jueves, 30 de julio de 2009

Dos noches y dos días en el camino, una mentira que se enreda y un diálogo sobre la fama (Cap. 2.8).


Que algo ha cambiado en el mes de reposo de don Quijote y diez años de escritura, queda muy claro en este capítulo. En primer lugar, nuestros protagonistas salen al mundo sin huir de la aldea: todos aceptan que no se puede detener la fantasía del hidalgo. Pero hay algo más: el sosiego con el que andan ambos por los caminos (a pesar de que en la Primera parte se nos había comentado la proximidad de la aldea de don Quijote y el Toboso de Dulcinea tardan dos días y dos noches en llegar) y el diálogo que centra el camino: este diálogo tiene ya una dimensión espacio-temporal que es, en sí misma, una aventura que el lector debe paladear lentamente para poder apreciarla. Todo indica que hay un giro narrativo producto de que ya no necesita presentar al público a los protagonistas ni a ellos entre sí y de que el plan de la obra ha cambiado con respecto al primer volumen, como iremos viendo. Todos los que estamos en la novela (narrador, personajes, lectores) nos conocemos: y esto, que ahogaría muchas novelas, es materia narrativa de primera para Cervantes.

Comienza el capítulo con la alegría manifestada por Hamete Benengeli por la tercera salida de don Quijote y Sancho, anunciando aventuras aun más interesantes que las vividas en las dos anteriores. No quiere Cervantes que olvidemos todo el complejo entramado de autoría y ficción sobre la figura del narrador que vertebra la apuesta teórica del libro.

Los protagonistas distraen el camino hablando, a partir de la consciencia que tiene Sancho de ser personaje de libro y famoso, sobre la envidia y la fama. El tema de la fama es uno de los más cultivados por la literatura hasta ese momento, pero nunca con las modulaciones que aquí le imprime Cervantes: como sabemos, siempre que aborda una materia, la cambia desde dentro para buscar matices diferentes, parodiándola e incluso negándola. Es lo que sucede aquí. Sancho, que teme se le descubra la mentira sobre su embajada a Dulcinea (recordemos que no entregó la carta que le remitía don Quijote), piensa que la verdad debe estar escrita en el libro del que ha dado noticias Sansón Carrasco. Por eso, quiere desmentirlo a la vez que se define a sí mismo en una pirueta narrativa muy ingeniosa de Cervantes, que consigue que uno de los personajes se caracterice cuestionando el libro al que pertenece y que no ha leído:

-Eso es lo que yo digo también -respondió Sancho-, y pienso que en esa leyenda o historia que nos dijo el bachiller Carrasco que de nosotros había visto debe de andar mi honra a coche acá, cinchado, y, como dicen, al estricote, aquí y allí, barriendo las calles. Pues, a fe de bueno, que no he dicho yo mal de ningún encantador, ni tengo tantos bienes que pueda ser envidiado; bien es verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco, pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mía, siempre natural y nunca artificiosa. Y cuando otra cosa no tuviese sino el creer, como siempre creo, firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la Santa Iglesia Católica Romana, y el ser enemigo mortal, como lo soy, de los judíos, debían los historiadores tener misericordia de mí y tratarme bien en sus escritos. Pero digan lo que quisieren; que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; aunque, por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren.

A partir de ahí, don Quijote y Sancho dialogan sobre la fama y las locuras a las que lleva. Sancho deriva el tema hacia un debate, que reelabora alguno de los que se han tenido en la Primera parte y un viejo género medieval, sobre si es más importante la fama del santo que la del caballero. Como no puede ser de otra manera, el mismo don Quijote sentencia, según los códigos del momento, que es más grande la fama del santo, por lo que Sancho concluye que deberían hacerse santos en vez de caballeros andantes, a lo que don Quijote contesta que cada uno tiene su camino.

Pero este diálogo sobre la fama y la santidad tiene una intención más profunda. Cervantes deja que Sancho -el hombre que representa la cultura popular- mencione aspectos propios de la religiosidad más fanática en el culto a los santos y sus reliquias:

-Pues esta fama, estas gracias, estas prerrogativas, como llaman a esto -respondió Sancho-, tienen los cuerpos y las reliquias de los santos que, con aprobación y licencia de nuestra santa madre Iglesia, tienen lámparas, velas, mortajas, muletas, pinturas, cabelleras, ojos, piernas, con que aumentan la devoción y engrandecen su cristiana fama. Los cuerpos de los santos o sus reliquias llevan los reyes sobre sus hombros, besan los pedazos de sus huesos, adornan y enriquecen con ellos sus oratorios y sus más preciados altares...

