Este capítulo esconde uno de los más ingeniosos juegos de escritura de la novela. Además, tiene algunas claves secretas de la estructura de la Segunda parte y de cómo influye en ella el conocimiento de la continuación de Avellaneda. A todo ello los cervantistas dan vueltas desde el siglo XVIII. Y todo ese juego parte de dos hechos argumentales que desvelan el truco al estilo barroco, es decir, mostrando y ocultando las claves de resolución.
El primero, es la aparente sencillez con la que se nos desvela que maese Pedro no es otro que Ginés de Pasamonte, uno de los galeotes liberados por don Quijote y que le pagó, además de apedreándolo, robándole el burro a Sancho. Con habilidad, Cervantes delega la identificación del titiritero en Cide Hamete, pero no deja de hacerlo de tal manera que destruye la veracidad del dato: Cide Hamete lo jura como católico cristiano. Ya hemos visto cómo Cervantes había profundizado en el cuestionamiento del narrador tradicional como eje de construcción de la novela moderna. Dentro de la narración no podemos creer a Cervantes porque nos ha dicho que él no es el autor de la novela, pero tampoco a Cide Hamete. Así que todo es cuestionable. Para reforzar esta sensación de inseguridad se nos vuelve a dar otra versión del robo del asno. De paso, se nos desvela cómo toda la historia del mono ha sido un engaño. Así que abordamos, una vez más, la cuestión de la verdad y la mentira en la narración. El lector queda soprendido por la ingeniosa forma de hacerlo y, además, debe tomar partido sobre si aquello que se le cuenta es o no verdad: no olvidemos que todo esto sucede después del episodio de la Cueva de Montesinos, que no es más que un desarrollo del encantamiento de Dulcinea. Como vemos, el entramado de hilos se hace cada vez más complejo pero con tanta naturalidad que no nos soprende.
El segundo es la forma en la que se nos anuncia que don Quijote va hacia Zaragoza, para interrumpir el camino y cerrar la historia de los rebuznos que viene desde capítulos atrás. Don Quijote interviene en la contienda ante los ofendidos con palabras tan esmeradas que, una vez más, hacen dudar de su locura: pero no olvidemos que se presenta como caballero andante. Esta vez es la intervención de Sancho la que gira la situación que parecía arreglada: al rebuznar, se indignan los que le escuchan, que se sienten injuriados, y lo apalean. Su amo quiere protegerlo, pero al verse superado en número, huye de forma cobarde del campo de batalla. La resolución del conflicto, que ya de por sí era bufo, termina como entremés cómico, mal que nos pese a los lectores que hemos tomado cariño a Don Quijote y Sancho.
Pero para saber qué significa esta interrupción del camino a Zaragoza debemos esperar al próximo jueves, con el comentario del capítulo XXVIII. Eso sí, el lunes trataremos las razones que han visto los cervantistas para que aparezca justo en este momento Ginés de Pasamonte.
45 comentarios:
Magnifico, amigo Pedro.
Un abrazo.
CAPÍTULO 2.27
El autor dedica el presente a recapitular y concluir dos relatos que habían quedado en el aire en los capítulos anteriores. Historias que había dejado sin rematar, pero que parecían ya terminadas. El narrador quiere que el asunto del burro de S quede ya definitivamente resuelto. Para ello, engarza la primera parte del Quijote, dando cuenta de la argucia del robo, con esta segunda para que el mono cumpla con su cometido adivinador. En el segundo relato destaca el discurso pretendidamente pacifista de DQ en medio de la marabunta de paisanos en pie de guerra donde el único que cobra es S “al mentar la soga en casa del ahorcado”. Termina el capítulo emplazándonos para el siguiente no sin antes hacer mención a los monumentos que la ignorancia dejó de erigir como recordatorio del fracaso como especie, la miseria e imperfección del género humano, cada vez que conmemora el dolor y destrucción del rojo de la batalla.
C hace que el autor musulmán del relato original, Cide Hamete, jure como un cristiano la veracidad del origen de Maese Pedro. También hace que reaparezca el personaje de Ginés de Pasomonte al que endosa el robo del burro de S. Igualmente consigue que un olvido suyo de hace ya once años, cuando escribió la primera parte, se inserte en la novela. Se reafirma en que fue Ginés, quien vestido de gitano, robó el asno mientras S dormía. Luego contó sus bellaquerías en un libro, se cubrió un ojo y se hizo titiritero. Lo del mono vino después; se lo compró a unos ex cautivos que venían de Berbería y lo amaestró. Se informaba en el pueblo vecino de los sucesos que habían ocurrido. Sabidos de antemano, los narraba luego como adivinaciones del simio y “como nadie le apuraba ni apretaba a que dijese cómo adevinaba su mono, a todos hacía monas, y llenaba sus esqueros.” Que es lo mismo que llenarse los bolsillos. De nuestros protagonistas no necesitó hacer indagaciones; ya los conocía de antes.
Como todavía tenían tiempo de sobra para las justas de Zaragoza, DQ decide darse una vuelta por las riberas del gran río peninsular. Tras dos días sin aventuras dignas de reseña, otra gran sorpresa nos aguarda: la segunda parte y conclusión de otro cuento que quedó a medias. Desde lo alto de un teso, el hidalgo y su escudero observan que el gran alboroto de música de trompetas, tambores y disparos al aire proviene de unos doscientos hombres armados hasta los dientes, entre cuyas armas estaban las que acarreaba el mulero de las prisas del camino y del cuento de la venta. Por segunda vez comprobamos cómo C se las arregla para mezclar el relato del pueblo del rebuzno con los protagonistas, haciendo novela y no “relatos intercalados”: claro ejemplo de su evolución como novelista.
El hecho de que la turba lleve un pendón con un burro en actitud rebuznante y que cojan las armas precisamente contra los que rebuznan, no puede más que indicarnos la sátira y parodia de las guerras que tienen su origen en hechos puntuales, sin importancia, pero que la locura humana los va agrandando hasta hacerlos imparables, a pesar de los esfuerzos de muchos colectivos y personas sen2satas por detenerlos, aquí representado en el discurso de DQ, que hace de hombre sabio. Colocado en mitad de los doscientos, pide licencia DQ para hablar y les dice que ningún particular puede ofender a un colectivo entero: “ningún particular puede afrentar a un pueblo entero, si no es retándole de traidor por junto.” Continúa el Hidalgo – predicador justificando la guerra en cuatro situaciones: por Dios, por la patria, el rey el honor y la vida. No es de extrañar, pues, que con tantas obligaciones siempre estuvieran envueltos en guerra justa. No parece que hayamos avanzado mucho desde entonces. Miren lo que acaba de decir el flamante máximo dirigente en la entrega del Nobel de la Paz: [Recurre a una cita de Martin Luther King en esta misma ceremonia hace años]: “la violencia nunca trae la paz permanente ni resuelve ningún problema. Sólo crea problemas nuevos y más complicados". Ni caso que hace el premiado cuando subraya: “defender la fuerza no es un acto de cinismo, sino es un reconocimiento de la historia, de las imperfecciones del hombre y de los límites de la razón". Añade “…también sé que el deseo de la paz no es suficiente para alcanzarla. La paz requiere responsabilidad y conlleva sacrificio. Por eso la OTAN sigue siendo indispensable".
