jueves, 4 de marzo de 2010

Una reina enterrada muerta, una infanta mona, un caballero cocodrilo y unas dueñas barbudas (2.39).


El argumento del capítulo se centra en las consecuencias del desliz de la infanta Antonomasia. La resolución del vicario encargado del caso -como si se tratara de cualquier pareja y no de la hija de los reyes- da la razón, tras tomar declaración a Antonomasia, al contenido de la cédula que salió de la conspiración (el bureo) entre los amantes y la dueña Dolorida. Hay aquí toda una ironía sobre el celo burocrático y la administración de justicia en un acto que entonces no se consideraba íntimo, sino social.

Las consecuencias del libertinaje sexual de Antonomasia serían trágicas si no estuvieran tratadas de forma burlesca (incluso algunas expresiones usadas por la dueña Dolorida insisten en esto): un embarazo fuera de las normas sociales, un matrimonio no deseado por los padres, la muerte de la reina (enterrada muerta y no viva, como graciosamente se apunta tras la impertinente interrupción de Sancho, que también opina -en la línea de la argumentación de su amo y que le avala a él mismo como gobernador- que bien puede aspirar un caballero como Clavijo a rey), la entrada en la historia del gigante y encantador Malambruno, la conversión de Antonomasia y Clavijo en estatuas (metamorfoseados, respectivamente, en mona y cocodrilo: ambos animales simbólicamente relacionados con el engaño) y la aparición de barba en el rostro de las dueñas (lo que justifica el travestismo teatral de los actores de la burla).

En estas consecuencias hay un guiño burlesco de Cervantes sobre la forma convencional en la que debía aparecer el sexo en la literatura aceptable: siempre traía consecuencias funestas (recordemos La Celestina). Excepto cuando se trataba exclusivamente de personajes populares y grotescos, en los que podía abordarse de otra manera haciendo intervenir en la resolución el humor.

Sea como sea, el final de la historia nos devuelve al mundo caballeresco que se parodia y nos recuerda, de nuevo, que ya hubo una historia similar (la de la princesa Micomicona), aunque con menos incidentes y final distinto, en la Primera parte.

No olvidemos que toda la trama se ha urdido para reírse de don Quijote, de ahí que sólo él pueda librar a todos los encantados de su estado: volver a su forma humana a los amantes y rapar a las dueñas. Veamos si en el capítulo XL, que comentaremos el próximo jueves, se nos explica cómo.

21 comentarios:

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.39
Las prisas de S para que la dueña condesa agilizara su relato corrieron parejas a las de la reina Maguncia por abandonar el mundo de los vivos mortales, agobiada por el baldón de una hija con bombo entregada a las argucias de un novio poeta.

La muerte de la reina Maguncia le parece algo desproporcionado a S, según su recto parecer le correspondía sólo un vahído pasajero. Al fin y al cabo Don Clavijo era noble de la corte y según su Sr. “sí como se hacen de los hombres letrados los obispos, se pueden hacer de los caballeros, y más si son andantes, los reyes y los emperadores.” DQ lo corrobora añadiendo que un Caballero Andante está en “potencia propincua” de llegar a ser emperador. Apremia también a la condesa para que continúe con su relato sin tanto lucimiento ni paradas.

Apenas habían acabado de dar sepultura a la reina, el gigante Malambruno, tío de Antonomasia, aparece en un caballo de madera, que encanta a la pareja de enamorados. A ella convierte en mona de bronce sobre la misma tumba y a Don Clavijo en cocodrilo de un metal desconocido. En una columna medianera que divide a los dos solidificados, atrevidos amantes, estaba grabada una inscripción en lengua siríaca que en la castellana lengua se interpreta que sólo si DQ se aviene a entablar combate con el gigante Malambruno, podrán los dos afectados de inmovilidad permanente retornar a su ser natural.