Hay un evidente propósito de crítica al contrario en Cervantes: al alabar, aparentemente, la fama de los santos, critica la manifestación más externa de la religiosidad católica. Una huella del erasmismo del que ya hemos hablado en otras ocasiones en esta lectura bien manejada para que la censura no pueda eliminarla.

El capítulo se cierra con un problema para Sancho. Se tiene que enfrentar a las consecuencias de su mentira sobre la carta de la Primera parte. Don Quijote quiere ir al Toboso a despedirse de Dulcinea y Sancho teme, con razón, que se descubra que no la entregó. Además, don Quijote ha decidido que se olvide la asociación de Dulcinea con Aldonza: sin duda, se ha arrepentido de las consecuencias que tuvo su debilidad al confesar el verdadero nombre de su amada. Como ambos tienen cosas que ocultar, la historia de Dulcinea no hará más que enredarse y será uno de los hilos conductores de toda la Segunda parte. Un ejemplo de cómo tratar un personaje ausente. Lo veremos en el capítulo IX el próximo jueves.

26 comentarios:

pancho dijo...

CAPÍTULO 2.8

Pocas veces como ahora se había mostrado C tan explícito con el tiempo narrativo que abarca un capítulo. Veinticuatro horas que DQ y S cubren a lomos de sus monturas camino del Toboso y que nos los dejan, esperando debajo de unas encinas a que caiga la noche, para entrar de incógnito en la ciudad, "donde les sucedió cosas que a cosas llegan". Sin embargo, continúa con la ambigüedad del espacio. Deja que sea el lector quien calcule el punto de partida, (también es literatura) a ritmo de los tropezones del burro de S que tanto le incomodan.

El comienzo nos depara otra sorpresa más. Echa mano de la expresión "¡Bendito sea el poderoso Alá!" para darnos cuenta del giro que ha tomado su manera de pensar con relación a la otra religión monoteísta, en claro proceso de expansión en la época; por lo tanto antagónica con la propia, que también pretendía lo mismo. Máxime cuando él combatió y sufrió de forma directa la intolerancia de la época. Señal de que el tiempo había borrado la animadversión que había sentido hacia el Islam. La vejez le había hecho reflexionar sobre las diferencias religiosas y el respeto que merecen.

Singladura de un día que llena el autor con un animado y, a la vez, profundo diálogo donde los protagonistas tratan de adivinar la apariencia de Dulcinea (ninguno de los dos la ha visto en persona) y una conversación sobre la fama en su variante religiosa.

S, que sabe que en el Toboso no hay palacios, se la imagina cribando trigo en la era, algo que se escapa de los oficios relacionados con las damas en los Libros de Caballería. DQ achaca a "la envidia de que algún mal encantador debe tener a mis cosas" el hecho de que S la viera a través de bardas y enfrascada en faenas no acorde.

Contradictorio se nos muestra el autor, cuando afirma con S "ser enemigo mortal, como lo soy, de los judíos", después de haber confesado la fe del carbonero con los preceptos de la Santa Madre Iglesia, al tiempo que se muestra receloso de lo que haya podido escribir el autor de la obra desde la que se dirige al lector. Como ya nada se puede hacer, concluye que lo importante es que hablen/escriban de uno, aunque sea infame; algo que cuenta con el apoyo de DQ.

Notoriedad infame que ganaron Eróstrato y otros de cuyos nombres la historia no guarda registro, pero sí de sus hechos infames. Sorpresa mayúscula la que nos llevamos los lectores de hoy al ver cómo C incluye a un cercano Hernán Cortés y su leyenda de cortar la retirada a sus hombres, hundiendo las naves. Los libros de lectura escolar de los sesenta nos mostraban este hecho como una hazaña. De estos ejemplos, DQ deriva a la enseñanza que la fama no ha de salirse de los límites que marca la religión cristiana, haciendo sacrificios para no caer en los pecados de soberbia, envidia, gula, lujuria, lascivia y pereza, supeditando sus actuaciones a las normas del cristianismo.

