Teníamos pendiente un juicio para decidir si la bacía era yelmo y la albarda jaez: la construcción del baciyelmo que hizo Sancho Panza al final del capítulo anterior, nos adelantaba el perspectivismo con el que se enfocaría la cuestión en éste. Estábamos preparados para abordar la cuestión desde un doble ángulo: en primer lugar, la filosófica -los sentidos son poco fiables y la realidad, por lo tanto, se nos presenta no como es sino como la afrontamos desde nuestra perspectiva-; en segundo, la narratológica, puesto que Cervantes nos ha construido el relato de don Quijote desde su visión literaria e imaginada del mundo, enfrentada a la del mundo real del resto de los personajes, cada una con su verdad, multiplicada por las otras de las diferentes historias intercaladas.
Y esto se nos da: aquellos que conocen a don Quijote de entre la multitud de personajes que se encuentran en la venta, ganados por su ficción y con un ánimo declaradamente festivo (es decir, jugando a vivir el cuento literario del viejo hidalgo), deciden que la bacía es yelmo y no bacía en una parodia de juicio en la que hay declaración de peritos -el barbero amigo de don Quijote informa contra el barbero acusador-, declaración de las partes y decisión por votación entre los jueces. No nos importa tanto que quieran apoyar la locura del conocido y disfruten con la desesperación del barbero robado como el hecho de que gente tan diversa sea capaz de negar el sentido común y que, para ello, inviertan de forma tan declarada la institución judicial, puesto que don Fernando deja de contar cuando debería comenzar a sumar los votos de los menos partidarios a don Quijote, con lo que manifiestamente se conforma con los jueces parciales.
Un criado de don Luis y unos recién llegados a la venta, cuadrilleros de la Santa Hermandad, que no están implicados en la historia, actúan según lo que se espera de ellos: denuncian la burla de la justicia que allí se está cometiendo, provocando una pelea divertida y general que es detenida por el que menos podríamos esperar. En efecto, es el loco, don Quijote, quien pide calma a todos al recordar el campo de Agramante, pero para designar como jueces a gente afín, con lo que:
Finalmente, el rumor se apaciguó por entonces, la albarda se quedó por jaez hasta el día del juicio, y la bacía por yelmo y la venta por castillo en la imaginación de don Quijote.
Tras la pausa necesaria para marcar la transición, aprovechada por el oidor para tomar consejo de cómo resolver su problema con don Luis y su hija Clara, un cuadrillero vuelve a reclamar la justicia cotidiana, realista y concreta, la que se ata a las normas sociales del momento. Ha reconocido a don Quijote como aquel que es reclamado por haber liberado a los galeotes y exhibe el mandamiento que lo prueba. Se provoca una nueva pelea, que termina, en esta ocasión, don Fernando, como corresponde por su posición social.
Don Quijote, riéndose de los términos del bando en el que se le declara perseguido por la justicia, reacciona en una vibrante alocución, en la que denuncia la corrupción de la misma justicia que le busca y su brazo ejecutor (Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad) y se pone por encima de ella por su alta misión como caballero andante.
Observemos, desde fuera, lo que ha ocurrido, porque se nos ha dado algo más de lo que esperábamos: en ambos casos -el baciyelmo y el motivo de persecución de don Quijote- se ha graduado no sólo el perspectivismo literario o el filosófico, sino una revisión irónica de la justicia por la que la bacía queda convertida en yelmo sin posibilidad de réplica, los cuadrilleros en cuadrilla de ladrones y el loco por encima de cualquier mandato de la autoridad. Un doble salto mortal por parte de Cervantes, que nos lo da, además, en medio de un barullo, para que no se note tanto. Veremos que esta denuncia del desorden de la justicia se confirma más adelante.
En el capítulo, además, se cierra la historia del barbero asaltado en el camino y la de los galeotes -que habían puesto a don Quijote fuera de la ley y podrían perjudicar el final de la novela si no se cerraran oportunamente- y se reconduce hacia el final feliz la de don Luis y doña Clara.