Los ruegos de la dueña compadecieron al gigante y suspendieron su propia ejecución a manos de Malambruno que cambió sus intenciones por “una muerte civil y continua”, llenando la cara del agrupamiento de trece dueñas de unas duras cerdas de todos los tonos cromáticos que el paso del tiempo va blanqueando en el rostro de los varones y que ellas enseñan alzando sus velos.

La condesa Trifaldi se lamenta del duro castigo. Si ya les resulta difícil el ayuntamiento con el rostro rejuvenecido por mejunjes, cuánto más complicado lo tendrán con él lleno de pelos. Ante la perspectiva de un futuro incierto, la dueña se nos desmaya al tiempo que el capítulo nos deja
Nosotros como lectores tendríamos que observar que si en los capítulos precedentes hablábamos de parada narrativa, al presente tendríamos que calificarlo como de brusca aceleración. Cervantes mete ritmo a la narración en este, también, breve capítulo, pero que abre nuevas e interesantes expectativas al relato y resuelve muchas más cosas, sensiblemente más que en otros más dilatados.

Abejita de la Vega dijo...

Saludo a vuestra merced, aquí estoy de nuevo. Soy el mayordomo de los duques, el cual hizo de Merlín cadavérico y ahora es la llamada Dueña Dolorida.

¿Rcuerda vuestra merced el final del capítulo pasado? Sancho se impacienta y pide a la parlanchina dueña que se dé prisa, que se muere por saber el fin de la historia. Porque se ha explayado con sus sentimientos y todavía no sabemos por qué se duele tanto la Dolorida.

Las palabras del escudero divierten a mi señora tanto como irritan a don Quijote. El caballero andante ordena callar al impaciente, para más regocijo de la duquesa, y la Dueña Dolorida sigue con lo de don Clavijo y la hinchazón de la infanta Antonomasia.

El vicario somete, a la infanta Antonomasia, a un concienzudo interrogatorio, para ver si la chiquilla cae en contradicción; pero bien claro lo tiene la candayesa: el Clavijo es su legítimo, aunque su madre rabie y patalee.

Fue más que un berrinche, a los tres días entierran a la reina doña Maguncia. Sancho Panza se estruja el magín y, con el mejor estilo de Perogrullo, nos aclara que si la enterraron, es que se murió. Y Trifaldín, otro mentecato, esclarece que no se entierra, en su tierra, a los vivos sino a los muertos.

El gobernador escuderil, para enmendar su patochada, la coge por los pelos y nos cuenta que ya se ha visto enterrar a un desmayado. Y afea a la reina Maguncia la ocurrencia que tuvo de morirse, habiéndole bastado con desmayarse, que lo de la infanta no era para tanto y, con vida todo se arregla más o menos. Al fin y al cabo, las hinchazones se solucionan en unos meses.

El destripaterrones, siguiendo las reglas de su señor, considera que casarse con un caballero como Clavijo, es necedad pero no excesiva, ya que los caballeros, y más si son andantes, pueden dar en reyes o emperadores. Y va la reina y se muere, ni que se hubiera casado con el paje Gerineldo, que ese sí era un desarrapado.

Don Quijote asiente complacido, qué bien se ha aprendido la lección mi escudero. Que un caballero andante, a poco que se esfuerce, puede llegar a lo más alto. Pero pase adelante la señora Dolorida y nos cuente sus cuitas, de una vez.

Queda lo amargo, más amargo que las tueras y las adelfas. Muerta y bien muerta está Maguncia, recién tapadita con tierra. ¿Quién puede contener las lágrimas? Esto último dicho en latín y con cita del gran Virgilio.

En medio del duelo, aparece el gigante Malambruno, en un caballo de madera. Sí, de madera, no ponga vuestra merced esa cara de extrañeza. Es el primo "cormano" de la finada. Cruel, vengativo y encantador. Sí, encantador como esos que acosan a don Quijote. Encantador con encanto, no, eso no.