Condena al infierno a todos los gentiles, metiéndose en un charco de difícil salida si no es a través de la fe. En su empeño de encajar sus andanzas de Escudero Andante en la fe católica, propone, S, hacerse fraile para así tener más posibilidades de estar al lado de Dios, al alcanzar fama en el mundo. S ha visto cómo se honra a los santos con exvotos, lámparas, velas, mortajas, muletas, piernas, reliquias de santos que los reyes tienen de cabecera, traslados de restos... pues "más alcanzan con Dios dos docenas de diciplinas que dos mil lanzadas".

Teresa dijo...

Pedro... ¡cucu! ¡tas!...

vale vale, vamos a leer el capítulo de hoy

Teresa dijo...

"cuando tropezaba o caía, se holgara no haber salido de casa, porque del tropezar o caer no se sacaba otra cosa sino el zapato roto o las costillas quebradas; y, aunque tonto, no andaba en esto muy fuera de camino."...

:D :D :D disfruto con el personaje de Sancho Panza, es tremendo.

Sorprende que Alá se interponga en el camino y los exvotos siempre me han producido repelús.

Es impresionante. Se supone que a la vez que suceden las aventuras, se van escribiendo y sin embargo se hace referencia a que están ya escritas -y a saber lo que van contando, todo mentira, porque el futuro inmediato es el presente actual y no ha ocurrido como cuentan- ... Veo un guiño a Regreso al Futuro, la trilogía. (Bueno, al revés)

No imagino una carrera entre un caballero y un fraile por entrar al cielo.

Merche Pallarés dijo...

Definitivamente, como dices, "hay que paladear este capítulo". Hamete Benengelí nos advierte que no, que estas aventuras NO son como las anteriores "que desde ahora el camino del Toboso comienza, como las otras comenzaron en los campos de Montiel".

En cuanto Sansón hizo mutis por el foro Roci empezó a relinchar y "a suspirar el rucio". Buena señal. Aunque "si se ha de contar la verdad mas fueron los suspiros y rebuznos del rucio que los relinchos del Rocín".

Sancho elucubra sobre las caidas o tropezones como señales de mal agüero y "no se sacaba otra cosa sino el zapato roto o las costillas quebradas".

Don Quijo le apremia a Sancho porque "la noche nos va entrando" y hay que llegar al Toboso cuando alcanze el dia y "allí tomaré la bendición y buena licencia de la sin par Dulcinea" "...porque ninguna cosa de esta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas".

CONTINUO

Martine dijo...

Varios fragmentos me llaman la atención en cuanto a su vigencia en la actualidad más o menos cercana: esta conclusión "Que hablen de mí, aunque sea mal" este afán de notoriedad tan de moda ...

Los relicarios , ex-votos etc.. que los reyes tienen a su cabecera, me recuerdan que el famoso "brazo incorrupto de santa Teresa" acompañaba a un siniestro personaje fuera donde fuera...

Y por fín esta loa exagerada de Cervantes hacia estas demostraciones externas del catolicismo no es más que una crítica velada que los censores no lograron captar.. Muy astuto y genial era nuestro Autor..

Y apasionante este segundo Volumen..

Besos, Pedro, muchos!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

la fama como dices cultivada largamente en la literatura lo es sin duda por el afán del humano de no pasar desapercibido...de ser algo en la vida a costa de cualquier precio ahí tenemos la cantidad de arbaridades que vemos hoy dia en tv con los "realityes". saludos

Merche Pallarés dijo...

Sancho le reprocha que no le podrá bendecir a eso de que "no se la eche desde las bardas del corral" que fué donde Sancho la vió la última vez cuando le llevó su carta...(mentira cochina).

Don Quijo, indignado, le espeta ¡¿Bardas de corral?! "Donde viste aquella jamás bastantemente alabada gentileza y hermosura? No debían de ser sino galerías, o corredores, o lonjas o como las llaman, de ricos y reales palacios".

Sancho le dice que "pudo ser" pero que a él "bardas le parecieron".

