Una vez visto que todo entre los Duques es burla, Sancho recela: de ahí que rechace el gobierno de la ínsula que tanto ansiaba pidiendo un imposible. La respuesta del Duque, que ha tenido que acelerar su decisión tras ser descubierto, no le da opción y Sancho acepta. Démonos cuenta de que ahora pone por encima de todo probar a qué sabe el ser gobernador. Con esta frase sutil, Cervantes no traiciona la evolución de su personaje que ya ha conocido la limitación de su estado y la función que tiene en esas tierras: de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza.
Algunos críticos han alabado el sentido de humildad que se aprecia en esta frase, pero esta valoración es insuficiente si no le añadimos lo que ya sabe Sancho de su condición de bufón en la corte de los Duques. No es tanto humildad como reconocimiento de que su rol social está definido y no podrá cambiarlo. Va Sancho al gobierno de su ínsula como quien recela dadas sus últimas experiencias pero con la última esperanza de que el viento cambie de dirección.
Algunos críticos han alabado el sentido de humildad que se aprecia en esta frase, pero esta valoración es insuficiente si no le añadimos lo que ya sabe Sancho de su condición de bufón en la corte de los Duques. No es tanto humildad como reconocimiento de que su rol social está definido y no podrá cambiarlo. Va Sancho al gobierno de su ínsula como quien recela dadas sus últimas experiencias pero con la última esperanza de que el viento cambie de dirección.
Después, don Quijote lleva a Sancho a su estancia y allí le aconseja sobre cómo debe comportarse en el ejercicio del gobierno. Estos consejos han sido muy estudiados por la crítica y puestos como ejemplo de buen gobierno, pero sacados de su contexto no sólo no se entienden correctamente sino que suelen tomarse por lo que no son.
Hay que hacer constar que no es el orgullo de ver ascendido a su escudero lo que le lleva a don Quijote a aconsejar a Sancho, sino el saber que es un don no merecido (contra la ley del razonable discurso) y que se encuentra en medio de un proceso de degradación burlesca de ambos ante la corte de los Duques. Por eso, don Quijote -que aquí abandona el vos ofensivo del final del final del capítulo anterior para pasar al tuteo cariñoso porque aunque le moteje de tonto, con sus consejos pretende protegerlo de más burlas dado que parte de lo que haga Sancho, además, puede afectarle a él mismo como ya le había advertido capítulos atrás- adapta el formato clásico del espejo de príncipes y otros géneros que contienen ejemplos para el buen gobierno a la cultura de Sancho (Tú que para mi, sin duda alguna, eres un porro) y lo concreta en su personaje (no te desprecies de decir que vienes de labradores): este juego paródico es brillante porque le permite, por una parte, construir un texto de una oratoria tan directa, sencilla y de sentido común que ha quedado grabado en la memoria de los lectores desde el siglo XVII; por otra, afrontar sin tapujos los grandes males de los gobernantes de su tiempo.
Apreciemos mejor esta última forma de leer estos consejos -y los que vendrán más adelente-. En gran medida, la segunda parte del Quijote contiene una propuesta ética de cómo debe ser un buen gobernante. Sobre todo desde que hemos entrado en territorio de los Duques apreciamos que hay algo que no funciona en una sociedad en la que todo está tan jerarquizado que conduce en exclusiva a la felicidad del gobernante -los Duques-. Si esto lo debemos apreciar de forma indirecta -sería impensable en una novela de este tipo una crítica directa a la gran nobleza española del momento-, estos consejos de don Quijote nos ofrecen una dura crítica directa a la administración habitual de la justicia y el gobierno en la España de principios del siglo XVII. Veremos, más adelante, cómo habrá más cosas de este cariz.
Demos la vuelta a todo lo que le aconseja don Quijote a su escudero y comprenderemos de qué pretende hablar Cervantes a los lectores de su tiempo más allá de categorías morales generales como ha pretendido fijar en exclusiva un sector de la crítica: temer a Dios (Cervantes aporta una reflexión cristiana que aquí, al referirse a la ética del gobierno adquiere un fuerte componente erasmista); no olvidarse de quién es uno y su origen cuando administra justicia para no envanecerse y evitar así los ataques que pueden venir de ocultarlo; actuar siempre de forma virtuosa (la virtud es un concepto clásico que los humanistas habían puesto como característica esencial del buen ciudadano y los erasmistas como guía del buen cristiano); debe tratar cuidadosamente a sus parientes y, en especial a su mujer, porque un gobernante se ve afectado por su comportamiento; debe tratar con justicia tanto a los pobres como a los ricos sin caer en sus trampas; debe actuar con misericordia y piedad antes que con avaricia o con pasión.
