De este capítulo siempre han interesado dos cosas: en primer lugar, el retrato verídico del mundo de la farándula; en segundo, su significado en la evolución del relato.
Son varias las obras de la época en la que se refleja cómo eran las compañías de cómicos y diferentes circunstancias de su vida. Pero Cervantes va más allá: funde de tal manera ese retrato con la historia del Quijote que en ningún momento parece digresión innecesaria o meramente curiosa.
En efecto, todo lo que se cuenta en este capítulo sobre este grupo de actores corresponde con la realidad de la época y demuestra lo bien que conocía este mundo Cervantes: existió un autor de comedias -así se llamaba al director de la compañía que solía ser también empresario y primer actor- llamado Angulo el Malo; hubo un auto sacramental titulado Las Cortes de la Muerte; era habitual que las compañías montaran los autos representados en las capitales en el Corpus, en los días posteriores, en otras localidades; la carreta de la Muerte aquí descrita era la usada por las compañías para trasladarse y servía también como escenario; los personajes y sus vestimentas son las que corresponden a este tipo de obras; lo que cuenta Sancho sobre la inmunidad de ciertos comediantes (especialmente algunas actrices) privilegiados por sus contactos, también, a pesar de la proverbial mala fama que tenían, etc. Todo ello ha sido bien documentado por los estudiosos.
Pero mal uso hubiera hecho de esta aventura Cervantes si se contentara con una pintura costumbrista. Lo que llama la atención es cómo juega en espejo y profundiza la temática de la obra. En efecto: un loco literario (don Quijote) se encuentra con la representación literaria de un loco (el bojiganga o moharracho) en el mismo plano de realidad que, como sucede en la pantomima teatral, parodia su caída de Rocinante cayéndose a propósito del asno de Sancho.
Don Quijote lleva muchas jornadas jugando a representar la fantasía caballeresca en un mundo que no la comprende y lo hace de forma desinteresada y ahora se encuentra con un grupo de cómicos que representan otra fantasía literaria -la de la Danza de la Muerte en la forma alegórica del auto sacramental- pero para ganarse la vida divirtiendo. Ambos grupos -el primero don Quijote y Sancho, el segundo los actores de la compañía-, con evidentes señales de su origen carnavalesco y popular, van disfrazados por los caminos, aunque con destinos diferentes: se han cruzado apenas un momento, pero en ese cruce surge por contraste entre ambos grupos un impacto en don Quijote y también en la mente del lector: uno sale de este capítulo con cierta melancolía, provocada sin duda por la extraña sensación de aquel carro de la Muerte. La alegoría del auto sacramental se traslada directamente al Quijote y viene a ponernos sobre aviso de que esta salida primaveral no tendrá un final complaciente. Más aún después de que en el capítulo anterior don Quijote haya quedado perplejo y tan meditativo que suelta las riendas de Rocinante: todo es ya ficción y parece que la realidad sólo puede percibirse a través de la literatura.
Por otra parte, la aventura, que ha comenzado con Sancho intentando consolar a su amo de la aflicción provocada por su mentira, incide en lo que hemos visto en ella: don Quijote ya no construye una realidad fantástica. En efecto, los ojos del caballero no le engañan: ve un Demonio, la Muerte, un Emperador, etc., porque así van vestidos los comediantes -este juego de apariencias es muy barroco- pero no duda en creer su versión cuando se identifican, porque insiste en aceptar la explicación racional de las cosas. El mundo ya es, en sí mismo, apariencia de realidad (mejor, de perspectivas de realidad, porque son varias las posibles) sin necesidad de ser trasformado: es uno de los cambios sustanciales con respecto a la Primera parte.
Son varias las obras de la época en la que se refleja cómo eran las compañías de cómicos y diferentes circunstancias de su vida. Pero Cervantes va más allá: funde de tal manera ese retrato con la historia del Quijote que en ningún momento parece digresión innecesaria o meramente curiosa.
