Siempre que vuelvo a Salamanca -y lo hago con relativa frecuencia- recuerdo las sensaciones de mis primeros viajes a esta ciudad. Salamanca, para mí, tiene mucho que ver con la libertad individual. Supongo que habrá muchos a los que Salamanca los ahogue: como todas las ciudades, hay varias formas de vivirla. Para mí siempre viene asociada a lo que yo sentía cuando llegué a ella por primera vez.
Cuando eres adolescente, explorar solo una ciudad que no es la tuya y sobre la que tanto has leído hace que creas descubrirla y mirarla como piensas que otros no pueden hacerlo. Supongo que si viviera en la ciudad acabaría pasando por su centro histórico con la rutinaria atención de los recados diarios: es asombroso como el ojo humano deja de ver lo cotidiano.
Me gusta imaginar que mis sensaciones tenían algo que ver con lo que sucedía en aquella España que acababa de salir de la dictadura franquista y se echaba al futuro con energía: no he vuelto a percibir tantas ganas de vivir como las que teníamos en aquellos años, a pesar de las dificultades económicas y los sobresaltos políticos. El país y yo mismo nos hemos hecho más descreídos, como si la realidad nos hubiera cortado las alas de los sueños. Es triste, porque sin el impulso de aquellos tiempos España da miedo a veces: tan plagada de gente que grita y mira al otro como rival en un país al que parece gustarle vivir crispado desde el desayuno. La política se ha vuelto muy chata y desde hace unos años parece imposible todo consenso. Hoy está de moda criticar la Transición española hacia la democracia, cuando la Transición es una construcción política que se estudia como ejemplo de un modelo positivo en las mejores universidades del mundo y en la que pactaron partidos políticos de un amplio espectro ideológico en un esfuerzo que jamás se había realizado en este país. Los defectos de la Transición no son de la Transición, sino de nuestro presente: somos nosotros los que debemos erradicar los últimos posos de las actitudes franquistas -que, curiosamente, han infectado también a la izquierda-, los que debemos promover una legislación que permita cerrar dignamente la ignominia de las muchas fosas de los represaliados durante la dictadura, constituir las bases de una democracia representativa del país, erradicar la corrupción económica, política y moral, etc. En los años setenta no hubiera sido posible -aunque a toro pasado es muy fácil torear- sin un costo social brutal. Pero cada vez más, en las actitudes y en las expresiones de muchos veo manifestaciones ideológicas propias de un tiempo que debería ya ser pasado, en el que nunca se reconocen en uno mismo los defectos que se señalan en el contrario; en el que la consigna está por encima del pensamiento; en el que parece haberse declarado la guerra al sentido común y al diálogo.
El viernes dediqué varias horas a pasear Salamanca, en un día con sol en medio de este invierno tan lluvioso. Hacía tiempo que no perdía el tiempo así para ganarlo.
35 comentarios:
Salamanca es comparable con Toledo. Espero que la gente sea más amable. Saludos.
Aquella España de los setenta es muy diferente a la de hoy. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Pero hoy, algunos, parecen empecinados en que cometamos los mismos errores que un día fuimos capaces de superar.
Debo ir a Salamanca. Un abrazo.
A mi la Transición casi me cayó encima.. es más el 23 F (1º o 2º de BUP) casi pasó desapercibido en el sentido de no saber lo que podía significar...
Lo que si tengo claro es que por entonces tanto derecha como izquierda luchaban por unos ideales...y hoy lo hacen por el mero hecho del poder....saludos
Es habitual que las ciudades se asocien a sensaciones que se tienen o que transmiten la primera vez que se visitan, y a mí con Salamanca me pasa algo peculiar. Me acuerdo de ella cada vez que escucho a los U2, por diversas anécdotas que ocurrieron la primera vez que estuve allí, en diciembre de 1999.
Salamanca es para mí desde entonces un sinónimo de compañía estupenda en una ciudad espectacular y acogedora. Muy distinto concepto tengo de su clase política, ya que la citas en tu entrada (no a la salmantina, sino a la española en general), pero como tengo por principio el debate a la confrontación, compartir distintos puntos de vista sobre un determinado tema en cualquiera de sus bares puede ser un gran ejercicio de libertad individual, como dices.
Me gusta esta entrada. Salud, Pedro.
