El capítulo tiene varias funciones: continuar con el experimento narrativo provocado por Cervantes al separar a los dos protagonistas, con lo que tiene que narrar en capítulos alternos historias que ocurren al mismo tiempo; dar cuenta de la respuesta de don Quijote a los amores fingidos de Altisidora, que son una parodia de aventuras similares de la literatura caballeresca y, a la vez, una forma más del muestrario amoroso que hallamos en la obra.
A pesar de que don Quijote haya tenido suficientes muestras de que todo lo que le ocurre en casa de los Duques es producto de la burla, en su imaginario es perfectamente posible que una joven adolescente se enamore de él y no sospecha: es, por una parte, ingenuidad, por otra vanidad. El pobre y viejo hidalgo no puede más que caer en la trampa. Todo lo que ocurre a partir de ahí responde a una convención amorosa propia de la literatura caballeresca: el caballero que ama no puede ser infiel a su dama. Por eso, don Quijote responde con una canción a la canción de Altisidora, en la que afirma su amor por Dulcinea.
La parodia del amor se transforma en burla de mal gusto, como sabemos. Cencerros y gatos: con uno de estos tiene un mal encuentro don Quijote, que le deja herido por fuera y por dentro.
Pero el capítulo tiene una función no menor que se añade a estas dos indicadas. La broma resulta tan pesada por lo vulgar y por sus consecuencias, que hasta los mismos Duques se dan cuenta, en esta ocasión, de que se han extralimitado. Cuando ven a don Quijote magullado y en la cama se les amarga la risa en la boca:
Los duques le dejaron sosegar, y se fueron, pesarosos del mal suceso de la burla; que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera a don Quijote aquella aventura, que le costó cinco días de encerramiento y de cama
Este párrafo nos avisa de que la estancia en casa de los Duques ya no puede dar más de sí. Hasta los Duques se dan cuenta de que no pueden seguir aumentando su diversión a costa de bromas tan pesadas que repercuten en la salud de su huésped por muy loco que lo crean. Cervantes sabía que tenía que terminar de alguna manera y las consecuencias de la broma de los cencerros y los gatos marca una inflexión. A partir de este momento, toca preparar la salida de don Quijote y Sancho de las propiedades de los Duques que tanto se habían divertido a su costa.
Pero aún tendremos que ver cómo continúa el gobierno del bueno de Sancho en la ínsula Barataria. Lo comentaremos el próximo jueves, con la lectura del capítulo XLVII.
A pesar de que don Quijote haya tenido suficientes muestras de que todo lo que le ocurre en casa de los Duques es producto de la burla, en su imaginario es perfectamente posible que una joven adolescente se enamore de él y no sospecha: es, por una parte, ingenuidad, por otra vanidad. El pobre y viejo hidalgo no puede más que caer en la trampa. Todo lo que ocurre a partir de ahí responde a una convención amorosa propia de la literatura caballeresca: el caballero que ama no puede ser infiel a su dama. Por eso, don Quijote responde con una canción a la canción de Altisidora, en la que afirma su amor por Dulcinea.
La parodia del amor se transforma en burla de mal gusto, como sabemos. Cencerros y gatos: con uno de estos tiene un mal encuentro don Quijote, que le deja herido por fuera y por dentro.
Pero el capítulo tiene una función no menor que se añade a estas dos indicadas. La broma resulta tan pesada por lo vulgar y por sus consecuencias, que hasta los mismos Duques se dan cuenta, en esta ocasión, de que se han extralimitado. Cuando ven a don Quijote magullado y en la cama se les amarga la risa en la boca:
Los duques le dejaron sosegar, y se fueron, pesarosos del mal suceso de la burla; que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera a don Quijote aquella aventura, que le costó cinco días de encerramiento y de cama
Este párrafo nos avisa de que la estancia en casa de los Duques ya no puede dar más de sí. Hasta los Duques se dan cuenta de que no pueden seguir aumentando su diversión a costa de bromas tan pesadas que repercuten en la salud de su huésped por muy loco que lo crean. Cervantes sabía que tenía que terminar de alguna manera y las consecuencias de la broma de los cencerros y los gatos marca una inflexión. A partir de este momento, toca preparar la salida de don Quijote y Sancho de las propiedades de los Duques que tanto se habían divertido a su costa.