En efecto, todo lo que se cuenta en este capítulo sobre este grupo de actores corresponde con la realidad de la época y demuestra lo bien que conocía este mundo Cervantes: existió un autor de comedias -así se llamaba al director de la compañía que solía ser también empresario y primer actor- llamado Angulo el Malo; hubo un auto sacramental titulado Las Cortes de la Muerte; era habitual que las compañías montaran los autos representados en las capitales en el Corpus, en los días posteriores, en otras localidades; la carreta de la Muerte aquí descrita era la usada por las compañías para trasladarse y servía también como escenario; los personajes y sus vestimentas son las que corresponden a este tipo de obras; lo que cuenta Sancho sobre la inmunidad de ciertos comediantes (especialmente algunas actrices) privilegiados por sus contactos, también, a pesar de la proverbial mala fama que tenían, etc. Todo ello ha sido bien documentado por los estudiosos.
Pero mal uso hubiera hecho de esta aventura Cervantes si se contentara con una pintura costumbrista. Lo que llama la atención es cómo juega en espejo y profundiza la temática de la obra. En efecto: un loco literario (don Quijote) se encuentra con la representación literaria de un loco (el bojiganga o moharracho) en el mismo plano de realidad que, como sucede en la pantomima teatral, parodia su caída de Rocinante cayéndose a propósito del asno de Sancho.
Don Quijote lleva muchas jornadas jugando a representar la fantasía caballeresca en un mundo que no la comprende y lo hace de forma desinteresada y ahora se encuentra con un grupo de cómicos que representan otra fantasía literaria -la de la Danza de la Muerte en la forma alegórica del auto sacramental- pero para ganarse la vida divirtiendo. Ambos grupos -el primero don Quijote y Sancho, el segundo los actores de la compañía-, con evidentes señales de su origen carnavalesco y popular, van disfrazados por los caminos, aunque con destinos diferentes: se han cruzado apenas un momento, pero en ese cruce surge por contraste entre ambos grupos un impacto en don Quijote y también en la mente del lector: uno sale de este capítulo con cierta melancolía, provocada sin duda por la extraña sensación de aquel carro de la Muerte. La alegoría del auto sacramental se traslada directamente al Quijote y viene a ponernos sobre aviso de que esta salida primaveral no tendrá un final complaciente. Más aún después de que en el capítulo anterior don Quijote haya quedado perplejo y tan meditativo que suelta las riendas de Rocinante: todo es ya ficción y parece que la realidad sólo puede percibirse a través de la literatura.
Por otra parte, la aventura, que ha comenzado con Sancho intentando consolar a su amo de la aflicción provocada por su mentira, incide en lo que hemos visto en ella: don Quijote ya no construye una realidad fantástica. En efecto, los ojos del caballero no le engañan: ve un Demonio, la Muerte, un Emperador, etc., porque así van vestidos los comediantes -este juego de apariencias es muy barroco- pero no duda en creer su versión cuando se identifican, porque insiste en aceptar la explicación racional de las cosas. El mundo ya es, en sí mismo, apariencia de realidad (mejor, de perspectivas de realidad, porque son varias las posibles) sin necesidad de ser trasformado: es uno de los cambios sustanciales con respecto a la Primera parte.
La resolución, que parte de motivos ya presentados en la Primera parte, no puede ser otra: don Quijote no acomete a los comediantes por no ser caballeros y Sancho se ha prometido a sí mismo no volver a sufrir los golpes de otras veces. Además, la Muerte siempre vence. Y dicen que iguala.
Veremos por dónde nos lleva el capítulo XII el próximo jueves.
Veremos por dónde nos lleva el capítulo XII el próximo jueves.
32 comentarios:
Es sorprendente constatar que los "bolos" de entonces se asemejan a los de ahora.. en poco espacio de tiempo tienen que representar su espectáculo en un lugar luego de otro y para no demorarse siguen con los disfraces puestos.. Y sí, nuestro Quijote ve lo que ve, la realidad.. Cervantes con ello nos da una información de primera pluma de que tipo de reprentación y personajes eran los que se acostumbraba en aquel entonces...
El jumento de Sancho por otra parte ha estado a punto de desaparecer una segunda vez,pero por suerte rapidamente volvió a la querencia, ahorrando a C. otra explicación y justificación como la que nos tuvo en vilo en la primera parte..
Besos, Pedro, muchos..
Siempre me gusta enormemente leer tus analisis, amigo Pedro, y este,en especial, me ha deleitado enormemente. Dices: "El mundo ya es, en sí mismo, apariencia de realidad (mejor, de perspectivas de realidad, porque son varias las posibles) sin necesidad de ser trasformado: es uno de los cambios sustanciales con respecto a la Primera parte."