La intervención de S, con un rebuzno que: “... todos los cercanos valles retumbaron.” le valió un garrotazo que dio con él en el suelo. DQ, viendo que el asunto se ponía feo, optó por salvar el pellejo para la próxima, dejando la consideración de DQ más por los suelos que S. Se puede observar cómo C vuelve a jugar con la desproporción. Si en el capítulo anterior nuestro caballero ataca y destruye sin contemplaciones unas marionetas, en éste huye, sin importarle que su escudero quede a disposición de los atacantes.
Quien huye a tiempo siempre puede volver a combatir. Yo lo veo más como una retirada táctica jejeje.
Y nos acercamos por fin a las tierras de Aragón; ya voy teniendo ganas de ver a nuestro amigo Sancho gobernador de Barataria.
Saludos
Me sorprenden estos cambios constantes. Parecen las artes de un buen espadachín adecuándose a las necesidades del momento. En un abrir y cerrar de ojos se resuelve en apariencia las dudas de la desaparición del rucio a manos de vete a saber quien en su momento. Pero hoy una nueva luz aparece al desenmascararse al mismísimo Ginés de Pasamonte quien con un parche en el ojo se hace pasar por titiritero adoptando el nombre de maese Pedro.
Veremos que ocurre en el próximo capítulo. Veremos también, lo que sucedió en tierras zaragozanas.
A los que nos gusta leer, este capítulo nos incita a la lectura.
Un abrazo
CAPÍTULO XXVII
Aparece Cide Hamete de nuevo, además jurando “...como católico cristiano...”. Entra el traductor diciendo que eso era imposible porque él era moro. Todo este lio para decirnos quién era Maese Pedro y “...quién el mono adivino...” (ésto último debo admitir que me interesa más...).
(Sonido de atabales, dulzainas y chirimías): ¡GINÉS DE PASAMONTE! nada más y nada menos era el pérfido Maese Pedro. Sí, el de los galeotes. “Este Ginés de Pasamonte, a quien Don Quijote llamaba “Ginesillo de Parapilla”, fue el que hurtó a Sancho Panza el rucio...”. (De nuevo aclara aquí la desaparición del mismo por si no nos quedó clara la primera explicación unos capítulos atrás).
A Ginés le perseguía la justicia “...para castigarle de sus infinitas bellaquerías y delitos...determinó pasarse al reino de Aragón y cubrirse el ojo izquierdo, acomodándose al oficio de titerero...”. Ahora viene lo del mandríl. “... de unos cristianos ya libres que venían de Berbería compró aquel mono...”. Lo amaestró para que con “una cierta señal se le subiese al hombro y le murmurase, o lo pareciese, al oido.” Antes, el muy canalla, se informaba “...qué cosas particulares hubiesen sucedido en tal lugar, y a qué personas...” Esto se lo memorizaba y así montaba el show.
A veces, el muy bellaco, si veía que había gente que no quería pagar los dos reales “...llegaba a las casas de quien él sabía los sucesos...” y aunque no le preguntaran nada “...el hacía la seña al mono y luego decía que le había dicho tal y tal cosa, que venía de molde con lo sucedido. Con ésto cobraba crédito infalible...” Otras veces “...respondía de manera que las respuestas venían bien con las preguntas; y como nadie le apuraba ni apretaba a que dijese cómo adivinaba su mono, a todos hacía monas, y llenaba sus esqueros”.
Cuando llegaron Quijo y Sancho a la venta, el truhán Ginés les reconoció enseguida. Suerte tuvo que cuando nuestro Caballero de los leones descuajeringó la cabeza de Marsilio de un espadazo no cortara la suya tambien (seguro que Quijo siempre supo quién era el impostor).
Quijo y Sancho siguen su camino hacia Zaragoza, bordeando las riberas del Ebro. “...anduvo dos dias sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura, hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, de trompetas y arcabuces.” (follón habemus) “...picó a Rocinante (pobret) y subió la loma...vió al pie de ella...más de doscientos hombres armados de diferentes suertes de armas,...lanzones, ballestas, partesanas, alabardas y picas, y algunos arcabuces y muchas rodelas”. Bajó “del recuesto” acercándose al escuadrón que portaban muchas banderas de colorines. Le llamó la atención una en especial “...que en un estandarte o jirón de raso blanco...estaba pintado muy al vivo un asno como un pequeño sardesco, la cabeza levantada, la boca abierta y la lengua de fuera, en acto y postura como si estuviera rebuznando; alrededor de él estaban escritos de letras grandes estos dos versos: NO REBUZNARON EN BALDE
EL UNO Y EL OTRO ALCALDE”.
¡Vaya por todos los dioses! Eran los del pueblo del rebuzno. A Quijo le sorprende que fueran alcaldes y no regidores, a lo que Sancho el sabio contesta: “...los regidores que entonces rebuznaron viniesen con el tiempo a ser alcaldes de su pueblo...”. Resulta que se estaban enfrentando para la batalla los pueblos en litigio rebuznero. Quijo, muy a pesar de Sancho que no le gustaba nada estar en medio de esas refriegas, “...llegó hasta el estandarte del asno...” Todos le rodearon al ver la pinta que llevaba. “Alzó la voz y dijo:” que quería decirles algo pero que si no querían escucharle “...pondré un sello en mi boca y echaré una mordaza a mi lengua.” Le dicen que “...dijese lo que quisiese, que de buena gana le escucharían...”. Les da una lección magistral sobre las afrentas ridículas.
“...estáis engañados en teneros por afrentados, porque ningún particular puede afrentar a un pueblo entero, si no es retándole de traidor por junto...” Pone un ejemplo “...Don Diego Ordóñez de Lara, que retó a todo el pueblo zamorano porque ignoraba que sólo Vellido Dolfos había cometido la traición de matar a su rey...” Don Diego parece ser que se pasó tres pueblos “...porque no tenía para qué retar a los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a los que estaban por nacer...pero, vaya, pues cuando la cólera
sale de madre, no tiene lengua padre, ayo ni freno que la corrija.” Sigue “...no hay para qué salir a la venganza del reto de la tal afrenta, pues no lo es; porque ¡bueno sería que se matasen a cada paso los del pueblo de la Reloja con quien se lo llama, ni los cazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros, ni los de otros nombres y apellidos que andan por ahí en boca de los muchachos y de gente de poco más a menos!”
Les dice que solo por cuatro cosas se “...han de tomar las armas y desenvainar las espadas y poner riesgo sus personas, vidas y haciendas: ...por defender la fe católica (siempre nuestro Cervan cubriéndose las espaldas...); por defender su vida; por defender su honra, de su familia y hacienda; en servicio de su rey en la guerra justa; y si quisiéramos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria”. Termina diciéndoles “Así que, mis señores, vuesas mercedes están obligados por leyes divinas y humanas a sosegarse”.
Sancho dice “El diablo me lleve si este mi amo no es tólogo, y si no lo es, que lo parece como un güevo a otro.” El tomó el relevo de su amo “Mi señor don Quijote de la Mancha, que un tiempo se llamó “el Caballero de la Triste Figura” y ahora se llama “el Caballero de los Leones”, es un hidalgo muy atentado que sabe latín y romance como un bachiller... cuanto más que ello se está dicho que es necedad correrse por sólo oir un rebuzno...cuando muchacho, que rebuznaba cada y cuando que se me antojaba, sin que nadie me fuese de la mano...en rebuznando yo, rebuznaban todos los asnos del pueblo...era envidiado de más de cuatro de los estirados de mi pueblo...”. Luego rebuznó como todo un redomado asno para darles ejemplo de sus dotes rebuzneras. Uno de ellos pensó que se estaba burlando y alzó un “varapalo...y diole tal golpe con él...que dio con Sancho Panza en el suelo”. Nuestro Quijo al verle tan “malparado a Sancho, arremetió al que le había dado, con la lanza sobre mano...”. No pudo porque todos se pusieron en medio y empezaron a tirarle piedras. Al ver “ que le amenazaban mil encaradas ballestas y no menos cantidad de arcabuces...” tomó las de Villadiego y montado en Ruci se alejó “a todo lo que su galope pudo” dejándole a Sancho desamparado. Cuando éste volvió en sí, lo montaron sobre su rucio y dejaron que se fuese. El rucio más contento que unas pascuas siguió perfectamente las “...huellas de Rocinante, sin el cual no se hallaba un punto.”