Quijo insiste en ir allí. "Que como yo la vea eso se me da que sea por bardas que por ventanas, o por resquicios, o verjas o jardines, que cualquier rayo que del sol de su belleza llegue a mis ojos alumbrará mi entendimiento y fortalecerá mi corazón...".

Despues los dos siguen en sus habituales disquisiciones. Que si Sancho no vió "ese sol de la Sra. Dulcinea" "que cómo su merced estaba ahechando aquel trigo...el polvo le oscureció la vista". Quijo le contesta que NO, que su Sra. Dulcinea no estaba ahechando trigo porque eso no es menester de una Señora de su alcurnia. Que el que "...aquella historia dicen que anda impresa de mis hazañas..." si algun sabio es su enemigo "...habrá puesto unas cosas por otras mezclando con una verdad mil mentiras, divirtiéndose..."

CONTINUO

Merche Pallarés dijo...

Arremete de nuevo contra la ENVIDIA "¡Oh envidia, raiz de infinitos males y carcoma de las virtudes!" "Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias". Sancho está de acuerdo porque a el tambien le envidian y eso que no tiene bienes "que pueda ser envidiado". Aunque advierte, es un pobre bellaco "pero todo lo cubre y tapa la gran capa de simpleza mia, siempre natural y nada artificiosa...".

No le importa lo que digan de él porque como cristiano viejo es "enemigo mortal de los judios" (Ay, cómo se tenía que proteger de la Inquisición...) que desnudo nació y desnudo se halla y ni pierde ni gana. Le importa "un higo" lo que digan de él.

Luego Don Quijo se dispara filosofando sobre Eróstrato, la fama, los siete pecados capitales, que para Sancho la vida de los santos es mucho mejor que la de los caballeros andantes y blá, blá, blá (sé que ésto del "blá, blá" es un sacrilegio porque Cervan era un genio y un mago de la literatura pero es que mi comentario se está haciendo ¡demasiado largo! Tengo que cortar por alguna parte...). Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

¡Ah! espero que el IX no sea tan enrevesado como éste... Besotes de nuevo, M.

Merche Pallarés dijo...

Además entre mis comentarios se han colado SELMITA y TUCCI... por lo tanto mi continuación no sé si se entenderá... Besotes de nuevo, nuevo, M.

gaia56 dijo...

Pues a mi uno de los capítulos que siempre me parece de mas actualidad es el del Tomo II creo, sobre la libertad. "La Libertad Sancho es el don ..."..
lo buscaré y lo citaré corectamente.
Felices lecturas de verano, aún currando me quedan lejos las tardes tranquilas de lectura.
Un beso.

Merche Pallarés dijo...

¡Ah, otra cosa! Me acabo de fijar en tu foto ¿estabas durmiendo la siesta? Besotes de nuevo, nuevo, nuevo, M.

El Ente dijo...

Hola Pedro!!! he encontrado algo por la red relacionado con el Quijote que quizas sea interesante... en cuanto tenga dos minutos de tiempo te envío un email.

UN FUERTE ABRAZO PROFE!!!

Silvi (reikijai) dijo...

Cap.2.8.Cuenta lo que le sucedió a D.Q, yendo a ver su señora Dulcinea. De camino hablan de la fama y otras cosas. DQ necesitaba de la bendición y aceptación de su Dulcinea, para iniciar sus aventuras. Así que parten hacia el Toboso. Sancho le hace mención que la ultima que la vio fue recogiendo trigo… pero DQ. lo atribuye a los efectos del encantamiento.
De camino Sancho analiza el trato dado a su persona, por el escritor del libro. Y nuestro Quijote revela su gran deseo; alcanzar la fama. Explicando como los caballeros andantes son capaces de dominar los pecados capitales.
Sancho le sugiere que mejor dedicarse a la vida santa, si es que quiere alcanzar la fama, más famoso un buen fraile que un gran caballero andante.
Comenzaba a oscurecer cuando llegan al Toboso. DQ decide descansar un rato junto a unas encinas. Quería entrar al Toboso bien entrada la noche. Sancho con miedo que su amo, lo mandara en busca de Dulcinea; ni idea tenia de cómo era… jamás la había visto. Besitos. Silvi.

Hernando dijo...