Me ha encantado leer esto. Yo siempre lo habia pensado y sentido asi, pero contigo he encontrado las palabras exactas. Me ha encantado leer tu analisis, extraordinario como siempre.
Un abrazo.
Donde se cuenta donde Cervantes rizó el rizo de la realidad.
Mejor análisis imposible.
¡Qué foto más curiosa! A continuación mi rollo sobre este capítulo. ¡Ah! excelente tu análisis. Besotes, M.
Curiosa la coherente reacción de sancho en todo el capitulo. De los mas equilibrados en el conjunto de sus palabras. Todo lo contrario de Don Quijote, quien parece estar mas cansado que de costumbre y se deja influenciar por los "sabios" consejos de Sancho.
Excelente el retrato que hace Cervantes de los cómicos. Como soberbio tu análisis de la misma circunstancia.
Un fuerte abrazo.
(He de ponerme al día con el resto de lo que has publicado en Agosto.)
CAPITULO XI
Tenemos a nuestro Quijo muy pensativo de “la mala burla que le habían hecho los encantadores...” trocando a su bellísima Dulcinea en vulgar aldeana. Tan ensimismado iba que soltó las riendas de Roci y éste se lo pasó pipa porque “a cada paso se detenía a pacer la verde yerba” que abundaba por esos lares.
Sancho le devolvió a la tierra diciéndole “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias” (¡qué buena frase!). Le sigue diciendo que es más importante la salud que todas las Dulcineas del mundo. Quijo le manda callar y que no diga más blasfemias “contra aquella encantada señora” que solo él es culpable de su desgracia y desventura y (vuelve la ENVIDIA) “de la envidia que me tienen los malos ha nacido su mala andanza”.
Menos mal que solo Sancho pudo ver su hermosura porque “contra mi solo y contra mis ojos se endereza la fuerza de su veneno.” Luego le increpa a Sancho que dijera que tenía “los ojos de perlas” que esos “antes son de besugo que de dama”. Los de ella serían verdes esmeraldas y las perlas serían sus dientes. “Todo puede ser—respondió Sancho—porque tambien me turbó a mí su hermosura como a vuesa merced su fealdad”. Que deje todo en manos de Dios que sólo “Él es sabidor de las cosas que han de suceder en este valle de lágrimas, en este mal mundo que tenemos, donde apenas se halla cosa que esté sin mezcla de maldad, embuste y bellaquería” (¡qué actual!) Luego le preocupa que a dónde van a enviar a los caballeros y gigantes que venza nuestro Quijo a buscar a Dulcinea, les ve andar “por el Toboso hechos unos bausanes...” buscándola y no la reconoceran. Claro que igual ellos sí pueden ver su hermosura dice Quijo. Les pedirá que “vuelvan a darme relación”.
Sancho asiente, esperarán y dejarán que el tiempo “haga de las suyas, que él es el mejor médico de éstas y otras mayores enfermedades”. Quijo le quiere responder pero en éstas aparece una carreta “cargada de los más diversos y extraños personajes y figuras...” “el carretero era un feo demonio...” luego Quijo ve a la mismísima Muerte “con rostro humano” a un “ángel” un “emperador” a “Cupido” “un caballero armado de punta en blanco” y otros personajes. Ésto “alborotó a don Quijote y puso miedo en el corazón de Sancho...” aunque luego Quijo se alegró porque le daba la oportunidad de otra nueva y peligrosa aventura. Pero todo su gozo en un pozo porque resultaron ser unos titiriteros que acababan de actuar en el auto de “Las Cortes de la Muerte” que habían representado en un pueblo y ahora iban a representarla en otro pueblo por eso llevaban los disfraces puestos.
Nuestro Quijo les da la bendición y les dice que sigan su camino. Que cuenten con él si lo necesitan para cualquier menester. “Estando en estas pláticas...” aparece uno de la compañía “que venía vestido de bojiganga” (¿?) “con muchos cascabeles y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas”. El mamarracho se acercó a don Quijo y “comenzó a esgrimirel palo y a sacudir el suelo con las vejigas y a dar grandes saltos, sonando los cascabeles...” Claro, ésto asustó a Roci quien salió disparado sin poder pararle nuestro Quijo. “...tomando el freno entre los dientes dio a correr por el campo con más ligereza que jamás prometieron los huesos de su notomía”. Resultado: Quijo al suelo, magullado como siempre.