Para mí,Salamanca no es sinónimo de libertad,lo es Palma de Mallorca y lo sigue siendo,pero naturalmente es por cuestiones familiares,por allí aunque haga muchos años que no viva,tarde o temprano me relacionan o acabo viendo a alguien de mi pueblo,no tiene nada que ver con la política,vine a Palma en 1974,volvía allí para acabar mis estudios,la Transición,todas aquellas convocatorias de elecciones las viví aquí,me gusta el anonimato y en una ciudad con más de medio millón de habitantes es más fácil el anonimato,desde luego no hay ciudad en nuestro país que no sea merecedora de una visita,es increíble la belleza que tienen,de Valladolid conozco el aeropuerto,las pocas veces que voy suelo hacer esa ruta Palma-Valladolid-Salamanca porque Madrid me abruma,no estoy yo para esos trotes por mi salud.Cada vez que pises Salamanca piensa en mí,allí están todos los míos,pero no puedo desprenderme de este otro terruño,Mallorca,la nostra Roqueta.Abrazos
Salamanca para mi siempre ha sido mítica por su universidad, por Unamuno, por su historia y ahora por PANCHO. Visitarla es una de mis asignaturas pendientes.
Referente al tema político, sabes lo que pienso. Vamos para atrás inexorablemente y ésto nos acarreará problemas sin fin. Besotes salmantinos, M.
La primera vez que conocí Salamanca, era muy oscura, oscura como las sotanas de los curas, pues jamás había visto tanto cura y tanto seminario, cuando volví, en la transición ví aires de libertad, vi como brillaban las piedras de sus monumentos cuando en ellas descansaba el sol, años más tarde volví y tuve el honor de conocer y saludar en su plaza mayor a Arturo Pérez Reverte cuando tomaba un café en una de las terrazas de la plaza.
De la transición, la absorví, la respiré, la disfruté, pue me pilló en mis mejores años y ahora como tal primer amor, la añoro.
Efectivamente, lo cotidiano resta la mágia; desde ese punto de vista, puedo decir que soy afortunado; la he visitado un par de veces y aún me quedan muchas visitas en las que me seguirá fascinando.
En política, claro que falta impulso, pero impulso de avance, porque para ir a la contra sí que hay energía. Además lo tomamos como si fuera fútbol; mucho fanatismo y poco razonamiento.
Un saludo.
He vistado Salamanca. Me encantan sus calles sus gentes, sus mesones, su Plaza mayor que es un Monumento històrico, sin par en la geografía castellana y chata. Buen sitio esta para reflexionar, sobre nuestra depauperada politica, y que es lo que tiene a ver nuestro hoy con el período de la transición. Me encantarà saber su opinión, Profesor.
Salamanca como dice MERCHE: por PANCHO y ahora por ti, ( seamos cultos: tb por la Univ y Unamuno) es una asignatura pendiente. Mejor dicho; un buen "rally" por todo el oeste Español de Norte a Sur, como hice hace poco por el otro lado. ¡Qué ganas!
Podría comentar cada línea de tu entrañable escrito pero por razones de espacio, lo haré sólo con esta frase: ,La política se ha vuelto muy chata y desde hace unos años parece imposible todo consenso,
Cuánto se necesita hoy ese pacto político del que fué capáz La Trancisión es decir, Un Gobierno de Unidad Nacional, en el que se dejen de lado intereses personales y partidistas en pro del Bien Común de todos los Españoles. Sólo la Unión, podrá hacer que España salga de la crisis. (Algo necesario en todos los paises, por cierto. Pero aquí hablamos de ESpaña).
Un abrazo
PD. Estoy leyendo ahora leyendo el comentario de MONSERRAT: También a mi me interesa que amplies y profundeces ese tema ¿Querrías?
Ayyyyyyyyy: Dice TRANSICIóN. Vale. (Eso me pasa por no releer lo que escribo antes de enviarlo; no aprendo UFFFFFF)
Para mí Salamanca es un placer en todos los sentidos, desde la Transición, hasta escapadas traviesas estudiantiles, un noviete, viajes profesionales, intercambios con los de Erasmus, piedras, salidas nocturnas, y esa Plaza Mayor... recuerdos y presentes. Siempre que puedo, voy.
Es una de las ciudades que más me gustan por múltiples razones que no cabrían en este escueto espacio.
Envidié ese viernes tuyo, deambulando por sus calles.
Un abrazo.
No quisiera morirme sin antes hacer un largo y exhaustivo viaje por tierras de Castilla la Vieja, querido Pedro.
Un abrazo.