Demos la vuelta a todo lo que le aconseja don Quijote a su escudero y comprenderemos de qué pretende hablar Cervantes a los lectores de su tiempo más allá de categorías morales generales como ha pretendido fijar en exclusiva un sector de la crítica: temer a Dios (Cervantes aporta una reflexión cristiana que aquí, al referirse a la ética del gobierno adquiere un fuerte componente erasmista); no olvidarse de quién es uno y su origen cuando administra justicia para no envanecerse y evitar así los ataques que pueden venir de ocultarlo; actuar siempre de forma virtuosa (la virtud es un concepto clásico que los humanistas habían puesto como característica esencial del buen ciudadano y los erasmistas como guía del buen cristiano); debe tratar cuidadosamente a sus parientes y, en especial a su mujer, porque un gobernante se ve afectado por su comportamiento; debe tratar con justicia tanto a los pobres como a los ricos sin caer en sus trampas; debe actuar con misericordia y piedad antes que con avaricia o con pasión.
Muchas de las frases de este capítulo han quedado como ejemplos morales. El próximo jueves veremos qué más consejos le da don Quijote a Sancho en el capítulo XLIII.
23 comentarios:
DON QUIJOTE DE LA MANCHA: CAPÍTULO 2.42
La sonrisa ancha que se dibujaba en el rostro del ocupado lector al dar término el viaje por el espacio exterior sin necesidad de cohetes, sólo con la imaginación de DQ y S, se transforma en aplausos del público lector, algunos haciendo la ola de admiración a Cervantes por el remate de la faena de los consejos de DQ a su escudero: “en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos.” En el diálogo que abre el capítulo entre el duque y S, éste se nos aparenta distinto. Su disposición va de la ambición al pedir el cielo a la humildad de quien conoce sus limitaciones al confesar su analfabetismo, cuando afirma que sólo sabe el Cristus de haberlo visto, no sabido. Los consejos de su amo parten de la observación directa de lo que ocurre con los gobernantes y da consejos para cortar el aire a los murmuradores.
En efecto, un día después del accidentado aterrizaje, con los cuerpos aún doloridos del colapso del caballo de madera, el duque le dice a S que se ponga muda nueva y se avíe, que los insulanos ya esperan a su gobernador. El escudero socarrón le contesta que ya no considera indispensable la toma de posesión: “… se templó en parte en mí la gana que tenía tan grande de ser gobernador” después de observar desde lo alto lo pequeña que es la tierra y por consiguiente los hombres que la trastornan. El noble no puede satisfacer la demanda de S de un trocito de cielo, algo que está sólo bajo la jurisdicción de Dios. Sin embargo, está en disposición de ofertarle una rumbosa y fértil ínsula: “donde si vos os sabéis dar maña, podéis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo.” Cielo para los ricos, para los que más tienen, para que luego vengan con lo del ojo de la aguja y los acomodados.
S se humilla físicamente; pero, orgulloso y exigente, acepta el gobierno por defecto, como mal menor, no como forma de ascenso o medra, sino para probar “cómo sabe el ser gobernador”. Esta mención al sentido del gusto da pie al duque a resaltar el sabor dulce de “mandar y ser obedecido”. También a DQ le pesará en el alma el tiempo que ha dejado de ser emperador, incluso pastorear un rebaño de ovejas modorras debe ser mejor que no mandar
Recuerdo perfectamente mi emoción y mi sorpresa cuando, allá por el año 1.977, leí por primera vez este capitulo 42 del Quijote, coincidiendo con mi transcripción mecanográfica de la misma. A estas alturas de la novela, yo ya sentía gran devoción hacia D. Quijote, pero cuando leí este capitulo, y el siguiente, mi devoción llegó hasta el extremo de la adoración. Definitivamente D. Quijote era mi ídolo.