Y todo ello en uno de los capítulos más difíciles técnicamente de resolver, puesto que Cervantes debe mover un número de personajes considerable sin que se perciba nada de forzado.
Veamos qué nos depara el capítulo XLVI, el próximo jueves.
29 comentarios:
Un diálogo multibanda, cuya banda está formada por dos barberos, DQ, el cura y D Fernando… nos introduce en un capítulo de gran dinamismo y agilidad que cierra DQ; crecido en sus convicciones, después de ser capaz de detener el pandemónium venteril, con un monólogo – apología de la Caballería Andante. Se despacha a gusto con los cuadrilleros, ladrones, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad. No deja títere con cabeza en su fogoso ataque al sistema fiscal de los Austrias de la época, consistente en: pechos, alcabalas, chapines, monedas foreras, portazgos y barcas. Pero volvamos al principio que hay mucho cuento que contar.
Siguiendo la corriente a “nuestro sobrebarbero”, el perteneciente al grupo que se formara en las asperezas de Sierra Morena, sobrero que toma la palabra, (no confundirlo con el otro, con el desprovisto). Todos de acuerdo en apoyar las alucinaciones de DQ, con el fin de burlarse de él. Entre todos concluyen que la bacía no es bacía, tanto que: “está tan lejos de serlo como está lejos lo blanco de lo negro y la verdad de la mentira” Sin embargo, conceden que el yelmo no está entero, como queriendo indicar que el encantamiento y la locura del hidalgo no es completa.
El oidor no oía nada de la quimera de la jofaina con rebaje, de lo concentrado que estaba en encontrar una salida al dilema de D Luis, ahora que sabía que podía sacar beneficio.
El barbero desprovisto argumenta que si la bacía es yelmo, entonces por lógica, la albarda debe de ser jaez de caballo. Como a DQ no le interesa la albarda, (En su locura sólo hay sitio para una bacía que es yelmo) deja que sean los demás los que decidan en plebiscito, pues considera probable que al no ser caballeros tienen la mente más lúcida, es decir, no les afecta el encantamiento del castillo. Los participantes deliberan que si corroboran que la albarda es albarda, entonces el razonamiento de DQ con relación a la bacía se viene abajo. No les queda más remedio a los presentes que seguir el hilo del absurdo del mundo al revés. Por consiguiente; el barbero sobrero, portavoz del grupo plebiscitado, que con tanta gente en la venta estaba p’ayudar – por sierto, desaparecido en la trifulca posterior - sentencia que la albarda deja de ser albarda para ser jaez de caballo.
Uno de los cuatro criados de D Luis, que no conoce lo andado por el grupo originario en Sierra Morena da la clave al afirmar: “… Que no carece de misterio el porfiar una cosa tan contraria de lo que nos muestra la misma verdad y la misma experiencia; porque, ¡voto a tal! -y arrojóle redondo-, que no me den a mí a entender cuantos hoy viven en el mundo al revés de que ésta no sea bacía de barbero y ésta albarda de asno.”
Tan abismado estaba DQ en la “quistión” que al oír cómo un cuadrillero de la Santa Hermandad, que no comulgaba con ruedas de bacías, cuestionaba su verticalidad actuó. Sin mediar palabra intenta descargar su lanzón en las costillas de uno; cosa que hubiera conseguido de no ser porque el autor decide advertir al sujeto en el último momento para que esquive el golpe. Ello provoca que DQ se quede sin arma al romperla contra el suelo. No estuvo aquí valiente C, seguro que en el último momento pensó que ya fue suficiente con la liberación de los galeotes. Demasiado, incluso para un Caballero Andante, infringir dos veces la ley en un periodo tan breve de tiempo.
Lo que sucedió fue un pandemónium de golpes, de unos contra otros, que zanjó DQ de la siguiente manera y que sirve como conclusión de la historia de la bacía: “¡Ténganse todos; todos envainen; todos se sosieguen; óiganme todos, si todos quieren quedar con vida!” - concluyendo - “que es gran bellaquería que tanta gente principal como aquí estamos se mate por causas tan livianas.” Quedando en su imaginación albarda por jaez, bacía por yelmo y venta por castillo.
