Para cerrar las historias cruzadas de amores entre Fernando, Cardenio, Luscinda y Dorotea, Cervantes opta por lo teatral: de ahí, entre otras cosas, la velocidad con la que se cumple todo y que la resolución se dé, fundamentalmente, a través del diálogo.
Ya hemos visto esto mismo en otras partes del Quijote: el teatro era el género popular por excelencia en la época y Cervantes siempre tuvo en la mente cómo, después de sus éxitos en los escenarios, se vio apartado de ellos por la irrupción de Lope de Vega y las nuevas tendencias.
En gran medida, una de las características que hacen de esta novela una obra válida en todo momento es su teatralidad: se nos describen las acciones casi como acotaciones, los personajes tienen actitudes actorales y, en fin, lo teatral empapa gran número de reflexiones y aventuras.
Esto es lo que hace ahora, en la venta.
En primer lugar, elige un lugar de paso en el que verosímilmente pueda darse el azar del encuentro. Lo prepara con la descripción que hace el ventero de la extraña comitiva que se introduce en la escena y el comportamiento de los recién llegados, lleno de misterio. Pronto, sin embargo, la voz y el descubrimiento de los rostros da paso a la anagnórisis teatral: todos se reconocen (hay ciertos errores en el relato que se deben a falta de pulido final por parte de Cervantes, pero la rapidez de los acontecimientos los disimulan).
Tras el reconocimiento, todos los movimientos se dan como los podría disponer un buen director de escena: desmayos, solidaridad femenina, gestos dramáticos de súplica, acciones apuntadas que caracterizan a cada uno de los participantes en ellas... y las lágrimas, que siempre ayudan. El drama deviene en comedia sentimental de final feliz.
Pero para que se dé este final feliz se tiene que modificar la arrogancia de Fernando, uno de los personajes más antipáticos de la Primera parte. Ya sabemos de él: heredero de un gran título, noble soberbio y caprichoso, enamoradizo y falso en sus promesas. Ha sido capaz de traicionar a su amigo -he aquí ya una de las razones del Curioso impertinente para los que no hayáis comprendido aun su inserción anterior: en ella, el enamoramiento que traiciona la amistad es verdadero, profundo e inevitable y conduce a los tres protagonistas a una muerte porque saben que se han traicionado los unos a los otros, no como aquí-, de traicionarle de la peor manera posible, robándole a su prometida sin importarle ser correspondido; ha traicionado también la palabra dada a Dorotea, mujer abandonada y burlada; ha robado a Luscinda del monasterio con total alevosía, consciente de la impunidad que le da su estatus.
Fernando es el centro de todas las acciones de este capítulo: Luscinda le ruega la libertad para marchar con su verdadero esposo; Dorotea le recuerda la palabra dada; Cardenio está atento a sus gestos por si tiene que defenderse; todos acuden a rogarle que cumpla con lo que es debido.
La transición de Fernando es notablemente rápida: deja su inicial arrogancia -llega a tocar el pomo de su espada- y su orgullo de hombre acostumbrado a hacer siempre su voluntad y cede ante todas las peticiones para, incluso, estar próximo a las lágrimas.
Cervantes nos ha dejado a nosotros, la decisión sobre lo que hemos visto en esta escena y el comportamiento de cada uno de los personajes y su sinceridad. Como buen dramaturgo, nos da las pistas de los gestos para que seamos nosotros los que valoremos. Porque esta transición de Fernando es no sólo rápida, sino increíble.
Fernando transige porque no puede hacer otra cosa, porque hasta un cura le recuerda que debe actuar como noble y cristiano. Si hubiera pasado por encima de esta petición, hubiera provocado una tragedia, pero no puede: está en una venta, en medio de la realidad de la Mancha y aunque pertenece a la alta nobleza tampoco vive en la impunidad. O quizá sí podría hacerlo, pero Cervantes quiere que no pueda porque no desea llevar la obra por esos derroteros: le ha bastado con marcar críticamente el carácter del heredero de un gran título y luego ha girado hacia el final feliz. Fernando que, en realidad no está enamorado más que de sí mismo, acepta a Dorotea como sucedía en las comedias de enredo cuando en pocos versos se casaba a unos con otros y esboza una sonrisa.
Mientras tanto, todos los presentes han llorado de emoción, como corresponde al género parodiado de la novela sentimental.
Veremos, el próximo jueves, qué pasa tras la solución de estos amores, en el capítulo XXXVII
38 comentarios:
¡Fantastica tu imagen con el pañuelo!