Asi era. Bueno, corrijo: asi es. Alonso Quijano ofrece a Sancho una serie de consejos, tan sensatos, tan poderados, tan inteligentes, y tan llenos de sabiduría de sentido común y de lógica que cualquiera podría preguntarse cómo era posible que un loco como D.Quijote hablara y pensara así. Cervantes mismo se lo preguntó -y perdóname, querido Pedro Ojeda, por adalantar la primera frase del siguiente capitulo-:
“ Quien oyera el pasado razonamiento de don Quijote que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencionada? Pero, como muchas veces en el progreso desta grande historia queda dicho, solamente disparaba en tocándole en la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio, y su juicio sus obras…”
Ahora, muchos años después, y con 45 años muy bien cumplidos, prosigue mi adoración y devoción hacia D. Quijote; pero fundamentalmente hacia su autor, hacia D. Miguel de Cervantes, que se atreve a poner en b oca de un “presunto” loco unos consejos que revelan claramente el cómo gobernar con sabiduría, honradez, y ética. Cervantes se delata a si mismo: posee una educación y una formación clásica, humanista, integra, honrada, leal y legal, uno de los mejores intelectos que al mundo dio la España imperial del XVII; no está de acuerdo con la filosofía que impregna el actuar cotidiano de los gobernantes (no se si llamarlos “gerifaltes”) de su época, de modo que se atreve a poner en boca de un pobre hidalgo loco por los libros de caballerias unos sabios y reales consejos.
Poco puedo añadir yo, humilde lector de este inmortal obra, a este capitulo. ¿;Me ciega la pasión por Cervantes y su obra? Es muy posible que si. Pero como cuento con una atenuante muy cualificada: esta novela es una de las mejores novelas de toda la historia de la literatura.
De modo que Cornelivs callará aquí, y dejará que el inmortal maestro, Cervantes, nos haga disfrutar. “Podráse” decir del mismo mil cosas, y efectuarse de este capitulo diez mil análisis: pero el mejor análisis de este capítulo es el capitulo mismo.
Y no faltando voces mas autorizadas que la tuya, como la de nuestro propio maestro, “maese Pedro”, al decir de nuestro querido Antonio Aguilera…cállate Cornelivs. Leelo y…¡disfruta!
Saludos.
Esta misma tarde te pondrán el traje de mandar y mañana iréis al gobierno – le anuncia el duque-. De cualquier manera seré Sancho Panza - le responde el escudero - .
Enterado DQ de la celeridad de la marcha de S para la ínsula, lo coge de la mano con la intención de aconsejarle. Comienza sus consejos un tanto dolido porque su escudero haya encontrado antes que él mismo la llave que abre la puerta del ascenso social, mientras “Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden” : Cervantes identificándose con su criatura y quejándose de cuán injusta es la ventura. Él, gran parte de su vida, intentando alcanzar un puesto que le dejara tiempo libre para desarrollar su talento sin penurias, algo que nunca consiguió , mientras otros sin méritos, como S, se les da todo únicamente con el roce del aliento de la Caballería Andante. Le pide que no se endiose y que le dé gracias a Dios y a la Caballería Andante. Lo primero es temer a Dios y a continuación conocerse a sí mismo, de esta forma evitará hincharse como el pavo real, dejando al descubierto sus pies sucios de porquero.
Para librarse de críticas debe usar la blanda suavidad en el ejercicio del cargo, que no está reñida con la seriedad y gravedad del puesto. Asimismo, debería hacer gala de la humildad de su linaje, evitará ser atacado por ello. Igual que en otros momentos DQ afirmó que la virtud con sangre es más, aquí afirma que “la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.” Sin embargo, a los parientes tiene que “acoger, agasajar y regalar”.
No le duelen prendas al afirmar de la mujer que son manirrotas y tontas, luego el marido tendrá que responder por ellas, cuatro por uno, en el Juicio Final. Desconfía de la mujer hermosa: “quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos”; son armas de mujer.
La verdad hay que buscarla entre las lágrimas del pobre y la información que proporciona el rico y que no se ceben sus palabras con el que ya lleva consigo la penitencia. Culmina la conseja anunciándole que sus días serán luengos, eterna su fama, colmados sus premios, casará los suyos con ventaja y su felicidad será indecible, pero que no se levante S que todavía hay más, quedan los consejos para el cuerpo en el capítulo siguiente.
