Tres son las partes que componen este capítulo.
En primer lugar, el cierre de las (no) bodas de Camacho. Don Quijote y Sancho han acompañado a Basilio, Quiteria y sus amigos. Resulta curioso que estos no se hayan extrañado de la figura de don Quijote ni lo plantee el narrador como había cuidadosamente señalado en otras ocasiones: no le interesa ni justificar la falta de sorpresa. Todo lo contrario, estos labradores jóvenes e ingeniosos, entre los que ha triunfado el amor frente al interés, lo tienen por un Cid en las armas y por un Cicerón en la elocuencia. Quizá les falte la cordura necesaria: por eso, entre ellos sale un primo sin nombre (pero todos conocemos a alguien así, lo que explica la vigencia del personaje como arquetipo) que resulta ser un erudito falto de cordura dedicado a cosas que, además de no tener importancia, son acientíficas y en ellas se mezcla, como en la cabeza de don Quijote, la realidad y la fantasía.
De ahí que resalte más la función que le otorga Cervantes a don Quijote ahora: la única voz que habla desde el sentido común. Si el protagonista se había puesto primero del lado de los matrimonios convencionales para pasar a defender el amor de Basilio y Quiteria después, ahora opta por una síntesis de ambas perspectivas. Es una magistral lección cervantina sobre cómo se puede hacer evolucionar a un personaje, que cambia y reacciona según las circunstancias que tiene delante. Don Quijote, como viejo y prudente, aconseja a Basilio que se deje de exhibiciones de fuerza e ingenio juveniles para procurar bienestar económico a su matrimonio, porque el amor, sin pan, se acaba. Sobre todo cuando el hombre es pobre y la mujer hermosa (es un viejo tópico literario de contenido misógino que todavía circula). Algunos de esos consejos hubiera querido Sancho para sí.
La segunda parte, se dedica al viaje hacia un objetivo ya anunciado: la cueva de Montesinos, tras tres días junto a los recién casados. Les acompaña un extravagante personaje con el que Cervantes se ensaña tanto que hasta Sancho resulta superior a él (para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos). El primo del licenciado diestro en esgrima es un tipo de largo recorrido literario, pero tan asombrosamente perfilado por Cervantes en unos pocos párrafos, que quedará como modelo del erudito experto en cosas superfluas: humanistas se les llamaba entonces, en la peor de las acepciones de la palabra. Su saber es una amalgama de conocimientos y creencias que, además de no servir para nada, causan hilaridad por su apariencia científica y la importancia con los que se presentan.
Don Quijote, Sancho y el primo llegan al fin a la entrada de la cueva de Montesinos. Como será el eje de nuestra entrada del próximo jueves, me limitaré aquí a apuntar que es una de las aventuras centrales de la Segunda parte, conectada con el encantamiento de Dulcinea y la estancia en casa de los Duques.
En ella se parodia todo: la caverna de Platón, la puerta de entrada al mundo del conocimiento o de los muertos por los héroes míticos, las cuevas relacionadas con la religión y la magia, la presencia de grutas en la literatura caballeresca, etc. Hay tanta densidad de alusiones en la cueva de Montesinos que parece mentira la facilidad con la que sale bien parado Cervantes y la sencillez magistral con la que encaja esta historia en el argumento del Quijote. Y todo para jugar con estos significados culturales y proponer, una vez más, el perspectivismo y la ironía como salida inteligente. Con un peso evidente en el resto de la narración y en las relaciones entre don Quijote y Sancho.
El próximo jueves comentaremos qué le pasó a don Quijote allá abajo, antes de que Sancho y el primo lo sacaran dormido tirando de la soga. Lo veremos en el capítulo XXIII.
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CAPÍTULO 2. 22
Cervantes recurre al camino para marcar la transición de un episodio a otro. Es en estos capítulos donde, con el dinamismo que imprime a la trama, nos descubre su magisterio de novelista moderno. Nos dejamos llevar por su experta pluma de la vida relajada en casa de los recién casados a la angustia de los del exterior del pozo, que temen por la integridad del espeleólogo inexperto, pasando por los consejos de DQ a Basilio y Quiteria, el camino y el empozamiento de DQ. Cometeríamos un grave error si pensáramos que por esa apariencia de superficialidad nos lo podemos saltar alegremente.