Enseguida pone en práctica sus encantos, convirtiendo a Clavijo y Antonomasia en metálicas figurillas, allí en la misma sepultura. Ella es ahora una jimia de bronce, una mona. Él es ahora un feo cocodrilo, hecho de algún metal extraño. Podrían servir de adorno urbano, en alguna ciudad castellana.

No se olvida el Malambruno de incluir una lápida con inscripción aclaratoria, en lengua siriaca que, traducida al candayés y luego al castellano, viene a decir que así se quedarán los dos osados amantes hasta que el valeroso manchego presente batalla al primo “cormano” de doña Maguncia, que en paz descanse.

Una vez acabada la metamorfosis, saca algo muy grande de la vaina. ¡Es el alfanje más grande que la dueña ha visto en su vida! ¡Ay, que va a segarle la gola! Está turbada, no puede hablar, la lengua se le pega a la boca. Sigo los salmos, a los cuales soy muy aficionado.

La dueña se esfuerza y consigue, con voz temblona, evitar su ejecución. Malambruno lo piensa mejor, nada de cadáveres. Manchan mucho y lo ponen todo perdido. Ordena traer a todas las dueñas del palacio, el escarmiento va a ser corporativo, aunque la culpa sea sólo de la Condesa de las tres colas.

Abejita de la Vega dijo...

Exagera sus culpas, sus mañas y trazas. Manifiesta que no quería castigarlas a la pena capital sino a una pena más dilatada. Algo que las incapacite, durante largo tiempo, para la vida social: “muerte civil y continua”. ¡Casta gigántea malvada! ¡Condenar al hambre a estas pobres mujeres!

En ese mismo momento, todas las dueñas sienten como cientos de agujas van abriéndose paso, por toda su cara, qué tortura, Dio mío.

Se alzan los antifaces que ocultan su rostro. ¡Horror! A cada una le ha crecido la barba. Negras, blancas, rubias, rojas…

A todos causa espanto la visión. El duque y la duquesa disimulan y fingen admirarse. Don Quijote y Sancho quedan pasmados. Los presentes, atónitos casi todos. Muy pocos sabían lo que iba a ocurrir, aunque esperaban algo sorprendente, fruto de mi ingenio…aunque no me lo reconozcan, soy un simple mayordomo. En realidad, me siento como un bufón, me avergüenzan estas crueles burlas. Bueno, ya lo he dicho…

Sigo en mi papel, la Trifaldi ha de lamentarse de la pena impuesta por Malambruno. Así las castiga este follón. Sus blandos y mórbidos rostros cubiertos de ásperas cerdas. Cuánto mejor hubiera sido perder las cabezas…Toda mujer tiene su coquetería, aunque vista con toca y monjil.

El tópico de los “ojos hechos fuentes” no cabe aquí, que los tienen secos. Lloraron a mares, mas ahora los ojos han perdido sus humores naturales, no hay lágrimas siquiera.

¿Y adónde puede ir una dueña con barbas? Si, cuando lucían la tez lisa y embadurnada de mejunjes y potingues, difícilmente hallaban acomodo con quien bien las quisiera…Ahora que causan espanto, con el rostro hecho un bosque ¿Qué será de ellas?

Por último, la Dolorida maldice la hora en que la engendraron, a ella y a sus compañeras.

Ahora, me toca desmayarme. Si caigo, que sea en blando…

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí.

María Ángeles Merino Moya

Teresa dijo...

jus jus jus
una maquinilla obra milagros

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

A mi como apunto en mi pequeña entrada...también me dio en la nariz algo relacionado con el tema celestinesco... y me llamó la atención lo de muerta y enterrada... y la digresión de Sancho...un abrazo

el piano huérfano dijo...

Hasta ahora no he atrevido a comentar sobre Don Quijote aunque lo he leido, soy de Isarel y me costó un poco, pero lo terminé, claro que ahora descubro y disfruto con vosotros de este mundo de cervantes, de esta filosofia de su forma de burlar sarcatisco.
pero no, no comento de momento solo observo, leo y disfruto, me siento algo acomplejada, pero en secreto os sigo un trabajo maravilloso y los analisis de algunos de los blogueros son muy interesantes como el blog de Myr.
Bueno me voy para no molestar


gracias

Merche Pallarés dijo...

