Continúa, en este capítulo, el diálogo en el que el cura y el canónigo debaten sobre cuestiones literarias.
Es curioso comprobar cómo lamenta Cervantes, a través de estos dos personajes, que los autores de novelas fantásticas anteriores, al estilo de las de caballerías, hayan desperdiciado la posibilidad de hacer narraciones que se sometieran al arte y las reglas. El canónigo confiesa que él comenzó en su día una con el propósito de ajustarlas a estas reglas, que la dio a leer y gustó tanto a doctos y discretos como a ignorantes. Es decir, Cervantes afirma la posibilidad de que el género tenga general aceptación: en el fondo, eso es el Quijote.
Uno de los motivos que el canónigo esgrime para no haber continuado su novela es la comparación con lo que sucedía en la época con las comedias. Tanto en su intervención como en la del cura, se dibuja un panorama muy crítico con el teatro del momento, que incumple la preceptiva aristotélico-horaciana, está lleno de errores e inverosimilitudes y se somete, en exclusiva, al gusto del público puesto que las comedias se han convertido en mercadería vendible. Éste es el eje principal de la crítica: la búsqueda del éxito de público por parte del empresario teatral, exige el halago desmedido al gusto del vulgo, que ha empujado el arte escénico hasta un lugar que ambos personajes denuncian, en contra de un camino más correcto, a su entender, que se dio poco antes pero se abandonó.
Es de reseñar cómo entre las obras mencionadas como ejemplos de lo que debería haberse continuado se encuentran tres de Lupercio Leonardo de Argensola (La Isabela, La Filis y La Alejandra), una de Lope de Vega (La ingratitud vengada), otra del propio Cervantes (La Numancia), además de una de Gaspar de Aguilar (Mercader amante) y otra de Francisco Agustín Tárrega (La enemiga favorable).
El cura y el canónigo contraponen, por lo tanto, una situación anterior cuya continuidad hubiera sido deseable y que demostraba que no está la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa, con otra presente, en la que imperaba un teatro popular y que buscaba la rentabilidad económica casi en exclusiva.
La frontera entre uno y otro se encontraba en algo no citado en el texto pero que cualquier lector culto del momento comprendía: la formulación por parte de Lope de las claves de la llamada comedia nueva, un artefacto de perfecto engranaje para representar ante el público variopinto de los corrales de comedia y que barrió esa otra posibilidad mencionada por el canónigo, camino que hubiera dado, a su juicio, mejores resultados artísticos y en el que Cervantes deja caer, con orgullo, el título de una obra suya. Profundiza Cervantes en su crítica a Lope, acusándole, sin decirlo, de una desviación no elogiable del teatro español. Continuaremos sobre esto el sábado, pero apuntemos aquí que para Cervantes también había otra posibilidad en el teatro, como la indicada para la novela, de hacer un teatro que gustara a todos pero sometido a las reglas. Quizá eso sea lo que intentó con la publicación de sus Ocho comedias y ocho entremeses en 1615.
Cervantes se da cuenta de que la discusión se ha prolongado demasiado y que ha alcanzado una altura teórica que puede cansar al lector y por eso procede a cambiar de estilo y, aparentemente, de tema. Sancho, tras dar muchos rodeos, viene a comunicar a su amo sus dudas sobre el encantamiento al que don Quijote dice estar sometido:
-Digo que yo estoy seguro de la bondad y verdad de mi amo; y así, porque hace al caso a nuestro cuento, pregunto, hablando con acatamiento, si acaso después que vuestra merced va enjaulado y, a su parecer, encantado en esta jaula, le ha venido gana y voluntad de hacer aguas mayores o menores, como suele decirse.
-No entiendo eso de hacer aguas, Sancho; aclárate más, si quieres que te responda derechamente.
-¿Es posible que no entiende vuestra merced de hacer aguas menores o mayores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. Pues sepa que quiero decir si le ha venido gana de hacer lo que no se escusa.
-No entiendo eso de hacer aguas, Sancho; aclárate más, si quieres que te responda derechamente.
-¿Es posible que no entiende vuestra merced de hacer aguas menores o mayores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. Pues sepa que quiero decir si le ha venido gana de hacer lo que no se escusa.
De forma divertida se nos cuela una caída de nivel desde la altura de la conversación de cura y canónigo hasta estas aguas. No es la primera vez que usa de este recurso (recordemos, por ejemplo, la historia de los batanes) como técnica barroca de contraposición entre lo bello y lo vulgar, entre lo elevado y lo soez.
