A pesar de que algunos pretenden un sueño de autarquía, es innegable que el proceso de globalización ha tenido más ventajas que inconvenientes: progresos científicos y técnicos, mejora de las condiciones médico-sanitarias, información generalizada sobre cualquier asunto ocurrido en el mundo, circulación de las ideas, etc. Salvo unos pocos, los que sostienen que el mundo era mejor antes de la globalización difícilmente serían consecuentes enfrentados a una opción que les remitiera a un estado anterior: hay cosas que dan mucho juego en las tertulias, en las asambleas o en la literatura, pero no se sostienen planteadas con seriedad. Como mucho, estarían dispuestos a volver a una situación determinada por ellos con un alto grado de convencionalidad y no por las circunstancias, una ámbito que les fuera fácil de controlar pero sin perder de vista el salvavidas de la globalización, al que recurrir cuando las cosas –gobiernos dictatoriales, escasez de alimentos o fuentes de energía, pandemias, desastres naturales, etc.- vayan mal.
La globalización no deja resquicios auténticos a lo local. Los lugares en donde se conservan tradiciones locales con más fuerza son lugares en los que no ha entrado aun la globalización por diferentes causas o no lo ha hecho en grado suficiente: países desestructurados con la mayor parte de la población condenada al hambre y sus consecuencias, retraso tecnológico, gobiernos autoritarios, etc. Nadie quiere vivir en esos lugares a no ser que tenga vocación misionera, humanitaria (con lo que se sería portador de un grado notable de la misma globalización que niega) o el suficiente dinero y poder para permitirse ser rico en donde la gente sufre graves carencias y adscribirse a la clase dirigente que impide la entrada en lo global del resto de la población con la finalidad de mantener el control político de la situación.
A veces nos parece vivir una ficción de equilibrio entre lo local y lo global: pero, a poco que analicemos las evidencias, nos daremos cuenta de que el equilibrio es falso y sólo se sostiene convirtiendo lo local en un parque temático que mostrar a los turistas (algo así podemos ver en esa farsa crítica en la que consiste Bienvenido Mr. Marshall, la obra maestra de Berlanga).
De hecho, lo que en España se han llamado tradiciones locales o regionales fueron una construcción cultural del siglo XVIII afianzada por la labor de
Cada vez queda menos resquicio para lo que siempre se ha llamado lo local. Este hecho no tiene por qué ser malo: gracias a la reducción del ámbito de lo local podemos eliminar costumbres discriminatorias con sectores de población por razones de raza, religión o género; tradiciones crueles con los animales; actuaciones contrarias a la ecología, etc.
La ficción de lo local suele partir del temor al cambio, de la búsqueda de un paraíso que sólo existe como refugio para no sentir el vértigo, de pensamientos irracionales que defienden que lo de uno siempre es mejor que lo foráneo y es frecuente su alianza con los poderes más inmovilistas en cuestiones morales y económicas. Es curioso cómo en este inmovilismo suelen coincidir sectores situados en puntos extremos del espectro político.
En realidad, el futuro del ser humano es la mezcla entre lo propio y lo de los otros, es decir, la globalización cada vez más extendida. En este camino, lo local como algo inmutable e impermeable está condenado a su desaparición porque, de hecho, no ha existido nunca salvo en los programas ideológicos que han tendido a controlar lo que la gente debe pensar y en la ficción cultural que muchos, bien por interés, bien por ingenuidad, se han creído.
Lo local, para ser bien entendido en el mundo globalizado es una situación concreta en un punto de la historia: pero no la razón de ser de ésta. Valido sólo como solución temporal y opción personal, pero contrario a las dinámicas de la especie humana, para bien o para mal.
De los riesgos de lo global hablaremos otro día.
28 comentarios:
Comparto en gran medida tu pensamiento. Aunque obviamente, como bien dices, es una opcion personal.
Un abrazo.
Si tuviera resaltador amarillo, resaltaría ésta frase: "el equilibrio es falso y sólo se sostiene convirtiendo lo local en un parque temático que mostrar a los turistas"
Y este párrafo completo:
"la ficción de lo local suele partir del temor al cambio [...] . Es curioso cómo en este inmovilismo suelen coincidir sectores situados en puntos extremos del espectro político"
¡Cuán cierto!. Espero la continucación. Besos
Hay buenas citas aquí, es un texto arriesgado en parte, pero comparto la mayoría de las opiniones.
Estupendas reflexiones las tuyas que nos invita a pensar.
Un beso.