Pero aún tendremos que ver cómo continúa el gobierno del bueno de Sancho en la ínsula Barataria. Lo comentaremos el próximo jueves, con la lectura del capítulo XLVII.
28 comentarios:
DON QUIJOTE DE LA MANCHA. CAPÍTULO 2.46
En estos capítulos de la separación de S, Cervantes se preocupa de enlazar unos con otros, tanto al principio como al final de ellos. No quiere que el lector se pierda en el continuo ir y venir de la acción de la ínsula al castillo y en el cambio de personajes. Estas anotaciones serían innecesarias para el lector actual, por ser algo natural de la novela. Sin embargo, al ser una innovación de Cervantes en esta segunda parte, no está de más esta guía del narrador que resulta útil para el lector de la época , al abrir y cerrar los capítulos. El autor incluso aprovecha esta circunstancia para dejarnos una muestra sin desperdicio de cómo narrar el paso del tiempo de la noche a la mañana sin caer en fórmulas gastadas, como podemos observar en el párrafo que encabeza el relato de esta semana: “pero, como es ligero el tiempo, y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana”. La acción del capítulo transcurre en veinticuatro horas, con una transición rápida del día a la noche.
DQ echa de menos a su escudero, es consciente que la presencia de S habría solucionado o al menos disimulado la preocupación por el ofrecimiento de Altisidora y el sentimiento de torpeza y miseria que le embargó por la carrera de las medias. Todo ello le mantuvo en vigilia hasta que las primeras luces le echaron de la cama a la galería del castillo con la gallardía del que espera que la mañana presente mejor cara, para descubrir que las jóvenes habían madrugado más que él. Altisidora, al verle, finge un vahído que Emerencia recoge en sus faldas y achaca a la actitud esquiva del caballero andante los males de su amiga y compañera de farsa. Sólo la desaparición de DQ trajo consigo la vuelta en sí de la desmayada.
Entre todos del castillo traman una burla que debe coincidir en el tiempo con el momento en el que DQ se disponga a hacer uso del laúd que ha pedido.
El día duró lo que las musas de DQ tardaron en pergeñar un romance, pero suficiente para organizar que un paje fuera a la aldea manchega de S a llevar su carta a Teresa y aprovechar el viaje para enviarle la saya que S rompió al subir a la encina escapando del jabalí.
Ya eran las once de la noche bien cumplidas, cuando el caballero andante templó el instrumento y la voz, abrió la ventana, “escupió y remondose el pecho” y de lo más hondo salió nítido el romance recién compuesto. Una copla que habla del peligro de la ociosidad de las mujeres, a quienes aconseja trabajar para no tener tiempo de amorosas ansias que sólo se asientan en el ocio y tiempo libre. Advierte el poema que los caballeros andantes requiebran con las liberales y se casan con las honestas (cuatrocientos años y pico han pasado para que todo siga igual en la mentalidad de muchos de ellos y ellas). Termina el romance cantado hablando de los milagros que hace el amor en la firmeza y solidez , que nada tiene que ver con los amores de un día que terminan al oscurecer.
Más seguía el romance, pero en ese momento descolgaron desde arriba de la ventana más de cien cencerros y un saco lleno de gatos con cascabeles atados a sus rabos, que hacían imposible los esfuerzos de DQ por ser oído. Unos cuantos acertaron a meterse por la ventana y, amedrentados, apagaron las velas. DQ tiró una serie de estocadas que hizo huir a todos menos a uno que “le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo.”: eran los gritos de quien antes había avergonzado a un león y ahora lo acobarda un gato. Con tanta furia el felino se ensañó con las escasas partes blandas del Caballero de los Leones que, de no haber llegado presto el duque, se las hubiera separado de las duras. Altisidora se encarga de curarle el destrozo estético con el carísimo Aceite de Aparicio que todo lo cura. Ella aprovecha la cercanía para echarle en cara su numantina resistencia a los encantos de la doncella. Le desea que S no se dé los azotes que le faltan para desencantar a Dulcinea. DQ sólo pudo lanzar un suspiro antes de echarse en los brazos de Morfeo, mecido por el recuerdo de Dulcinea y el alivio del ungüento en su rostro dolorido, arañado por la saña del gato.