Aquí, además, viene a explicitar, de forma irónica, parte de la conversación precedente sobre cuestiones teóricas. Lo gracioso del caso es que tanto sirve para negar como para afirmar lo dicho por el cura y por el canónigo: esta mixtura estilística niega las bases teóricas clásicas que tanto admiran ambos, pero confirman cómo se puede juntar en una obra el gusto vulgar y el chiste fácil con el discurso más elevado. Y es que Cervantes, con este giro, ni niega ni confirma lo que ha dicho antes, simplemente, lo supera, de lo que no se han dado cuenta muchos estudiosos, cegados al pensar que el debate traducía, sin más, el pensamiento del autor. Y, de paso, recupera a nuestros protagonistas, puesto que don Quijote, sin admitirlo pero apremiado por la necesidad, niega su condición de caballero encantado:
-¡Ya, ya te entiendo, Sancho! Y muchas veces; y aun agora la tengo. ¡Sácame deste peligro, que no anda todo limpio!
Veremos, el próximo jueves, cómo sale del apuro, en el capítulo XLIX.
28 comentarios:
Al fin llego a uno de tus lugares...Soy la 99, jajajaj paresco la agente de Cipol!
Me pondré a tono con lo que escribes para entenderte.
saludos!
=) HUMO
Para Sancho y los demás el encantamiento es un misterio,; el enigma es averiguar si don Quijote está encantado o no. Así nuestro escudero obliga al Quijote a decir algunas verdades. Este admite que no va encantado.El caballero andante solo un hombre, ha vivido, a sabiendas, una mentira,que su ser esencial no es eso,sino una pose.Pedro,este capitulo me atrapo.Sigo Besitos. Silvi.
Pedro, mi comentario está en el e-mail. Besotes, M.
Este capítulo me ha hecho ver que algunas cosas en España no han cambiado nada desde el S. XVI. La crítica de la Iglesia no solo a los libros de caballerías ¡si no tambien a las comedias!
Referente al libro de caballerías, sabemos que el canónigo "tiene escrita más de cien hojas" pero desiste "por ver que es más el número de los simples que de los prudentes, y que, puesto que es mejor ser loado de los pocos sabios que burlado de los muchos necios, no quiero sujetarme al confuso juicio del desvanecido vulgo" además si siguiera se "quemaría las cejas" y vendría a ser "el sastre del cantillo". Defiende a los clásicos, entre los cuales se encuentra "La Numancia" escrita por Cervantes... (mira que cuco, haciéndose publicidad...).
Cuando el cura critica a las comedias, irremediablemente me he acordado de los programas basura de hoy en dia, cuando dice que deberían ser, según Tulio "espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres y imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplos de necedades e imagenes de lascivia." Continua "Y es lo malo que hay ignorantes que digan que esto es lo perfecto y que lo demás es buscar gullurías". Sigue pensando el cura que con las comedias buenas "se conseguiría mucho mejor" (para los intereses eclesiásticos...) y "saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra el vicio y enamorado de la virtud". Luego me gusta las frases cantinflanescas que Cervantes pone en la boca de sus personajes. Cuando el cura dice "de toda imposibilidad es imposible dejar de alegrar y entretener...". "Las comedias se han hecho mercadería vendible" (me pregunto si era visión de futuro de Cervantes o ¿será cosecha de Rico?).
Parece ser que Cervantes era gran admirador de Lope de Vega cuando dice "Y que esto sea verdad véase por muchas e infinitas comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio de estos reinos con tanta gala, con tanto donaire, con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graves sentencias y, finalmente, tan llenas de elocución y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo de su fama" (a eso de que no estuviera siendo sarcástico...).
Pero lo que más me ha llamado la atención es lo referente a la censura "todos estos inconvenientes cesarían, y aun otros muchos más que no digo, con que hubiese en la corte una persona inteligente y discreta que examinase todas las comedias antes que se representasen (no sólo aquellas que se hiciesen en la corte, sino todas las que se quisiesen representar en España), sin la cual aprobación, sello y firma ninguna justicia en su lugar dejase representar comedia alguna..." (¡qué horror!)