Los tres días que nuestros protagonistas pasaron en casa de los novios “fueron regalados y servidos como cuerpos de rey”. A cambio de los tres días de pensión completa, DQ da una serie de consejos a los recién casados sobre la pobreza y el amor. Aconseja a Basilio que, ahora que ha conseguido la belleza, se dedique a conservarla; empresa nada fácil, siempre estará en el punto de mira de muchas aves de rapiña: “La mujer hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo.” Al hacer esta aseveración DQ copia de la sabiduría popular. Parte de la observación, no hay quién pueda ir en contra de lo que se ve y palpa en la vida cotidiana. El Hidalgo da por supuesta la maldad intrínseca de la mujer; por lo tanto, para demostrar su bondad no sólo tiene que ser buena sino parecerlo: “…que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas.” S que escucha, farfulla que esas reflexiones obtenidas de la observación también las había podido haber hecho él. Además, las podía haber escuchado antes de casarse con Teresa. Le confiesa a su amo que aunque ella no es mala, tampoco es buena, sobre todo cuando está celosa. No debía ver muy claro Teresa tanta salida del marido con su amo.
Antes de los consejos, C sigue con la ambigüedad que caracteriza sus escritos. Quiteria era ignorante de los planes de suicidio de Basilio; pero deja la puerta abierta a que lo supiera por terceras personas, los amigos del novio. DQ se siente halagado porque haya alguien que considere su valentía y su elocuencia, capaz de detener la trifulca que se adivinaba cruenta en la enramada.
Un primo sin nombre del Licenciado diestro les sirve de guía a la Cueva de Montesinos. C no se digna ponerle nombre pero lo define con detenimiento: humanista, editor que atiende a la máxima de “instruir deleitando”, dedicando con frecuencia los libros a príncipes, famoso estudiante y lector de libros de Caballería; sin embargo, sus múltiples ocupaciones no llegan para dar descanso a la burra preñada. También es verdad que cualquier montura no tendría mayor dificultad para ponerse al paso de las perjudicadas monturas de nuestros protagonistas. (Otro ejemplo más de la utilización del contraste en las narraciones cervantinas). Nos cuenta, también, los temas de las obras que edita, son paradigma e hipérbole de los saberes inútiles, como una descripción de los tipos de libreas, las fuentes de Madrid, el detallarnos la veleta de la Giralda o el Ángel de la veleta de la iglesia de la Magdalena de Salamanca ( nadie sabe de su existencia ) Sólo he encontrado una referencia en El Lazarillo al Comendador de La Magdalena y una mención a un Colegio Menor con ese nombre, sito en el Teso San Vicente- parte más alta de la Salamanca antigua - que daba cobijo a siete estudiantes. Me inclino a pensar que se trata de otra comparación barroca, entre la grandiosidad de la Giralda y una veleta de una iglesia que ni existe. Añade a los saberes inútiles: quién se pilló el primer catarro y el usuario pionero del ungüento que curaba la sífilis. Gracioso se muestra S en la apostilla al preguntar quién fue el primero en rascarse la cabeza. Su caletre le da para saber que el primer titiritero fue Lucifer sin necesidad de consultar libros: “para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos.”
Como la noche se les viniera encima, pernoctaron en una aldea a dos leguas de la cueva. Allí se abastecieron de lo necesario para que DQ bajara al pozo al día siguiente. Los aledaños, ciegos de maleza, los pajarracos se espantan al abrir camino con la espada, señal de que ningún humano se había acercado a la boca desde hacía mucho tiempo. “...tal empresa como aquésta, Sancho amigo, para mí estaba guardada.” Echa en falta una esquila, se encomienda a Dios, primero, luego a Dulcinea arrodillado. Media hora dejaron a DQ empozado, suficiente para sentir que la ansiedad se apoderaba de ellos. Presentían que se había desatado, perdido para siempre, al tirar y no sentir peso al final de la cuerda. Cuando ya sólo quedaban unas veinte brazas volvieron a sentir peso y se alegraron. Lo sacaron dormido. Les costó despertarlo. Con hambre nos emplazan a los lectores para el próximo capítulo con el relato de lo que DQ vio allí abajo.
Me encanta la imagen que has puesto hoy, Pedro, aunque no sé si más que las partes del capítulo de "El Quijote".
Un beso.
Un fuerte abrazo, Pedro.
Pedro, es un verdadero placer leerte.
Un abrazo
Ler aquilo que escreves, mesmo a esta hora, é muito bom.
Abrazo, amigo mio.