Entretenido viaje por los caminos de La Mancha, de nuestros protagonistas camino del Toboso, es tan entretenido que dura veinte y cuatro horas de darle a la sin hueso, hablan de temas de caballería, de lo divino y de lo popular, de lo clásico, Cervantes a través del Quijote nos hace hasta una pequeña guía turística por Roma, Plaza de San Pedro, llegamos al castillo de Santangelo, y cruzamos el río Tíber y estaremos en la otra orilla de Roma, de lo popular se sirve Cervantes para decirnos que el verdadero cristiano no tiene que hacer actos externos, ni exteriorizar su fe, es ser más intimista, sentirlo interiormente (Erasmismo) y no dejar esas promesas en las ermitas, que por cierto en los años,50, 60, 70 era muy frecuente verlo, yo lo he visto en dos lugares bien diferentes, en Montserrat(Barcelona) y en la ermita de la Virgen de La Cueva, Roa (Burgos) siendo para mí un lugar, tétrico y de mal gusto, siendo una costumbre muy primitiva.
Con estas cosas llegan a las afueras del Toboso, y no se deciden a entar abiertamente, esperan debajo de unas encinas.

Adu dijo...

Puf, me puede Don Q, ya te lo dije. Esta vez no hay post, que ya tienes muchos fans, pero te dejo un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...

Comentario al capítulo VIII, segunda parte del Quijote.

¡Ay qué susto! Dejamos a don Quijote y Sancho camino del Toboso y, ahora, el ex cautivo en Argel nos sorprende con un alegre y mahometano pistoletazo de salida: ¡Bendito sea el todopoderoso Alá!

Por si hubiéramos olvidado los mimbres narrativos de esta historia, aquí tenemos, otra vez, al ficticio y arábigo Cide Hamete persuadiéndonos para que se nos “olviden las pasadas caballerías”. No, no las olvidéis, pero lo que está por venir ha de ser diferente; ahora, queridos lectores, sabéis demasiado de Don Quijote y Sancho.

En este capítulo, amo y señor van de camino, montados en sus jumentos, con poca o ninguna luz; hablan, hablan, pasa una noche y el día siguiente…

Rocinante relincha, pero muy poquito y el rucio le gana la partida con un sonoro pedo, los “sospiros” son aire y van al aire, acompañado de rebuzno. Aunque ambas sonoridades son de felicísimo agüero, la asnal es más potente, lo cual es interpretado por un Sancho, astrólogo de pacotilla, como una preeminencia de las hazañas sanchescas sobre las quijotescas. ¡Te estás subiendo a las barbas, escudero!

La oscuridad se les echa encima sin llegar al Toboso, que parecía estar tan cerca, donde don Quijote ha de recibir la licencia y bendición de Dulcinea, trámite imprescindible para el éxito de sus aventuras. El enamorado caballero cree que su dama recibió la carta .Sancho, que no entregó carta alguna, teme que se tire del hilo de sus embustes. Se ve obligado a inventar apresuradamente una nueva versión. ¡Ay, que el libro ése, del que trajo noticias el bachiller, le va a descubrir!

La bendición…tendrá que echársela desde las bardas del corral ¿Del corral? ¡Los palacios no tienen corrales ni bardas! Da igual desde dónde, “cualquier rayo que del sol de su belleza” llegue a sus ojos le dará poderes extraordinarios.

Sancho echa un jarro de agua fría: ni rayos, ni sol vio él, debió ser el polvo del trigo que estaba ahechando, el cual tapó su rostro…

Don Quijote se enfada, cómo puede pensar este majadero en su señora Dulcinea ahechando trigo, ejercicio impropio de las personas principales. Estaría bordando con hilos de oro y perlas, como las ninfas garcilasianas…Lo de siempre, algún envidioso encantador que trueca sus cosas. Y algo nuevo: ese libro impreso con sus hazañas, del cual teme que su autor sea un enemigo y haya “puesto unas cosas por otras”. ¡Ay, la envidia! ¡Ay, esa “continuación de una verdadera historia”!