Es algo complicado...pero es qeu todo es relativo...depende con los ojos que lo veas y de como te vaya la aventura... o de como te haya ido...saludos
Negar lo global, en cuanto proyecto común de la humanidad, es ir contra la historia. Lo local, como lo defines, no es sino una forma de mantener parcelas de control y poder particulares. Ahora, corremos algunos riesgos: que este sistema sea el único posible; que lo americano se confunda con lo global; que lo local se convierta en un espantajo o un residuo del folclore; que la personalidad se convierta en folclore; que lo global se convierta en uniformador (McDonald desplaza al cocido, la soja trasgénica precinde de las demás); que lo general se imponga a lo particular (una arquitectura de rascacielos en lugar de una arquitectura de la región, el inglés frente a todas las demás lenguas), etc. Da para mucho tu propuesta de reflexión y acertadas las líneas que trazas.
Un abrazo.
Buenas reflexiones sobre el papel, ¿realidad?
En estas circunstancias actuales uno tiene difícil tomar partido. Todo es tan relativo que algunos detalles que comentas están en la difícil tesitura de mantener el equilibrio lógico debido a la gran falta de respaldo social entre otros motivos. Claro está que lo que beneficia a unos pocos suele perjudicar a muchos.
Lo local tiene las horas contadas. El esfuerzo de quienes lo defienden pocas veces se ve recompensado. Es más, la gran mayoría suele salir escaldado y con el culo al aire por culpa de ser voluntariosos y comprometidos con alguna causa.
Creo que al final, solo perdurará lo personal. Hacienda cada vez más reductos sociales, independientes y sin mucho afán de protagonismo. Desgraciadamente, lo global, termina por descabezarlo todo. Y cuando esto sucede, el que defendía ideas locales termina por ser el arma arrojadiza hacia sus propios compañeros de días pasados.
Somos volubles hasta en el compromiso. Desgraciadamente.
Un fuerte abrazo amigo.
Querido maestro, es cierto que la globalidad nos ha llevado a grandes logros... y en lo local... mmmm bueno, ahi todos podemos sacar punta al lapiz...
Gran tema...
Un abrazo y hasta pronto! ;-)
Ali
me ha gustado mucho esta entrada...
¡Qué faena Pedro! Y yo que había depositado una fe inamovible en la botella de anís y el almirez como elementos protéicos e imperecederos de la música...
Y ahora hablando en serio, y parafraseando a Goebbels, cada vez que oigo la palabra tradición saco la máquina de picar carne, ya que yo no uso pistola. Dos cosas hay que desde los orígenes de la Humanidad han supuesto una fuente constante de tragedias y de sangre para el ser humano: La religión y el sentimiento de lo local. Y curiosamente, desde ambos ámbitos, siempre ha existido un afán globalizador: el de imponer y extender la fe y el de dilatar las fronteras físicas, culturales, idiomáticas, religiosas, mediante la conquista, la invasión, la anexión y cuanta efusión de sangre fuere necesaria que siempre ha sido mucha.
Muy ben temapara reflexionar, me encanto esa frase de "lo local... es una situacion concreta enun punto de la historia" magnficia definicion.
buena semana, te deseamos las chicas de la Costilla Incomoda.
No sé porque, pero este tema creo que ya lo habías escrito antes ¿no? De todas formas estoy con el comentario de JUAN NAVARRO. La "americanización" de la globalización no me gusta nada, pero nada. Por lo demás, como todo, tiene sus virtudes y sus defectos. Muchos besotes locales, M.
Sí, éste tema ya lo comentaste, y dices muchas verdades. Pero también pienso como Juan Navarro o Merche Pallarés. Besos Isabel.
¿Y que tal FERNANDO PORTILLO, si en lugar de picar carne y de parafrasear al que fuera Ministro de propaganda de la Alemania Nazi, viéramos a la Globalización no como un afán de dominio, conquista y de exterminar al Otro, sino como el Poner la Educación , la Cultura, la Ciencia, la Salud y el bienestar económico, emocional y físico al alcance de todos?
PD - Aún cuando conlleve riesgos, de los cuales PEDRO prometió hablarnos la pma vez.
Me ha gustado mucho tu reflexión, y como lo que pensaba plantearte era más bien en relación con los problemas evidentes que la globalización ha traído consigo, me reservo hasta leer la siguiente entrada. Me ha sorprendido como has tratado el enfoque de las supuestas tradiciones. Aunque sabía de la actuación de la sección femenina, nunca había pensado un poco más allá.