El hidalgo agradeció la ayuda y los duques se sintieron apesadumbrados por las consecuencias de la broma que dejó a DQ postrado cinco días en cama, posición en que lo dejamos porque S reclama nuestra atención desde la ínsula.
Creo que hasta el cruel se da cuenta de su crueldad... para mí que hasta Cervantes corta la historia..pues no puede dar más de si...
Hoy amigo pedro, un asesor del Cep de Jerez, me pidió la dirección de la aventura quijotesca..así que me imagino que terminarán leyéndonos en las aulas... salud
Mi Señor Don Pedro, ¡cuánto me identifico en este capítulo con Quijote y cuán poco con Cervantes! pues fue el bellaco manco, quien azuzó el gato a la cara de nuestro calenturiento y despuntado caballero andante.
La hipócrita moral y seguro que las 'Cervantas' en su harén, sin su control y haciendo oídos sordos, rechinaban en su pluma.
Los versos del insomne y cachondo Don Quijote, lanzó aviso a navegantes, aviso esgrimido en soflama encantadora; aunque fuese y será, solo agua fría a su rocín rampante, que jamás parada al pecho de ninguna elevada Altisidora, qué como mujer que fuese, caminaba en estas lides muchas almenas por delante.
Ayer, sin yo esperarlo, en mitad de un trecho fílmico me uní a la visión del documental-película, de las "Locuras de Don Quijote" que en TV-2 echaban.
Al llegar al epílogo, postrado me encontré al héroe derrotado, y ensimismado yo observaba la siempre difícil ejecución de recitar en nuestros días creíblemente al caballero (conseguida con calidad por Chema Blasco), a tal extremo me impactaron sus palabras (o estaba tan sensible), que rodaron lágrimas sin freno corriendo bien visibles por mi cara; debí asir firme el mando, para evitar de ogros y hechiceros que cambiasen la escena zappeando.
Quién me vio no lo creía, casi sufrí la burla como siempre lo hiciera Don Quijote, tampoco me importaba, porque los que allí juzgaban desconocían, que quien enfrente estaba era el pesado comentarista Del Vegote, aquél sin máscara, que cargado de emociones ante el duelo, sucumbía entre llantos sin consuelo, como si fuese el mismo Sancho y a pie de cama, sin éxito le pidiese a Don Quijote que reviviera para salvar al hombre, pues sin ellos, también yo en parte me muriera, al fenecer en la razón, mi lado más secreto y más noblote.
Suyo, Z+-----
Horrible, cruel... cruel, horrible...
(ay... Manuel justo leo tu comenatrio, no me digas que de ahora en las me tengo que comportar....)
pues te aseguro PEDRO que quedó bien inflexionado este capítulo...
Los pensamientos son pulgas que no dejan dormir al “gran don Quijote”. La música de Altisidora, o mejor dicho la letra, eso es lo que no le deja sosegar un punto; punto que se suma a los que se escaparon, enloquecidos, en sus pobres medias verdes. A pesar de la mala noche, tan larga cuando no se duerme, la mañana llega con presteza.
Nuestro caballero abandona las blandas plumas, se viste su traje agamuzado y se calza con las botas que camuflan los puntos fugitivos. Mantón de escarlata, montera verde plateada y tahalí con tajadora espada. El rosario en las manos y, con gran empaque y contoneo, sale a la antesala, donde esperan ya los duques. Pero antes ha de pasar por una galería donde Altisidora, con su amiga, espera el momento de desmayarse. Ahora viene, desmáyate compañera. ¡Ya puedes caerte, sin miedo a desnucarte! Aquí está tu fiel amiga, para recibirte en sus amorosas faldas. ¡Aire, hay que darla aire! Desabrochémosle el corpiño o hagamos intención de hacerlo…
Don Quijote manifiesta saber la causa de esos vahídos. En el fondo, se siente orgulloso de su éxito entre las féminas. La fiel amiga protesta. A la sanísima Altisidora, nunca la ha oído un ¡ay! ¡Mal hayan los caballeros andantes desagradecidos! Esta mujer habla como un romance… Le insta a que se vaya, para que, la criaturita, pueda volver en sí.
