En esta lectura, hemos hablado, y mucho, de Dulcinea. Es curioso todo lo que puede llegar a interesar un personaje ausente. Dulcinea, inicialmente, era la construcción literaria necesaria para completar el personaje del caballero andante que fabrica el hidalgo manchego. Según lo que ha leído en sus libros, no puede haber caballero sin dama a la que ame a la manera del amor cortés.
En la Primera parte, cuando decide imitar a Amadís, don Alonso puede a su personaje y tiene un momento de debilidad al confesar a Sancho quién está detrás de Dulcinea: se trata de Aldonza Lorenza, moza de un pueblo vecino. ¿Esperanzas del viejo hidalgo? Esta caída hacia la realidad desmonta toda la construcción amorosa caballeresca de don Quijote y muestra su lado más humano y frágil a Sancho que éste usa para describirla tal y como debía ser Aldonza. Al pobre don Quijote le cuesta mucho transponer esa descripción al mundo ideal para poner las cosas en el sitio en el que creen deben estar.
Pero en la Segunda parte, mientras que Dulcinea es necesaria para la novela, Aldonza no. Y de ella se olvidan intencionadamente ambos personajes en un juego que despista al lector y que ha provocado páginas de los especialistas cuando la solución es más sencilla de lo que parece. Ambos necesitan olvidarse de la moza real porque ambos tienen cosas que ocultar: don Quijote no puede mostrar más ese lado humano porque significaría el final de su aventura -estaríamos ante otra novela, no la que quiso escribir Cervantes-; Sancho porque provocaría que su amo se enterara de la verdad, lo que también supondría el final de la aventura. Recordemos cómo protesta ante la posibilidad de que en el libro del que ha dado noticias Sansón Carrasco se contara la historia tal y como sucedió.
No. Cervantes ha decidido no profundizar en ese aspecto de Dulcinea porque quiere que su novela se prolongue hacia aspectos externos a la parodia caballeresca: no quiere que la narración se limite por ese lado, sino que se amplíe al contrastarla con la realidad de la España de principios del siglo XVII.
De ahí que El Toboso se convierta en un laberinto nocturno imposible de recorrer por ambos personajes: deben abandonarlo cuanto antes. Queda así El Toboso como una piedra de toque para lanzar hacia adelante el relato. Y Dulcinea encantada para el resto de la novela, porque ambos personajes tendrán muy en cuenta lo que ha pasado aquí en lo que queda. Y sufrirán las consecuencias.
El personaje de Dulcinea ha llamado la atención tanto, que ha provocado textos en los que se la hace aparecer con logros muy dispares, casi siempre malos. Sin embargo, os propongo la lectura de un breve texto de Azorín, que escribió mucho sobre Cervantes y que tiene un pequeño tesoro recorriendo la ruta del Quijote, y que no os decepcionará.
Retrato playero con Quijote
Desplazados al paraíso es un blog recomendable que respira la vitalidad de su autora, Pilar, quien participa en nuestra lectura desde el inicio, como recordaréis, puesto que es una de las más antiguas comentaristas de La Acequia. Ahora está de vacaciones y disfruta con la lectura del Quijote en la playa. Y desde allí, como muestra, nos envía esta imagen. ¡Gracias, Pilar!
Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.
También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.
Noticias de nuestra lectura
Problemas con la conexión a Internet me han impedido completar la información de esta semana: prometo cumplir con los que quedan el próximo lunes. Os pido disculpas.
La afición al Quijote es tan peligrosa que incluso cuando se sale de viaje, no se puede uno despegar de ella: comprobadlo en el relato de Mosca cojonera, que se ha ido a Francia.
Abejita nos regala otra imagen de objeto quijotesco: se trata de un marcapáginas que necesita opinión, podéis darla en su entrada.
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Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.
22 comentarios:
no te preocupes por lo de la conexion Pedro... es el pan nuestro de cada dia, cuando no es a unos es a otros, es la forma que tienen las compañías de adsl de torturarnos jejejeje.