Al final los del escuadrón se volvieron a sus casas “regocijados y alegres” sin entrar en batalla. En época de los griegos “...levantaran en aquel lugar y sitio un trofeo”.
Seguiremos con el XXVIII. Besotes quijotescos, M.
Alucino que la razón principal para salir en batalla sea la defensa de la religión católica y la quinta/segunda la defensa de la patria.
Me ha gustado tu foto de indignado además parece que has roto las páginas (se mezclan con el diseño de tu camiseta). Será interesante saber porque aparece Ginés en estos capítulos pero, la verdad es que nada me sorprende ya de nuestro genial Cervantes. Besotes de nuevo, M.
¿Indignado? MERCHE, Yo diría rebuznando....
Luego vuelvo y comento...
Fíjate que de Montesinos me acuerdo bien pero se me desvanece la memoria al evocar este capítulo. Veamos si saco tiempo de releerlo, me has contagiado la curiosidad.
MYR tiene razón, MERCHE: rebuzno. No voy a ser menos que los alcaldes...
JAJAJA)))) ACABAREMOS TODOS REBUZNANDO.
Empiezo a escribir..., ya daré señales cuando acabe: hoy andamos como los cangrejos,"más patrás que palante".
Pedro;hay dos o tres cosas que"no me cierran",lo vuelvo a leer;paso por lo de Manuel,quizas sus adjuntos,que me son de gran ayuda,me lo aclaren.Si no espero hasta el lunes.Besitos.
Por la foto que has montado..., con las hojas hechas jirones, he recordado que prestè el "Bajo las ruedas" de H.Hesse a un amigo (sólo hace como 32 años). Él nunca me lo devolvió, me dijo que lo dejó un momento sobre un poyo para poner cebada a unas cabras: partes del libro acabaron entre los multiples estómagos de estos rumiantes. Algunos "jirones" quedaron por el suelo.
Ese rebuzno tuyo se le parece mucho al berrido de la "chevre".
Ah, bueno. Rebuznando entonces. Pero como no lo oigo, no puedo juzgar si rebuznas mejor que Sancho o los regidores/alcaldes... Aunque presiento que serías el CAMPEÓN de los rebuznadores... porque los castellanos de tierra adentro, teneis unas dotes que los mediterráneos ignoramos. Besotes rebuzneros, M.
Muchas gracias por nos continuares deslindando esta obra universal.
Bom fim de semana. amigo mio.
Mi estimado Señor Ojeda, permítame que empiece con una de las más conocidas definiciones de suspense: «Un hombre está sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe» Alfred Hitchcock.
Nuestro escritor Don Cervantes, nos ha permitido escuchar el ruido de la bomba, nos dejó entrever su forma, pero en este capítulo, nos mostrará en primer plano al público, que Maese Pedro era Ginés de Pasamonte y estaba bajo el parche y el retablo oculto y ahora quizás huyendo y... ¿tramando algo?.
¿Lo sabía, sabe o sabrá Don Quijote? ¿es consciente de ello cuando debe serlo? ¿qué conoce nuestro protagonista y qué esconde? ¿tiene idea de lo que sabemos nosotros? pareciese que algo, pero sin aclararnos cuánto y sí sumando más dudas.
¿Y quién sabe todo de la novela? ¿Cidete, Cervantes, el Traductor aljamiado, el Lector contemporáneo, el Lector actual, Sancho, Quijote, el resto de personajes, Avellaneda o sus colegas escritores, los Caballeros andantes o el burro?
¿Y si se oye un rebuzno de quién es, de un rucio o de un alcalde, o tal vez de un escudero bocazas?, al que por cierto, le sobró razón y arrogancia, faltándole sensibilidad y silencio.
En realidad, esa es solo una parte, porque esa duda, esa angustia sobre las razones y sin razones de Don Quijote, nos mantiene tensos y atrapados en el relato ¿es loco o cuerdo? ¿valiente con dignidad o un fanfarrón colérico con fondo de cobarde?
¿cristiano viejo o embrión sionista? ¿castellanista o todo lo contrario?
¿imperialista o de su pueblo?.
¿Es verdad o mentira toda la historia? ¿tiene algo en lo que podamos confiar como lectores sumando los lugares comunes y buenas razones que se leen? ¿es biográfica o ensueño? ¿es pro-cristiana o pro-mora? ¿es a favor o en contra de caballerías y caballeros? ¿es historieta cómica o fábula de su tiempo con irónica risa?.
¿Por qué en cada capítulo una bomba? que a veces estalla cuando reposa El Quijote, a veces cuando descansa Sancho y otras tantas nos pilla a los lectores medio dormitando en el texto, y las más, ni explota, pero temiendo lo peor o mejor, pasamos al siguiente capítulo para saberlo.
Los Cervantistas (extraño género de vagos con gran reconocimiento), han filosofado durante siglos por tales nimiedades, sin llegar a un consenso, al contrario han generado múltiples universos paralelos de cuerdas o bolillos, donde todo es posible si se toma una coma, una frase, un hecho, una interpretación cualquiera y se aplican factores algorítmicos contemporáneos a la obra y literatura o textos de referencia; que solo uno de ellos parece haberse leído, pero que todos citan, y entre ellos se recitan y se olvidaron de mencionar a Cervantes. (Pero ese ni hablar, porque será el autor pero no era Cervantista, ni mucho menos Quijotesco o Panzista).
Y casualmente en El Quijote, tal cual quedó escrito, es cajón de sastre donde todo encaja con bastante facilidad, cualesquiera sean las premisas desde las que se parte (otra cosa es que las premisas sean ciertas o relevantes).
El propio Cervantes, se nutre de su puzzle pluridimensional, para situarse en la perspectiva que le interesa, y encajar la pieza, sin que resulte inverosímil 'Donde dije digo, digo Diego' y de ahí que el suspense que genera nunca nos defraude con una mala resolución, porque muchas caben sino todas o al menos tantas como lectores. (Y puesto que nadie se lo lee como fue escrito, aunque todos afirman que lo leyeron, los Cervantistas son entre ellos felices pues nadie se contradice, por temor a reconocer que nunca leyó aquel capítulo de todas las formas posibles o aquel párrafo fue pasado por alto, porque no resultaba el más apropiado para su versión del texto.)
... CONTINÚA A CONTINUACIÓN
... ES CONTINUACIÓN
Dicho lo dicho, la pregunta sería:
¿Por qué una novela tan interesante, resulta de lectura suspensa para una mayoría de público, a no ser que sean Cervantistas*?
No tengo la respuesta, excepto alguna simplicidad.
Pero no solo le sucede al Quijote, ya que hablando yo hace poco, con unos jóvenes de entre 15 y 16 años sobre cine, mencioné a Hitchcock, aunque la mayoría decían conocerlo, el que más había visto de sus películas sabiendo que eran suyas, llegó a mencionar tres: Psicosis, los Pájaros y una de una Ventana. Dos de ellos, ni siquiera recordaban haber visto alguna, sí reconocián los títulos, y decían: -pero si no hay efectos especiales y son en blanco y negro serán un rollo.