Sancho se apresuró a socorrerle cuando de repente el mamarracho saltó sobre el rucio que tambien asustado con tanto ruido “...le hizo volar por la campaña hacia el lugar donde iban a hacer la fiesta”. Sancho no sabe si socorrer a su asno o a su amo. “Como buen escudero y buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento”. Quijo se entera y quiere ir a su encuentro para vengarse “yo lo cobraré” y con las mulas de la carreta que van despacio “satisfaré la pérdida del rucio”.
Sancho le desaconseja porque con la gente de la farándula no hay nada que hacer. Ellos siempre tienen las de ganar “nunca se tome con farsantes, que es gente favorecida”. Quijo no le hace caso, por supuesto. Les grita “deteneos, esperad, turba alegre y regocijada...” “Tan altos eran los gritos de don Quijote, que los oyeron y entendieron los de la carreta...” Entonces, saltó la Muerte, el Emperador, Cupido, el Diablo carretero, el Ángel, la Reina y todos los personajes. Se parapetaron detrás llenas sus manos de guijarros. Mismo así nuestro Quijo les hizo frente. Sancho trata de disuadirle que ellos son más y él nunca podrá salir vencedor además aunque haya Emperador y Reina no hay caballero andante.
“Ahora sí—dijo don Quijote—has dado, Sancho, en el punto que puede y debe mudarme de mi ya determinado intento.” Le dice que le toca a él, Sancho, tomar venganza de su rucio y “te ayudaré con voces y advertimientos saludables”.
Sancho pasa de todo porque “no es de buenos cristianos tomarla de los agravios” y el quiere vivir el resto de sus dias en paz. Quijo está de acuerdo y le lanza unas flores “Sancho bueno, Sancho discreto, Sancho cristiano, Sancho sincero” (yo aún creo que hay MUCHO de amor en esta relación...).
“Volvió las riendas luego, Sancho fue a tomar su rucio, la Muerte con todo su escuadrón volante volvieron a su carreta y prosiguieron su viaje...”
Seguiremos con el XII. Besotes, M.
Veo que La Acequia prosigue con esta lectura que esta dejando una huella en este mundo de los blogs.
Retornando.
Saludos.
Mucho ha cambiado nuestro amigo Quijote, desde luego a mí me llamó mucho la atención que el protagonista no viera seres fantásticos en los actores; y por otro lado ver a Sancho que prefiere no tomar venganza contra los actores por ser de mal cristiano el tomar venganza de los agravios, dice mucho de lo aprendido por éste.
Muy diferentes son los protagonistas en esta segunda parte. En mi primera lectura, hace unos años, no percibí este hecho de tal forma.
Un saludo Pedro
CAPÍTULO 2.11
Tras el fiasco de toda una noche siguiendo el rastro de una esquiva Dulcinea, la fingida ida y vuelta de S al Toboso y el episodio de las tres labradoras, C nos presenta a un S preocupado, cumpliendo con su labor de amigo y compañero. Gran diferencia con el S interesado que conocíamos o tal vez, más interesado que nunca, porque ve peligrar la posibilidad de medrar o recibir los tres potrillos que su amo le acaba de prometer. Tan alicaído ve a DQ, que ni siquiera tiene fuerzas para llevar a Rocinante de las riendas. Un hidalgo profundamente decepcionado por no haber cumplido las expectativas de recibir la bendición de su amada, pero que progresivamente va cogiendo aire, haciendo caso de los consejos de su escudero.
Los encantadores que habían hundido en la miseria a DQ hasta el punto de hacerle exclamar "soy el más desdichado de los hombres" aparecen ahora como causantes del encantamiento de Dulcinea, a ojos de DQ, tan ensimismado como estaba en la búsqueda de un remedio. Al poner C en boca de DQ: "... tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño", está dando cancha a sus tribulaciones con relación a su amada, pues no olvidemos que la supuesta D no permitió que el Caballero Andante llegara a rozarle la mano en el episodio anterior. Asimismo, vemos entre líneas una de las pocas cosas que se nos revelan en la novela de un DQ joven, cuando dice de sí mismo : "...en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula".