Luego sigue Sancho tratando de convencer a nuestro Quijo de que los "encantados" son el cura y el barbero del pueblo y que le llevan engañado pero Don Quijo, erre que erre "Así que bien puedes darte paz y sosiego en esto de creer que son lo que dices, porque así son ellos como yo soy turco" y Sancho responde "¡Válame Nuestra Señora! ¿Y es posible que sea vuestra merced tan duro de celebro y tan falto de meollo, que no eche de ver que es pura verdad la que le digo y que en esta su prisión tiene más parte la malicia que el encanto? Tambien Sancho se preocupa por si Don Quijo "...le ha venido gana y voluntad de hacer aguas mayores o menores" Don Quijo no le entiende, Sancho no puede creer que no le entienda porque "en la escuela destetan a los muchachos con ello" a lo que Don Quijo le contesta "¡Ya, ya te entiendo, Sancho! Y muchas veces, y aun ahora la tengo. ¡Sácame de este peligro, que no anda todo limpio! (Escatología pura y dura...).
¡Jozú, qué largo me ha salido! Pido disculpas. Besotes, M.
Acabo de leer el capítulo de esta semana, aunque estemos de vacaciones, estoy muy de acuerdo con Merche Pallarés, y detacaría la moral que quería inculcar la iglesia, como en la actualidad, cuando dicen que son lugares y comedias lascivas, creo que la mejor hora de representar estas comedias era a la hora del mediodía y las de Lope de Vega tenían fama de buenas, por esto los representantes se lo rifaban, y entramos en el capítulo de lo económico, pocos vivían de las comedias, Lope era afortunado, es el problema de muchos escritores españoles, de vivir con lo que un escritor escribía ejemplos Clarín, y más actual Delibes (en la correspondencia que éste tiene con su editor Vergés se ve su preocupación).
Entramos en el tema de la Censura, cuando el canónigo propone a un grupo de gente que diga cuál es buena para las costumbres y educación del pueblo, y cuál comedia no se puede representar. hoy en día la iglesia sigue empeñada en marcarnos la senda a seguir, el ejemplo más claro nuestro Papa y el tema del preservativo.
Y pot último quiero destacar cuando se refiere que el vulgo en estos lugares dejan la adrenalina y no están ociosos pues la ociosidad da lugar a pensar mucho y desviarse del camino señalado, como no hace mucho tiempo el fútbol era el lugar más adecuado dónde se podía insultar y hoy se insulta y tener a la masa del pueblo controlada.
Cervantes no deja de hacer de soslayo una crítica al teatro de Lope.. O así lo creo entender...
En cuanto al estamento eclesiástico,hemos topado topamos, y toparemos siempre...
Un beso, Pedro, en espera de una conferencia por mis Tierras de adopción... ;-)
¡Hola Pedro!
Ayer,bajé del hipogrifo pero un mago encantador, muy juguetón él, trocó al mitológico animalito por un tren de morro puntiagudo y ese autobús amarillo que tan familiar me resulta...
Bueno, ya estoy aquí,en esta cabeza de Castilla, con tan poca cabeza, en ocasiones...
.Tengo tres días por delante,antes de caer en las manos de los "sanchicos".Con el canónigo estoy y sus críticas literarias.Me pondré con el comentario, poquito a poco.
Un abrazo
Otra vez Cervantes es un mago del disfraz y tiene dulces para todos sin dejar de usar el cuchillo. En cuanto al gusto del vulgo y lo que para él se cocina, poco hemos evolucionado: sólo hay que echar un vistazo a las audiencias televisivas para comprobarlo.
Comentario a la parte final del capítulo XLVII (el cura y el canónigo) y al XLVIII del Quijote, segunda parte.
¡Este canónigo es más falso que Judas!
Veíamos, en el capítulo anterior, en su charla con el cura, como confiesa haber leído los perjudiciales libros de caballerías ¡Pero ninguno entero! ¡Sólo el principio… de casi todos los que se han impreso! ¡Qué lector más extraño! ¡Un lector de primeros capítulos! Su crítica es exhaustiva, sin embargo. Deleitan y no enseñan, están llenos de disparates, son inverosímiles sus torres viajeras, gigantes troceados, millones de combatientes contra un solo caballero…Pero se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Fijémonos en que dice “No he visto ningún libro de caballerías que haga un cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio, y el fin al principio y al medio” ¿Cómo sabe de medios si sólo lee los comienzos? No escatima adjetivos: duros, increíbles, lascivos, malmirados, necios, disparatados… “dignos de ser desterrados de la república cristiana, como a gente inútil”.No disimule, señor canónigo, es usted un adicto…
El cura le cuenta lo de los libros de don Quijote, especificando los condenados al fuego. El canónigo se ríe, y no poco; pero su crítica da un giro inesperado y, ahora, empieza asomar lo positivo. Les concede el valor de su fuerza imaginativa: “daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma”.