Entonces recordé 'La soga' (The rope) y calibré la posibilidad de asesinarles por inferiores e ignorantes, pero me arrepentí enseguida, porqué según ese argumento yo debería haber sido estrangulado hace mucho mucho tiempo.
Suyo, Z+-----
*Nota: Todos los que llegan al final de la novela, con más respuestas que preguntas y si además las rebuznan reciamente, acaban obteniendo tal titulable patronímico.
AUTOBOMBO/LLAMADA DE ATENCIÓN: Porque no quiero que se te/os pase desapercibida mi crónica del Anayet, publicada este viernes 11 temprano.
Se puede contrastar el texto con las fotos expuestas... y a mí me gusta. PAQUITA
Ay, mi SEÑOR DE LA VEGA, la gracia que me ha hecho con su comentario sobre los Cervantistas "extraño género de vagos con gran reconocimiento... han filosofado durante siglos por tales nimiedades..." Ay, ¡qué risible! No puedo ni siquiera escribir este comentario. No me dejan ver las lágrimas... Besotes quijotescos, M.
yo juraría que había comentado...en fin sería el sueño..., a mi este Maese siempre me dio mal en el olfato. Pero lo que me hace gracia es Cervantes que no sabe como hacer reaparecer al burro...
Añado al magistral comentario del Sr. de la Vega... que para mi la lectura de esta obra está tan maltratada históricamente, debido a que al ser considerada la obra CULMEN de nuestra literatura, todo el mundo se jacta de haberla leído... parece que da caché... le diré Sr de la Vega que ésta es mi tercera lectura...bueno si le tengo que decir la verdad es mi primera y única lectura auténtica y que degusto jueves a jueves...enriqueciéndome de sus comentario y del resto del grupo... nunca saqué tanto jugo a un libro.
Saludos a todos
Esperemos al Lunes, pues...
Un beso.
CAP (2) 27
El morillo Cide Hamete Berenjeno jura en pública audiencia que va a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (pues como lo cumpla igual que sus paisanos marroquíes en el asunto Haminatu Haidar, ¡vamos “apañaos”!) sobre el caso de Maese Pedro, su retablo y su mono. Pues resulta que Maese Pedro no es ni más ni menos que Ginés de Pasamonte, y que su mono no tiene secretos…:es un mono cualquiera.
Nos recuerda Cervantes que en el cap 1.22 se dio cuenta de la libertad que hizo don Quijote de los galeotes, entre los que se encontraba este desagradecido Ginesillo. Que fue el mismo individuo que hurtó el Rucio a Sancho.¡ Pues vaya con el tal de Pasamonte!, va a pagar todos los platos rotos por Cervantes, quiero decir por su falta de memoria: el burro desaparece y aparece como las aguas en el Guadiana (pido disculpas por abusar una vez más del manido dicho del Guadiana).
“Dice, pues, que bien se acordará, el que hubiere leído la primera parte desta historia, de aquel Ginés de Pasamonte, a quien, entre otros galeotes, dio libertad(…). Este Ginés de Pasamonte, a quien don Quijote llamaba Ginesillo de Parapilla, fue el que hurtó a Sancho Panza el rucio; que, por no haberse puesto el cómo ni el cuándo en la primera parte, por culpa de los impresores, ha dado en qué entender a muchos, que atribuían a poca memoria del autor la falta de emprenta.”
Una vez más, según leemos en el fragmento anterior, Cervantes nos remite a su primera parte del Quijote. Y es que como tuvo bastante fama, vendiéndose como rosquillas, el ilustre Manco se regodea cada vez que le viene a pelo: ya ha renunciado a las novelas interpoladas, tal El curioso impertinente o la historia del cautivo; ahora interpola episodios de su primera parte del Quijote –faltaría más-.
Y ahora me llama la atención la nueva moda o costumbre que el de Lepanto ha tomado de poner a escribir libros a todo el que se le pone a tiro. Si en capítulos anteriores era el primo el que daba manuscritos a la imprenta, ahora es Ginesillo el que escribe, en un gran volumen, su autobiografía: “Este Ginés, pues, temeroso de no ser hallado de la justicia, que le buscaba para castigarle de sus infinitas bellaquerías y delitos, que fueron tantos y tales, que él mismo compuso un gran volumen contándolos”.
Concluidos estos preliminares, hay que decir que, como faltaban aún varios días para que se celebrasen las famosas justas en Zaragoza, nuestra ilustre pareja determinó de solazarse un par de días por la Ribera del Duero…que diga del Ebro (¡en qué estaría yo pensando! Rioja no había, Sábado es…); al tercer día –la vencida, como siempre-…: “anduvo dos días sin acontecerle cosa digna de ponerse en escritura, hasta que al tercero, al subir de una loma, oyó un gran rumor de atambores, de trompetas y arcabuces. Al principio pensó que algún tercio de soldados pasaba por aquella parte, y por verlos picó a Rocinante y subió la loma arriba; y cuando estuvo en la cumbre, vio al pie della, a su parecer, más de docientos hombres armados”
SIGUE...
CONTINUACIÒN
Los doscientos del escuadrón que describe Cervantes son habitantes del pueblo de los regidores-rebuznadores. Portan un estandarte que les identifica porque lleva impresa la imagen de una cabeza de burro en acto de rebuzno, bajo la cual se puede leer el siguiente lema, señal genuina de la idiosincracia de este pueblo: “no rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde”
Don Quijote y Sancho se acercan a ellos, ellos no fiándose les rodean; pero don Quijote les tranquiliza con una excelente homilía. Les explica que el uso de las armas no tiene justificación, y menos por niñerías (verbigracia: justificación sí que encontraron-inventaron los tres bandidos –con las patas en la mesa- de las Azores, al más puro estilo Far West). El sermón incluye algún ilustre pasaje bíblico: “que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo”
Absorto quedó Sancho al escuchar las palabras de su amo: “-El diablo me lleve -dijo a esta sazón Sancho entre sí- si este mi amo no es tólogo; y si no lo es, que lo parece como un güevo a otro.”
No dejó Sancho a su amo continuar el discurso, sino que interrumpiéndole, se dirigió él al auditorio: “-Mi señor don Quijote de la Mancha, que un tiempo se llamó el Caballero de la Triste Figura y ahora se llama el Caballero de los Leones, es un hidalgo muy atentado, que sabe latín y romance como un bachiller…”
Les habló Sancho sobre la tolerancia y el respeto entre los pueblos; del amor al OTRO. Que no se pelearan por niñerías, que él mismo, de jovenzuelo, rebuznaba como los mismos ángeles: Y luego, puesta la mano en las narices, comenzó a rebuznar tan reciamente, que todos los cercanos valles retumbaron.”
Tan prodigioso rebuzno emitido por Sancho, no les hizo ni puñetera gracia a los lugareños, que lo consideraron ofensiva burla y le respondieron con una no menos prodigiosa paliza sobre su acolchado cuerpo. Don Quijote, viendo que llovía sobre él un nublado de piedras, puso pies en polvorosa antes de que las piedras se hicieran polvo sobre su anguloso cuerpo. Cuando los del rebuzno libertaron a Sancho, y éste pudo dar alcance a su amo, don Quijote le espetó: pero Sancho amigo…,¿ no sabías una canción mejor que esa?, mira en qué aprietos me pones. Pero esto ya es tema para el cap. de la semana que viene, el 2. 28
NOTA REVULSIVA:
Muy interesante el archivo que nos ha remitido Jan Puerta sobre la posible identidad del autor del Quijote Apócrifo. Se merece unas palabras de nuestro ínclito profesor Maese Pedro Ojeda: con todo respeto.