Nos encontramos con una triple faceta de S en el capítulo: hace de psicólogo, levantando el ánimo del caballero; traumatólogo, componedor de huesos y magulladuras; amigo, ahorrándole una paliza más que segura cuando los contendientes son pocos contra muchos. Además comprobamos la fidelidad de S con su amo, que va más allá de su interés material al elegir ayudar a DQ a subir al caballo, en lugar de evitar un nuevo robo de su burro por el diablo de las vejigas hinchadas y cascabeles, si bien también es verdad que la buena acción obtuvo su recompensa gracias a que el asno regresó solo a la querencia.
También es interesante observar el protagonismo que C concede a Rocinante en el episodio. Primero, guiando una marcha lenta, que aprovecha para pastar, como consecuencia del alicaimiento de su jinete. Luego, dando con sus huesos en tierra, junto a DQ "ordinario fin y paradero de las lozanías de Rocinante y de sus atrevimientos" . Aterrizaje consecuencia de un espanto provocado por un diablo bailador con vejigas hinchadas, componente de una de las ocho compañías de teatro autorizadas a representar en los escenarios y que por allí caminaban, todavía vestidos en una carreta. Finalmente un DQ recuperado, que vuelve a coger las riendas de su vida y de la historia junto a las de Rocinante, continuando su camino con dirección a Zaragoza.
Por cierto Merche, deberías crear un espacio para tus resúmenes quijoteriles, ya que resultan amenos.
Un saludo.
Què tal Pedro y muchach@s de La Acequia?.
Dejo mi comentario, y deciros que espero que esta tarde venga Ojito con una sorprendente imagen para montar en mi revulsivo. Esperemos del buen hacer de Ojito....
CAP. (2) 11
“…porque desde muchacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula.”
No sólo Cervantes inaugura, con las aventuras de don Quijote, la forma de hacer novela moderna, sino que también es pionero en la redacción del libro de memorias: la frase anteriormente entrecomillada es buena muestra de ello. Porque, para escribir un real (no de monarca) libro de memorias, lo que hay que tener es, precisamente, buena memoria, como Cervantes la tiene. Sentiría algo de pudor el hombre, y por eso no tituló su libro.“Las aventuras de don Quijote y las desventuras de don Miguel, de La Mancha y cercanías”.
Una vez hecha las precisas observaciones sobre el I más D más I (este teclado carece del signo “más”), o sea, sobre Investigación, Desarrollo e Innovación literaria que Cervantes practicó con notable éxito, entraremos a saco con el cap. que nos ocupa.
Pues ahí que va don Quijote, todo pensativo y melancólico, sin fuerza moral para asumir la tomadura de pelo que le han hecho los encantadores: le han trocado su delicada y suave Dulcinea, por una labriega fea, carirredonda, chata…, y para más escarnio de su caballeresco espíritu, también halitosa y con verrugas germinadas (con pelambreras) como trompos en el labio, y en el equidistante que cubre la falda.
Sancho le dice a su Sr. que despabile, y que salga de ese Valle de Babia en el que mentalmente está inmerso, “comiendo gachas con los pastores”.
Y le recuerda que “las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”.
Cambiando de tercio, Sancho refiere a Sr., que cómo han de encontrar y reconocer los vencidos por su brazo a Dulcinea, para postrarse a sus pies y dar cuenta de la invencibilidad (que no imbecilidad, calificativo con numerosos pretendientes en este mundo) del brazo de marras y del amor que él le profesa: “¿adónde la ha de hallar este pobre gigante, o este pobre y mísero caballero vencido? Paréceme que los veo andar por El Toboso hechos unos bausanes, buscando a mi señora Dulcinea…”.
Don Quijote le da a su escudero una respuesta cabal, ante semejante contrariedad presentada: remitiría a los vencidos con una carta certificada con su correspondiente acuse de recibo, el cual debería de serle retornado por el derrotado con la original firma de la señora de sus sueños, que lo más seguro es que sea un manchurrón de la huella dactilar, por la pringue del torrezno que comía desaforadamente en aquel momento.