Seguidamente, D Fernando echa una mano al Oidor en la búsqueda de una salida al contencioso de D Luis, algo que parecía insoluble; resultando una apología del diálogo; elemento imprescindible en la resolución de conflictos.
El mismo al que iba dirigido el lanzonazo que DQ hizo trizas contra el suelo, resentido, prepotente y rencoroso; escudriñó y encontró, en algún lugar de sus recuerdos, que estaba en posesión de un pergamino que incriminaba al Hidalgo por haber liberado a los galeotes. Allí mismo hubiera dejado sin aire para siempre al cuadrillero si no es por la intervención de los presentes. Termina el capítulo con el discurso - apología de La Caballería Andante de DQ con el que comenzamos - hace ya un rato - este comentario, que yo habría querido más breve, pero el interés de tanta acción lo han hecho así de extenso y con perspectivas nada halagüeñas para nuestro héroe.
Desde luego Cervantes capea un gran número de personajes...relacionándolos...porque será que me recuerda a La Colmena... Hay que ver, que se me había olvidado el barbero "desBaciado"... y con tanta aventura...también el episodio de los galeotes...claro, pero es que yo no soy escritor...que inteligencia la de Don Miguel...
De todas las formas, como tu dices...mal final para nuestro "héroe" sino pone punto y seguido a ambas "desventuras"....hubiese quedado como un auténtico delincuente....
¡que bueno la crítica a la justicia! al más puro estilo pachequista ¡LA JUSTICIA ES UN CACHONDEO!....por cierto muy actual ante los hechos que vivimos.
Saludos amigo. Espero estés más recuperado..
Cervantes, sigue con su crítica a todo lo de su tiempo y demuestra un gran y cínico, sentido del humor y como siempre, nuestro hidalgo, por las buenas o las malas, se sale con la suya e involucra a los que le rodean en "su realidad", con ningún respeto por las autoridades.
En resumen, Cervantes, no deja títere con cabeza y pone a parir a todas las instituciones y valores de la época. Supongo que sus escritos reflejan irónicamente, gran parte de las injusticias que debió vivir este hombre buena parte de su vida.
Ponte bueno, profe :)
Mil besos, niño
Lo leo y parece tan actual, que llego a pensar que los tiempos cambian pero las personas no¡¡;)
TE SIGO DEJANDO BESOSSS CURATIVOSSSSS¡¡¡¡
Cervantes caricaturizo los momentos…jamás perdió el norte… La famosa hermandad fundada por Los Reyes Católicos… mejor,sigo leyendo…Te dejo Un Beso. Silvi.
Ayer me los llevé a todos de nuevo a Formentera.
¡Qué lío se montó en la venta! Pero, como siempre, me llaman la atención algunas de las frases enrevesadas de nuestro Quijo: Sobre la veracidad de la bacía y la albarda "...que miente, si fuere caballero, y si escudero que remiente mil veces". Cuando Fernando dice " no es albarda de jumento, sino jaez de caballo, y aun de caballo castizo" Dice el sobrebarbero "...pero allá van leyes, do quieren reyes" (a pié de página dice Rico "los poderosos actúan como quieren" --cuan cierto hoy en dia...). Cuando se arma la zapatiesta "el cura daba voces; la ventera gritaba; su hija se afligía; Maritornes lloraba; Dorotea estaba confusa; Luscinda, suspensa y Doña Clara, desmayada." (Voy a grabarlo y continuo)
Cuando Don Quijo para la trifulca "Mirad como allí se pelea por la espada, aquí por el caballo, acullá por el águila, acá por el yelmo, y todos peleamos y todos no nos entendemos" (muy cierto hoy en dia tambien...) y para finalizar las dos frases que tanto tu como PANCHO habeis mencionado, Don Quijo dice a los cuadrilleros "Venid acá, gente soez y mal nacida; ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caidos, remediar los menesterosos?" "... ¿Qué caballero andante pagó pecho, alcabala, chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca?" (ésta me ha ENCANTADO menos mal que a pie de página Rico lo explica...).