Mi Señor Don Antonio Aguilera, permítame que sea yo esta vez quien me entrometa, en las primeras líneas de su comentario, en referencia al caso de Haminatu Aidar.
A mí personalmente me resulta muy atractivo relacionar el plano Quijotesco con el actual, también en lo social y político, y creo que podríamos hacerlo sobre cualquier materia, faltaría más.
Pero si yo utilizase a los personajes del Quijote para hacerlo, me gustaría que me corrigiesen si no lo hago con propiedad; así que espero usted sea de igual parecer y no le moleste.
- Según el propio texto Cervantino, Cide Hamete es presentado como historiador arábigo, posteriormente nos aclarará que es musulmán y al explicar que es de origen manchego, tenemos como resultado un morisco de castilla, o español si gusta, aunque sea discutible el término.
Desde luego lo que no es, es paisano de marroquíes, muy al contrario, en una comparativa atemporal, sería paisano de españoles.
Dicho esto, seguiría siendo válida su frase si exceptuamos manchar a todo un colectivo (marroquí o español, con las acciones políticas de sus gobernantes, donde monarca y gobiernos marroquíes, como gobiernos españoles han demostrado ser consumados mentirosos).
Con todo, lo que más me preocupa, es el leer un tono despreciativo hacia los morillos.
(Hoy en general se usa esa terminología con carácter despectivo y de superioridad hacia los habitantes del Magreb, y eso unido a lo otro... suman 2).
Le rogaría por tanto, que me librase de esta interpretación mía de sus palabras, con una interpretación más acorde a su persona. Porque a veces veo fantasmas donde solo hay Manchas.
Suyo, Z+-----
Mi Señor de la Vega:
Veo que esta semana no entraremos en la cuestiòn de la Alianza de Civilizaciones, pero..., los moros o musulmanes veo que nos ocupan de nuevo.
Añada usted a mi texto una pequeña precisión: Jerarquía o clase política marroqui, en vez del pueblo marroquí entero "a saco".
En los políticos en el poder en Marruecos y en concreto a su rey Mohamed VI, me quería referir en concreto.
Soy un gran defensor del pueblo Saharaui, pero no lo soy menos del común de los mortales marroquí.
SUS DIRIGENTES, SON LOS QUE SON UNOS IMPRESENTABLES.
Sí le pido, mi Sr de la Vega, que tenga en cuenta que mis comentarios contienen una alta dosis de ficción; aunque intento en muchas ocasiones extrapolar los sucedidos del S.XVI y XVII a nuestros días. Por cierto, no con mucho éxito, pues uno no acabó -bueno, ni los empezó- estudios superiores, y de las cuatro docenas de otoños que sobre un servidor pesan, un par de docenas estuvo deconectado de la ilustración -y por lo tanto del jardín de las dudas didácticas-, porque la familia le requería en docena y media de horas diarias para el manejo y uso de sus negocios pecurios y los de otros propietarios.
Me disculpe este largo inciso, que no viene a cuento con el tema del día, pero con ello quiero decirle que no me ponga en muchos apuros que afecten al cultivo del intelecto. ¿No tuvo usted por ahí unas cabrillas??, con gusto le daría un buen diagnóstico sobre dietas equilibradas y otras patologías: pegué fuego a una tonelada de literatura -en cuanto a letras- agropecuaria.
Estuve tentado de unirme a un Foro de discusión pecuaria...pero finalmente opté por unirme a la Acequia para formar mi espíritu: lo que nadie nunca podrá robarnos.
Espero que le quede claro, que de tono despectivo hacia los morillos Nada de Nada. Esté seguro que si yo hubiese hecho una segunda lectura de mi comentario, hubiese incluido lo de "clase dominante".
Esta vez tomé (escribí) el todo por la parte. Lo corrijo en mi revulsivo. Gracias por el dato.
Cordiales saludos revulsivos y laterales.
Errata gorda: donde dice pecurio quise decir pecuario
Los cervantistas, (sea cual sea su postura) a mi juicio engrandecen a Cervantes de tanto preocuparse por su obra, -habla de mi aunque sea mal-.Estoy con Manuel de la Rosa, a mi también me enriquece la obra, por sí misma y por vuestras inestimables aportaciones.
Y porqué no un concierto de rebuznos en La Acequia, para piano y violin en do majeur?
Saludo a todos los que pasáis por este aquí. De momento voy a hablar con mi propia voz, la de María Ángeles Merino. Tal vez luego se la ceda a algún secundario, quién sabe. Me han llegado noticias, desde el limbo de los secundarios, con las quejas de uno de ellos, que además aparece con tres personalidades diferentes. Y no soporta que, estando él presente en el 2,25 y en el 2,26; haya elegido yo la voz del “primo” para narrarlo, siendo él parte tan importante, en los dos últimos capítulos.
Comienzo a leer el capítulo 2,27 y me encuentro a un Cide Hamete que jura ¡como “católico cristiano”! ¿Ha renegado de su fe? No, un musulmán jamás.
Cuando Cervantes toma la pluma para escribir este juramento, está llenito de alifafes, sabe que su muerte no está lejos, traspasa su cansancio vital a la obra y, de manera evidente, a su don Quijote. Esos “así es la verdad”, “así es”…a secas.
Este Cervantes apagado se espabila a si mismo y, de paso, lo hace con los lectores, ahí nos arroja un Cide católico cristiano. Una vez escrito, ¿cómo sale del berenjenal? Lo hace por un camino tortuoso: Cide Hamete ha de decir verdad, sobre el Maese y su mono adivino, de la misma manera que lo haría un católico, obligado por su religión, a no mentir en sus juramentos. ¡Acabáramos!
A continuación, nos invita a retroceder hasta los capítulos del primer libro y recordar a aquel Ginés de Pasamonte, liberado por don Quijote con otros galeotes, en Sierra Morena. Recordad, aquella “gente maligna”, que apedreó a su libertador. Y ¿qué veo? ¡Cielos! ¡Está aquí, al lado de mi ordenador! ¡Va vestido todo de gamuza y con su mono adivino, encima de los hombros! Ya decía yo que la cara del titiritero me era familiar. Me hace señas, desea utilizar este infernal artefacto. Será mejor permitírselo…
Siéntese, siéntese, vuestra merced. Escriba lo que desee, que yo no le pondré impedimento alguno. Ya he dado voz a unos cuantos secundarios; recuerde a Tomé Cecial, a doña Cristina, al primo del licenciado…
¿Secundario dice, amiga mía? Principal de los más principales. Sepa, mujer amanuense , que mi nombre es Ginés de Pasamonte. Ese hidalgüelo, el caballero andante resucitado, tiene la desfachatez de apodarme Ginés de Parapilla. Aunque la culpa no es suya, es de ese Cervantes, ése que moja la pluma y la desliza sobre el papel.
Escribiente. Que advierta, el signor Miguel, que su biografía no está exenta de ciertos asuntillos que le hicieron dar con sus huesos en la cárcel. Así que, no hay ningún Parapilla aquí, que todos somos mitad pillos, mitad santos.