Muy propia, dada la emoción que se desprende de este capitulo en el cual se resuelven felizmente los amores de Luscinda-Cardenio y D. Fernando-Micomicona (perdon, Dorotea).
Pues ahi no ha terminado la emoción, pronto oiremos al Cautivo.
Por cierto, Pedro: ¿no te da la impresión de que hasta Cervantes se emociona un poco? Además, parece poner sentimiento en la narración.
Un abrazo.
P.D. El del anterior comentario he sido yo, le he dado dos veces sin querer.
un poco culebrón ¿no?... no será que Cervantes no estaba muy a gusto de como le había quedado la historia de Cardenio y Fernando y la retoma de nuevo para dar un cabio y agradar su público...en fin tu dirás que eres el especialista....saludos
Je, je, je... al primer golpe de vista tu imagen pense que hablaba de resfriados. Luego, al leer descubri que hablaba de emociones... Me encanta como describes e interpretas el Quijote. Y cada vez que te veo hacerlo me prometo ponerme a leerlo y poder disfrutar de lleno de todas tus observaciones... Algun dia llegara...
Un abrazo!
Bueno, bueno ¡qué capítulo! Todos acaban felices y comiendo perdices... menos Sancho que llora porque "...Dorotea no era, como él pensaba, la reina Micomicona de quien él tantas mercedes esperaba." A todo ésto, D. Quijote sigue durmiendo a pierna suelta... ¡con todo ese jaleo y "plañideo" que se monta en la venta! Me ha gustado mucho la llegada de la comitiva a la venta. Una escena muy plástica, misteriosa y cautivadora. Tambien me ha gustado aprender una palabra nueva de la cual no tenía ni idea lo que significaba: "anagnórisis" que has escrito en tu, como siempre, excelente análisis. Tu foto muy oportuna... Muchos besotes, M.
Veo que llorabas tanto que tenías que usar ¡un trapo de cocina! Pobrecito... Besotes de nuevo, M.
¿O es un trozo de pijama? Besotes, M.
Muy señor mío Don Pedro,
Siempre leyéndole le saludo primero, con admiración, respeto y aprendiendo.
Con su presentación deja lo que a mí me resultó importante bien atado y tendré que dar una vuelta de tuerca (como ya se ha dicho) a lo que leo, junto a lo que imagino (imbuido y embutido en el brazo inútil de Cervantes) y solapándome a sus mejores apreciaciones.
La velocidad de los acontecimientos en este capítulo y la intersección de resoluciones es apabullante, pero...si no hubiésemos vivido por capítulos con los personajes Cardenio y Dorotea; y no hubiésemos aprendido de sus historias pasadas, de su forma de expresar amor, de su condición, de sus habilidades, de sus sinsabores, de su discreción o de su humano carácter, lo que se presenta como bien nos explica el Señor Ojeda, como un acto teatral de comedia y con final feliz; resultaría absurdo y decepcionante como lectores, o en este particular caso: espectadores en el gallinero.
Pero sin embargo, tenemos las claves de cada personaje definidas en nuestra memoria y casi podríamos predecir a ojos cerrados sus reacciones, sus miradas, sus sorpresas, sus palabras, su criterio. ¿O no?. Para mí, tanto es así, que seré casi más extenso en explicarme, que el mismísimo relato...y esto se lo advierto para que salten comentario o bien se carguen de paciencia.
Dejando al desagradable Fernando para el final, yo empezaría por la que puede causar más extrañezas, leída desde nuestra perspectiva moderna, la sin igual Dorotea, bella y discreta, ¿proclamando su amor por un hideputa ...? sí sí, y sin embargo ella es la gran triunfadora de la noche... Aquí tenemos a una mujer que sobresale a todos (machos y féminas), que sin actuar como ha actuado, estaría llorando deshonrada en su hacienda y sin embargo, se tiró al monte y ahora tiene a tiro de pájaro, resolver su dilema, el de los otros y toda la escena.
La única opción para ella y su familia, es que contraiga nupcias con Fernando, él sería en la época cervantina, quien asumirá críticas esposando a una plebeya, ella sube de estamento a señora de Osuna, porque en realidad la Princesa Micomicona naufragó allí, y ahora en la venta recobra su corona perdida a cambio de su castidad robada.