Resueltas estas menudencias, nuestra insigne pareja avista que le viene de frente por su mismo camino, pero en sentido contrario porque no es dirección única ni autovía aquella vía sin autos, una carreta cargada de cómicos, que a algún pueblo se dirigen para divertir a la gente. Y el resto de lo sucedido con los comediantes se puede leer en el cap (2) 11 del libro de don Quijote y don Miguel de La Mancha y cercanías, porque este revulsivo ya llega tarde a su curreloooooo
- Extraña frase: la tristeza no se hizo para las bestias, sino para los hombres, pero si las sufren demasiado se vuelven bestias.
- DQ sigue ensimismado con su imagen de dulcinea, si sus ojos son como perlas los tendrá como un besugo...así pues, baja las perlas a la boca y listo, riase usted de photoshop
- ¿Los encantamientos son percibido por todos y sólo por el encantado?
- La carreta de la muerte:. DQ ha cambiado, en una campesina sólo ve una campesina y en una carreta llena de personajes extraños, sólo un grupo de recitantes. Es obvio que está muy cercano al teatro.
- El bufón asusta a Rocinante que da con sus huesos en tierra y mientras roban el asno a S, el cual no sabe en que dirección correr, opta por socorrer a su amo por el amor que le profesa ¡Que morro! ¿Qué otra opción había? ¿Echar a correr como alma que lleva el diablo por el prado???
- DQ clama venganza y Sancho demuestra conocer bien sus resortes arguyendo que no puede luchar contra ellos porque no son caballeros. Ahora bien siempre hay una grieta por la que su razón se le escapa, debería ser Sancho quien vengue la afrenta. Por supuesto, este no está por la labor. así que aquí paz y después gloria.
¡Qué título más acertado! Por mucho que nos empeñemos en evitarla, ignorarla o en retrasarla, sigue con su labor sorda, llevándose a los aún vivos. A otros ya los llevó antes, ganándoles la partida en vida, es el consuelo que nos queda.
Magnífico comentario, lleno de significados y enseñanza de vida, que engrandecen aún más, si cabe, El Quijote.
y menos mal que es asi.... terrible sería que fuéramos inmortales.
Tu clase de este capítulo, extrordinaria, me has dejado muda.Gracias
pues ahora vamos allá con la lectura del capítulo...
y claro que sí, la Muerte siempre vence, no hay duda.
bicos,
ammmmmmmmmmmmmmm
hola-! como estas? mira solo pasaba a dejarte un besin enorme y nada espero que estes bien aunque medio borroso pero bien!
besines!
sauvignona!
:)
Capítulo XI del Quijote, segunda parte.
He dividido este capítulo en dos partes:
En la primera, que he titulado “Avive y despierte”, tenemos a un Sancho, psicólogo de pacotilla, que intenta sacar a su señor del abatimiento, tras la visión pollinesca de Dulcinea. Ay, Sancho, que provocaste la enfermedad y ahora quieres curarla.
En la segunda, auténtico homenaje de Cervantes al teatro ambulante, caballero y escudero tienen un encuentro con una carreta- escenario que transporta a los comediantes de una compañía teatral. La he titulado “Sopa de piedras”, título que da pistas cerca del desenlace de dicho encuentro.
“Avive y despierte”
Don Quijote está tan absorto en sus pensamientos que Rocinante va sin riendas y se da un atracón de jugosa hierba. ¡Ay, que tuvo delante a Dulcinea y no la pudo ver en su bellísimo ser! ¡Qué brinco dio la labradora de la carita redonda y la nariz chata! ¡Qué olor a ajos crudos!
Sus tristes pensamientos lo llevan fuera de sí. Recordemos que, en el capítulo anterior, rogaba a su escudero: “Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas”. En éste, Sancho parece contestar, con estas sabias y serenas palabras: “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”.
No, al buen Sancho no le conviene que su amo caiga en el pozo de la desesperación y le pide que “avive y despierte”, como el poeta Jorge Manrique lo hiciera con “el alma dormida”. Empieza a enfadarse, pero con cariño: “¿Qué diablos es esto?... ¿Estamos aquí, o en Francia?”Más tarde, el enojo sube de tono y el muy blasfemo manda al diablo a Dulcinea. La salud de su amo ante todo y… las tres crías prometidas que no vienen nada mal.