CAPÍTULO XXII
En este capítulo nos enteramos de que Quiteria no hizo parte del complot. Solo unos amigos de Basilio lo sabían para “que al tiempo necesario favoreciesen su intención y abonasen su engaño”.
Nuestro caballero de los leones dice que “no se pueden llamar engaños los que ponen la mira en virtuosos fines”. Sigue una perorata de lo que mata al amor es la necesidad y la pobreza. Que Basilio se tiene que dejar “...de ejercitar sus habilidades, que aunque le daban fama, no le daban dineros... que atendiese a granjear hacienda por medios lícitos e industriosos, que nunca faltan a los prudentes y aplicados”. Sigue otra perorata sobre la mujer “hermosa” cuyo marido es pobre “merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo”. Por la “hermosura... se abaten las águilas reales y los pájaros altaneros...” pero si existen penurias y estrecheces “...tambien la embisten los cuervos, los milanos y las otras aves de rapiña”. Luego le dice a Basilio que, segun quién sabe qué sabio, dijo que en el mundo SOLO hay UNA mujer buena pero claro todo marido piensa que la suya lo es. En fin, que la mujer no solo tiene que ser buena sino aparentarlo aunque tenga “maldades secretas” (ejem...ejem...).
Sancho, escuchándole dijo para sí “Este mi amo...cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no sólo puede tomar un púlpito en las manos, sino dos en cada dedo... no hay cosa donde no pique y deje de meter su cucharada.” Quijo le pregunta “¿qué murmuras, Sancho? Éste le dice que ¡ojála! hubiese escuchado esos consejos antes de su casamiento con Teresa porque “El buey suelto bien se lame”.
Quijo le pregunta si no es buena su Teresa, Sancho contesta que “no es muy buena...no tan buena como yo quisiera”. Nuestro caballero de la triste figura le dice que no hable así de la madre de sus hijos. Sancho, el sabio, le dice que tambien ella habla mal de él “cuando se le antoja”.
Tres dias pasaron a cuerpo de rey en la aldea de Basilio, comieron, bebieron, llenaron las alforjas y siguieron el camino hacia la Cueva de Montesinos. Quijo le pide al licenciado (aquí aparece de nuevo) que le mande un guía para encaminarle a la cueva. Le manda a su primo “famoso estudiante y muy aficionado a los libros de caballerías”. Durante el camino Quijo le pregunta al primo qué ha estudiado, cual es su profesión, éste responde que es “humanista”. Dice que compone libros “para dar a la estampa”. Sigue una retahíla de títulos que ha publicado: “De las libreas” “Metamorfóseos, o Ovidio español”, “Suplemento a Virgilio Polidoro, que trata de la invención de las cosas”. (Éste último era el “Guinness” de la época). Trataba de quien “fué el primero que tuvo catarro en el mundo y el primero que tomó las unciones para curarse del morbo gálico”. (Qué buena crítica al “eruditísmo”de la época) cuando Sancho, el sabio, le pregunta: “¿sabríame decir, que sí sabrá, pues todo lo sabe, quién fue el primero que se rascó en la cabeza, que yo para mí tengo que debió de ser nuestro padre Adán?”
Tambien le pregunta quién fue el primer “volteador del mundo”. El erudito le dice que no lo sabe, que lo tendrá que estudiar a lo cual Sancho le dice “...fue Lucifer, cuando le echaron o arrojaron del cielo, que vino volteando hasta los abismos”.
Quijo le dice que esa respuesta no es suya que la habrá oido a alguno decirlo. Sancho se envalentona (lo cual me sorprendió) “Calle, señor... que para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos”. Quijo sorprendentemente no le da un sopapo sino que le dice “Más has dicho, Sancho, de lo que sabes, que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas que después de sabidas y averiguadas no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria”.
Llegaron a la cueva (antes habían comprado “casi cien brazas de soga”), cuya boca “es espaciosa y ancha, pero llena de cambroneras y cabrahigos de zarzas y malezas...” espesas e intricadas. Atan a nuestro caballero porque está decidido a adentrarse en ella. Sancho le advierte de no quererse sepultar en vida porque “...vuestra merced no le toca ni atañe ser el escudriñador de esta que debe de ser peor que mazmorra”. “Ata y calla” le contesta nuestro héroe. El primo le dice que se fije bien lo que hay dentro para así plasmarlo en su próximo libro “Transformaciones”. Quijo echa en falta no “...habernos proveído de algún esquilón pequeño...con cuyo sonido se entendiera que todavía bajaba y estaba vivo...”. Confía en la mano de Dios. Luego “se hincó de rodillas” y rezó a su adorada Dulcinea. “Yo voy a despeñarme, a empozarme y a hundirme en el abismo...sólo porque conozca el mundo que si tú me favoreces no habrá imposible a quien yo no acometa y acabe”.