Lo confieso, fui yo el que hurtó el rucio a Sancho Panza. El de la pluma no puso” el cómo ni el cuándo”. Tal vez fue falta de memoria del autor, tal vez fue falta de imprenta, no lo sabemos. Aquellos impresores que trabajaban para Juan de la Cuesta tendrían mucho que decir aquí.
Lo más extraordinario del robo fue la traza y modo que usé: le saqué el rucio de entre las piernas, mientras dormía como un bendito. ¿No me creen? Pueden creérselo, el secreto está en la agilidad de mis dedos habilidad, adquirida cuando la necesidad me obligó a extraer las bolsas de monedas de muchas incautas faltriqueras. Como Brunelo sacó a Sacripante el caballo de entre las piernas, así lo hice yo. Como ven, aunque no soy tan erudito como el primo aquel, tengo mi cultura humanística y conozco la obra de Ariosto. Aunque haya acabado de titiritero, fui estudiante en Salamanca ¿No me creen?
Ya, ya sé que tengo fama de mentir como un bellaco…Incluso compuse un gran volumen contando mis hazañas, que algunos llaman bellaquerías y delitos. Fui perseguido por la justicia y determiné pasarme al reino de Aragón., donde no se podían aplicar las sentencias dadas en Castilla. Como ven, soy un “perseguido por causa de la justicia”, soy uno de los que el Maestro llamó bienaventurados.
Me cubrí el ojo izquierdo y un viejo titiritero me enseñó su oficio y, al morir, me dejó su retablo con sus títeres de pasta. Ya saben: el rey, el príncipe, la princesa, el rey moro…Se me dio bien este oficio que en lo de “jugar de manos” ya tenía yo el doctorado.
¿Y el mono? El mono lo compré a unos ex cautivos que venían de Berbería. El animalillo estaba sin amaestrar, la emprendía a mordiscos con todo el que se acercaba. Con paciencia, y algún coscorrón, conseguí convertir al salvaje en doméstico y enseñarle que, ante cierto gesto mío, se subiese en mi hombro y simulase que me murmuraba al oído. Pero el mono ha de parecer adivino y, para eso, yo me informa, previamente, de lo sucedido en el lugar y a qué personas. Con la ayuda de estas pesquisas, todos creen en la capacidad adivinatoria de Melisendro, que así llamo yo al mico.
Lo primero que hago es mostrar el retablo, con la historia de Gaiferos o con otra de mi repertorio, ninguna triste ni desconocida. Después de los títeres, propongo las maestrías del simio, anunciando que adivino el presente y el pasado, mas no el futuro. No deseo yo problemas con el Santo Oficio. Aunque por la consulta cobro dos reales, rebajo el precio según calibro yo a los preguntantes. En ocasiones, demuestro saber los sucesos de quien no ha preguntado ni pagado, con lo que gano fama de infalible y mis bolsas están llenas a reventar.
En cuanto a don Quijote y Sancho, los reconocí enseguida, al entrar en la venta. Y, como sabía de qué pie cojeaban, me fue fácil ponerles en admiración. Qué cara puso don Quijote cuando dije aquello de “resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería”. ¿O tal vez me reconoció? Me miraba con nos ojos…
Ya saben vuestras mercedes que estuve a punto de ser decapitado, cundo don Quijote quiso ayudar a Gaiferos y Melisendra, cortando la cabeza del rey Marsilio. Un poco más y hubiera sido yo otro títere descabezado.
Continúa
Un abrazo
Mi Señor, Antonio Aguilera, como siempre usted se crece en sus rectificaciones, demostrando con ello, que su espíritu y su autoestima los tiene muy bien desarrollados, tanto como para incluso poder abrir academia y dar cursos a quien lo necesite con su correspondiente diploma.
Le diré sin que venga al caso, que yo el único título que ostento, es el de mi blog-cueva y que por ser de mi alterego el Senor Zorro, es copiado (eso sí legalmente): "The curse of Capistrano" o "La maldición de Capistrano", según el idioma.
Pero ya que me pregunta ¿si tuve algunas cabrillas?, le responderé también a eso, y no se quede incómodo pues le iré de la mano.
Mi recuerdo primero de infancia conservado mejor, con olores, sabores y ruidos es de cuando tendría yo cuatro años, la imagen era la del ordeño de una cabra por mi abuela Pepita, en los corrales del patio allí en el pueblo; hacía meses (según me contaron mis tíos) que mi abuelo la había cambiado al jubilarse por un burro, que ya no le hacía apaño el rucio y sí, le ocasionaba mucho trastorno. (Siempre asumí, ya de chiquillo, que no había hecho muy buen trato ¿burro por cabra?).
Pero él había sido cabrero toda su vida y algo de sentimental se escondería en el trueque, y aunque trabajó como jornalero en el campo porque no sobraba jornal alguno con nueve hijos, se sentía pastor y lo que más añoraba era subir a Sierra Morena o pastorear en Sierra de Cazorla, cosa que tampoco podía hacer a menudo porque la familia era mucha.
De su experiencia dilatada, me contaba en mi infancia, que también había sido vaquero, guardado piaras y otras bestias. Murió un año después que yo vistiese la divisa de Almirante (traje de mi comunión), pero recuerdo que le quería y le admiraba.
Así que en mi sangre, si eso se transmite, hay mucho de Panzista y nada de Quijote.
No se extrañe que un buen día, le pida consejo, cuando tome el camino de la sierra y tire donde la leche de cabra que mamé me arrastre.
Suyo, Z+-----
Mi Señor Paco Cuesta, no sé yo si estar de acuerdo con usted, sobre los Cervantistas, aunque me parece que no lo estaré, al menos que usted lo sea y por cortesía al haber salido del armario le daría la razón con gusto, solo por un tiempo limitado.
Aunque fuese verdad, me niego a aceptar que un escritor se engrandezca por la atención dedicada a su obra, quizás le harán más famoso, más exportable, más vendible, más copiado... e incluso más vanidoso (si está vivo) y más gordo (si acepta invitaciones y cenas)...
Pero según mi opinión, lo que engrandece a un escritor es lo que ha escrito y solo eso.
No creo que el número de lectores de su obra sea siquiera causa o consecuencia de tal virtud; y mucho menos es más grande por lo que escriben otros o investigan o divagan sobre sus escritos, o peor, lo que publican comercialmente sobre él y sus textos, porque evidentemente existe implícitamente el interés de engrandecer el nombre-marca, para indirectamente beneficiarse, pues cuanto más famoso, por ejemplo Cervantes, más encargos para algunos, por ejemplo Cervantistas. (Usted mismo admite que ya está enriquecido y solo leyéndolo ;-))
Que hablen bien o mal de un escritor y cito el ejemplo de Dan Brown, solo ayuda al aumento de ventas si crea polémica con críticas encontradas y no a la grandeza del mismo como autor.
Cervantistas aparecidos masivamente igual que marabunta en el IV centenario de la publicación, hablando de la influencia del manco en su obra (alguno se mutiló el miembro izquierdo) o mil Quixorradas de El Quijote en el 2005, quizás ayudaron a vender mejor las nuevas ediciones de nuestro caballero loco, y le hicieron luchar codo a codo por el Best Seller junto a cualquiera de las creaciones literarias de Dan Brown ese año, pero dudo sinceramente que eso garantizase la lectura (auténtica) del texto cervantino, sino simplemente la compra de unos kilos de papel tintado, que por cierto en pasta dura y/o bien ilustrado, luce muy bien en casa. (Sustituyendo a la relegada Biblia, otro objeto decorativo de los que servían para acumular polvos).
