sus privilegios, los religiosos respetados y los virtuosos premiados.
El gobernador pregunta a sus gobernados si está diciendo algo... y contesta el mayordomo. Sí, aquí está, en la pantalla, aquel que fue Merlín y la Dolorida, el que industrió al labrador pintor y socarrón. Hable, hable vuestra merced, puesto que es imposible impedírselo.
(Sigue)
“El programa de gobierno de Sancho, llevado a la práctica en el poco tiempo que lo dejaron regir la ínsula, es de suave y paternal autoridad, con propósitos de favorecer a los labradores, premiar a los virtuosos y antes expulsar a los perezosos y vagabundos.
El capítulo 2.49 nos muestra una debilidad de Sancho como gobernador, cuando en la ronda nocturna descubre al buen mozo adolescente, hijo del rico propietario Diego de la Llana, y en el acto se le ocurre casarlo con Sanchica, esperanzado en que, por ser ésta hija del gobernador, no opondrá reparo el acaudalado y apetecido consuegro. Sería injusticia y desde luego exageración de prejuicio antidemocrático, descubrir en ese proyecto de ventaja eventual un signo de villanía, por donde asomó en Sancho la oreja de su plebeyez. Respondió sencillamente al impulso de la “yernocracia”, voz por cierto decorosa y de formación correcta, que sin embargo, y no obstante ser tan usada desde hace tiempo, ha seguido fuera del “Diccionario” (Alcalá-Zamora escribió esto en 1947, y yo he ido al DRAE ahora mismo y sigue sin salir “yernocracia”). Tal flaqueza es humana, muy característica de los gobernantes, y no tan sólo de los españoles, y quizá más todavía lo ha sido en todos los tiempos de príncipes y soberanos, a tal punto que sin ese toque feliz no habría quedado completo el retrato de Sancho gobernador.
Las más grandes figuras de la historia no pudieron sustraerse a esa debilidad de la “yernocracia”, aunque muchas acabaran luego creyendo que el mejor yerno habría sido el celibato de la hija.”
Fragmentos de: “El pensamiento de El Quijote visto por un abogado” por Niceto Alcalá-Zamora.
PEDRO:
Colaboro con una cita de Alcalá-Zamora. Creo que viene "al pelo" con el cap de hoy.
Los que acompañan a sancho se asombran de la lucidez de ese gobernador y desde luego, Sancho cumple sobradamente, se propone acabar con las salas de juego de la localidad,y por lo que parece en Barataria la gente debía ser muy aficionada, pues debe haber más de una.
Sobre este asunto de las casas de juego y el de la protección por parte de los nobles hay una interesante novela donde también aparece Cervantes entre otros: "Ladrones de tinta"
Por cierto "yernocracia" muy bueno el término
Saludo a vuestra merced y sigo con el labriego escudero gobernador de Barataria. Le muestro mi admiración, cómo un hombre iletrado puede hablar con tantas “sentencias y avisos”, algo que no esperábamos de su ingenio. Tengo que reconocer que los burladores nos hallamos burlados. ¡Los del busilis pensábamos reír a carcajadas, a costa de su simpleza!
De noche, ése que bautizamos como Pedro Recio le permite cenar y, con el estómago lleno, se siente capaz de seguir la costumbre de tantos gobernantes, la de realizar una ronda nocturna. Va con su vara, escoltado por el secretario, el maestresala, alguaciles, escribanos y yo mismo. Buen escuadrón.
No muy lejos del punto de partida, unas pocas calles más allá, hemos dispuesto una pelea de dos hombres, a cuchilladas. Uno de ellos se queja, a gritos, de un robo. No estaba previsto el que gritara tanto…Si exageramos, corremos el riesgo de descubrir la farsa.
Es increíble, el majagranzas se dirige al de los gritos, con un “Sosegaos”, expresión que hizo famosa nuestro rey Felipe II, que Dios guarde, ante los súbditos que temblaban en su presencia. El gritón se convierte en “hombre de bien” y es requerido para que cuente la causa de la pendencia.
Estamos ante una pelea de dos jugadores de naipes. Uno acaba de ganar más de mil reales y se niega a pagar, al otro, lo que le corresponde por haber estado presente en la partida. Creo que, a esa propina, es conocida como “el barato”. El mirón va tras él y le pide siquiera ocho reales. Cuatro reales, sólo cuatro, está dispuesto a dar el que ganó mil.
Sancho pregunta la opinión del ganancioso, el cual responde que es verdad cuanto dice y no le da más reales porque se los da muchas veces. Y obligados están los que “esperan barato”, a poner buena cara, les den poco o mucho.
El señor gobernador responde a mi pregunta, acerca de lo que ha de hacer. Y sentencia que el ganancioso ha de dar, a su observador, cien reales. Y ha de desembolsar treinta reales para los pobres de la cárcel.
Y el acuchillador es desterrado de la ínsula, por diez años. Y como vuelva antes del plazo, el señor gobernador mismo lo colgará de la picota. Que él no quiere ver, en su ínsula, a gente sin oficio ni beneficio, que como tal se presentó el desterrado. Y así se hace.