Espero que te encuentres mejor, querido profe. Muchos besotes, M.
¡Ah! otra cosa. Me sorprendió mucho saber que el ventero pertenecía a la Santa Hermandad; mas bien sería un chivato ("informador" como se dice hoy en dia...)¿no?
¡que lío que lío!
a ver si me aclaro.
bicos,
Curiosamente seguimos con la Justicia y quien la administra... entonces y ahora...
¿Estás malito, Pedro? Me sabe muy mal.
Besitos con efecto balsámico...
"cosa parece ésta que puede poner en admiración a toda una universidad, por discreta que sea" jua,jua,jua...
(qué destreza en el manejo de los personajes... mmmmmhhhhhh)
Más forzado ha de ser, amigo Pedro, dar razón a la sinrazón de la justicia que mover en la escena personajes un ciento. Y aún en nuestros días es menester hacer la mayor de las fuerzas, y ni por esas, para hallar en la morada donde habita la ciega fallos con decoro e iguales derechos.
Hola Pedro:
Fieles a nuestro viernes de pasión Qujotesca, recien acabamos de montar en el revulsivo el capitulo 45, los 2 que llevamos de retraso los dejaremos para cuando haya más tiempo.
La "birra" nos llama, que tengas una buena noche...
Saludos Antonio y Ojito.
Un doble salto mortal por parte de Cervantes, que nos lo da, además, en medio de un barullo, para que no se note tanto
Es verdad. Cómo se las sabe todas este zorro viejo con la espalda requemada. Para que se note menos mete balas ("Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad") entre pelotazos ("¿quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy?")
La gente que encabezaba la pirámide social de la época sale retratada en este cuadro. Aunque esto a lo mejor es una manera habitual en la literatura de la época. El caso es que esto de seguir el juego a las locuras de Don Quijote mal se compadece con la ilusión de una nobleza ejemplar que lidera la sociedad. Parecen más atentos a su nuevo juguete (Don Quijote) que a servir al Rey, como se quejaban los cuadrilleros. Y en este juego la verdad y la sinrazón se enredan y se confunden.
"No menos causaban risa las necedades que decía el barbero que los disparates de don Quijote"
Como niños se comportan, y no como poderosos señores en cuyas manos estaban todos, incluido Cervantes.
Perdón por el retraso, pero ya sabéis que estoy fuera de juego estos días.
PANCHO: qué bien has señalado el dinamismo de este capítulo y los cambios de foco entre los distintos grupos que se forman en esta venta-Babel. Y muy bien vista también esa defensa final de la caballería andante que hace nuestro hidalgo.
MANUEL: en efecto, cuántas cosas de la narrativa posterior tienen origen en el Quijote. Y, como ves, la justicia, siempre ha sido cuestionada. ¿Será por algo?
DIANNA: y, en la Segunda Parte, se atreverá con más, ya lo veremos. Era un observador inteligente de su época. Gracias por tus buenos deseos. Besos.
MAMEN: actual y universal, a pesar de hablar de La Mancha, en efecto. Un beso, gracias.
REIKIJAI: supo ver los defectos de su época. Un beso.
MERCHE: me gusta tu libro viajero. Y las frases que señalas, por supuesto.
En cuanto a los del ventero-cuadrillero, era frecuente en la época: en primer lugar, como señalas correctamente, porque su posición en la venta -un lugar de paso y necesario descanso para los viajeros-, les daba una privilegiada situación para estar al tanto de todo lo que se movía; pero también para ponerse a salvo de sus propias actuaciones: juez y parte.
ALDABRA: y tanto, ya lo verás. Besos.
SELMA: ay, la Juticia... Estoy. Gracias por los besos. Otros.
BIPOLAR: ay, en qué cosas te fijas... Destreza: no ha habido nadie mejor.
MIGUEL: te veo quijotesco, será por algo... Pleitos tengas..., ya sabes.
ANTONIO. visto. Y perdonado el salto, por supuesto. Espero que os sentara bien la cervecita... Saludos.