Y lo hace dramáticamente, desmayándose mitad sí y mitad no, (representado en teatro, causaría cómplice sonrisa en el espectador), y ya hemos aprendido, ¡señoras y caballeros! que tenemos a una actriz delante y no a una mujer cualquiera, Cervantes se encargó de mostrarlo con esmero, dándola título de Reina y además nos acaba de explicar con 'exemplum' como las mujeres pueden ser capaces de fingir tremendamente (Curioso Impertinente).
Pero fíjense en la escena, una vez se recuperaaaa al ver que nada ocurre, toma las iniciativas que serán importantes para resolver la trama y evitar tragedias.
Claramente ella sabe lo que puede esperar de un hombre truhán que ha hecho todo el mal posible (exagerado como un monstruo- ¿les recuerda a Don Juan o a ...?), que no respeta nada, ni siquiera lugar sagrado, ni palabra ni honra ni padres... pero incluso la nobleza debe rendir cuentas y contra más público más compromiso, ella lo tiene atrapado (por las piernas) y juega sus bazas (no es Inés-pasiva), las únicas en el siglo XVI posibles. Y podemos imaginar, que después de la boda oficial siendo ella inteligente como es, además de señora de la castillo, seguro que resuelve todas las situaciones y gestiona a ese imberbe de Fernando. Basta para imaginarlo, seguir el discurso asertivo de Dorotea (regado en hermosas lágrimas) donde no solo asegura ante Dios (pero sobre todo lo grita en público) ser esposa de Fernando, y así le enfrenta diciendo, que es su esposa ¡quiera él o no quiera!, acabando con palabras que suenan a maldición. ¡Todo un temperamento de rubia!, de tonta y a lo loco, nada.
Cardenio, sabemos lo que ha sufrido y su carácter, capaz de las mayores locuras, pues perdió el juicio, pero de nuevo la lectura del Curioso Impertinente, ha servido de inflexión intima a ellos y a nosotros, a él ahora, le vemos concentrado en proseguir con su amor por Luscinda, que se le entrega, entera, pura y luchadora, y asume su culpa por confiar en un amigo que resultó un terrible Clotaldo (sin remordimientos), por eso Cardenio 'cambiado', la venganza la transforma en defensa, como justa penitencia; puesto que ahora le importa más su amor que su honor, algo absolutamente moderno, como estamos aprendiendo del profesor (si no suspendo).
De Luscinda, sabemos lo que nos habían contado y aquí Cervantes se esmera un poco más en hilvanar, de este personaje, su extrema entrega (incluso con la muerte), para que hermosamente sea creíble, y con actitudes parecidas a las de Dorotea de resolución, siguiendo la línea teatral, pero prosaicamente poética en todo lo que se lee en diálogos, para causar el efecto, trágico, lírico y romántico, esperado.
De Fernando, ya conocemos por leído y ahora ampliado, su condición de mentiroso, mujeriego, prepotente y innoble, todo un señorito andaluz, que le gustaría violentar y atravesar con su espada, pero... se encuentra con palabras incuestionables y amorosas (50-50), y con miradas de complicidades ya forjadas, que incluyen hasta un representante del clero y eso es también moderno para él (un Fuenteovejuna anticipado sin linchamiento ¿o sí?).
Sabemos que piensa, que la opción de un jugador es seguir el juego, (aunque todos conocen sus cartas). Pero si Cardenio perdona y acepta; Dorotea sigue estando tan dispuesta y bella; con la indomable Luscinda amenazando inmolarse, pues le agarran por los pelos (ganando al Ordago) y no le queda más remedio que tragar al tener a todos en su contra, y para más inri, están representados todos los estamentos sociales y sus diferentes categorías... solo falta el Rey, (tenemos Reina) y el ejercito que duerme al lado.
Todos en la venta, saben como se las gastan los señores con aire de feudales, y el lector desea y reconoce que en realidad merecería escarmiento... por eso hábilmente Cervantes se escondió en la manga, a Don Quijote, porque esta escena con él delante y conocedor de los hechos y de los modos bruscos de Fernando, habría acabado en tragedia, ya que Don Fernando, nunca hubiese aceptado a Dorotea o el rechazo de Luscinda, obligado por la fuerza de un pretendido Caballero de tres al cuarto.
Y... o moría el Loco o moría el Coco. Y el ansia de muertes, también la ha satisfecho para él y lectores, con el Curioso Impertinente, dejando su obra en la comedia y resolviendo con total inteligencia.
Pero.... ¿Y nosotros...? mirémosnos al espejo... a esta altura de la obra y en este capítulo, que es titulado con un "teórico error de revisión", inicialmente nos predispone, con una razonable duda, a volver a leer la descomunal batalla con un gigante...