Sancho tampoco las tiene todas consigo respecto al dichoso libro . Su honra tal vez ande arrastrada por las calles, cual cochino cinchado, y, por si esa “leyenda” no dice la verdad, nos dedica una definición de sí mismo: malicioso, algo bellaco pero simple y natural y creyente, faltaría más. Cervantes, los personajes se te escapan del libro…
Continuará
Un abrazo para todos

marga dijo...

LA ENTRADA: Estupendo inicio, interpone entre los protagonistas y sus ávidos lectores, la imagen de Hamete Benengeli frotándose las manos y mojando la pluma en el tintero.
LA REALIDAD SUBJETIVA: De campesina en las bardas del corral, a dama en a la galería de su palacio, hay un largo trecho ¿cómo salvarlo? Como siempre echando mano de los encantamientos. Pero hasta ahora yo creía que los encantadores, encantaban por encantar, pero noooooooo, tienen sus razones:
- La envidia: discrepo, hay otro “vicio” que sólo ocasiona carcoma y ningún deleite, son los celos.
- El deseo de alcanzar la fama (aunque sea de infame): me encanta el primer ejemplo que además alumbra muchas actitudes actuales.
A LO QUE ESTAMOS TUERTO: Vamos a ver, vamos a ver... Sancho quiere dejarse de molinos y llegar a donde van por el camino más corto. Si para adquirir buena fama lo más rápido es hacerse santo, pues se hace uno y se deja de bobadas. ¡Pobre Sancho!, pese a sus meditadas peroratas, la intención de Don Quijote es seguir campando por sendas menos “espirituales” (“te metiste a Don Quijote pa flipar con los molinos” como canta Fito en “un buen castigo”)

FERNANDO SANCHEZ POSTIGO dijo...

"El Quijote" nunca deja de sorprendernos. tiene una gran habilidad para captar nuestra atención. Un abrazo.

Alatriste dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alatriste dijo...

Como bien dices Pedro aquí parece que el Toboso estuviera más lejos; no menos extraño es que Sancho afirme en esta segunda parte no haber visto nunca a Dulcinea, cuando en la primera parte dice saber quien es. Por lo tanto intuyo que no se tratan más que de nuevas libertades del autor para desarrollar estos nuevos capítulos.


En otro orden de cosas me gustaría resaltar una parte y comentarla.

...ayer o antes de ayer, que, según ha poco se puede decir desta manera, canonizaron o beatificaron dos frailecitos descalzos, cuyas cadenas de hierro con que ceñían y atormentaban sus cuerpos se tiene ahora a gran ventura el besarlas y tocarlas, y están en más veneración que está, según dije, la espada de Roldán en la armería del rey, nuestro señor, que Dios guarde.

Y es que esta mención al arma de Roldán que alguno ha podido pasar fue un suceso muy popular del siglo XVI

Carlos I al poco de reinar en Castilla quiso visitar la tumba del legendario Bernardo del Carpio (1517), que se encontraba supuestamente en una cueva bajo el monasterio de Aguilar de Campoo.

Pocos años después volvió a visitarla (1522)y allí recibió la supuesta espada Durandarte (entre otros nombres) de Roldán, que según algunas versiones populares del ideario colectivo, obtuvo Bernardo del Carpio tras derrotar a Roldan en la batalla de Roncesvalles.

Por tanto cuando Sancho se refiere a la espada de Roldan en la armería de Carlos I se refiere a la espada obtenida en ese hecho histórico de 1522.

Ahora bien, la espada que aún hoy existe en la Armería de Madrid (con el nº 1698, armario C), no se corresponde con un arma del siglo VIII/IX sino con una espada de cuatro o cinco siglos posterior.

Un saludo

Merche Pallarés dijo...

Muy interesante el comentario de ALATRISTE... y de todos los contertulios. Besotes, M.

Myriam dijo...

¡Cuánta ironía hay en verdad, en el párrafo que señalas! ¡Cuán importante es leer este capítulo lentamente para degustar todo ésto, que a simple vista pasaria desapercibido!

Sorprende, al menos a mí, no deja de sorprenderme, la maestría de Cervantes para abordar estos temas espinosos y también, su enorme conocimiento de la naturaleza humana! Asi como, su prestidigitación para burlar la censura de la Inquicisión.