AECAGH: experimentado, por supuesto. Tan buen escritor como inteligente en la crítica. En lo que señalas, además, será aun más directo en la Segunda Parte.
Niños que juegan con el destino de los demás.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Un abrazo.
La especial forma de administrar justicia que queda reflejada en este capítulo se prolonga incorregiblemente a través de los tiempos... aunque, desde mi punto de vista, ahora es mucho peor; y además se hace por algunos administradores de esa supuesta justicia con absoluta inmunidad e impunidad...
Creo que todos los personajes del Quijote son estereotipos de la época manejados con destreza por Cervantes para opinar sobre la sociedad de aquel entonces o caricaturizarla.Sociedad que, sólo hay que verla, sobre todo en lo institucional, nada o poco ha avanzado.En este capítulo le ha tocado a la justicia y a la Santa Hermandad.
¡La gran metáfora social del Quijote!, magnífico Cervantes.
Gracias por tu trabajo.
Saludos.
Yo te encontré tarde, para la lectura del Quijote.
Peo, qué buena idea tuviste, en hacer una lectura conjunta y comentada.
Es para sacarse el sombrero.
Cuando un libro se termina,queda un vacio. Aunque yo vuelvo una y otra vez, a las grandes obras, al menos a ls que a mí me han significado revelaciones. Y no, porque se me pierdan de la memoria, sino, por el puro placer de refrescar lineas y tramas que bien lo merecen.
Buscás fotos relacionadas con la obra Cervantina? Trataré de prepararte algo preparo algo.
IMPERSONEM: quizá ahora nos sintamos peor porque tenemos más consciencia de nuestros propios derechos, por eso tienes razón.
Durante mucho tiempo se vio así la obra, como un relato de costumbres en el que se detectaban los vicios sociales para corregirlos.
Magnífico Cervantes, sin duda. Saludos.
HIPOLITTA: nunca es tarde. En la columna de la derecha tienes un enlace para saber cómo puedes incorporarte. Anímate, puedes comentar las entradas atrasadas según tu lectura, yo te acompañaré.
Me alegraré que me envíes fotos para este álbum que hacemos.
Un abrazo.
Comentario al capítulo XLV del Quijote, primea parte.
Esta vez hago el comentario, en forma epistolar, el barbero de la bacía escribe una carta, pidiendo ayuda, al barbero Maese Nicolás.
Carta de un barbero a otro barbero.
Señor Maese Nicolás, barbero de profesión:
Espero de vuestra merced, escuche mis cuitas y tenga en cuenta nuestro mismo gremio y oficio. Con toda verdad os digo que estoy en trance de convertirme en un loco, mucho más loco que ése que llamáis don Quijote. Posiblemente, ay, mis últimos días tengan, como escenario, a uno de esos terribles asilos para alienados, donde encadenan y amordazan a los pobres desgraciados que pierden el juicio.
Siguiendo mi camino, fui a dar a aquella endemoniada venta. Llevaba mi jumento a la caballeriza cuando me encontré ¡al ladrón de mi albarda! Reconocí al criado, o escudero o lo que sea, de cierto endemoniado que me enristró con el lanzón y me robó la bacía, aquel malaventurado día de lluvia en que perdí ambas cosas. Al reconocer mi albarda, arremetí contra él, reclamando mi propiedad y me encontré con sangre en la boca.
Me dirigí a aquellos señores y señoras, algunos muy principales, otros simples villanos, para preguntarles su opinión acerca de lo que porfiaba el extravagante caballero que llamaba yelmo de Mambrino a mi bacía , la misma que tantas barbas y tanta sangre ha visto.
Confiaba en el buen juicio de vuestra merced, mas me quedé con la boca abierta cuando escuché vuestro discurso en el que os declarabais barbero examinado, con más de veinte años de ejercicio y conocedor de todos los instrumentos barberiles. Asimismo relatabais vuestra mocedad soldadesca, no pudiendo tener dudas en lo que toca a yelmos, morriones y celadas. Creía estar soñando cuando manifestabais:” esta pieza… no es bacía de barbero… está tan lejos de serlo como está lejos lo blanco de lo negro”.Confirmaron lo que decíais un cura y dos caballeros a los que se dirigían con los nombres de Cardenio y Fernando, más los acompañantes de este último.