Ahora Sancho, orgulloso de su sentencia, quiere ir más lejos: fuera las casas de juego. ¡No sabe que pincha en hueso! El escribano le aclara que, la de aquí, no la puede quitar porque es “de un gran personaje”; aunque, tal vez, pueda cerrar” garitos de menor cuantía”. Y le explica que, en casas principales, no se atreven los fulleros; con lo cual no parece muy conforme este Panza.
(Sigue)
Tal y como esperábamos, todos menos Sancho, aparece un “corchete” que trae detenido a un mozo. Nos cuenta que el mancebo iba hacia ellos y, así como divisó a la justicia, comenzó a correr. Pensaron que era un delincuente y fueron a por él. Tropieza y lo atrapan…
Sancho le pregunta por qué huye y tiene que oír las ocurrentes respuestas de un gracioso. Yo le preparé la bromita, bien urdida.
Irritado, le manda a la cárcel, para que duerma allí. El mozo le contesta que , en modo alguno, podrá hacerle dormir allí. Y sigue con su gracia, todo su poder no será bastante para hacerle dormir en la cárcel. No habrá quien le haga pegar ojo, en prisión, si él no quiere. Ni alcalde, ni grilletes, ni cadenas, nada será suficiente.
Al final, entiende lo de “dormir en la cárcel”, le manda a su casa y le advierte que no se burle con la justicia, que puede salir mal parado.
Sigue la ronda el gobernador y, poco después, aparecen dos corchetes que traen otro preso. Todos me miran porque esto no está preparado, ignoro quién es ése jovencito, tan bello, que traen asido.
Me dice el corchete que, aunque parezca hombre, es mujer, como de dieciséis años, bellísima y ricamente ataviada. Lleva los cabellos, lo que más la puede delatar, recogidos en una redecilla de oro y seda verde. Medias, greguescos, jubón, zapatos…todo ello lujosísimo y masculino. Lleva una daga, que no espada ceñida. ¿De dónde ha salido esta reina de la hermosura? Los naturales del lugar no la conocen.
Sancho también es sensible a su belleza, le pregunta quién es y por qué se ha vestido con aquel atavío. Ella, avergonzada, quiere declarar que no es ladrón ni facineroso, sino doncella desdichada que, por celos, ha roto el decoro que a la honestidad se debe.
Aconsejo a Sancho que ordene retirarse a la gente, para que la joven hable con menos empacho. Lo hace así y ahora sólo somos cuatro: gobernador, maestresala, secretario y yo.
Al final, confiesa que es la hija de Diego de la Llana. Conozco muy bien a este rico hidalgo, padre de un hijo y una hija. Desde que enviudó nadie puede decir que ha visto el rostro de su hija, tan encerrada la tiene. De verdad que es hermosa esta niña…
La doncellita comienza a llorar y pensamos que le debe de haber sucedido algo de importancia.
Sancho se enternece, tiene buen fondo este labriego. Intenta consolarla y le pide que, sin temor, cuente lo sucedido, que tratará de poner remedio.
Responde que su padre la ha tenido encerrada diez años y no sale ni a misa, que la oye en un oratorio. Desconsolada, quiere ver el mundo, por lo menos, el pueblo donde vive. Le parece, y le parece bien, que su deseo no va contra el buen decoro propio de doncellas principales.
Llora, suspira, se eterniza contando su desgracia…¡Cómo la mira el maestresala!
Su hermano le habla de toros, juegos de cañas, comedias. Y ella le ruega que la vista con uno de sus vestidos y la saque de noche a ver el pueblo. Él accede y, a su vez, se viste con ropas de su hermana. Como no tiene barba, parece también una hermosísima jovencita.
Cuando quieren volver a casa, oyen un gran tropel de gente y echan a correr. La muchacha tropieza y el “corchete” la trajo ante nosotros.
Se confirma la verdad cuando traen preso a su hermano, que cuenta la misma historia. Faldellín, mantellina, cabellos como sortijas de oro. Tan bello y bien ataviado como su hermana.
Sancho los reprende suavemente por su “rapacería”. Con decir quiénes eran y sus inocentes propósitos había bastado. Tanto gemidito y suspirito para nada.
La doncella se disculpa, la turbación no la dejaba hablar como debía.
El gobernador lo tiene fácil, hay que llevar a estos niños a su casa. Y suelta algunos refranes, de esos que tanto irritan a su don Quijote. La doncella honrada, la pata quebrada, la mujer, la gallina, la deseosa de ver y la que quiere ser vista. Sabios refranes, maguer rústicos.
El maestresala, enamorado de la doncella, decide pedírsela por mujer a su padre. No s la negará al criado del señor duque.
Sancho tiene el atrevimiento de pensar en una posible boda de su hija Sanchica, con el hermanito de la llorona doncellita.Increíble, ae lo cree, no sabe lo que le espera.
Desaparezco.
Un abrazo para todos de María Ángeles Merino
¡ Bien ! firmaría una por una todas las anotaciones que has hecho,son acertadísimas,me costó leer el capítulo porque no podía concentrarme bien,pero en la relectura sentí que era de los que más me habían gustado,veo a Sancho tan fiel a sí mismo que me gusta por auténtico,por natural.
Abrazos
Pues vaya cruz para la joven, encerrada en su casa sin poder salir ni a ver el pueblo. ¿Y esto era legal?
Cuando no se deben favores, nada puede aplastar el gobierno de la lógica.
De ahí viene eso de "lógica aplastante" JUSJUS
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