Alucinante capítulo. A ver cómo salen de ésta nuestros Quijo y Sancho. Por ahora, Malambruno ya le ha echado el guante a Quijo para retarle a un duelo. Ya le veo magullado de nuevo... Pobret. Besotes, M.

Myriam dijo...

A mi me impresionó toda la burla relativa al sexo, al matrimonio, a las convenciones sociales que hay en este capítulo.... Veo toneladas de crítica social en eso. Incluisive en la respuesta de Sancho de que no es para tanto y lo de desmayarse y no morirse.

Si a mi me sorprende hoy, me imagino el efecto paródico en la audiencia de la epoca...

Paco Cuesta dijo...

"Aceptable" es la palabra. En función de quienes fueran los libertinos, la sociedad lo juzgaba de una u otra manera.

marga dijo...

- CON CUENTAGOTAS.- !Caramba, que parcos son los capítulos en esta parte! no hay manera de enterarse del final de una historia, paciencia compañeros.
- "HABLAR POR NO CALLAR" es una frase que me viene a la cabeza en la salida patabanco de Sancho ante el anuncio del enterramiento de Doña Magunacia.
- GENIO Y FIGURA, justificando: es que la pena de Doña Maguncia no es de la categoria de morirse, a todo tirar de desmayarse.
- EL GIGANTE MALHAMBRUNO: Cuanto mejor Biensaciado.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Sea porque Antonomasia se dejó la puerta abierta, o sea porque Clavijo se metió dentro, el caso es que preñada se quedó la infanta, y se acuerda su unión con Clavijo, de lo cual la reina Maguncia se enoja tantisimo que se murió, pero bien muerta, sin engaño ni encantamiento: muerta, de modo que obviamente la tienen que enterrar.

Sancho inicialmente parece cándido o Perogrullo, “Debió morir, sin duda”, pero luego sale del atrolladero con brillantez, de modo que hasta D. Quijote le da la razón.

¿Sabeis? Nunca he leido una novela de caballerias (Amadis, Belianís, Tirante el Blanco…), me refiero a una genuina novela de caballerias en versión original, las mismas que leyó D. Quijote, pero me gustaría hacerlo, sobre todo para comparar la legitima caballeria andantesca con la grotesca burla que hace Cervantes de la misma, a través de estos personajillos de tres al cuarto que son los duques.

Los entendidos dicen que el tema está en que se parodia burdamente el argumento caballeresco: caballos de madera voladores, encantamientos de los dos amantes, uno en mona, y el otro el cocodrilo, de un metal que no se sabe, un caballero andante ha de pelear contra el encantador, y para colmo las dueñas travestis, que acompañan a la Trifaldi, o el Trifaldi, de modo que se descubre finalmente lo que son: son “machungos”, (palabra jaenera) lo cual confirma mis sospechas de mi entrada anterior: las 12 + 1 dueñas no eran tales, sino dueños. Hemos hallado cabrahigos donde pensabamos hallar higos.

Obviamente, Malambruno reta a D. Quijote, solo el podrá enfrentarse al encantador, primo hermano de la muerta y requetebién muerta Maguncia, y asi los amantes podrán seguir amandose con su acostumbrado frenesí.

En esta tierra mia jaenera hay una frase que quiero compartir con Pedro Ojeda, Pancho y con todos, es del habla popular, y dice asi: “¡Si es que los asuntos de la follesca…-fijaros que palabreja- no tienen enmienda!” y tambien esta otra: “Cuando juanito se quita el sombrero…no hay quien lo aguante”. Antonomasia parece que se olvidó de tenerlo en cuenta. En fin, que todos somos de carne y hueso, hasta los emperadores, duques, reinas, princesas, dueñas, caballeros andantes y escuderos; bueno, Sancho no, el solo piensa en su insula y en su borrico.