Se acercó a la sima pero estaba tan cubierta de maleza que tuvo que abrirse paso a cuchilladas “...salieron por ella una infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo...”. Se adentró en ella no sin antes recibir la bendición de Sancho “y haciendo sobre él mil cruces, dijo:--¡Dios te guíe y la Peña de Francia, junto con la Trinidad de Gaeta, flor, nata y espuma de los caballeros andantes! ¡Allá vas, valentón del mundo, corazón de acero, brazos de bronce!...” (¡Toma piropos!)
Quijo se adentra en el abismo, de vez en cuando gritando que le den más cuerda, luego, silencio... Sancho tira de ella pero la nota muy leve. Piensa que nuestro Quijo se ha quedado allí abajo pero, no. Logran sacarle medio muerto. Tratan de volverle en sí, más no reacciona. “...pero tanto le volvieron y revolvieron, sacudieron y menearon, que al cabo de un buen espacio volvió en sí...”. Se despertó medio atontado, como si todo hubiera sido un sueño. Aunque les perdona por subirle porque “...me habeís quitado de la más sabrosa y agradable vida y vista que ningún humano ha visto ni pasado...acabo de conocer que todos los contentos de esta vida pasan como sombra y sueño o se marchitan como la flor del campo”.
“Pidió que le diesen algo de comer, que traía grandísima hambre” Los tres merendaron y cenaron a la vez.
Nos leemos en el Capítulo XXIII. Perdonad por la extensión pero era larguito este capitulito. Besotes, M.
Excelente tu análisis, querido Pedro. Y, sí, ¡qué genio era Cervantes! Sigue jugando con nosotros como si fueramos peleles pero con una maestria fuera de serie. Muchos besotes quijotescos, M.
bien dices de la actualidad del texto, y es que sin duda toca muchas facetas de la vida...hasta como bien dices de los arquetipos. yo coozco varios de esos primos...un abrazo
Buenos dìas a todos:
Me devano los sesos con el Quijote, ahora despuès del cafè.
A ver què sale despuès de varias semanas de vagancia Quijotesca.
MERCHE:
¿A qué altas horas de la madrugada andas aún en vela???.
Lo digo por la hora de tu comentario. Tú tal vez ave nocturna como las que salen de la Cueva de Montesinos (no quise decir murciélaga jajaja).
Hasta luego, un abrazo.
ANTONIO AGUILERA, ya te dije que soy como las gallinas (más que como las murciélagas), me acuesto temprano y a veces me despierto a las tres, cuatro, cinco de la mañana. Depende.
Ya te visitaré a ver qué nos pares sobre nuestro Quijo... Besotes, M.
Gracias por todos los comentarios siempre se aprende y esta aceqyuia es una fuente inagotable de conocimientos.
Cuando estaba leyendo este capítulo me ha venido a la cabeza, las novelas de aventuras de Stevensom, Conrad, Chesterton..etc. Creo que hay algo de viaje iniciático, y es toda una clse de espeología. Parece que nuetro Quijote vaya en busca del Santo Grial.
esta foto es fantástica, creo que es la mejor de la serie del Quijote.
me encanta, el quijote en primer plano y tú, detrás, en azul.
biquiños,
p.d.: todavía no leí el capítulo.
Consistente Capítulo, más lo será el siguiente...
Tan pobre no era nuestro Basilio si ha podido agasajar a nuestro Cid-Cicerón-Quijote y su fiel escudero.. tres días de festejos en pensión completa no está al alcance de cualquiera, sólo en el norte de África duran tanto los festejos.
Quiteria, aseguran “no estaba en el ajo” y, por otra parte, nuestro Caballero confirma que el fin(si virtuoso) justifica los medios para conseguirlo. Pero a pesar de ello no se priva de aconsejar(como buen soltero que se precie)cómo conseguir y mantener harmonioso este matrimonio.