Ocurre sin embargo que hemos llegado ya al XXXVI y asumido (si hemos leído entusiasmados como yo) la personalidad, de un deshacedor de entuertos delirante, y... ¡vive el cielo que mataríamos a ese pellejo de vino que se llama Don Fernando, si no aceptase casarse con Dorotea faltando a su palabra!, quizás Don Quijote dormita, pero su espíritu no, y Cervantes, bien sabe, que ya lo habrá despertado en nosotros.
(Nos ha bajado a la platea desde el gallinero en esta novela interactiva, cierto señor Ojeda, y estamos abucheando y tirando tomates a Fernando)
Y en realidad nos ofrece lo que deseamos, como replicados Don Quijotes que somos. Todos en este punto, hemos 'oído' descabezar al Gigante Innoble de Micomicón, tal como ha dicho el Caballero durmiente y su fiel escudero interesado 'en el futuro', y ahora nosotros hemos leído como nuestros queridos personajes, doblegaban a un Don Juan y hemos deseado ver rodar la arrogancia de la monstruosa nobleza, en el personaje de Fernando de la Fosca Vista (también innoble), cabeza que se haya en las manos de Dorotea al finalizar el capítulo, o sin-par Princesa Micomicona redimida. ¡Cervantes se merece su ínsula, perdón, los Sanchos lectores, que creímos ver guillotinada a la nobleza adelantándonos dos siglos 'al futuro'!
Así que lo vertiginoso de la escena, se compensa con un desarrollo interior en el lector de mayor alcance. Y todo encaja, no porque la pluma quiera apresuradamente y se improvise un final feliz, sino porque aún, con lo inverosímil del caso, y en un abrir y cerrar de ojos, existen razones precedentes y posibilidades coherentes de que así fuera, es como, esa caída de fichas de dominó que tras perder dos horas en la colocación minuciosa, se desploman en segundos para provocar encanto, por la precisión del hecho.
Me despido con adarga y espada, siempre con mi antifaz en negro, y pesadamente Suyo Z+-----
Consciente el ventero de que con semejantes feligreses le va a costar Dios y ayuda cobrar el alojamiento y el daño causado por el hidalgo en sus cueros de vino – nada sabe de que las alforjas de S están bien repletas - , aparecen siete enmascarados por la venta, (a falta de gafas de sol, buenos son los antifaces) que le compensarán de tanto dispendio económico como está padeciendo con un grupo de penitentes que confunden los cueros de vino con gigantes y la sangre por vino. Otro capítulo que DQ se lo pasa encamado. El autor aprovecha que las historias le ocurren a los secundarios para darle un más que merecido descanso. Como consecuencia, la novela pierde un tanto su condición de viajera e itinerante y se nos hace sedentaria. Como si el autor considerara que todavía no ha amortizado una localización; ubicación a la que todavía no le ha sacado todo el partido que merece. La venta es el escenario por el cual van desfilando unos personajes a los que le ocurren historias o, también: “Un cielo donde se rematan todas las desventuras de la tierra.”
Buscando siempre el equilibrio en su obra, no se decide a continuar con la fantasía de DQ, sino que introduce elementos de humanidad después de la batalla, abriendo así la posibilidad de aventuras de diferente cariz a las vividas hasta aquí. Si en el anterior capítulo cierra un cuento; en éste hace lo mismo con las historias inconclusas de los secundarios, ya unidos al grupo, Cardenio y Dorotea, que están en la venta camino de la aldea del cura, verdadero organizador del enredo. Aquí se unen y cruzan con las de Fernando y Luscinda.
El cura sonsaca a los dos mozos que acomodaban los cinco caballos que, aunque sólo llevan dos días en el séquito, van camino de Andalucía. Saben que la mujer es o bien monja, o va camino de serlo pero no de muy buena gana. Saben, asimismo, que todos obedecen a uno del grupo que es quien encrespa tanto el ánimo de la dama de los suspiros que la hace hablar para decir que nunca ha mentido y “mi pura verdad os hace a vos ser falso y mentiroso”- devolviéndole la acusación - dejando claro que la relación entre ambos no es buena. Intercambio de acusaciones que puso una exclamación en boca de Cardenio, quien rápido conoció la voz de su esposa y ella la de su marido.