Seguimos atentos a las noticias y a la lectura.
UN ABRAZO
Tu entrada sobre Dulcinea es de antología,la atrapo, con el Control más C, para leerla despacito La verdad es que, desde que leí el Quijote entero por primera vez,me sorprende esa falta de coordinación entre la Dulcinea de la primera y la Dulcinea de la segunda. la de la primera es una mujer real, aunque poco. La de la segunda es una mujer imaginaria y el mismo don Quijote quiere que sea así.No le interesa la Aldonza que grita desde el campanario.Gracias por aclararme el tema.
El libro de Azorín que citas es uno de los libros que siempre tengo cerca del Quijote.Ese texto que has elegido es bellísimo, es para saborearlo despacito..Me temo que poca gente se acuerda de José Martínez Ruiz.Murió en 1967, lo recuerdo porque una maestra, en la escuela, nos habló mucho de él , con motivo de su fallecimiento. Solo tenía diez años pero me transmitió que aquel viejecito que acababa de morir era importante.Pueden mucho las palabras de un buen maestro...
Gracias por seguir mis comentarios y mis entradas.El de esta semana me divirtió mucho, el de los cuatro burros...
Este Internet...
Un abrazo para ti y los que pasan por aquí.
Muchos y apasionantes enlaces nos has dejado, este de Azorín, lo confieso, inédito para mí,Pedro...
Lo he saboreado todo.. y me tumbé un ratito al lado de Pilar..
Beso Dulc(in)e(a)...
Voy a leer tus enlaces con calma. Creo que nuestro Quijo se ha quedado encantado de quitarse el peso de Dulcinea de encima... Cervan bordó el capítulo para dejarla en un nebuloso ser etéreo y fantasmagórico que solo exista en la mente calenturienta (¡hasta cierto punto!) de nuestro caballero de la triste figura. (Para que al final Dulcinea se quedase en estatua parecida a Susan Sarandon en Toledo...)Ay, Jesús, Jesús... Besotes, M.
Me ha encantado tu razonamiento, e invitación para ese blog de tu compañera lectora. Me embarqué en la lectura por quinta vez, ahora estoy llegando a la venta.
buenos enlaces.
¿Y no es así el amor como Dulcinea? Primero se idealiza y luego la realidad nos supera a todos.
Me encantó el retrato de Pilar.
Leeré el enlace que nos recomiendas.
Pedro, muy buena tu explicación. Nietzche dice que cuando amamos juntamos todas las mejores propiedades de las cosas mas maravillosas y perfectas que consideramos en el mundo, y como estas son similares con el objeto es considerado como esa cosa maravillosa, ese algo perfecto.???
Que valiente Pilar,hermoso retrato.
Besitos.Silvi.
Ah, ¡estupenda la foto de DESPLAZADOS! Tan ricamente ahí en la playa leyendo a nuestro Quijo... Besotes, M.
He leido el breve texto de Azorín y me ha gustado muchísimo pero he quedado perpleja con eso de que metían "hierro dulce" en una tinaja para ¿"con el aceite sacar agua"? ¿Alguien me lo puede explicar? ¿ABEJITA? (ya que tu debes de estar disfrutando por esos mundos de dios...). Besotes de nuevo, M.
Pues yo, recièn acabo de leer el texto de Azorìn, igual que Merche.
E, igual que ella, me pregunto que para què serìa lo de meter el hierro dulce en la tinaja con agua.
A no ser que pensaran, que el agua tomaba àtomos de Fe, y ello podrìa ser bueno para tratar la anemia.
¡Estos antiguos tenían unas manías!.
Me gusta en el texto de Azorín cómo juega con la blancura de las manos de dulcinea y las azucenas:
ella tan alta, tan cimbreante...
me recordó a la Beatriz Viterbo de El Aleph de Borges, quien tenía "una graciosa torpeza" (si el oxímoron es tolerable).