Su misoginia , tienes razón, es manifiesta.. ¡qué poco crédito concede al amor sincero y desinteresado que pueda sentir una mujer! No cree en absoluto en lo de “pan y cebolla”. Además y creo haberlo interpretado así , da más importancia al hecho de que parezca y sea “honrada” dejando entrever , pero, que menos daño hacen si son secretas sus “maldades” .. Algo sabrá de ello Cervantes, emulando a Cecilia habrá conocido a más de una “Dama, dama de alta cuna y baja cama..” ¿o no? Pero desconfiado es..no cabe la menor duda.
¿De este primo sin nombre ? es todo un primor de “sabiduría” y Sancho aquí, tiene un papel relevante en cuanto a desenmascarar el pseudo erudito, me divierten las preguntas que le hace ..
Última duda, en esta Cueva, no se darán los mismos fenómenos, en forma de efluvios sulfurosos, que dejaban a la Pitia en trance en Delfos..¿nuestro Quijote lo aclarará?
Besos, Pedro y buen fin de semana.. disculpa la tardanza...
Debo confesar que por mas obligatoriedad en la secundaria al Quijote no lo lei. Tenia cosas mas interesantes que hacer, como escribir yo y una serie ya de obligaciones como para quemearme mis pestañas en el libraco. La sopresa vino cuando se nos pidio le cambiaramos el final, con solo una condicion: prohibido matar a alguien mas; y al dia de hoy nadie puede creer que leyendo algunas paginas, me largue en un relato de unas 5 hojas tamaño cuaderno universitario con un relato en español antiguo. Mas de ahi no pase, quizas por mis origenes que me tiran mas a tierras ancestrales.
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Ah, quien soy, me presento, Althena la nueva incorporacion de "LA COSTILLA INCOMODA" reloaded, que junto con las chicas volvemos a la carga. Aseguramos que ningun hombre saldra herido, y de serlo sera curado. Asi que cuando gustes, la casa nuevamente es tuya para pasear a voluntad.
Buenas noches, profesor Ojeda:
Su fotografía en azul y rosa, abrazando El Quijote, es para ampliarla a tamaño poster.
Saludos. Gelu
Primera parte:
El soltero don Quijote trocado en consejero matrimonial (recordemos a aquella Elena Francis del siglo pasado).
Lee, lee, paciente lector. Lee este capítulo, llegarás al punto final y la grande aventura de la cueva de Montesinos no ha hecho acto de presencia. El título promete dar cuenta de ella, pero hemos de esperar al siguiente capítulo para saber qué hace don Quijote allá dentro, como frasco puesto a enfriar en un pozo. Lo único que sabemos de lo que está pasando nos lo dice la soga…No es la primera vez que Cervantes nos toma el pelo con el título. Ya que no nos metemos en la cueva, metámonos dentro del capítulo y algo sacaremos en limpio.
Basilio y Quiteria están agradecidos al don Quijote defensor de su causa. Grandes y muchos son los agasajos que le dedican. Un Cid con las armas, un Cicerón con la elocuencia; así lo consideran…no es para tanto. Y el buen Sancho pasa tres días refocilándose, ya no se acuerda de las volátiles espumas del rico. Las de los pobres tampoco están mal. Y no hubo “traza comunicada” sino” industria” de Basilio, sólo de Basilio. Y qué bien salió todo, con la ayuda de algunos amigos conchabados, lo confiesa, que abonaron el engaño.
Un maquiavélico don Quijote niega que haya habido engaños, no lo son si los fines son “virtuosos”. ¿Virtuosos? Pues sí, que no hay mejor fin que el de casarse unos enamorados. ¡Qué bien habla este pertinaz soltero!
Y, a continuación, un tironcillo de orejas para Basilio. El mayor contrario al amor es el hambre y la necesidad, así que el desposado debe abandonar la espada y la barra, que con eso no se come. Deberá dedicarse a ganar dineros, por medios lícitos “que nunca faltan a prudentes y aplicados”…como tú, Basilio. Después del tirón, le pasa la mano por el lomo… Así que nada de “contigo pan y cebolla”, que “donde no hay harina, todo es mohína”. Y, además, el marido pobre y la esposa hermosa ¡menudo peligro! A la mujer bella es acechada por las águilas; pero, si la bella es pobre, graznarán los cuervos a su alrededor.