Fernando se convierte en el receptor de dos súplicas diferentes como lo son las dos mujeres. Mientras Luscinda, - retenida por él de manera poco ortodoxa - le ruega: “Dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra” pues el cielo, por caminos no hollados, le ha puesto delante a su marido. Dorotea le recrimina el mal pago recibido por darle “las puertas de su recato y las llaves de su libertad.” Sin embargo, no se lo recrimina únicamente como despechada , sino afirma estar segura de que su hermosura y belleza no la abandonarán. Incluso se ofrece a él como esclava: aquí mi libro dice que el experto cervantino Rodríguez Marín introduce el refrán: “ Por el caballo viene al potro la nobleza, no por la yegua” que define perfectamente la escena entre los dos y , al mismo tiempo, refleja la mentalidad machista de la época con respecto a la mujer. Mujer que aquí se humilla hasta extremos poco admisibles para nuestra época. Curioso cómo ella vuelve a recurrir a la indisolubilidad del matrimonio para reivindicar sus derechos con respecto a Fernando. (cada uno se agarra a lo que puede en estos asuntos, como ahora que otros recurren a los llantos).
Cervantes en este desenlace resuelve las situaciones de una manera poco acorde con lo que venimos viendo: aquí son ellas las que luchan por ellos. Al hilo de esto, observamos como todos se sorprenden cuando Luscinda se echó encima de Cardenio , juntando los rostros, rompiendo todas las normas del respeto.
Digno de resaltar también es la determinación que muestra Dorotea para evitar un duelo que se adivina inminente entre los dos caballeros heridos en su honra. Ella se come su orgullo, se tira a los pies de Fernando y le suplica que la quieran, cuando el sujeto mira a otra. Lección que nos quiere enviar el autor a los lectores: siempre es mejor el peor acuerdo que la más rotunda victoria después de la batalla. pancho
No llores!....
No sé porqué, pero mira qué paradoja..."al verte llorar, me ha dado risa".
Me encanta tu sentido del humor.....jajajaj., aunque me han dicho que eres muy serio.
Pedro, qué humor tan fantástico al hacerte las fotos, son geniales, ya dudo si disfrutoa más con los textos que con tus fotos. :-)
Respecto al trapo de cocina, creo que es en la segunda parte del Quijote, dónde Sancho llama al trapo rodilla, quejándose de que a don Quijote le limpiaran con toallas y a él con un trapo de cocina.
Un abrazo
Eso de tirar tomates y huevos al traidor Fernando (hoy en dia serían zapatos...) yo tambien lo sentí, SR. DE LA VEGA. Excelente, como siempre, su análisis. Beso sus pies (con tal de que no huelan...), M.
Y, PANCHO, a mi tambien me sorprendió eso de "juntar los rostros" creo que era MUY atrevido para la época... Por eso digo que DQ era una novela bastante "risquée", érotica y pornográfica... ¿no crees? Besotes, M.
¡Estoy deseando leer a la ABEJITA, y a ANTONIO AGUILERA! Besotes, M.
Aún no he tenido tiempo de quitarme las manchas de sangre de los colmillos, son pertinaces.
En cuanto recobre la cordura y la calma, leeré el capítulo.
Interesantes, los comentarios, es un placer leerlos.
Besos, niño.
CORNELIVS: ay, la historia del Cautivo, una de mis favoritas en las primeras lecturas del Quijote. No sé si en estos párrafos Cervantes se emocionaría, pero lo parece. Quizá fuera oficio... Un abrazo.
MANUEL: muy culebrón, diría yo: pero es que Cervantes debe parodiar también este tipo de narraciones sentimentales, para cerrar el muestrario que viene hacendo. Sí hay cierta precipitación al redactar este capítulo, sí: hay pequeños fallos sobre la sucesión de los acontecimientos que lo denuncian.
SERENDIPITY: pues nada, ya sabes que cuando te animes puedes comenzar por la primera entrada. Yo te responderé.
MERCHE: pobre Sancho, siempre ve frustrado su futuro glorioso. Y cuando lo consiga, renunciará a ello.
Un trapo de cocina, en efecto, un trapo de cocina: la emoción me pilló cocinando...
SEÑOR DE LA VEGA: Muy bien visto, mi querido señor: Cervantes puede permitirse este capítulo porque la historia viene de lejos y debe terminarla para que no suplante a la principal, de la que ya llevamos demasiado tiempo apartados.
Dorotea, en efecto, sobresale: es la gran creación de esta parte central de la novela. Muy por encima de los varones que la rodean para su mal. Y magnífica actriz, por supuesto.
Cardenio, en efecto, parece ahora más listo y decidido. ¡Ya era hora!