Las ideologías parecen ser como las bandas callejeras: los hay que son capaces de encontrarle justificación a cualquier cosa, sólo es necesario pasar un rato creando argumentaciones erróneas a partir de algo que no se sustenta por ningún sitio. Cuando no se va más allá es fácil caer en el insulto a otras formas de pensar, grupos o individuos. Una pena.
La Historia la vamos deformando a medida que se aleja de nuestro presente, unos más que otros, eso está claro. Los hay que parece que convierten la deformación en su razón de existir, lo peor es que convencen a muchos. Mejor lo dejo.
Es cierto que no nos fijamos en lo que nos es cotidiano, por muy maravilloso que sea. Cuando voy con prisas, yo no veo ni la Sagrada Familia. Cuando te paras a explorar tu propio lugar siempre descubres cosas nuevas y asombrosas. Es divertido pasar algún rato haciendo el turista por el mismo lugar que normalmente pisamos inadvertidamente por culpa de la urgencia que nos impone la vida diaria.
Salamanca está pendiente y por lo que sé de ella, seguro que es una microciudad maravillosa por la que tendré que pasar algún día. De sus gentes, no te sé decir, me llegan informaciones contradictorias, pero como dicen, en todas partes hay de todo.
Ando alejada de los blogs pero te voy leyendo cuando puedo. Un abrazo, Pedro.
Bueno Pedro, aquí estamos recuperando la normalidad a pesar de todo. De momento dispongo de conexión y he podido acceder a blogger sin muchas esperas ni cortes. La situación es realmente complicada. Pero ahí seguimos.
Déjame contarte que la primera vez que visite Salamanca, con treinta y cinco años recién cumplidos, me senté en banco frente a la universidad y estuve casi cuatro horas observando todo lo que acontecía a mi alrededor. Tuve la sensación de haberme perdido muchas cosas hasta mi descubrimiento tardío. De regreso, al comentar mi experiencia con algunos amigos, algunos no entendieron nunca lo que supuso para mí esa experiencia.
A veces, cierro los ojos y me imagino de nuevo en Salamanca. Tu entrada ha cautiva mis recuerdos.
Un fuerte abrazo.
Gracias por todo amigo.
Buenos días, profesor Ojeda:
Quiero, por hastío, alejarme de la política.
¡Qué maravilla, sentarse a contemplar las piedras doradas de Salamanca, e imaginar las miradas que sobre ellas nos han dejado tan grandísimos escritores como la han cantado.
Jan Puerta, como acostumbra -a su modo- haciendo poesía con lo que retrata con su cámara o con sus palabras.
Y últimamente pancho, en su blog, que nos pasea por esa preciosa Ciudad...
Saludos. Gelu
Mi estimado Pedro,
No conozco a Salamanca pero me agradaria ir algun dia y visitar su Universidad, ademas de presenciar el gran impacto de su cultura.
Un abrazo y me encanta Espana!!!
Vere de quedar con Cornelivs para hacer ese viaje exhaustivo por Castilla la Vieja. Espero que sea antes de la jubilacion.
Estoy contigo en el siguiente fragmento:
"El país y yo mismo nos hemos hecho más descreídos, como si la realidad nos hubiera cortado las alas de los sueños".
Somos muy escepticos ante todo, pero eso no es malo, lo malo es el "amuermamiento" general de la troupe. La falta de ideas nuevas, de iniciativas que ilusionen al personal.
Ahora ya, hasta Savater me desilusiono. Mira que tu me lo advertiste, que no era oro todo lo que relucia. Empezo ganando (perdiendo su prestigio)El Planeta, y continua saliendo en la foto con los mas rancio del pais: Curro Romero, Ortega Cano, Sanchez Drago...dijeron que era una reunion de intelectuales y otros por el Toro. Yo estoy por el Toro, pero no en la forma de matarlo.
Disculpa mis divagaciones de Dia de Andalucia, creo que, al final, me he salido del tema de la entrada
Lo arreglo con...Un Abrazo
El ombligo es la parte más importante para algunos miserables que han medrado por esta península.
Y estoy viendo muchos ombligos...
Me encanta la última frase: -Perder el tiempo para ganarlo-, si lo hicieramos más a menudo...
Los resultados de la Transición no pueden quedarse en algo estático, como si de un sentimiento se tratara ha de mantenerse y actualizarse. Coincido en erradicar posos de todas las actitudes. En resumen debemos ser capaces de criticarnos a nosotros mismos y como Gelu quiero alejarme de la política, por hastío.
Salamanca.
Mi universidad, mi colegio mayor, mi primera crisis...