Antes se coge a un mentiroso que a un cojo y Sancho mete la pata con aquello de “quien la vido y la vee ahora”. Olvida que él no vio a la aldeana de la pollina sino a la bellísima princesa de la hacanea, con “la entereza cabal de su hermosura”. Don Quijote no se da cuenta del patinazo; mas sí recuerda a Sancho, puntillosamente, que describió equivocadamente su hermosura. Los ojos de su dama no pueden ser de perlas, parecería un besugo, sino de verdes esmeraldas. Las perlas para los dientes…
El escudero admite su equivocación en lo de los ojos y, de paso enmienda el gazapo anterior: es que le turbó tanta hermosura. Y con una socarronería increíble, sólo superada por la del bachiller Carrasco, expone a su señor la preocupación por esos pobrecitos gigantes o caballeros que, tras haber sido vencidos por su señor, busquen a Dulcinea en el Toboso, para presentarse ante ella. Tal vez anden alelados, recorriendo todo el pueblo, dando tumbos, como ellos mismos en aquella larga noche y, aunque la tengan delante de sus narices, no la conozcan.
Pero don Quijote se niega a creer lo que no quiere creer y responde que el encantamiento no afectará a los vencidos. Y lo comprobarán fácilmente, en lo que toca a su locura siempre posee recursos, por medio de uno solo de los derrotados que tendrá la obligación de presentarse ante la dama tobosina; pues se le ordenará que regrese después, para contar lo sucedido.
Tal vez, Sancho se esté riendo por dentro, sí seguro que alguno vuelve… pero manifiesta su conformidad con el “artificio”. Él va a lo que va: Dulcinea bien, ellos bien, alguna aventura que le permita ganar lo prometido y el tiempo dirá.
Un abrazo para todos de:
María Ángeles Merino
...Me quedo con esta frase.“Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”;y con esta respuesta "Mas vale la pena en el rostro, que la mancha en el corazón"…Prof. Excelente ponencia … Besitos.Silvi.
Sigue el comentario
"Sopa de arroyo"
Se les cruza una carreta, cuando don Quijote se dispone a contestar a Sancho. Va ocupada por los personajes habituales de un auto teatral barroco: un demonio, la Muerte, un ángel, un emperador, una reina, el dios Cupido y un caballero armado pero con plumas. Sancho se asusta; pero nuestro caballero andante, una vez pasada la primera impresión, se alegra de que se le presente una peligrosa aventura.
Muy decidido, se coloca delante y con voz de trueno, la de decir “non fuyades, cobardes y viles criaturas”, se dirige al cochero demonio y le insta a que se presenten tan singulares ocupantes. El demonio, actor principal y cochero, le informa de que son recitantes de una compañía de teatro. Acaban de representar un auto titulado “Las Cortes de la Muerte” en un pueblo cercano, con motivo de la octava del Corpus*. Han de representarla en otro pueblo, ese mismo día y, para ganar tiempo, no se han quitado los disfraces.
Hasta aquí todo como la seda; pero un comediante vestido de “bojiganga”, con cascabeles y vejigas hinchadas para pegar, espanta con sus gracias a Rocinante que corre más que una gacela, quién lo hubiera imaginado.
Caballo y caballero dan con sus endebles huesos en tierra, Sancho baja del rucio y el de la vejigas aprovecha para zurrar al pobre asno que “vuela” por el campo. ¡Ay, que ese mamarracho le está pegando en las ancas! ¿A quién atiende el escudero? ¿Al de dos patas o al de cuatro? Como buen criado, dará prioridad a su señor. Le ayuda a levantarse, informándole de la segunda desaparición del rucio que, esta vez, va a ser de muy poca duración. Si ha sido el Diablo, don Quijote declara estar dispuesto a buscarlo en los infiernos. Y reacciona, qué espabilado se ha vuelto este hidalgo, con gran sentido práctico: cogería las mulas de la carreta para compensar la pérdida del rucio.
Afortunadamente, el Diablo lo abandona y el animalillo vuelve con su amado amo. Don Quijote señala la conveniencia de castigar la mala acción del demonio cascabelero, en alguno de los de la carreta. Sancho no quiere tomarla con farsantes porque son, según él, gente estimada por todos y protegida por el poder. El caballero andante no está dispuesto a dejar sin castigo al demonio “farsante”, favorecido o no. Y se pone a dar voces, indicándoles que se detengan y se enteren de cómo hay que tratar a un burro andante.