Muy bien vista también, las opciones que tenía Fernando, incluso para el lector. Qué placer para el lector medio de la época ver a un gran noble tragar con la labradora.
Y, en efecto, como en el teatro, tras plantear y desarollar el conflicto, la resolución debe ser rápida: para impactar al receptor y para que no se vean demasiado los trucos escénicos.
Un placer leerle, como siempre.
PANCHO:¡bien visto lo del ventero, que yo no había apuntado! En efecto, el pobrecillo ve, al fin, la oportunidad de cobrar como se debe -lo veremos confirmado más adelante, así que nos sirve de mucho tu apunte-.
En efecto: también es muy útil el sueño de don Quijote, que le repara a él y le permite no ver el juego de desvelación de identidades. Ya veremos su reacción al despertat.
Luscinda y Dorotea se humillan, en efecto, con más o menos argucia femenina, pero, como has visto, en la época no les queda otra: dependen de Fernando para que los matrimonios retornen a su vía natural.
Brillante comentario, querido amigo.
ROSA: ay, me podía la emoción. No sé quién te ha soplado que soy muy serio, pero debe ser verdad...
KETY: el pobre Sancho, qué mal trato recibe... Un abrazo.
MERCHE: Como dices, el Quijote tiene mucho atrevimiento. Esperemos al resto de los comentaristas habituales.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
DIANNA: pues los colmillos con sangre te dan un atractivo especial... Besos y espero ese comentario.
Yo me quedo con los finales felices, ya sabes:.." y comieron perdícessss,... jajajaja¡¡;))
UN BESOOOTEE DE FINDEEEE¡¡¡
En la redacción cruzamos apuestas sobre si es un trapo de cocina, el moquero del bisabuelo o un pañuelo palestino. Sácanos de la duda que hay mucho en juego, al menos dos cafés.
¿Los huevos con chorizo? Besotes, M.
MAMEN: y, sobre todo, después de echar unas cuantas lágrimas. Un beso.
PABLO: trapo de cocina, trapo. Espero que hayas ganado.
MERCHE: estaba haciendo los dos huevos fritos con chorizo, en efecto. Besos.
me recuerdas a mi profesora de Literatura en 2º de B.U.P. Era una fan absoluta de "El Quijote" y supo infundir a toda la clase ese amor.
un abrazo.
Confiesa del todo.... Estos huevos con chorizo... También habían cebollas, de aquí este llanto...
Que puedo comentar despues de lo que acabo de leer.. Eso: CHAPEAU!Una vez más para tí y los que me preceden...
Si, Un beso, Pedro...
FERNANDO: ¡todo un elogio que le comparen a uno con un antiguo profesor/a del que se guarda un buen recuerdo!
SELMA: que no, que no. Huevos fritos con chorizo y un vaso de tinto Ribera. Un beso.
Comentario al capítulo XXXVI del Quijote, segunda parte.
Leemos el título: “Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros raros sucesos que en la venta sucedieron”. Pero, don Miguel esa batalla ya la hemos presenciado. Hay que ver como olía a vinazo el capítulo anterior. Otro gazapo. Estos impresores…
Vamos con los raros sucesos. Como dice el poeta Manuel Machado:” su mercé el ventero en la puerta atisba si alguien llega”. Y sí, alguien llega, “una hermosa tropa de huéspedes”, gente misteriosa, de categoría, habrá “gaudeamus”. Uy, un ventero que sabe latín… Llevan lanzas, adargas y una dama vestida monjilmente y de blanco que suspira, solloza ,calla… No responde a la solidaridad femenina de Dorotea, sólo se sentirá obligada a replicar al antipático embozado secuestrador que la tilda de desagradecida y mentirosa. Conocemos a este personaje del que teníamos referencias: Fernando. El de las tres traiciones, más traidor que Lotario, que ya es decir, un tipo donjuanesco, un arrogante miembro de la alta nobleza, tal vez un Osuna, personaje que va a sufrir esa sorprendente metamorfosis que señala Pedro, de bronce a mantequilla, el duro se ablanda , casi se le caen las lágrimas e incluso pierde la color.
Acabo de aprender la palabreja que expresa lo que se inicia ahora: la anagnórisis teatral o reconocimiento. Por deformación profesional, me pongo un ejemplo sencillito a mi misma, como si estuviera ante mis "sanchicos:
Encuentro entre una madre y un hijo que, tras muchísimos años y vicisitudes se reúnen:
-Hijooooooooooo-
-Madreeeeee.