El hidalgo solterón sigue con los consejos matrimoniales. El discreto Basilio ha de actuar como si sólo hubiera una mujer buena en el mundo y ésa fuera…la suya. El que ni es casado, ni piensa serlo se atrevería a dar consejos. Y, para elegir mujer, mejor mirar la buena fama que la riqueza y ¡vale más una malvada en secreto que una desenvuelta en público! Y, a una buena mujer será fácil conservarla y mejorarla, que si es mala llevará trabajo enmendarla. ¡Uy, qué mal me huele eso de enmendarla!
Sancho, oyendo a su amo, recuerda cuando éste le dice que podría tomar un púlpito en las manos e irse por ahí a predicar. Si el escudero puede llevar un púlpito en las manos, el caballero andante puede llevar dos en cada dedo ¡Qué pico de oro! ¡No sólo entiende de caballerías! ¡De todo opina!
Su señor le oye y pregunta qué murmura. Sancho le dice que sólo está diciendo, para sus adentros, que esos consejos quisiera haberlos oído antes , cuando era soltero.Tal vez ahora el escudero seria el buey suelto que bien se lame. Don Quijote pregunta si tan mala es su Teresa. No es mala, pero no es tan buena como él quisiera, o tan muda... .Don Quijote le afea el hablar mal de la madre de sus hijos. Sancho considera que, tal para cual, ella también dice mal de él, de vez en cuando.Empate...
Continuaré con la segunda parte en que me convertiré en el primo…secundario habemus.
Abrazos
En esta segunda parte quedo asombrado de la gran madurez de sus personajes y el gran trasfondo que tienen los nuevos incorporados. Más sutiles y llenos de pequeñas virtudes donde ahondar.
¿Serán todos los personajes el resultado de un autoanálisis de Cervantes?
Luego de varias semanas de ausencia, logré ponerme al día y en qué forma...
El análisis de este capítulo XXII es muy enriquecedor. Nos brinda más pruebas de la genialidad de Cervantes.
Analizando un poco el papel del primo "erudito" que escribe obras anodinas. ¿No será una crítica velada de Cervantes a la pujanza que en su época habrá tenido la publicación de todo tipo de libros dado el avance tecnológico de la imprenta ?
¿Será que en su momento la capacidad de imprimir libros superó la de la aparición de buenos autores?
Dejo la reflexión para mis colegas seguidores de La Acequia, con un agradecimiento al profesor Ojeda Escudero por regalarnos tan profundos análisis...
Decidido el hombre a lanzarse todo tipo de aventuras. Cuya mira es la de adentrarse en la cueva de Montesinos.
… “D Q, dijo que aunque llegase al abismo, había de ver donde paraba, y, así, compraron casi cien brazas de soga, y otro día, a las dos de la tarde, llegaron a la cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, pero llena de cambroneras y cabrahígos, de zarzas y malezas, tan espesas y intricadas, que de todo en todo la ciegan y encubren. En viéndola, se apearon el primo, Sancho y d.Q, al cual los dos le ataron luego fortísimamente con las sogas; y en tanto que le fajaban y ceñían, le dijo Sancho:
—Mire vuestra merced, señor mío, lo que hace, no se quiera sepultar en vida, ni se ponga adonde parezca frasco que le ponen a enfriar en algún pozo. Si que a vuestra merced no le toca ni atañe ser el escudriñador desta que debe de ser peor que mazmorra.
—Ata y calla —respondió d.Q. —; que tal empresa como aquesta, Sancho amigo, para mí estaba guardada”. … Pedro, tarde pero seguro… Lindo fin de semana… Besitos. Silvi.
Pd. Olvidaba… Aunque estas no son épocas de contigo pan y cebolla… ni, vivir de amor y de agua fresca… que pena, solo ese amor, lo conocieron aquellos viejo poetas. Besos.
Vestida y vuelta a vestir,
¿con qué soñabas tú desvestida?
Dejé mi visón en el guardarropa
y nos marchábamos al desierto
Vivíamos de amor y de agua fresca
nos amábamos en nuestra penuria
nos comíamos nuestra ropa sucia, de hambrey sobre el mantel de arena negra tintineaba la vajilla del sol Vivíamos de amor y de agua fresca.Yo era tu desnuda propiedad(Prévert)
Soy el innominado primo del innominado licenciado
Alguien me saca del limbo en el que vivo, con otros personajes secundarios del libro titulado “El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha”. Allí están los dos barberos, el canónigo, los dos bachilleres, doña Cristina de Miranda, el cura de las bodas de Camacho…Ese alguien… da golpecitos a una cajita con letras y me pide que me presente ante vuestras mercedes. Así lo haré: soy el innominado primo del innominado licenciado, de aquel que mostró ser tan diestro con la espada, en un capítulo anterior, dando una lección de esgrima, y de humildad, al bachiller Corchuelo.