Buenos y calentitos días sureños.
Manolo Tucci seguro que está todo fresquito viendo las carreras de caballos en la playa Sanluqueña....NO HAY DERECHO
Sí, Merche, creo que es lo que dice Antonio, Metían la barra de hierro en agua para volverla ferruginosa. No tengo conocimientos médicos y no sé si eso servía para algo, si el organismo absorbía ese Fe de la barra.
Las mujeres en el pasado combatían la anemia ferropénica metiendo clavos en agua y cosas por el estilo.Había también balnearios de agua ferruginosa, para las privilegiadas. Hoy se toman comprimidos para compensar la falta de hierro, sobre todo en edad fértil, las pérdidas de sangre...Aldonza estaba pálida y anémica.
Hace calor, incluso en Burgos.
Un abrazo ferruginoso
ABEJITA Y ANTONIO AGUILERA, gracias a los dos por vuestras explicaciones. Tiene su lógica pero lo que más me llamó la atención es lo del hierro "dulce". Tambien es interesante saber como los antiguos se arreglaban para curarse todo con hierros como en este caso, y plantas medicinales. Hoy en dia estamos atiborrados a pastillas (bueno, yo no porque solo tomo aspirinas cuando es absolutamente necesario) y muchos van muy majaras.
Hablando de las carreras de Sanlucar, la foto que ha salido en "El País" de hoy me ha parecido igualita a la que posteo nuestro TUCCI en su blog. Curioso ¿no creeis? Besotes, M.
Un afectuoso saludo.
Dulcinea II.
Epitafio que define a Dulcinea:
Reposa aquí Dulcinea;
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza
la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea,
y tuvo asomos de dama;
del gran quijote fue llama
y fue gloria de su aldea.
Capítulo LII - 1ª parte
Un abrazo a todos
¡Hola! Es una excelente
recomendación. Muy bonita y
original la iniciativa de las fotos.
Saludos.
Ideal, ideal... irreal y estúpido, al paso del tiempo...es el amor psss
Leí que cocinar los alimentos en sartén de hierro es un método eficaz para conseguir un aporte de este mineral... no sé.
Besitos, profe ;D
Hola Amigos!!!!!
Siempre genial, Pedro. Una delicia estas entradas. Espero que puedas disfrutar de las vacaciones. Un abrazo.
He leído el texto de Azorín-¡Qué voy a decir, me ha transportado a mi tierra -.
He buscado referente a los clavos y llego a la conclusión que era; un ritual para combatir supersticiones, y una creencia curativa.
" Con ayuda de los clavos se puede hacer también un encantamiento amoroso. Para lograr el amor de una persona, hay que derramar en el vestíbulo de su casa un frasco de aceite en el que haya metido un puñado de sal y tres clavos de hierro atados con un hilo de seda. Si la persona pisa los clavos al entrar, se obtendrá el resultado deseado.
Los clavos eran muy empleados para curar enfermedades y mitigar dolores. Se escribían en un papel el mal que se padecía, se pasaba la nota por la parte del cuerpo afectada y con unos clavos se fijaba a una pared o a un tronco de árbol. Con esta operación se traspasaba el mal del enfermo al papel y del papel, al ladrillo o a la madera.
¡KETY! ¡¿echar un frasco de aceite con clavos y sal en el vestíbulo?! Seguro que el amado aparte de clavarse los clavos y no poder andar, se resbalaba y se quedaba K.O., así sí estaría completamente a la merced de su amada. Seguro que eso funcionaba, sí...
La otra función de los clavos para traspasar enfermedades a otros objetos me ha parecido muy curioso. ¡Lo que se aprende en La Acequia, recórcholis! Besotes, M.
soy un "desidioso" que se ha dejado vencer por la saga Millenium
he dejado pasar demasiado tiempo por loq ue pido disculpas
saludos
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