Besos
pos a mi me gusta ser global
acá en este planeta en donde las únicas barreras las pone el hombre encuentro una soberana lata eso de cuidar tradiciones, todas ellas han sido traídas por otros y rebautizadas, el hombre desde su evolución bípeda ha sido un nómade en esta tierra ,llevando y trayendo ideas y adaptando costumbres que no necesariamente son originales jajaja
en fin cada quien hace su andarm cada quien su resilencia:=)
besitos de luz profe
Ando muy liada Pedro, pero sigo leyéndote aunque no comente, el Quijote por supuesto vá "pa´lante" voy al día con los capítulos semanales.
Un besote, muackkks.
No nos olvidemos que para la vida de una persona es muy importante,el cómo, cuándo y dónde se nace,es decir el lugar, el tiempo y la situación de donde se nace,tendrá cierta influencia en la persona, de aquí que las tradiciones de los lugares son importantes y si el uso que se hace es el correcto la globalización tiene que respetarlas, pero si es para sembrar nacionalismos y totalitarismos mejor que desaparezcan.
Creo que no me has entendido, MYR. En modo alguno estoy en contra de la globalización que, puestos en la balanza sus beneficios y sus perjuicios, ganan los primeros con mucha diferencia. Lo que detesto decididamente es el espíritu contrario, el que hace bandera de las tradiciones que, como bien dice Pedro, son en su mayoría espúreas y cuando no lo son atentan o contra la igualdad de género, o de pensamiento, o son racistas, o matan animales, o sirven para que los adolescentes se emborrachen hasta las orejas, o para quitarles el prepucio (¡o el clítoris, horror!) sin su permiso, etcétera. Y me resultan especialmente odiosas las tradiciones impuestas por ley y las que tienen su origen en la religión (y no miro a nadie). Y no soporto los nacionalismos, ni los de izquierdas, que son puro oximoron, ni los de derechas, que son puro fascismo y todos ellos puro pueblerinismo. Nunca me he sentido postmoderno; a pesar de sus defectos (no hay sistema de pensamiento perfecto) siempre me sentí afecto al Universalismo ilustrado.
Y respecto a la frasecita de Goebbels ("cada vez que oigo la palabra cultura saco la pistola") ha sido atribuída a un montón de personajes; aquí en España se le atribuye a Millán Astray, posiblemente sin razón porque aquel bárbaro era incapaz de articular un pensamiento de más de dos términos.
¡Shalom!
Supongo que siempre es importante sentirse único y unitario respecto a las inmensidades que se disparan desde la globalización, esos pequeños detalles que se tornan diferencia y orgullo, no malo a priori, pero si algo que puede llevarnos hacia cierta autoexclusión...
Gracias FERNANDO por tu aclaración, ahora te he entendido perfectamente y veo que ambos estamos de acuerdo.
No hay nada mejor que el diálogo respetuoso para despejar malentendidos,
Saludos
"Nadie quiere vivir en esos lugares a no ser que tenga vocación misionera, humanitaria (con lo que se sería portador de un grado notable de la misma globalización que niega)".
Me parece una magnífica frase, que con tu permiso adopto.
Partiendo de que ningun tiempo pasado fué mejor y de que la globalización es algo imparable, creo que también deben mantenerse las costumbres locales. De hecho hay paises, autonomías, pueblos, barrios y personas que sin nostalgias, conservan usos, juegos, folclore y otros medios de expresión, heredados, que complementan y enriquecen a las personas.
Lo Global tiene cosas buenas y cosas malas, eso de que todo el mundo coma las mismas cosas y tenga las mismas fiestas me pone de los nervios. No es que quiera resguardarme en lo Local, que es como un viaje a un pasado imperfecto, sino que prefiero consolarme en lo Personal, que es una opción de pensar, comer, disfrutar, viajar, leer, divertirse y caminar a mitad de camino entre lo que eliges y lo que te dejan elegir. Las raíces son interesantes, pero mucho más enriquecedor es volar y ser libre en paisajes lejanos.
Yo a lo global bajo la persiana como en la estupenda foto.
Aceptar la relatividad es aceptar la propia relatividad, e implica al individuo entenderse a si mismo.Besitos. Silvi.
HAY QUE cuidar lo local, pero sin cerrarse a lo global. Debe haber un términe medio. Un abrazo.
Ni "so" que te pare, ni "arre que trote", debemos buscar un termino medio ni globalización absoluta, ni localismos y sentimientos independentistas a muerte....intuyo en el "De los riesgos de lo gobal hablaremos otro día" que por ahí van los tiros.
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