También y parejamente, se vendieron miles de otros libros, tesis, manuales de comprensión cervantina y quijotesca, es decir más kilos de árboles talados.
Disculpe Señor Cuesta, por mi intromisión y como habrá observado yo también disfruto de los comentarios en la Acequia, porque no es para menos.
Seguiré su ameno blog y sus andanzas, Suyo quedo, Z+-----
... Copiar la filosofía de Pedro. La más recomendable.
Mi Señor De la Rosa, comprendo bien a lo que se refiere con el adjetivo de 'auténtica' y con la degustación de esta lectura compartida.
Y le explicaré que la primera vez que leí Don Quijote de la Mancha, concluí que el argumento principal, era una de las mayores simplicidades de la literatura universal, solo superado por alguno de los textos Shakesperianos.
Mi castigo por pensar eso, fue el descubrir que tenía ¡una segunda parte! y que debía leerla... algo que eludí gracias a los infinitos resúmenes con los que cuentan ambos volúmenes ladrillos.
Olvidarlo, fue más fácil que leerlo, para que engañarnos.
La segunda vez que me acerqué a su lectura fue siglos más tarde, vivía en el extranjero y en una reunión concurrida con mezcla propios y extraños, alguien aborigen del país le preguntó a una lectora de español de la universidad local, sí le resolvería una duda de algo ocurrido en El Quijote, ella se acordó que yo solía citar algunos de los dichos Quijotescos y le derivó al bocazas De la Vega, para escaquearse del tema la muy canalla.
Es sabido, que siendo Españoles en tierras barbaras se nos supone toreros, bailaores de flamenco-guitarristas o cantaores, además de expertos en Real Madrid o Barça y por supuesto conocedores de la paella y sus misterios, juerguistas y vagos.
Pero corre bien lejos, si te enfrentas a un ilustrado enamorado de lo Spañish, porque asume que seas lector experto de El Quijote de la Mancha, además de recitar de la pe a pa el Romancero Gitano y traducirlo al tiempo.
Yo que eludo sin vergüenza tocar las palmas por falta de empalme, haber pisado jamás una 'corrida de toros'; que me gusten los futbolistas culés y madrilistas, o ser amante de las fiestas con tapeo de pago.
Y de las acusaciones explícitas, afirmo solo, ser gran adulador de la paella si me invitan, el mayor vago potencial sobre la tierra y embajador de honor de la española siesta.
Pues lo dicho, asumiendo todo eso, me avergoncé cambiando al color rosado, de ser incapaz de responder a su pregunta sobre El Quijote, y lo peor, me negué a reconocer delante de un foráneo, que no me había leído completamente los dos tomos.
Y allí mismo me hundí, ¿se puede caer más bajo? ¡Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos!
Entre en una depresión, que me llevó a realizar una investigación a fondo para encontrar las respuestas necesarias para deslumbrar a cien extranjeros curiosos, y entonces en el transcurso de mis lecturas, y sin esperarlo, me enamoré de todo lo que leía en esos capítulos densos, numerados en romano y escritos en castellano viejo.
Y desde el reencuentro, vivo con El Quijote en idilio apasionado, eso sí, solo sexo oral, ninguna otra práctica que nos pueda hacer parir otro Cervantista al mundo.
Suyo, Z+-----
Mi Sr. de la Vega:
Es un gustazo conversar con usted.
Sòlo hago ahora esta entrada para compartir con usted una idea de Manuel Vicent que recogì en El Paìs:
"Es un honor estar acompañado de amigos que estàn dispuestos a cambiar sus principios por un buen queso de cabra.
Este dicho de Vicent me hizo recordar otro del gran Groucho Marx:
"señores, estos son mis principios; pero si no les gustan, tengo otros".
No crea usted, que no hizo mal trato su abuelo cambiando el asno por la cabra; la cabra es una fuente inagotable de riqueza: leche, queso, y un par de chotos al año que, fritos al ajillo estàn de rechupete.
Le dedico estos manjares; y hasta un nuevo "duelo" amigo.
Suyo revulsivo y lateral ("lo que va en línea recta y es predecible, es irrelevante: lo importante es el saber torcido, y sobre todo, Lateral": Canetti, "El suplicio de las moscas"
De repente, el titiritero desaparece. Maese Galeote: ¿volverás algún día? ¿Acaso adoptarás, en un próximo capítulo, una tercera personalidad?
Vuelvo a ser María Ángeles Merino y vuelvo con don Quijote que sale de la venta y decide que todavía falta mucho para las justas de Zaragoza. Como dispone de tiempo, determina ver las riberas del río Ebro.
Durante dos días de camino, el 8 y el 9 de julio de 1614, no le acontece nada digno de ponerse por escrito. El 10 de julio sube a una loma y desde la cumbre ve a más de doscientos hombres armados hasta los dientes: lanzones, ballestas, partesanas, alabardas, picas, arcabuces y rodelas. ¿Algún Tercio Viejo? No, a juzgar por las extrañísimas banderas. En una de ellas, está pintado un burrito, con la lengua fuera, en actitud de rebuznar. Su leyenda dice: “no rebuznaron en balde, el uno y el otro alcalde”.
Deduce don Quijote que aquella era la gente del pueblo del rebuzno y se lo cuenta todo a Sancho. Recuerda a aquel muchacho, el que llevaba tanta prisa, cargadito de armas. Le habló de dos regidores y no de dos alcaldes. Sancho no da importancia al detalle, que el que empieza de regidor suele trepar hasta la alcaldía. Y tan dispuesto al rebuzno puede estar el alcalde como el regidor. Tan burro puede ser un alcalde como un concejal, o más. ¿No estarán pensando en alguien concreto? Yo, no…Dios me libre.
Más tarde se enteran de como el pueblo sale a pelear con el otro porque se burla de él, tomándole a chacota más de lo que es razonable entre buenos vecinos.
Va acercándose a ellos don Quijote, con gran disgusto de Sancho, poco amigo de estas situaciones, en las que sus doloridos huesos podrían salir mal parados. Los del escuadrón lo recogen como a uno de los suyos y nuestro caballero andante se coloca al lado del pollinesco estandarte, rodeado de los más principales del extraño ejército; los cuales le miran como se suele mirar al de la Triste Figura, por primera vez.
El silencio reina y don Quijote lo aprovecha para dirigirse a estos “buenos señores”. Les suplica que no le interrumpan su razonamiento, si sus palabras son motivo de disgusto o enfado, pueden hacer una señal y él callará.
Todos le dicen que dijese lo que quisiese, que le escucharían. No saben lo que les espera, si estuvieran aquí aquellos pacientes cabreros ¿os acordáis? Salían corriendo, sin preocuparse de sus cabras, seguro.
(Continúa)
Ahora vuelvo con más,un abrazo.
pues tengo dos capítulos pendientes de leer, a ver si ya mañana me pongo al día, una vez leídos tus comentarios.
biquiños,
Comienza el discurso, se presenta como caballero andante que toma las armas para defender a necesitados y menesterosos.
Les dice que conoce la causa que les mueve a pelear armados y, tras haberlo discurrido, llega a la conclusión de que están equivocados, al sentirse afrentados.
Que les quede claro que ningún particular puede afrentar a un pueblo entero. Y toma un ejemplo del viejo romance del cerco de Zamora: el que retó a todos los zamoranos porque no sabía que el asesino del rey era sólo Vellido Dolfos. Retó a todos y no se conformó con los vivos, también implicó a los muertos. Y a las aguas, a los panes y…a los no nacidos.
Y qué bien dice nuestro caballero eso de “cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija”.