Se ve la prosa con que actúa el amigo duque...que ve como casi se le escapa la ocasión de burlase de nuevo de nuestros personajes...ocasión que aprovecha Cervantes para dejar la impronta de su pensamiento...salud amigo
La Dolorida desaparece y el mayordomo polifacético ya no quiere aparecer por la pantalla de mi ordenador.
Recupero mi voz para contaros este capítulo 42,en el que somos testigos de dos conversaciones.
Las dos giran en torno a Sancho Panza, como futuro gobernador de una ínsula; aleccionado por el duque, en primer lugar, y por don Quijote, después.
El suceso de la Trifaldi, ha salido mejor de lo que esperaban, todo un éxito. Los duques, contentos, deciden seguir las burlas. La fe de Sancho en el asunto de la ínsula es un filón abierto, para sus diversiones.
Criados y vasallos reciben órdenes e instrucciones, el estilo y las trazas han de seguir las pautas de los libros de caballerías.El que dirige esto, el de siempre. No,señor mayordomo, no venga su merced por aquí.
Al día siguiente, el duque se presenta ante Sancho y le dice que ha de vestirse como gobernador, que ya sus insulanos le esperan, como agua en mayo.
¿Se queda mudo? ¿Balbucea? ¿Besa las manos del que le otorga la merced? No, no hace nada de eso.
La emoción no le impide seguir fantaseando y expresar lo diminutos y de poco valor que le parecieron la tierra y sus habitantes, vistos desde allá arriba. Grandeza del cielo, bajeza del suelo. Ecos de Cicerón o, tal vez, de Fray Luis de León. Hay que ver lo buen maestro que ha sido Don Quijote para Sancho. Y qué buen alumno este “destripaterrones” que es capaz de dirigir a su benefactor esta pregunta retórica: “¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas…?”
¿Qué dice este majadero? ¿Que prefiere “un tantica parte del cielo” a la mayor ínsula? ¿A dónde quiere ir a parar? ¿Se está burlando de su excelencia? ¿Está mohíno a causa de aquellas pullas? Recordemos, si encontró algún “cabrón”, entre las siete estrellas, llamadas “cabrillas”…
El duque coge aire y, con el tratamiento de “vos”, ése que molesta tanto a las dueñas, cuando sus señoras se lo aplican; le contesta que él no puede conceder trozos de cielo, ni siquiera del tamaño de una uña. Eso sólo Dios puede darlo.
Una ínsula “hecha y derecha, redonda y bien proporcionada, y sobremanera fértil y abundosa”, eso sí.
Y si maneja bien las riquezas terrenas, podrá ganar las del cielo. Impía conclusión la del duque. ¿Qué diría el de Rotterdam?
Sancho se anima y “venga esa ínsula”: será gobernador, manejará riquezas y, al final de todo, irá al cielo derechito. Tres pájaros de un tiro. Y mejor que la codicia, mejor que el ascenso social... , probar a qué sabe el poder, algo sabrosísimo, al parecer.
El duque, le dice que si prueba ese dulcísimo sabor, se comerá las manos, tras él. Y lo mismo hará su señor don Quijote, cuando llegue a emperador, nada menos.
A Sancho le parece de perlas el mandar, “aunque sea a un hato de ganado”. El “grande”,cada vez más admirado de las respuestas certeras de este labriego...
Mañana mismo, ha “de ir al gobierno de la ínsula”, con el traje conveniente. Al escudero lo del vestido le parece irrelevante, siempre será el mismo: él mismo. El duque le explica que los trajes han de ir de acuerdo con el oficio o la dignidad.
El uniforme que se le tiene asignado es parte de letrado y parte de capitán porque, en la ínsula, son necesarias tanto las armas como la letras.
Lo que no especifica son las partes. ¿De cintura para arriba y de cintura para abajo? ¿La parte derecha y la parte izquierda? ¿Sotana con greguescos? ¿Jubón con sotana?