Bajan todos los de la carreta, se aprovisionan de guijarros y amenazan con arrojárselos. Don Quijote piensa cómo acometerlos y menos mal que Sancho llega a tiempo para disuadirlo de la “asaz locura”: hacer frente a la “sopa de arroyo”. Muy sabiamente, le recuerda que no se puede ir contra un ejército donde esté la Muerte…¡y que ninguno es caballero andante! Ahora sí que ha dado en el blanco, no, no puede sacar espada contra los que no son caballeros andantes. Le toca al escudero…
Ni hablar, Sancho no quiere tomar venganza de nadie, desea vivir en paz. Don Quijote aprueba la decisión de su criado y le dedica elogiosas palabras. No faltarán mejores aventuras. La Muerte se retira con “todo su escuadrón volante”.De momento, que la Muerte vence siempre.
* Incongruencia cronológica: Si en la segunda salida don Quijote volvió a casa en septiembre, la tercera debió de suceder a mediados de octubre. Sin embargo, ahora están en junio ya que celebran la octava del Corpus.
Un abrazo a todos:
María Ángeles Merino
ALATRISTE ¡gracias! pero donde piensas que los puedo postear ¿en un nuevo blog? Ya esta bien que estén aqui ¿no crees? Me alegro de que los encuentres amenos. Son muy simples pero es cómo yo los leo. Gracias de nuevo, querido. Besotes, M.
si no te das cuenta de la muerte es valido?
Pedro:buscando en Internet lo de las incongruencias cronológicas del Quijote, encontré en CVC una página que pone fecha a cada capítulo del Quijote.
http://cvc.cervantes.es/obref/quijote_america/colombia/bateman.htm
Se titula "El Quijote en Colombia", Las jornadas de don Quijote,Alfredo D. Bateman.
Me gustaría que me dieras tu opinión.
Un abrazo
Merche podrías abrir una etiqueta dentro de tu blog con los comentarios a los capítulos, de la misma forma que yo los tengo en el mio.
De todas formas aquí siempre serán leídos por todos.
UN saludo ;D
Tienes razón: la muerte siempre vence...
Una feliz semana, Pedrinho!
Pedro y cia :D
Me han borrado la página de facebook. Te mandé invitación hace un rato. Tuve que cambiar msn y perfil.
Besitos!
la muerte siempre vence...la muerte es lo único real que tenemos cuando llegamos a este mundo, es quien nos acompaña , porque todo momento tiene su muerte y toda emoción también, así como cada cosa y cada creatura, todos morimos diariamente , pero sólo la última es la que nos devuelve al principio.
un besito profe...desde mi lado oscuro lunar le dejo un saludito
muchas gracias por dejar su huella:=)
ALATRISTE, veré lo que puedo hacer con eso del enlace. Le preguntaré a uno de mis nietos que ahora está por aquí... Besotes, M.
Me gustaría que me contaras quién te ha contado la frase final de tu penúltimo párrafo, por si me concede una entrevista.
Tengo subrayadas tantas líneas, que bien merece el capítulo entero un puesto de honor.
Resalto el razonamiento descriptivo con el que Sancho desmonta a Quijote "Asaz de locura..."
la contestación de Quijote, en la línea de siempre que a mí tanta gracia me hace:
"A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la venganza del agravio que a tu rucio se le ha hecho, que yo desde aquí te ayudaré con voces y advertimientos saludables"
Destaca la subida en el discurso de Sancho y me despido con la frase entresacada que mejor se acopla a mi perfil:
..."como soy demonio, todo se me alcanza"... :D
Es verdad, a mí este capítulo me ha dejado cierto poso de melancolía.
Un saludo.
Ese análisis que has hecho sobre el mundo de la farándula de la época me ha gustado mucho. Ayuda a ver cómo era su día a día.
Sancho vuelve a estar que se sobra, en esta ocasión poniendo ese punto juicioso en varias ocasiones y consiguiendo convencer a su amo de deponer ciertas actitudes.
...es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño.
Esta frase de DQ es para tenerla siempre presente y no juzgar las situaciones o a la gente por su apariencia.
Besos
Publicar un comentario