Don Quijote se conmueve ante tan peculiar admiradora. El desengaño será el remedio. Que le pongan un laúd, que él consolará a la doncella, o sea…a desengañarla. No vayan a pensar mal…o bien.
Se le ha de proporcionar el laúd, opina la fingida desmayada, que la música de don Quijote no será mala…para reír un ratito.
A las dos, les falta tiempo para dar cuenta a la duquesa de lo que pasa. Ésta, muy alegre, concierta con el duque y sus doncellas para reír, sin hacer daño. Sana diversión, nada más.
El día ha sido corto para los duques, qué entretenidos los ha tenido don Quijote, con tan “sabrosas pláticas”. Y, la duquesa, tiene tiempo, además, de enviar al paje que hizo de Dulcinea, hasta la casa de Teresa Panza, con la carta de su marido y un lío de ropa. Ha de fijarse bien el emisario, puesto que ha de contar, después, todo lo que pase con la gobernadora, con pelos y señales.
Llega la noche y don Quijote se retira a su aposento, donde alguien ha dejado una vihuela. Aunque no es exactamente lo que pidió, no hay problema para templarla.
Abre la reja, al oír a su auditorio, expectante en el jardín. Afina el instrumento lo mejor que sabe. Se aclara la voz y se pone a cantar el romance que ha compuesto, para esta ocasión, con voz “ronquilla” y “entonada”.
La dedica un sermoncillo tradicional. “La ociosidad descuidada”, ése es el culpable de las “amorosas ansias” que sufre Altisidora. El antídoto: estar siempre ocupada, cosiendo, bordando…Perdone que le interrumpa, autor de los versillos; que en mi modesta opinión, dar puntada tras puntada no impide, a la imaginación, seguir su curso. Sí, ya sabemos del refrán:” para la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta”.
Los andantes caballeros no se casan con las “libres”, con ésas sólo pasan el rato, requebrándolas. Se casan con las recogidas, honestas y alabadas. Ya lo sabes, pequeña Altisidora. Si no lo haces así, te quedas para vestir santos.
Hay amores efímeros que no dejan huella en el alma. Y no intentes competir con Dulcinea, que fue la primera y su huella es imborrable. Y el enamorado más firme, ése es don Quijote.
Altisidora escucha el canto, junto a los duques y casi toda la gente del castillo. En el jardín no debe caber un alfiler.
De pronto, algo se descuelga desde encima de la reja y cae a plomo sobre el de la vihuela. Un cordel con más de cien cencerros y, tras ellos, un enorme saco de gatos, cada uno con su cencerrito en el rabo. Menudo trabajo cencerril han tenido: atar más de cien cencerros a cien rabos de gato.
El ruido sobresalta, incluso, a los autores intelectuales de la broma, léase los duques.
Don Quijote se queda pasmado, mirando a dos o tres gatos, que entran por su reja y como, enloquecidos, al buscar la salida, apagan las velas. Mientras tanto, no cesa la música producida por el cordel de los grandes cencerros, un nuevo instrumento de cuerda. Los que no están en el busilis, están suspensos y admirados.
El caballero andante se levanta y echa mano a la espada, tira estocadas por la reja y manda fuera, a grandes voces, a los “malignos encantadores”. Se vuelve hacia los gatos del aposento, les tira cuchilladas y los mininos escapan por donde entraron. Mas hay uno, rezagado, el cual se ve tan acosado que le salta a la cara, muerde, araña y no tiene piedad de sus pobres narices.
Don Quijote, muy dolorido, da grandes gritos. El duque y la duquesa acuden a la estancia, abriendo con la llave maestra. Ven al pobre caballero intentando arrancar al gato estampado en su cara. Acude el duque a “despartir” la pelea, mas no lo consiente el arañado. Que no se lo quite nadie, dejadle solo, que este “encantador” ha de enterarse quién es don Quijote de la Mancha.
El gato no entiende de Quijotes ni de Manchas. Gruñe y aprieta, con saña hasta que, el duque, consigue arrancarlo de las narices caballerescas y lo arroja fuera.
El rostro del arañado es una criba, mas lo que más le duele es que no le han dejado “fenecer la batalla”. Le traen un carísimo remedio, el aceite de Aparicio. La misma Altisidora le pone las vendas, mientras le recrimina. Todo esto le sucede por duro y pertinaz. Y ruega a Dios que, a Sancho, se le olvide azotarse. Así Dulcinea no saldrá de su encanto y nunca la gozará don Quijote, mientras ella viva, que le adora. ¡Qué víbora!