¡Ya ha encontrado la fórmula para conseguir una novela de caballerías perfecta! Si a la ingeniosa invención le añadimos una buena ración de verosimilitud y unas cucharadas de apacibilidad de estilo, tendremos un escrito perfecto que enseñará y deleitará, mostrando lo bueno de cada género…
Pasamos al siguiente capítulo .El cura da la razón al canónigo y considera dignos de reprehensión a los prosistas, sin arte ni reglas. Y nos sorprendemos con la sinceridad de este personaje. De golpe, Cervantes convierte al puntilloso y crítico eclesiástico en escritor frustrado, con más de cien hojas escritas .Un incipiente libro de caballerías sometido a sus infalibles teorías y…no cuaja, la fórmula falla. Tal vez, el intento del canónigo sea el reflejo de algo que el mismo Cervantes experimentó. vamos a hacer un poco de "Literatura ficción".Tal vez,quiso someter a reglas a un embrión novelesco caballeresco y el resultado no le gustó. Tomó un camino diferente, decidió contar la historia de un hidalgo que enloquece leyendo estos libros, escribió el Quijote…
El canónigo, o tal vez el mismo don Miguel, se niega a someterse al juicio del vulgo, dejando a un lado los preceptos. También rechaza la idea de seguir las reglas y no sacar ganancia alguna con sus escritos, como el “sastre del cantillo” que cosía gratis y ponía el hilo.
Y de las novelas caballerescas se pasa a las comedias, aprovecha que el Ebro pasa por Zaragoza, que Cervantes no se aguanta sin hablarnos de Lope…
CONTINUARÁ
Un saludo a Pedro y a todos.
¡Feliz domingo de Resurrección!
ABEJITA lo de que el canónigo era un adicto, tienes MUCHA razón. Yo tambien creo que estaba enganchadísimo a las novelas de caballerías (se las sabía al dedillo...). Muchos besotes, M.
Pedro: desde luego...menos mal que cambia de tema... llegaaser un poco cansino, me imagino que peor para un lector de la época...saludos
Depués de leer tu comentario sobre este capítulo no cabe añadir mucho más, leyéndolo he tenido acceso a una información que aprecio y que agradezco. Gracias por tu trabajo Pedro.
Sólo una cosa, me rechinan estas palabras: "así del vulgo como de los escogidos"... ¿en qué clase se situaban el cura y el canónigo?...La Iglesia y su sempiterna filosofía de la vida y de las cosas, inmutable per saecula saeculorum.
También me ha parecido ver la censura asomada en este capítulo:"... y todos estos inconvenientes cesarían, y aun otros muchos más que no digo, con que hubiese en la corte una persona inteligente y discreta que examinase todas las comedias antes que se representasen; no sólo aquellas que se hiciesen en la corte, sino todas las que se quisiesen representar en España,..."
Saludos.
CAPITULO 48.-
Vaya, vaya, vaya
Que discusión tan absolutamente moderna:
Las disquisiciones analizadas son absolutamente aplicables a la creación actual.: a la literatura, a la pintura, a la televisión, a todo
¿Hay que crear para el consumo fácil y masivo o exponerse en la creación?
¿Se consumen masivamente productos de baja calidad, por que son más fáciles de digerir o por falta de formación y oferta de los otros?
El poder y el mercado del arte.
Al parecer esto esta cambiando últimamente en literatura, el consumo masivo ha llegado a las obras de calidad.
- El sastre de cantillo:. Que cosía de balde y ponía el hilo
- “porque los extranjeros... nos tienen por bárbaros e ignorantes...” siempre tan críticos con lo nuestro
- La vuelta a la realidad tangible. Nuestro buen Sancho como siempre con los pies en la tierra. Incapaz de convencer a su amo de que los encantamientos no son sino malicias, le pregunta por los temas escatológicos. Ignoro si por pura curiosidad o por que se le hace difícil imaginar a los encantados ocupados en labores tan prosaicas, nos pasa a todos, una simple imagen mental y todo el glamour echadito a perder, jeje.
Ah, se me olvidaba!!!