Que sepan que uno solo no puede afrentar a un pueblo entero, que no hay razón para vengar esas afrentas. Y suelta un rosario de motes que se han colgado a algunos pueblos de España: los de la Reloja que parió relojes son de Espartinas, cazoleros los vallisoletanos, ballenatos los madrileños, etc. Y si todas las localidades rebautizadas tuvieran que vengarse de apelativos con mala leche…Lo de cazoleros, no salió de los de Burgos ¿o sí?
Para don Quijote, sólo por cuatro cosas han de tomarse las armas: la primera, por la fe católica; la segunda, en defensa de su vida; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, sirviendo al rey, en guerra justa. En defensa de la patria, sería la quinta. A estas cinco se pueden añadir otras justas y razonables, que no sean tontunas.
Y la venganza siempre es injusta, que el mandamiento divino nos ordena hacer bien a nuestros enemigos y amar a los que nos aborrecen. Mandamiento difícil pero no imposible, puesto que lo mandó Jesucristo; el cual dijo que su yugo era suave y, como Dios y hombre verdadero, no pudo mentir.
Ante estas palabras, Sancho proclama que si su amo no es teólogo, lo parece mucho. Aprovecha don Quijote para descansar un poquito; pero ahora el sermoneador es Sancho, que va a dar su discursito, no va a ser menos.
Su señor don Quijote es un hidalgo muy prudente, que sabe lo que sabe un bachiller más lo que sabe un buen soldado. Y las leyes del duelo las tiene en la uña, así que a obedecerle tocan.
Y tiene la ocurrencia Sancho de recordar como, de muchacho, rebuznaba con gracia y salero, tan propiamente que le contestaban todos los burros del pueblo, los de cuatro patas. Y para demostrarlo, se coloca la mano en las narices y rebuzna tan reciamente que los valles retumban. En qué hora lo hace, porque hay uno que se lo toma a burla y le arrea, con un palo , tal golpetazo que besa el suelo.
Don Quijote quiere vengar a su escudero, pero no puede con tantos, es imposible. Llueve la sopa de arroyo, amenazan las ballestas y arcabuces. Y, arre arre , huye a galope, a todo el galope que permite el pobre Rocinante, pidiendo a Dios no ser traspasado por alguna bala que le produzca un mortal boquete.
Los enemigos se contentan con dejarlo huir, sin dispararle. A Sancho lo colocan en su jumento y lo dejan ir. El rucio sigue a Rocinante, sin que su amo intervenga. Don Quijote, a una distancia más que prudente, le espera, viendo que no van detrás.
Los del escuadrón esperan a los del otro pueblo, hasta la noche. Se vuelven a su casa, al no haber fichado, en el campo de batalla, sus enemigos. Si fueran griegos, de los antiguos, levantarían allí un monumento que conmemorase la huida del enemigo.
Un abrazo para todos
Mi Señora Merche Pallarés, desde que leí su: "Alucino que la razón principal para salir en batalla sea la defensa de la religión católica y la quinta/segunda la defensa de la patria."
Pensé en recuperar su brillante mirada, para ahondar en lo que Don Quijote quiso decir, dice y no dice, y en la construcción que levanta Cervantes aprovechando la conciliadora arenga; pues es esa aventura, piedra roseta de tantas cosas, que en mi opinión podrían explicar los pilares básicos de Don Quijote de la Mancha, como obra maestra, y su universal e inmortal vigencia.
Pero no es cosa fácil hacerlo, ni sencilla, ni agradecida, ni de pocas palabras, y estas he de medir, pues serían demasiadas más líneas, y ya en este solo capítulo, he ocupado con mis peroratas, un buen porcentaje del común espacio.
Así que resumiré las cien frases que no publicaré en solamente unas líneas:
Se muestra Cervantes en los temas claves de la vida que analiza, abierto a todos, y solo se limita en evitar los dogmas, para reírse de lo que debiera ser más importante y así compartirlo sin complejo con sonrisas, dejando a la vez al desnudo, las bajas emociones que su mundo esquilman.
Suyo y besos, Z+-----
Mi querido jovenzuelo, SEÑOR DE LA VEGA, excelente resumen de lo que yo tambien creo que jugaba Cervantes. Solo se limita a "evitar los dogmas para reirse de lo que debiera ser más importante...". Cada vez estoy más convencida de que Cervan era judio converso. Ningun cristiano viejo hubiera tenido la inteligencia, la ironía ni la amplitud de miras que tenía nuestro genio. A sus pies, M.
Jajaja, mi Señora Merche, usted mantiene mi espada siempre en filo, porque contraponer 'inteligencia, capacidad irónica y amplitud de miras', al hecho de haber sido cristiano viejo o de ancestros judíos, no se sostiene por donde uno lo coja, así que escoja nuevamente.
Y por mucho que se empeñe ni Cervantes ni De la Vega, han de pasar por circuncidado, ni quedar crucificado como un tonto, aunque este último lo sea :-))
Si en su interior cargaba Don Miguel, con ser descendiente de judío, musulmán, cristiano, druida o zaroastriano, presumo que no es causa de culminar tan estupenda obra y si lo fue, acompañada de otras cientos, pues de su legado, a mí que solo tengo fe en mi mismo, francamente ese aspecto no me importa.
Una de las características que asumo están en El Quijote es su falta de polos magnéticos, pues si se sitúa una teórica brújula justo encima, gira y gira y gira y gira... llegando a todos lados sin que la orientación importe, este, oeste, sur y norte.
Aunque basta que uno lo lea para que se pare a su lado y confirme sus ideas.
Y para consensuar, ya que Cervantes escribió entre Castilla y sus Memorias, digamos que para su tiempo fue escritor en tierra de cristianos, aunque a Cide Hamete le duela y con permiso de Maimónides.
Besos y Suyo, Z+-----
NOTAS DEL CRONISTA: Pese a la buena voluntad del narrador, ese "juro como.." no augura verosimilitud en el relato
EL MUNDO ES UN PAÑUELO: Mira por donde reaparece Ginés, eso si, el que tuvo retuvo y guardo para la vejez, sigue en su linea.
EL CAMINO DE REGIDOR A ALCALDE: Ya intuia yo que esa habilidad de rebuznar con gracia, iba a allanar el futuro político de estos dos "rebuznadores".
DOS HOMBRES CABALES: Hay que ver que discursos tan sentados y razonables los de DQ y S llamándo a la cordura a un pueblo entero que por un quitame allá estas pajas pone en peligro su integridad. Me encanta la entrada de Sancho, tan orgulloso de la asapienza de su amo "tólogo"..
LA ESTUPIDEZ COLECTIVA: Para una vez que nuestros chicos habían estado cabales, tropiezan con la imbecilidad colectiva que desgraciadamente se da a menudo y convierte a indiviuos sensatos, en integrantes de grupos insensatos.
BIEN ESTÁ LO QUE BIEN ACABA: El pueblo rebuznante vuelve a casa encantado de haberse conocido y los nuestros salieron de aquella sin gloría pero sin mácula, afortunadamente.
Estoy maravillada con este encaje de bolillos en el que todos los personajes forman parte del tapiz. Cervantes hace lo que quiere con sus lectores y creo que sólo falta que Cide Hamete baje al plano de la historia y rebuzne con Sancho. En fin, me quito el sombrero.
A mi también me ha llamado la atención que la primera razón para tomar las armas fuera la defensa de la fe católica y la defensa de la propia vida y la honra,la familia y la hacienda estuvieran por delante del rey.
Besos
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