Letras, pocas tiene Sancho, ni siquiera el A, B, C. No pasó del Christus, la cruz que va delante del abecedario, en la cartilla; pero le basta para ser buen gobernador. No es un inconveniente el que sea poco instruido, mas ha de ser buen cristiano.
De las armas, las que le den y Dios le ayude, que en su vida las ha manejado.
(Continúa)
Este capítulo me ha parecido soberbio. Me ha gustado un montón y lo he releído varias veces.
Aún y todo lo volveré a releer porque después de leer tus explicaciones veo que hay detalles en los que yo no había reparado, como que Sancho reconoce su rol bien definido de bufón.
Dignos de mención toda la serie de consejos que DQ le da a S. Una gran lección que hoy en día sigue siendo útil.
Besos
El Capítulo me ennnncaaaaaantó. Tu clase me parece estupenda. Leí el Texto completo de David Nogates y me pareció muuuy interesante.
Mañana volveré a releer el capítulo en profundidad.
Son casi las dos de la madrugada.
Las compuertas de mi entendimiento están cediendo a la carga de Morfeo. Buenas nocheszzzzzzzz.
Sí, este capítulo es MUY interesante y tu análisis tambien. Me han encantado los consejos que son tan actuales, exceptuando tantas referencias a Dios sean desde un punto de vista católico o erasmista.
(Qué rara es la foto. No la entiendo). Besotes quijotescos, M.
"de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza".
Esta frase que pronuncia Sancho y que tu recoges en el comentario de hoy, me hizo recordar otra frase de uno que ya consiguio su insula.
El presidente zapatero, cuando se sabia inminente presidente del gobierno, dijo: "el poder no me va a cambiar".
Le hubiera hecho falta a Zapatero, tambien, un buen Quijote para que le hubiera dado unos buenos consejos.
Estoy leyendo el cap. e informacion complementaria; tiene mucha tela que cortar. No se si podre ser sastre a la altura de las circunstancias.
Enjundioso tu comentario, "te l@s currao de lo lindo"
Hola profesor: Quiero que sepa que me llevo de vacaciones el Quijote que tengo de una edición de 1964. Espero ponerme al dia. Filices dias, i hasta el regreso. Un saludo
hola pedro que tal? ayer quise dejarte un comentario entre que te lei (que no fue largo el post fractura) y entre atendia gente que habia mucha y entre que me tomaba unos mates se me hizo la hora en que ya nos cortan el internet..,pero aqui estoy diciendote,leyendote,comentandote que hay....hay fracturas que por dentro te rompen quizas nadie las note por que son por dentro..pero hay una pequeña ruputura ..grieta...quizas imperceptible a simple vista...pero esta...
besines pedro con carita de prmavera..
sauvignona
"De cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza"
-Sentido de humildad
-Reconocimiento de que su condición social está definida y no podrá cambiarla.
-Añado, falsa modestia, pues a nadie le amarga un dulce.
Todos los comentarios geniales y el tuyo Pedro perfecto. Poca maniobra para opinar, nos dejáis a los demás.
Me has hecho retroceder a mis 12 años edad en que en una estricta enseñanza de instituto católico he tenido que analizar el Quijote.
Me has remontado a tiernos momentos, dónde luego de regresar a la una de la tarde, almorzar, comenzaba mis tareas, y al final leía tal obra maestra, y tomaba apuntes en un cuadreno para realizar mi trabajo de investigación.
Esas tardes eran acompñadas por tazones de leche fresca entibiada con miel y con rodajas de pan casero de campo con manteca y dulce de uvas de cosecha propia, junto a los cantos de mi abuela asturiana.
El trabajo fue aprobado con diez, y obtuve una medalla al Mérito por tal.
Aún conservo ese ejemplar del Quijote, al cuál re leo de vez en vez...
Siempre adquiero nuevas tiradas de tal Obra Maestra... Pero por Dios la Lengua Castellana que deterioro ha tenido desde áquella primera obra que he leído tan gustosamente.
Muchas gracias por haberme permitido a la distancia- vivo en Buenos Aires-, rozarme con ternuras de mi infancia.
Agradecida por ello te dejo mi huella y desear un muy buen fin de semana, a la vez que invito a ver mis pots y algo más que he dejado en ellos, y un homenaje muy significativa a una amiga de muchos…La Gata Coqueta.