El de las vendas, no dice nada, sólo suspira profundamente, se tiende en el lecho y da las gracias a los duques, por su buena intención. Éstos le dejan descansar y se van, pesarosos. Se les ha ido la mano, la burla ha sido demasiado pesada. El burlado pasa cinco días en cama, y allí le sucede...¿otra aventura?
Mas el historiador lo deja ahora en suspenso, para acudir al gracioso gobierno de Sancho Panza.
Un abrazo de María Ángeles Merino
Esta vez la broma se les ha ido de las manos. Han jugado con fuego y al final se han quemado, aunque no han sido ellos los perjudicados, sino como siempre el pobre DQ, que tiene que tener ya el cuerpo con más cicatrices de las que nos podamos imaginar.
A ver si salen ya de casa de los duques, que si no los van a tener que sacar en parihuelas.
Besos
..."Y,volviéndose a los gatos que andaban por el aposento, les tiró muchas cuchilladas; ellos acudieron a la reja, y por allí se salieron, aunque uno, viéndose tan acosado de las cuchilladas de don Quijote, le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo. Oyendo lo cual el duque y la duquesa, y considerando lo que podía ser, con mucha presteza acudieron a su estancia, y, abriendo con llave maestra, vieron al pobre caballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato de su rostro. Entraron con luces, y vieron la desigual pelea; acudió el duque a despartirla, y don Quijote dijo a voces:¡No me le quite nadie,déjenme mano a mano con este demonio,con este hechicero, con este encantador; que yo le daré a entender, de mí a él, quién es don Quijote de la Mancha!Entre embaucadores y gastos esto es mas que "Mala Suerte";para nuestro Caballero.Besitos.Silvi
Pobre don Quijote, ahora que se estaba comportando...
Hay una frase de la doncella enamorada que me tiene con ojo más abierto de lo normal. ¿No será que el amor ha entrado en el corazón de ella, dejando a un lado la burla?
Por otro lado, creo que a los duques a pesar de todo, siguen disfrutando de sus burlas. Dicen que los nobles son así de crueles con la plebe. ¿O no?
Yo encuentro a faltar ese camino de los dos protagonistas. Por separado me parece demasiada floja la historia. Encuentro a faltar las ocurrencias de sancho, los consejos de Don Quijote y ese acercamiento tan humano que tienen ambos a pesar de saber estar cada uno de ellos en su sitio.
Un abrazo
¡Cuánto me alegro de que estemos llegando al fin de los odiosos duques! Pobre, nuestro Quijo, con su nariz magullada y hecho polvo... Estos ¿nobles? ¡no tienen perdón de los dioses! Besotes indignados, M.
Caceroladas suenan ahora de forma tardía ante la falta de di-gestión de algunos gobernantes.
Saluds
hola pedro como estas? con lindos dias supongo....pasaba a dejarte un besin grandote y desearte un lindo fin de semana,,,
:-) sauvignona desde este lado del mundo...
Me sienta fatal la sangre azul...
Un enorme beso!!!!
Hoy el flamante Premio Cervantes, y parece que nos haya leído en los capítulos del Quijote por donde nosotros vamos, ha dicho que el Quijote más que comicidad le produce tristeza, en estos capítulos efectivamente parece un muñeco de trapo. Pero parece ser que nuestro nuevo Premio Cervantes estaba encantado, pues en la ceremonia se le han caído los pantalones hasta las rodillas y ha dicho que le ha pasado por no llevar tirantes, yo añadiría por ser el día de dos grandes de la literatura Shakespeare y Cervantes y hoy es un día de encantamiento y mágico.
Como bien dice el Señor Hernando, José Emilio Pacheco, premio Cervantes 2009, ha dicho algunas cosas bien conocidas por nosotros sobre la obra de DQ, seguro que también se lo esta leyendo o ha leído, quizás ha entrado en Internet en el grupo de lectura de La Acequia a sacar ideas, (en estos tiempos cosas más raras están sucediendo o han sucedido).