Pero me estoy saliendo del tema: veamos como nuestro héroe sale de esta peligrosisima y temerosisisima aventura.

Abrazos para todos.

fernando dijo...

Una vez más, uno aprende y disfruta con esta sección. un abrazo.

Anónimo dijo...

HOLA PEDRO COMO ESTAS? ESPERO QUE MUY BIEN..
por lo poquito que se te ve parece que estas muy bien ;)

he leido dias a medias..y me ha encantado...lo esperanzador que es esperar al dia de mañana ...
pero lo que me cautivo fue la forma en que ibterpretatse esta pared pintada hasta la mitad...es la fotografioa idela supongo para "el dia a medias"

besines pedro
:) sauvignona

Anónimo dijo...

Vaya que es un enredo ese capítulo…
Te voy siguiendo.

Un fuerte abrazo.

Asun dijo...

Sólo una pequeña visita para saludar al grupo, aunque en breve volveré para comentar la lectura (esto último, visto así en frío, suena a amenaza jajajajaja)

Creo que la semana que viene, o como mucho tardar la siguiente estaré ya en condiciones de engancharme al capítulo correspondiente.

Besos

Teresa dijo...

"El gigante Mambruno", este nombre en sí mismo encierra un cuento, una vida, una novela.

Los amantes de Teruel y la inocencia de un niño.

Qué inocente es Don Quijote que todo se cree, o todavía mantiene esa mentira agigantada porque no quiere despertar y chilla ¡¡¡los reyes magos existen!!!

Alatriste dijo...

Myr coincido contigo, leyendo el capítulo me pareció muy acertado el comentario de Sancho, no era para tanto la muerte de la reina Maguncia, ya que se trataba de un caballero y no de un paje o un sirviente de la casa. Aquí Sancho vuelve a demostrar lo bien que ha aprendido de las normas de la caballería.

Antonio Aguilera dijo...

Pedro, como el capitulo es pequeño (apenas 5 minutos en mp3), y aunque lo he escuchado tres veces, no me gusta hacer comentarios cuando estoy con la cabeza en otro sitio.
La semana que viene abordare dos de una tacada.

De todas formas publico una cita de Alcala-Zamora sobre los duques que nos acompañan en estos capitulos. A mi paisano tampoco les caian simpaticos.

Abrigate que ha vuelto el frio, por aca ya algo menos humedos.

Un abrazo para ti y para los compañeros de viaje quijotesco-sanchino.

Asun dijo...

Finalmente antes de lo previsto –no sabía que algunos capítulos que me faltaban fueran tan cortos– aquí estoy. Ya he dado alcance al grupo. A partir de ya me incorporo al ritmo de todos.

Lo sabía, lo sabía, lo sabía... esos velos ocultaban tremendas barbas.

Pero buen, empezando por el principio: hablas de las consecuencias del libertinaje sexual de la infanta; recordemos que hasta no hace muchos años, y en según que ámbitos todavía hoy en día, un embarazo de estas características conllevaba un matrimonio por obligación, el ser señalada con el dedo, y el terrible disgusto de las familias,llegando estas incluso a repudiar a la futura madre o al niño al nacer.

Merche Pallarés dijo...

¡ASUN! Alucino con tu tenacidad. ¡Ya nos has alcanzado! Muchas ¡congratulations! A MYR le pasó lo mismo y tambien nos alcanzó. Sois dignas de admiración. ¡Las mujeres al poder! A ver si este puto mundo va mejor... (Perdonad mi lenguaje soez, queridas y queridos). Besotes, M.

Myriam dijo...

El PIANO HUERFANO: me alegra muchísimo que mis análisis del Quijote te gusten. Ya te lo he dicho, pero dejo contancia aqui de ello. Comentarios asi, son inspiradores.