Disfruté muchísimo del ritmo lento y del diálogo íntimo y sereno entre DQ y S.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

Al aspirante a gobernador insular le preocupa verse en los papeles y considera que sus autores deberían tratarle bien, como “enemigo mortal de los judíos”, aunque luego concluya: “que digan de mí todo lo que quisieren”…No sé qué pintan los judíos en todo esto, ni qué le han hecho a Sancho tampoco.

Don Quijote cree oportuno explicarle el tema “La fama como aliciente y premio para los seres humanos, a través de los tiempos”, con múltiples y amenos ejemplos. Lo inicia con el de la dama cortesana ofendida porque un poeta la olvidó en sus sátiras maliciosas y ella protestó hasta que se la incluyó, infame pero famosa. Sigue con el famoso Eróstrato que quemó el templo de Diana en Éfeso, sólo para pasar a la posteridad con su nombre. También relata la anécdota de un osado caballero, que acompañando a Carlos V, en el Panteón de Roma, expresó la idea loca de arrojarse por la claraboya, abrazado al mismo Emperador, por “dejar fama en el mundo”. El de Gante le ordenó no acercarse más a él, lógico. Suerte tuvo si no le hizo arrestar… Y no le parecen suficientes estos tres desesperados por la fama. A continuación desfilan unos cuantos romanos con sus heroicidades más Hernán Cortés destrozando las naves que tampoco es manco, bueno dejemos a los mancos en paz…

Pero cuidado, con la iglesia hemos dado…no todavía no, eso viene en el capítulo siguiente. Don Quijote da su lección de catecismo. La fama considerada así es algo pagano, los católicos caballeros andantes han de atender más a la eterna gloria celestial que a la terrenal perecedera, no deben traspasar los límites que les tiene puestos la religión y han de combatir todos los pecados capitales.

Sancho, tras la lección de doctrina, querría que le “sorbiesen “una duda: ¿dónde están ahora esos caballeros hazañosos muertos? La respuesta de don Quijote respeta la ortodoxia, por dura que sea: los gentiles en el infierno y los cristianos en el purgatorio o en el cielo. ¿Lo pensaba así el erasmista Cervantes? A Erasmo iremos a través de la curiosidad ingenua de Sancho que pregunta si las sepulturas de esos “señorazos” están adornadas con lámparas y ex votos. Saldrán a relucir las velas, mortajas, muletas, pinturas, cabelleras, ojos, piernas…Y también las reliquias, huesos de santos que hasta los reyes llevaban encima,…todo eso que aún perdura en algunos rincones de España. Yo lo he visto…

Sancho, como un niño, pregunta si es más matar a un gigante o resucitar a un muerto. A partir de ahí, va a llevar a su amo hasta la propuesta de darse a la santidad para alcanzar antes la fama pretendida, que más valen las disciplinas que las lanzadas.
Don Quijote lo para, no todos podemos ser frailes y se puede ser santo como caballero andante. ¡Menos mal! Mira que si llegan a irse a un convento a zurrarse con las disciplinas para alcanzar la fama y la santidad…

Hablando y cabalgando se les pasa la noche. Al día siguiente, al anochecer, descubren la ciudad del Toboso, don Quijote se alegra y se entristece Sancho, alborotarse, se alborotan los dos. Se quedan en un encinar, esperando a que sea noche cerrada para entrar.
Un abrazo a todos

juan carlos dijo...

deberían hacerse santos en vez de caballeros andantes, a lo que don Quijote contesta que cada uno tiene su camino.

Asun dijo...

Me encantan estos diálogos entre DQ y Sancho, con esas disertaciones sobre lo humano y lo divino. Desde luego este Sancho tiene muy poco que ver con el de la primera parte.

Hay que ver con que desfachatez miente sobre su visita a Dulcinea en al primera parte: ...tengo por dificultoso que vuestra merced pueda hablarla ni verse con ella, en parte, a lo menos, que pueda recebir su bendición, si ya no se la echa desde las bardas del corral, por donde yo la vi la vez primera, cuando le llevé la carta donde iban las nuevas de las sandeces y locuras que vuestra merced quedaba haciendo en el corazón de Sierra Morena.

y luego intenta lavar su imagen pro si acaso DQ descubre en la historia impresa que ni siquiera llegó al Toboso.

Me ha gustado mucho este capítulo.

Besos