Me encanta cómo has hilvanado Salamanca, el dorado de su piedra, la Transición, la situación política actual con tus percepciones de adolescente y actuales para regalarnos un análisis de los más lúcidos y bien escritos que uno pueda recordar del acontecer diario en esta época de crisis de casi todos los conceptos sobre los que parecía que había consenso.
La conquista de la democracia era algo en lo que había unanimidad por parte de casi todos. El impulso de ese objetivo común permitió después la entrada en la U.E. y el desarrollo más importante que ha experimentado este país a lo largo de toda su historia, a pesar del acoso terrorista.
Los radicalismos y España son todo uno. Aquí es casi imposible encontrar la tercera vía de la cordura, tendremos que ir tirando despellejándonos unos a otros.
Con todo, el asunto que más me preocupa es el de la corrupción y el amiguismo que campa en todos los sectores sin que haya nadie dispuesto a atajarlo. Los que podían hacerlo se encuentran atados y con miedo a perder sus actuales prebendas.
También el viernes, cuando ya caía la tarde, me di una vuelta hasta la Cueva de Salamanca a tomarle unas fotos para el blog. El sábado nos visitó Eolo enfurecido.
Me alegro de que el ganador de los premios de la crítica fuera uno de los más ponderados por ti en las reseñas anteriores que publicaste aquí, lectura obligada.
Gracias por animarme más, en mi caso es una asignatura pendiente.
Estudiante que mira la rana, estudiante que aprueba. Es con lo que relaciono Salamanca, con eso y con sus doradas piedras, en contraste con las grisáceas de mi ciudad, con el aula de viejos pupitres donde Fray Luis dijo aquello de "decíamos ayer", con su Plaza Mayor tan igualita...
Una única vez he estado en Salamanca y de esto hace ya bastantes años en una visita relámpago y además con ciertos compromisos que me impidieron visitar la ciudad con la clama que se merece, fue como poner la miel en los labios y luego esconderla, así que lo considero como una asignatura pendiente.
En la época de la transición teníamos muchas esperanzas puestas en el cambio que anhelábamos. Con el paso de los años nos hemos ido desencantando viendo el juego que se traen los políticos y donde tienen puestos sus intereses.
Besos
Se percibe que para nada has perdido el tiempo porque mientras paseabas has aprovechado para reflexionar y una vez de vuelta a casa nos dejas aquí tus reflexiones, que como siempre son acertadas.
Creo que todos nos hemos apoltronado, Pedro, que no hay afán de lucha como el que había entonces. En parte también porque como bien dices los políticos han conseguido que vayamos descreyéndonos de todo y de todos.
No sé cómo se puede arreglar porque no soy ninguna estratega pero creo que no vamos por el buen camino.
Me alegra que hayas disfrutado de un buen fin de semana. Los cambios de aires siempre sientan bien.
biquiños,
El personaje virtual, pancho, se siente muy honrado por todos los intentos de asimilación, también virtual, con esta ciudad que nos acoge. Honrado también por el protagonismo en esta cueva de montesinos de luz.
Me gusta Salamanca: la antigua Universidad, las confiterías de los soportales de la Plaza Mayor, la Casa de las Conchas con su maravilloso patio interior... Es una ciudad ni grande ni pequeña, perfecta para pasear. Y me gusta el hornazo,¡para chuparse los dedos!
A mi me sabe a adolescencia... la conocí en el viaje de fin de curso de 8º EGB y luego viví allí unos meses, pero pocos... apenas recuerdo.
Me gustan tus fotos, Pedrito :) Besos!
PANCHO: Mira que soy de armas tomar y te DESvirtualizo en cualquier momento...
Pues sí, Salamanca es Pancho por antonomasia o viceversa y, si Salamanca fomenta la libertad de pensamiento habrá que dejarse mecer por sus vientos.
La España se miró al espejo y se sintió viejísima y cansada de tantos hijos tontos como tenía emperrados en una competición absurda. Además le dolían los pies de patear la Historia. Devolvió en una palangana y se comió la suela de los zapatos, que ya no le llegaba para más.
¿Cuándo enterraremos la necedad? No nos deja avanzar.
piedra preciosa y uniforme Salamanca universal.
He llegado hasta aquí por casualidad, dándole a las etiquetas de Salamanca, ya no recordaba todas las cosas que cuentas de la ciudad, ni esta entrada tuya, será que nos hacemos mayores. Tu hija tiene influencias del padre en lo de la fotografía, encima canta.
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