Aquel loco, atribuía las dudas a los encantamientos que continuamente ocurrían en aquel lugar, que en sus delirios, llamaba castillo y no venta. Menuda sarta de majaderías que desgranaba, que si un moro encantado, que si los secuaces, que si lo colgaron del brazo. ¡Ah! Y los encantamientos afectaban, únicamente, a los caballeros armados como tales, por lo que confiaba en el juicio de los presentes, libres de esa condición.
Aquel noble caballero, don Fernando, decidió someter a votación la solución de este caso. Para los que seguían la burla, era “todo esto materia de grandísima risa”. Para los que no estaban en ella: don Luis, los cuatro criados de don Luis, tres cuadrilleros y mi modesta persona…estábamos ante el mayor disparate del mundo.
Yo estaba desesperado, la bacía, ante mis ojos, se me había vuelto en yelmo de Mambrino, y tenía que soportar sus risas y palabritas al oído. Aquel don Fernando, después de tomar los votos de los que conocían a don Quijote, me informó de que mi albarda era jaez de caballo castizo. ¡Mi burro y yo sin saberlo! Me resigné, qué remedio, si me lo dice un señor tan alto… Dije aquello de “Allá van leyes donde van reyes”. No estaba borracho, ni siquiera había desayunado. ¡Cuántas risas! En esto, don Quijote sentenció:
“Aquí no hay más que hacer, sino que cada uno tome lo que es suyo, y a quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.”
Me sentí muy aliviado cuando uno de los cuatro criados de aquel jovencito, don Luis, manifestó su disconformidad “con hombres de tanto entendimiento”, afirmando que no era bacía ni albarda. ¡Por fin hablaba la voz del sentido común!
Uno de los de la Santa Hermandad perdió la paciencia ante una pendencia tan absurda, obviando la alta condición social de algunos burlones enfadado declaró:”Tan albarda es como mi padre; y el que otra cosa ha dicho o dijere debe de estar hecho uva.”. Don Quijote no pudo soportar que le trataran de mentiroso y borracho y tras “un mentís, bellaco”, arremete con su lanzón, contra el cuadrillero. El golpe iba a ser tremendo, gracias a cielo puede dar de que se desvió, evitando caer muerto allí mismo. El arma se hizo pedazos y se oyeron voces pidiendo favor a la Santa Hermandad. El ventero, dada su condición asimismo de cuadrillero, los venteros suelen poseerla aunque hayan sido de manos ligeras, fue con presteza a buscar su varilla y su espada, para socorrer al compañero.
Vuestra merced ya conoce la confusión y la leña que reinó en la venta, a partir de ese momento.
Los cuatro criados rodearon a su joven señor, yo aproveché para atrapar mi albarda al mismo tiempo que el Sancho de mis pecados, don Quijote propinaba espadazos a los de la Santa, don Luis voceaba, Cardenio y don Fernando favorecían al loco, el cura daba voces, la ventera gritaba, las mujeres lloraban, se desmayaban…Yo aporreaba al ladrón de mi albarda que hacía lo propio conmigo, don Luis dio una puñada a un criado, el oidor empeñado en defender al muchacho, don Fernando pisoteando a un cuadrillero...
En medio de aquella batalla campal, nuestro loco Quijote recordó la discordia del campo de Agramante , donde cada uno peleaba por una causa diferente y nadie se entendía , trasladándola a nuestro caso por afinidad. Decidió que el oidor fuera el rey Agramante y el cura fuera el rey Sobrino. Añadió, muy cuerdamente, que “es gran bellaquería que tanta gente principal como aquí estamos se mate por causas tan livianas”.
Los cuadrilleros no sabían nada de orlandos furiosos ni de carlomagnos, ni entendían ni querían sosegarse. El ventero reclamaba un castigo para el loco que le alborotaba la venta. Por mi parte, no me quedaba más remedio que tomar sosiego, mi bacía-yelmo no vería ya pelos de barba ni lanceta, mi asno no llevaría nunca tal albarda-yelmo.