Algo así es la anagnórisis, la ver si se me queda en el disco duro.
Cardenio reacciona ante la deseada voz de su Luscinda. Voces amadas, antifaces que se caen, rostros conocidos, desmayos, qué fácilmente se desmayan estas señoras, cada oveja encuentra a su pareja.
Fernando mantiene agarrada todavía a Luscinda que suplica, en un emotivo discurso: “Dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra” y “acabadme con él la vida”.Estamos ante la enamorada dispuesta a morir.
La que no desea morir es Dorotea, la que conocimos en la sierra vestidita de varón, lavando aquellos pies “que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido”, la Micomicona del “miémbresele” que “sólo” leía libros piadosos. ¡Menuda mujer! Llorando y de rodillas , confesando que le entregó las “llaves”, algo tremendo entonces ; pero la humilde labradora, le lee la cartilla al señorito: “Tú no puedes ser de la hermosa Luscinda, porque eres mío, ni ella puede ser tuya, porque es de Cardenio; y más fácil te será, si en ello miras, reducir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera… quieras o no quieras, yo soy tu esposa”. El triple traidor reconoce su derrota, no tiene ánimo para negar las verdades de la hermosa.
El lobo suelta a la corderilla Luscinda que no cae al suelo porque allí están los amorosos brazos de Cardenio para sujetarla. Fernando echa mano a la espada para vengarse de Cardenio, mas Dorotea tiene buenos reflejos y “con no vista presteza se abrazó con él por las rodillas, besándoselas y teniéndole apretado, que no le dejaba mover.”.Sus palabras y las de todos los presentes, incluidas las más valiosas del cura, amansan a Fernando que casi, casi llora, se “abaja” y manifiesta el deseo de vivir sus días junto a la inteligente mujer .Se disculpa de sus faltas de una manera muy tenue, muy alambicada:” volved y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallaréis disculpa de todos mis yerros”. A la vez da el visto bueno a Cardenio y a Luscinda. Sancho prefería a Micomicona y también llora. Aquí llorar hasta el apuntador, bueno no, que aunque parezca teatro, no lo es.
Un saludo a Pedro, a todos los paseantes y, uno muy especial, a Merche Pallarès.
ABEJITA: Bien señalado el gazapo, hablaré de ello en las Noticias.
Me gusta tu humor al abordar el lío amoroso y la cesión del lobo, que se "abaja", en efecto.
Llorar, hasta yo, ya lo has visto.
Saludos.
¡Gracias ABEJITA! pero es que ¡me encantan tus análisis! La frase esa que tanto tu como Pancho la mencionais, a mi tambien me llamó la atención por su dramatismo romántico: "Dejádme llegar al muro de quien yo soy yedra"... Too much! Aprovecho para añadir otras frases que me llamaron la atención (referiéndose a Luscinda): "...un rostro milagroso, aunque descolorido y asombrado" luego: "Callaban todos y mirábanse todos, Dorotea a Don Fernando, don Fernando a Cardenio (de quien en el fondo sigo creyendo que estaba enamorado...) Cardenio a Luscinda y Luscinda a Cardenio...". Luego Dorotea a Fernando: "...abrió las puertas de su recato y te entregó las llaves de su libertad..." y continua: "Tú solicitaste mi descuido, tú rogaste a mi entereza, tú no ignoraste mi calidad..." "...¿por qué por tantos rodeos dilatas de hacerme venturosa en los fines, como me heciste en los principios?" Frases geniales. Besotes, M.
Qué cuco es nuestro manco de Lepanto... ¿Os habeis fijado que cuando se miran Dorotea a Fernando, Luscinda a Cardenio y viceversa ¿el UNICO que no mira ni a Dorotea ni a Luscinda es Fernando ¡¡¡que mira a Cardenio!!!? Queridos, DON QUIJOTE era un libro gay... Besotes, M.
Memorable esa cámara web. Memorable
pues parece que promete este capítulo... mañana caerá.
bicos,
MERCHE: me gusta cómo os fijáis en estas frases cervantinas. ¿Tienen tantas memorables las novelas de hoy en día?
En lo de la mirada de Fernando, a pesar de que me gustaría darte la razón, ya sabes que hay prepotencia, no amor... Al final, haremos de don Quijote un icono gay... Besos.
BLOGOCHENTA: ni yo mismo sabía que podía dar tanto juego...
ALDABRA: espero que te guste. Besos.