Don Quijote pide un guía para llevarle hasta la cueva de Montesinos y las lagunas de Ruidera. ¡Un auténtico oasis en mitad de la Mancha! Mi pariente conoce mi afición a esos parajes y pensó que yo sería un buen guía. Díjole a don Quijote que iría muy entretenido conmigo, que sé hacer libros, no libros cualquiera, libros para príncipes…
Nos pusimos todos de camino: Don Quijote y el rocín, Sancho y el rucio, la pollina preñada y yo.
En el camino, don Quijote me preguntó por mi profesión, ejercicios y estudios. Mi profesión es la de humanista, mis ejercicios y estudios consisten en componer libros para la estampa; pero no libros cualesquiera, libros de gran provecho y entretenimiento. ¿Cómo podrán los cortesanos regocijarse en sus fiestas sin mi libro de las libreas? En sus amenas páginas tienen setecientas y tres para escoger, sin alambicarse el celebro.
¿Y qué me dicen de mi libro de Metamorfóseos? La verdadera identidad, sin metamorfosis, de la Giralda, el ángel de la Madalena, el Caño donde desembocan los pises de Córdoba, los toros de Guisando, la Sierra Morena y las más famosas fuentes de Madrid…
¿Y mi libro de la invención de las cosas, ése que llamo Suplemento a Virgilio Polidoro? No entiendo cómo se puede vivir sin saber quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo. ¿Y el primero que se untó pomada para la sífilis?
Sancho quiere saber si fue acaso Adán el primero que se rascó la cabeza. Le contesto echando mano de mi gran erudición: si Adán fue el primero que tuvo cabeza, se rascaría. Este rústico está dispuesto a no dejarme en paz y me pregunta ahora quién fuel primer volteador, le digo que tengo que investigarlo…y burlonamente me replica que no me tome el trabajo, que ha caído en la cuenta de que fue Lucifer, cuando le echaron del cielo, el primero que volteó hasta los abismos. Este porro…le tengo que dar la razón, por no romperle la crisma.
Don Quijote le dice que tal pregunta y respuesta no es suya. El escudero se enfada y replica que para preguntar y responder necedades, no necesita ayuda de nadie. ¿Necedades? ¿Qué dice este analfabeto? Y don Quijote contesta que hay algunos que se cansan en averiguar cosas que no importan… ¿A quiénes se referirá ¿Quiénes trabajan tan inútilmente?
(Continúa)
Aunque la distancia desde mi aldea, la misma de Basilio, no es grande, pasamos el resto del día en camino porque mi pollina, vieja pero preñada, preñada pero vieja, no me permite correr. A las quejas de Sancho contesto que el rucio no es un hipogrifo, aunque del rocín no digo nada, que el que paga...
La conversación con don Quijote es gustosa y amena, Ya dice mi diestro primo que su locura aparece y desaparece, como el cercano Guadiana. Brota cuando de caballerías y caballeros andantes se trata. Llama mi atención el buen juicio y amplia cultura que muestra en temas no caballerescos.
Pasamos la noche en una pequeña aldea, a dos leguas de la cueva de Montesinos. La paso bajo techo, que ya sabía yo donde podían darme un alojamiento decente, sin demasiadas chinches en el lecho…bueno, alguna pequeñita. Don Quijote, sigue las costumbres de la caballería andante y pasa la noche al aire libre, velando las armas. Sancho, resignado, le acompaña, arrebujado en la olorosa manta de su borrico.
No sé cómo pensaba don Quijote bajar a la sima. Se quedó sorprendido cuando le hablé de la necesidad de proveerse de sogas, para atarse y descolgarse por la cueva. Entra en razón y compra nada menos que cien brazas de soga, ante la cara asombrada del cordelero- soguero.
Al día siguiente, a las dos de la tarde, llegamos a la boca de la cueva. Es difícil distinguirla porque está cegada por zarzas y malezas.
Atamos fortísimamente al valiente caballero. Mientras le fajamos y ceñimos, Sancho se esfuerza para que su amo desista de “sepultarse en vida”, de convertirse en frasco a enfriar, de meterse en una mazmorra… Y su amo le ordena atar y callar, que “tal empresa para mí está guardada”, al más puro estilo del cerco de Granada.