UNA IMAGEN DEL QUIJOTE:
Dedicado a los burgaleses (sorry a los demás)
En la exposición de Dali de la casa del cordón, hay una obra llamada "caballero español", me ha recordado al Quijote.
HUMO: bienvenida. En La Acequia serás siempre bienvenida. Saludos.
REIKIJAI: en efecto, este es uno de los capítulos en los que más claramente se ve que el hidalgo vive una ilusión sin desconocer que sigue siendo él mismo. Besos.
MERCHE: cortado y pegado.
No sólo era una crítica de la iglesia. Muchos de los que hoy calificaríamos de progresistas hacen esta misma crítica a la moralidad de las novelas y de las comedias, porque no responden al ideal clásico y porque afianza en exclusiva la literatura como entretenimiento. Es interesante este debate, debo apuntármelo para volver sobre él.
En cuanto a su admiración por Lope, hay mucho de contradictorio: en este libro le alaba y le critica. Alaba su ingenio y su capacidad y critica que la utilizara de esta manera...
Escatología pura, en efecto... Nada de largo, una delicia. Besos.
HERNANDO: el problema de Lope es que para vivir de su obra hubo de componer cientos de páginas iguales unas de otras... es un tributo de todo escritor profesional.
En cuanto a la intervención de la Iglesia, de acuerdo contigo.
¡Ay, el fútbol, cuánto tiene de lo que dices!
SELMA: sobre todo al camino tomado por Lope tras su éxito comercial, que le apartó de las primeras líneas de acción que tanto le gustaban a Cervantes. ¿Quizá Lope hubiera sido más grande si hubiera escrito menos y sin tanto mirar al público?
Un beso.
ABEJITA: veo que vas en AVE ahora... Te leo más abajo.
MIGUEL: más que cuchillo, bisturí... Poco hemos evolucionado, muy poco... sólo hay que ver la televisión.
ABEJITA: en efecto, el canónigo no quiere confesar lo que deja claro Cervantes: que le gustaba mucho esta literatura.
Y, como bien dices, Cervantes no puede aguantarse sin hablar de Lope... era demasiada su influencia. Saludos.
MERCHE: y tanto...
MANUEL: en efecto, pero recuerda que en la obra hay para todos, como era normal en aquella época. Para todos y para todos los momentos... Saludos.
MARGA: en efecto. ¡Bien visto! La actualidad de este diálogo se manifiesta claramente en nuestra época.
Y también muy acertado cómo ves la intervención final de Sancho.
Y la recomendación final, excelente, para todos los que puedan acercarse a ver la exposición.
Saludos.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Cápitulo XLVIII
Acabo de leer tu entrada, también los comentarios, sobre el capítulo 48 y poco puedo yo añadir a tan exhaustivos, espléndidos análisis y visiones. Aunque todo ya esté dicho aquí va mi visión de un capítulo leído en aeropuertos y escrito a salto de mata.
Sigue poniendo C en boca de los prelados sus pensamientos sobre teoría literaria, fiel a su convicción de que las novelas deben enseñar y entretener. Adivinando el receptor de su novela, mezcla temáticas, pasando de una culta a otra popular en menos tiempo de lo que se presina un cura loco. Interesante resulta observar cómo no rebaja el nivel de lengua en ningún momento al asunto escatológico tratado.
El cura reprende a los que han usado la prosa sin atender al arte ni a las normas. De esta forma no alcanzan la altura de los grandes escritores clásicos Homero y Virgilio. El canónigo informa de que está escribiendo un Libro de Caballería en prosa: lleva escritas más de cien hojas. A pesar de haberlas testado y de haber recibido buenas críticas tanto de los sabios como del vulgo, no ha seguido escribiendo por no parecerle digno a su profesión: dirigido a la plebe; no quiere sujetarse al confuso juicio del vulgo; y lo más importante: sacado del sinsentido de las comedias del momento: las que siguen la normativa "no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos".
Argumenta el canónigo que en más de una ocasión ha intentado persuadir a los actores de que representen obras que se atengan al arte, pero están tan pertinazmente convencidos de su parecer que no hay manera de apearlos de su pensamiento. Le da ejemplos de éxitos de obras de calidad; pero nada consiguió.