Les dejo mi cariño y mi paz
Marycarmen
MisBlogs:
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Se os presentes políticos tivessem a humildade que louvam , tudo seguramente estaria menos caótico, acredito eu.
Bom final de semana, amigo meu.
Sancho conoce sus limitaciones, comprende la situación y la maneja habilmente sin que se vuelva en su contra.
Tomándome mi jarrita de vino en Herbe me sentí como en una posada quijotesca, fíjate tú qué cosas, Pedro.
Mi Señor Ojeda, sus lecciones magistrales y la mirada juiciosa, loca o creativa de tantos compañeros, me están enseñando a leer El Quijote por el canto y a cantar leyendo, también callando.
Me imagino al escritor Cervantes, que en crescendo desde las bodas de Camacho ha hinchado al personaje 'rana' Sancho hasta hacerlo el mayor protagonista y aún más que lo será en el gobierno de la ínsula. Ante eso, utiliza su genio Don Miguel y toma el aire del escudero para inflar al Caballero, a tenor de estos y otros consejos sabios; pero sobre todo, con el cariño de un amigo a otro amigo que supone en riesgo, y a la vez por lo menos para mí, configurando el acto dialéctico más hermoso de este libro, y es tanto lo que consigue con ello, que el recuerdo de su lectura nos hará presente la ausencia de su amo, devolverá paradójicamente el protagonismo al Quijote y Sancho quedará unido a su señor, pudiendo ejercer su gobierno dignamente (en nuestra memoria).
Todo un arte mayor de la escritura y el pensamiento, unir contenido, contenidos y continente en el momento necesario, en fin, no me repito, tan solo sueño, que ojalá algún día yo pudiera.
Suyo, Z+-----
Don Quijote, ante la inminente toma de posesión del gobernador insulano y, con licencia del duque, lo conduce a una estancia aparte, para aconsejarle en privado. Cierra tras sí la puerta y no lo invita a sentarse, sino que le hace sentar.
Da las “infinitas gracias” al cielo, porque la buena dicha ha salido a recibir a Sancho, antes y primero y, a continuación, pone en marcha la artillería, con voz reposada, para rebajar los humos al escudero.
El duque acaba de hablarle de “vos”, ahora don Quijote le tutea, tratamiento mucho más familiar: “Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro…” Sin madrugar, sin trasnochar, sin hacer diligencias, el aliento de la caballería andante le tocó en el cogote y ya se ve gobernador. Ya sabe, Sancho, a quién le debe todo. ¿Madrugar? ¿Trasnochar? Su señor no se acuerda de las largas jornadas, días y noches, por esos caminos de Dios. ¿Diligencias? ¡Tantas veces se las sellaron en las costillas!
Y todo esto se lo dice por su bien, para que sea humilde y dé gracias al cielo y a la grandeza de la profesión caballeresca. Que aprende este Catón, no se vaya a engolfar ni confundir, puesto que no pasó de la primera página de la cartilla, como él mismo reconoce. Veamos las lecciones de don Quijote.
La primera lección consiste en temer a Dios, que ahí está el principio de la sabiduría, el viejo proverbio latino: “initium sapientiae, timor domini”.
La segunda se fundamenta en conocerse a uno mismo, el “gnóthi seautón” de los griegos y el “nosce te ipsum” latino. Si Sancho llega a conocerse bien, no se hinchará como la rana del cuento y no le afearán el haber sido pastor de puercos.
¿Pastor de puercos? Eso fue de muchacho. Gansos fue lo que guardó, algo más mayorcito. Conque gansos, je, je, lo estás poniendo peor, pensará el que busca la risa, en el Quijote. Pero este lector verá a continuación como este “porro” da en el clavo: “no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes”.
Don Quijote asiente y añade que los que no son nobles de cuna han de ser más suaves y más prudentes, para evitar la murmuración. Y le aconseja que haga gala de sus orígenes humildes, porque si ven que él no se avergüenza, no le avergonzarán.
Sancho ha de poner a la virtud, por encima de todas las cosas. Mejor “humilde virtuoso que pecador soberbio”. Si el humilde labriego practica la virtud y se precia de practicarla, no tendrá envidia a los grandes señores; que “la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí misma lo que la sangre no vale”.