Yo, siempre a lo mío, le suplico que mire bien y luego me lo cuente, que quizá haya cosas que encajen en mi producción literaria.
A Don Quijote , una vez preparado, le viene al pensamiento que hubiera sido conveniente tener un esquilón, para avisarnos de que continúa con vida.
Se hinca de rodillas, pide la ayuda divina y se encomienda a una tal Dulcinea del Toboso, dama por la cual se empoza… ¿Quién será tal señora? Este loco se siente capaz de todo si ella le favorece.
Ni corto ni perezoso se acerca a la sima, corta las malezas con la espada y empiezan a salir infinidad de enormes grajos, cuervos y murciélagos . La estampida le tira al suelo.
Nos da la soga y entra en la cueva mientras el rústico lo bendice y le echa cruces. Le dedica una extraña oración, la salmantina Virgen de la Peña de Francia, la napolitana Trinidad de Gaeta… ¿Cuándo ha estado este destripaterrones en Nápoles? Y qué palabras le dedica: flor, nata, espuma de los caballeros andantes, valentón que no valiente…Yo no voy a ser menos y también rezo lo mismo.
Le vamos dando soga y más soga, ya no se oye su voz, tenemos descolgadas cien brazas de soga, ya no hay más cuerda. Nos detenemos media hora y recogemos soga sin peso. Pensamos que don Quijote se queda dentro. Sancho llora,qué lagrimones como garbanzos, y tira apresuradamente. Pero después volvemos a sentir peso y nos alegramos mucho.
Al ver de nuevo a su amo, Sancho le da la bienvenida pero el caballero no responde, está profundamente dormido. Lo tendemos en el suelo, le quitamos las ligaduras y no despierta. Lo meneamos tanto que vuelve en sí y mira a todas partes como si despertara de un profundo sueño.
Nos cuenta que le hemos privado “de la más sabrosa y agradable vida y vista que ningún humano ha visto ni pasado”, que acaba de experimentar que los contentos pasan…y empieza a soltar dolientes exclamaciones dedicadas a personajes novelescos como Montesinos, Durandarte, Belerma, Guadiana, Ruidera. Palabras como extraídas con dolor, como si estuviera en el sillón de un sacamuelas.
Pide que le den de comer, que trae hambre. Extendemos la arpillera de colorines, sacamos de las alforjas pan, queso, sardinas arenques. carne fiambre,nueces,membrillo, vino de la tierra... Merendamos y cenamos, todo junto. ¡Parecemos tres lobos!
Una vez levantada la arpillera-mantel, nos pide atención. A ver si nos enteramos de lo que pasó allá abajo, que estamos sobre ascuas.
Un abrazo.
María Ángeles Merino
He llegado a la conclusión de que DQ es hiperactivo. No puede ser de otra forma.
Por otro lado me parece que existe un desfase temporal. Parece que DQ va a contar una aventura que ha transcurrido durante una exploración indeterminada y el lector tiene la impresión de que tan sólo baja y sube.
Voy a leer lo que explica el crítico literario.
¡¡Me he encontrado!!
(Las imágenes de las entradas son geniales, yo que vengo desde arriba. Deberías hacer un collage. Mejor dicho, Blogofago debería regalarte otro collage)
Me ha sorprendido leer en tu entrada todo lo que representa la Cueva de Montesinos. Sin tu ayuda nunca lo habría descubierto. Son una gozada estas explicaciones tan aclaratorias que haces de las distintas escenas.
Un placer leerte.
Besos
Sin romper la mágica aventura, por ser demasiado analítico diré que es la mejor manera de plasmar el maravilloso mundo de Alonso Quijano. Donde entra en una dimensión y espacios insospechados por los sentidos físicos. Él, entra en una cueva conocida como la cueva de montesinos; y casualmente Alonso Quijano: Don Quijote; se golpea en la cabeza y permanece cinco minutos dormido en las entrañas de dicha cueva. Lo curioso es que al regresar tirado por Sancho Panza que sujetaba la cuerda, Don Quijote aparece con las barbas largas de más de una semana. Hay un mundo oculto y quien lo conoce es verdaderamente realista. Yo lo muestro esa otra realidad más detallada aquí: UNIVERSO PARTICIPATIVO 22
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