El cura aprovecha la oportunidad para exponer su manera de pensar con relación a las modernas comedias que deberían seguir las teorías de Cicerón: "espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres y imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplos de necedades e imágenes de lascivia." Las comedias actuales ni respetan las rígidas convenciones, ni guardan las reglas de los espacios ni de los tiempos. Añade que si una comedia ha de basarse en la imitación como elemento más importante, no entiende que se le puedan atribuir hechos históricos mezclados, tanto en los personajes como en los tiempos. Tampoco se libran de su crítica las comedias de santos, todo lo cual redunda en la mala reputación que están cogiendo los autores españoles entre los extranjeros, que cumplen de manera rigurosa las leyes de la comedia. Continúa el cura con su teoría diciendo que como el mismo objetivo de entretener se consigue con las comedias buenas que con las malas, no tiene sentido la representación de las malas en detrimento de las buenas. Los autores no tienen la culpa sino los representantes; sólo compran las que les interesan. De esta forma al autor no le queda otra salida que no sea acomodarse al comprador. Como ejemplo de lo anterior pone a Lope; no ha tenido más remedio que rebajar la calidad de su producción para adaptarse a la demanda de los representantes.
Todo se arreglaría, propone el cura, ( qué creíble se hace aquí C al proponer una solución) con la intervención de una persona inteligente y discreta que actuase de filtro. Consiguiendo: entretenimiento, buena opinión de los sabios, interés y seguridad de los actores y el consiguiente ahorro en el castigo. Así, incluso los Libros de Caballería, podrían interesar no sólo al "desocupado lector"; también los más ocupados se sentirían atraídos por ellas. La luz de los nuevos, de esta forma tratados, oscurecería a los viejos - no se puede tener siempre el arco cargado.
Como de todo hay en el Q, encontramos un párrafo donde se nos habla de la intendencia de los viajeros en el SXVII - había que dar de comer a viajeros y animales -. Deducimos la alta capacidad adquisitiva de un canónigo de la época. Podía permitirse el lujo de tener varios criados, acémilas de montura y de carga con comida, en sus viajes.
S no se resigna a volver al pueblo derrotado y con DQ enjaulado. Trata de abrir los ojos a su amo sobre el encantamiento, desenmascarando al barbero y al cura. DQ achaca al encantamiento que S vea lo que otros quieren que vea. Él ha oído que los Caballeros Andantes son espíritus puros y como tales no hacen sus necesidades, así que con bastantes rodeos le pregunta a su amo si tiene ganas. El autor nos deja con las urgencias inexcusables de DQ, aún enjaulado.
PANCHO, te he escrito un comentario en tu blog. Besotes, M.
PANCHO: veo que las salas de aeropuertos son buenos lugares para leer el Quijote. ¿Volaría hoy nuestro hidalgo?
¡¡Muy bien visto lo que señalas en tu penúltimo párrafo: es verdad, es parte de esa grandeza del Quijote, que nos da verosimilitud, realismo y costumbrismo!! Excelente la perspectiva.
SIGO CON EL COMENTARIO AL CAPÍTULO 48 DEL QUIJOTE.
Las palabras del canónigo arremeten contra ese tipo de comedias, las que hacen triunfar a Lope de Vega. Las considera disparates, sin pies ni cabeza, buenas sólo para el vulgo, escritas y representadas por quien dice que así ha de ser, porque el vulgo las paga. Cervantes se lo ha leído y da la réplica a “El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo”, donde su ex amigo Lope deja escrito eso de “como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto”. Las que siguen los preceptos “no sirven sino para cuatro discretos que las entienden” y, con ellas, se gana opinión de unos pocos, a costa de trabajar gratis como el sufrido sastre del cantillo”. Después, pone unos ejemplos de comedias buenas, exitosas y regladas. Los autores son: Argensola, Lope de Vega, el mismo Cervantes y otros. Como veis, al Fénix de los Ingenios le concede una de cal y paletadas de arena.
El cura, el de la aldea, se acuerda de un antiguo “rencor” que tiene con las lascivas comedias. ¡Cuánto teatro ha visto este sacerdote de pueblo! Lo de las tres unidades viene a continuación. No respetan ni la de tiempo, ni la de lugar, ni la de acción. El niño
de pecho tiene barbas, cada acto en un continente, juntan a Carlomagno con Godofredo de Bouillón, qué más da unos pocos siglos más…A este severo crítico le parece extraño un viejo valiente, un mozo cobarde, un lacayo retórico, un paje consejero, un rey ganapán y una princesa fregona. Vayamos por partes: la edad quita muchos miedos aunque ponga otros, hay personas analfabetas con un pico de oro, el paje es el que está más cerca para dar el consejo…Hoy podríamos añadir: el Rey se gana su pan con bogavante y hay princesas que, en sus años plebeyos, algún plato fregarían…aparte de presentar un telediario, claro.