Confío en que vuestra merced me conceda la gracia de contarme la verdad –verdad ¿Bacía o yelmo? ¡Albarda o jaez? Se preguntará su merced ¿es que todavía no la conoce? Aunque parezca mentira, me están entrando dudas…Vienen a buscarme, creo que son los guardianes del asilo de alienados.
Aquí termina la carta del sobrebarbero al barbero Nicolás. La presente nunca fue cursada, fue encontrada, muchos años después, en un cajón secreto.
Un abrazo Pedro, espero que te estés curado y que no hayas tomado los escaramujos esos de Fierabrás.
Un saludo a todos los visitantes.
¡Estupenda esa carta, querida Abejita! (Estoy de acuerdo con lo del escaramujo y el Fierabrás...). Espero que nuestro Pedrito no lo haya tomado... Besotes, M.
ABEJITA: qué buena perspectiva para el comentario, me gusta mucho y la creo muy acertada.
De cada uno de los pasajes del Quijote sería posible hacer un contrarrelato. Es más, siempre nos quedamos con las ganas de saber más de ellos.
MERCHE: en efecto, estupenda. Cualquier día de estos aclararé lo de los escaramujos, que iba en clave. La gripe, no, que es bien cierta. Ay.
Pedrito, nos tienes que aclarar MUCHAS cosas, lo de tu masaje de menta y chocolate del cual no nos has dicho ni mú y ¡ahora lo de los escaramujos en clave! Veremos... Besotes, M.
- “Que miente si fuere caballero, y si escudero, que remiente mil veces” Que raro, yo hubiera pensado que era más grave la mentira en un caballero.
- “Tengo más a veinte años “carta de examen”, deduzco que hacía falta alguna especie de diploma para ejercer de barbero.
- “sobrebarbero”, matizaciones al alza ¿quiere decir que es más que un barbero?
- “estar hecho uva”, no sé si será estar loco o estar borracho.
- El triunfo de la quimera “la albarda se quedo por jaez hasta el día del juicio, la vacía por yelmo y la venta por castillo”
- Como siempre Sancho tiene razón y ese castillo es una ruina “pues no es posible vivir una hora con quietud en él”
- ¡Vaya carácter el de don Quijote! en un solo párrafo les llama: soeces, malnacidos, infames, ladrones en cuadrilla, salteadores de caminos, ignorantes y mentecatos.
- Según esto los caballeros andantes:
o No puede ser llevados a prisión
o Está exento de impuestos
o No paga los vestidos que se hiciese
o No paga sus alojamientos
A que suena a algo?
MERCHE: soy un hombre lleno de claves... Besos.
MARGA: A lo primero, eso parece, pero a lo que se refiere don Quijote es que la mentira del escudero, por su condición mísma, es más vil; a lo segundo, en efecto, como en muchos otros oficios, hacía falta una prueba para poder ejercer; sobrebabero, construcción irónica que equivale al "barbero mencionado antes"; borracho; sobre la quimera, volvermos al perspectivismo: para don Quijote así es, pero para los demás será el triunfo de lo burlesco, no de la quimera; Sancho aplica siempre el sentido común y casi siempre acierta, como en este caso.
Tienes razón, ya hemos visto a don Quijote estallar de ira en varias ocasiones, como ésta: no es tan idílico como nos hace creer la iconografía.
En efecto, suena, suena. ¿Estaremos aun, sin saberlo, en una sociedad estamental?
Excelentes preguntas, excelentes matices los tuyos.
El Quijote como pacificador ante una justicia que se presenta de forma marrullera. Qué irónico.
JUAN LUIS: ironía muy sutil, en efecto.
La verdad es que vaya cantidad de historias y personajes entremezclados en un mismo capítulo. Sin duda un arte el conseguir que todo se desarrolle con cordura (en cuanto a la redacción, claro, que de la otra ya vemos que es como el Guadiana, que aparece y desparece).
ASUN: es en donde mejor vemos la habilidad de Cervantes.
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