Sancho ha de “acoger, agasajar y regalar” a sus parientes si lo visitan en la ínsula, sin desecharlos o humillarlos, por su humilde condición.
Si lleva consigo a su mujer ha de enseñarla, doctrinarla y desbastarla de “su natural rudeza”, que una mujer rústica y tonta puede ser muy perjudicial para un gobernador. ¿Cómo se las apañará Sancho para quitar lo basto a su Teresa? Lo cierto es que Teresa puede ser rústica, pero no tonta.
Don Quijote no deja cabo suelto y también le aconseja para el caso de enviudar. Le dice que no la tome como caña para “pescar” lo que él aparente no querer y…todo queda en casa.
(Continúa)
Nuestro caballero andante ofrece, a continuación un código ético, que ha de tener Sancho muy presente, en su cargo.
No ha de guiarse por su propio juicio o “ley del encaje”, hallarán en él más compasión por las lágrimas del pobre que por las informaciones del rico, pero no más justicia; ha de descubrir la verdad entre las promesas y dádivas del rico, pero también en los sollozos del pobre; no ha de cargar todo el rigor de la ley al delincuente; si se dobla la vara de la justicia, que sea por el peso de la misericordia, no por la dádiva; si juzga un pleito de un enemigo , olvide las injurias y busque la verdad ; no ha de cegarle la pasión en la causa ajena…
Sigamos… si alguna mujer hermosa le pide justicia, no ha de mirar sus lágrimas ni oír sus gemidos. Y al que ha de castigar con obras, no lo maltrate de palabra, que bastante tiene el pobre.
Al culpado ha de considerar como a hombre sujeto a la depravada naturaleza humana y siempre ha de mostrarse piadoso y clemente.
Si Sancho sigue estas reglas, vivirá en paz, con el beneplácito de la gente, rodeado de hijos y nietos. Y, en el momento de su muerte, cerrarán sus ojos las manitas de sus tataranietos. Larga vida a Sancho, pues.
Estos son los adornos del alma, a continuación le indicará los que sirven de adorno al cuerpo. Esperemos al próximo capítulo, hasta entonces un abrazo de María Ángeles Merino Moya
¿No tienes la impresión de que Sancho dice con la boca chica lo de que no quiere la ínsula? Parece como si estuviera jugando con el duque y que haya encontrado el truco para que siempre acabe el noble bailándole el agua al escudero.
Abrazos
Los duques habían quedado muy satisfechos con el catastrófico seudoviaje espacial, el cual no tuvo un muy “felice” aterrizaje o final para nuestros protagonistas: ya que acabaron rodando por el suelo del jardín, todo despeinados y empolvados. Aún con el buen sabor en la boca por la citada trastada a don Quijote y Sancho, los duques, para no dejar de relamerse, traman otra aventura para divertirse a costa de ellos.
Llama el duque a Sancho y le dice que se desempolve y se lave las axilas, pues ha de probarse un traje nuevo para tomar presta posesión del mando de la ínsula. Pero Sancho, que ya se había calado (cual melón) al duque y la tomadura de pelo que se traía entre manos, le dijo al aristócrata que no merecía la pena ser gobernador de algo tan pequeño como un grano de mostaza, que todo es nada; y le solicitó que le concediera el mando de un pequeño territorio en el firmamento. El duque pensó que Sancho le pedía la Luna y le contestó que ahí arriba mandaba otro personaje más importante que él, nada menos que Dios. Pero que él le daría una ínsula con unas tierras tan fértiles y feraces que al poco de habitarla se sentiría como en el cielo.
Accede finalmente Sancho, porque tiene deseos de “probar el sabor del mando”, pues él en lo más que ha mandado hasta entonces ha sido a una piara de cerdos y un corral de pavos.
Le comunica el duque que esa misma tarde se ha de probar el nuevo traje, por si hay que “remangarle, cogerle un dobladillo o sacarle de las costuras” porque le apriete en las espaldas, ya que al día siguiente sería coronado gobernador de la ínsula.
-”Vístanme como quisieren -dijo Sancho- , que de cualquier manera que vaya vestido seré Sancho Panza”.