Tampoco las comedias de tema religioso son del gusto del canónigo, por estar llenitas de milagros falsos. Para colmo, se inventan milagritos en las comedias no divinas.
¿Qué dirán los extranjeros al ver nuestras comedias sin leyes? Este duro crítico no puede saber de los autores, franceses por ejemplo, que beberán del teatro español del Siglo de Oro.
Además, el argumento de un mayor entretenimiento no le vale y afirma, aunque no se lo crea, que las comedias ordenadas sirven mejor para ese fin.
La culpa no es de los poetas, sino del representante que las paga. Y llegamos a donde Cervantes quiere llegar, al “felicísimo ingenio destos reinos”. Reconoce su gala, donaire, elegante verso, alteza de estilo, fama…Pero… por acomodarse al gusto de los representantes, sus comedias no han llegado al punto de la perfección. Cervantes siente gran admiración hacia Lope de Vega, a pesar de todo.
¡Ya nos está cansando este eclesiástico! ¡Qué solución propone? Un censor:” una persona inteligente y discreta que examinase todas las comedias antes que se representasen” ¡Y otro para los libros de caballerías!
Estamos en las alturas literarias y, de golpe y porrazo, descendemos a las necesidades corporales: descansar, comer y hacer aguas…
El barbero indica que han llegado al lugar adecuado, un hermoso valle, para personas y bestias. El canónigo quiere gozar también de él, seguir pegando la hebra con el cura y enterarse de lo de don Quijote. Ordena a sus criados que vayan a la venta en busca de provisiones para todos, pero no hace falta puesto que el acémila de repuesto trae lo suficiente. ¡La mula va hasta los topes! Sólo las cabalgaduras necesitan cebada…Está claro quién disponía de comida en abundancia, en la España que vivió Cervantes.
Sancho ¡por fin! se queda solo con su amo enjaulado. Quiere dejar claro que de encantamiento nada, son el cura y el barbero que son unos envidiosos…Le propone una prueba para que se convenza y vea que no va encantado sino “trastornado el juicio”. Nuestro hidalgo no lo cree, los encantadores toman la figura que les da la gana, aunque reconoce que lo que le está ocurriendo no es habitual en las historias de caballería. Ha de hacer el escudero la pregunta clave: si siente necesidad de hacer aguas menores o mayores…Don Quijote, de momento, no entiende y pide a Sancho que se explique. Se lo dice de otra manera: “si le ha venido gana de hacer lo que no se escusa”. ¡Por fin entiende eso que los niños aprenden el primer día de escuela! Y parece que es urgente…
Un saludo para todos los visitantes.
ABEJITA: muy bien vistos los ángulos del debate: desde la enemiga contra Lope hasta lo del cura tan conocedor de las comedias.
En cuanto a lo de las comida en abundancia... ya sabes, según quién...
Saludos.
Creo que todos coincidimos en comparar los tiempos que vivimos y la calidad de lo que se nos ofrece. Y bien es cierto por lo que parece que los patrones de conducta poco han variado, donde importa más la caja que el contenido literario.
(Sancho tiene la personalidad de Shin Chan)
BIPOLAR: ¡qué bueno de lo Sancho y Shin Chan, me lo apunto!
Por lo que se ve, en aquellos tiempos ya se manejaban los índices de audiencia... ;-).
JUAN LUIS: bien visto. Siempre que se cuenta una historia...
hehehe no solo teoria literaria hay en este capitulo, sino un buen desquite con Lope de Vega....le dio con garrote a este "felicisimo ingenio de estos tiempos"....con eso de que quiere acomodarse al gusto de los representantes!
Me gusto el paso del discurso teorico precedente entre el cura y el canonigo, al realismo practico y simple de Sancho que quiere convencer a DQ de que no va encantando, sino mas bien "embaido y tonto". Que contraste!
Besos
MYR: la rivalidad entre los escritores españoles de la época generó un tipo de literatura muy interesante, en efecto. Qué garrotazos más sabrosos.
Me quedo con el cambio de tercio que impone Sancho al entrar en conversación con DQ,porque, aunque menos que en el capítulo anterior, todas las cuestiones teóricas se me estaban haciendo espesas.
Besos
ASUN: Cervantes sabe cuándo cambiar de tercio para no agotar al lector, desde luego.
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