Como soy muy bien pensado, yo le invitaría a la "fiesta de la venta" a celebrar el final de la lectura, seguro que habrá más coña marinera que en esa entrega tenebrosa de los premios.
Así que sin estar de acuerdo con él en absoluto, en que todo lo que le sucede a Don Quijote sea muy triste; sí diré que las caras de la gente en la entrega del Premio Cervantes, fue una visión doliente para el Zorro.
Aquí dejo, el link a su discurso completo en vídeo, (no se quejarán ustedes de mí, pues en esta entrada de Don Pedro, dejé una película de 2 horas y de regalo el discurso de Pacheco en PDF.) multimedia Zerbantina a la carta, que la llamo.
Suyo, Z+-----
Qué regalo, Sr. de la Vega. Mil gracias.
Estoy llorando como una magdalena... Acabo de ver la pelicula sobre nuestro Quijo cuyo enlace nos ha proporcionado el SEÑOR DE LA VEGA... ¡Qué triste el final...!
Ya advertí sin advertirlo en mi recreado comentario, que el final representado era demasiado para un comentarista amigo del Quijote.
A veces, la hipérbole me puede en mi afectada y mala prosa, me equivoco a menudo por hablar de todo si me embalo, ¡pero mentir!, jamás miente esta raposa. Eso lo juro y lo perjuro.
Al final llegamos y será muy duro, y mucho me temo que se desbordará La acequia e inundaremos los cauces de los ojos.
Suyo y mi sentido pésame, Doña Magdalena, Z+-----
Interesante ese enlace, gracias por enseñarlo
SEÑOR DE LA VEGA, no, si yo sé que Quijo muere al final pero ¡las palabras de Sancho! Solo le digo que sigo llorando... (bueno, como diría nuestro Sancho no hay mal que por bien no venga, hago limpieza ocular...). Y, sí, cuando acabemos creo que La Acequia se convertirá en un río caudaloso... A sus pies, M.
Acabo de ver y oír el discurso del poeta mejicano, premio Cervantes, y me quedo con los deseos de que el premio lo debería haber ganado Cervantes en primer lugar. ¡Qué falta le hizo!
Emotivo discurso con cosas muy interesantes, merece la pena volverlo a escuchar.
La tristeza que le embargó cuando de niño leyó el Quijote, encaja perfectamente con el final de la película que nos enlaza el Sr. de la Vega. Impresionante la caída a plomo de DQ en el envite al molino. He visto una media hora del film y me parece muy bueno, ceñido al texto. El actor que hace de Sancho, Manolo el compañero de Benito, lo borda. Volveré a él con más calma.
En cierto modo la exposición de la pesadísima broma es una forma más de denuncia a los duques.
Eché una ojeada a los siguientes y me tranquilizó comprobar que nuestro Quijote pide permiso para marchar.
Han pasado demasiados años y no recuerdo detalles desde que lo leí,también veo la diferencia de leerlo en aquella edad y circunstancia y las de ahora.
Abrazos
CAPITULO 46
- Los pensamientos que se acuestan con nosotros y no te dejan dormir, como si fueran pulgas. Reconozco esa sensación bién reflejada en esta frase.
- Observese y no por primera vez, la coquetería de DQ para aviarse.
- Otra faceta nueva de DQ; CANTAUTOR. dios mio, no le falta de ná. Como cantante, no parece tener mal oido, aunque lo de escupir y carraspear antes de empezar a cantar no queda muy, muy, lo que se dice muy fino
- La bromita: Menos mal que la intención es que la broma fuese risueña y no dañosa, porque de lo contrario, terminan con él. !Que graciositos!. marga.
Qué frase para hablar del transcurso del tiempo:
"el ligero el tiempo, y no hay barranco que le detenga, corrió caballero en las horas, y con mucha presteza llegó la de la mañana".
tengo anotado también que para curar a Don Quijote hicieron traer "Aceite de Aparicio", que me choca por la historia actual y como resbala la política a la ciudadanía.
La verdad Pedro, que no encuentro cómo podía divertir esto al público de entonces, claro que la pretensión de Cervantes puede ser la de criticar a la nobleza, que seguro que es ésa su intención.
En la película "Qué bueno es ser Rey" hay una crítica a las aficiones del Rey, en vez de tirarle platos al cielo, le tiraban personas pobres.
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