Sancho nos dice que el poder no lo cambiará; será costumbre en los mandatarios pronunciar esta falsa declaración de intenciones, la verdad es que queda muy humilde y elegante (Recuerdo que el Presidente Zapatero dijo estas palabras la noche electoral cuando se supo ganador).
En esto llegó don Quijote, y con la venia del duque cogió a Sancho por la mano y lo llevó a su aposento, lo sentó a su lado y con reposada voz le habló como un maestro habla a su discípulo amado (me suena a N. T.); con paternal afecto podríamos decir pues le llama hijo en varias ocasiones. Aunque también le dice que es un porro por temprano que se levante o tarde que se acueste y que ha tenido una grandísima suerte en que el duque la vaya a nombrar gobernador.
Don Quijote transmite a su escudero su más selecta sabiduría, le da los consejos que el mejor padre pueda dar a su hijo, para que sea el mejor de los gobernadores que en las ínsulas y otros dominios han sido.
SIGUE....
Este discurso catoniano que Cervantes dirige a Sancho por boca de don Quijote nos descubre que el ilustre manco se consideraba más que preparado para desempeñar una función pública de primera magnitud, pero que las adversidades (apresamiento por los turcos) y mala suerte (incide bastante Cervantes en la importancia de la Fortuna), le han impedido conseguir.
Además, cuando Cervantes escribe estos capitulos que giran en torno a los duques, tiene ya conocimiento de la publicación del Quijote de Avellaneda, hecho que le hace sufrir enormemente; como si no tuviera ya bastante con las dolencias propias de la edad. Pero Cervantes se crece ante las adversidades. A lo largo de su ya larga vida no ha podido ser un personaje importante desempeñando algun cargo de maxima resposabilidad, pese a su valentía e ingenio. Y ahora, con 67 años a cuestas, agotando las noches y los días con su propio agotamiento físico, con tal de concluir su 2ª parte del Quijote, se encuentra con que un bellaco plagiario le ha echado la delantera y ha sacado a la luz pública un falso Quijote. Pero la gente no sabe que él está a punto de concluir su segunda entrega. Por lo tanto, no tiene más remedio que darse prisa en escribir, y escribir volcando su mayor ingenio y sabiduria; pues los lectores, y la muerte, le esperan. Pocos meses después los lectores saborearán su libro y los gusanos sibaritas haran lo propio con la carne que produjo la mejor sustancia intelectual que en el mundo se ha escrito.
Volviendo a los consejos que don Quijote da a Sancho, destacaría los dos primeros:
1º.- Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.
Menciono como caso curioso un estudio sobre estos consejos realizado por un profe de la Complutense de Madrid, en el que me llama mucho la atención como el citado docente se implica personalmente con el enunciado de este primer consejo. O tal vez yo no haya entendido bien sus palabras. Pero para mi entender que dice que los ateos no pueden alcanzar el grado de sabiduría ni de preparación integral que alcanzan los creyentes: leed el comentario que hace al primer consejo de don Quijote
"Y no se trata de mojigaterías, ni de milagrosos entronizadores de “santos” escogidos al azar, sino de algo mucho más profundo que le autoriza al hombre a formarse integralmente; y esta integridad de la preparación individual parece no fructificar en el reducido marco del ateísmo" Para ver el texto completo clic aqui
2ª.-"Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse"
Stefan Zweig, en su ensayo (inconcluso por el suicidio -único problema filosófico importante-) sobre Montaigne, “inventor” del ensayo como genero, nos dice: “Lo que Montaigne busca es su yo interior, que no puede pertenecer al Estado, a la familia, a la época, a las circunstancias, al dinero o a la hacienda: es el yo interior al que Goethe llamaba su ciudadela y en la que no permitía la entrada a nadie".
Como aconseja don Quijote a Sancho: procura conocerte a ti mismo. Bucear por los bajos fondos de nuestra propia naturaleza para encontrar y conocer nuestros cimientos; a partir de ahí, de ese conocimiento, podremos abordar el mundo que nos rodea.
Besos y abrazos a los paseantes de esta Acequia
Este Antonio Aguilera es la pera con ZP... :D :D
Tu explicación se hace imprescindible en este capítulo. Cuanta verdad en los consejos de Quijote para la vida.
Chaquetas que nos caen grandes.
Capítulo amargo
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