Lo mejor de este capítulo la imagen y la porra de LaPalabra (amén de otras aportaciones que no he podido leer)
No me ha gustado un pimiento el argumento de este capítulo. Lo siento Cervantes, es que no me lo creo. ¿Cómo se puede "arrejuntar" al final esta mujer con un hombre que no la quiere y se conforma con ella? ¡¡Pero si sigue sujetando a la otra!!...
Agua que no has de beber... déjala correr
De todas formas, "La Colmena" nació aquí. ¿o no?
BIPOLAR: Cela supo copiar mucho, pero no de aquí. He de reconocer que este capítulo siempre me ha parecido el más endeble de la Primera parte: no porque sea malo, sino porque es demasiado de su época.
Hola Pedro.
A mí me sorprendió mucho la extrema rapidez con la que se ha resuelto todo, como si Cervantes hubiera decidido a última hora quitarse estas historias de un plumazo.
Es curioso como en una oportunidad de deshacer un entuerto real y ayudar a un par de damas en apuros, nuestro héroe sigue durmiendo.
Llama la atención el casi total protagonismo femenino, que llevan el peso de la resolución, mientras los personajes masculinos se encuentran a la espectativa.
Un abrazo.
JUAN LUIS: Cervantes era un autor muy práctico y cuando creía que se había agotado la materia narrativa, la despedía de forma rápida, en efecto.
Pues si, que no podía largar la lectura en este viaje que hice..... que tuve que buscar en el pueblo una farmacia de turno y comprar una caja de Klinex.... vaya final feliz de este cruce de amorios!
Y paso lo de los cueros de DQ que dije en el cap. anterior para aqui.
ay si, si............ si!
"Y si no me quieres por la que soy que soy tu verdadera y legítima esposa, quiéreme a lo menos y admíteme como tu esclava" (Que tiernamente Luscinda se expresa a su Cardenio)!!!!
o mejor así:
" que es lo que piensas hacer, único refugio mio, en este tan impensado trance? Tu tienes a tus pies a tu esposa..."
Ayyyyyyy las lágrimas me van a mojar el tablero..... y la remata Dorotea con "Y verá el mundo que tiene contigo más fuerza la razón que el apetito!" (No, si ya decía yo que era una mujer inteligente!!!!)
Y para que mentir? Cómo me gustaría oir a un Fdo decirme (pero en forma sincera):
"Levantaos Sra mía, que no es justo que esté arrodillada a mis pies quien tengo en mi alma!"
buahhhhhhhhhhhhhhhh snifffffff snifff
PD - Los cueros se quedan donde están, en el cap ant.
MYR: Me parece que Don Fernando no está para esas cosas que le pides...
No sólo es capítulo es muy teatral, tu foto no se queda atrás.
Es cierto, como comenta Manuel, que este capítulo es un poco, por no decir bastante, culebrón.
A mi este Fernando no me resulta nada creíble. Se ha visto en una situación difícil de salir airoso y ha visto que la mejor forma es hacer lo que hace, pero de amor sincero, me parece que nada de nada.
Y luego ¡hay que ver cómo se rebaja Dorotea ante Fernando!
MYR, si yo no he entendido mal, la frase "Y si no me quieres por la que soy, que soy tu verdadera y legítima esposa, quiéreme, a lo menos, y admíteme como tu esclava" que tu atribuyes a Luscinda hablando tiernamente a su Cardenio, creo que es Dorotea quien se la dice a Fernando, que es por estas palabras precisamente que pienso que Dorotea se rebaja ante él.
La frase que sí que me parece de total enamorada es la que Luscinda le dice a Fernado pidiéndole que la deje ir: dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra
Veremos conque nos sorprende el próximo capitulo.
Besos
ASUN: si es que el amor genera estas confusiones y expresiones. Besos.
Después de la lectura de este capítulo, a mí se me quedan resonando tres cuestiones que tú ya señalas en tu comentario, Pedro. En primer lugar, la teatralidad. Es verdad que recuerda una comedia con los diálogos, los reconocimientos de personajes y la resolución de los embrollos que conocíamos de antes. En segundo lugar, lo inverosímil de la transformación de Fernando. No resulta creíble ese cambio en un personaje que había sido caracterizado tan bien como arrogante y caprichoso. Esto me parece clave para que el capítulo sea una parodia de la novela sentimental, en la que esta especie de catarsis ideal de un personaje indeseable como Fernando podría haber sido posible. Aquí lo que ha ocurrido es que a este no le queda otra, como tú explicas. Nobleza obliga. Fernando sigue siendo el mismo, todos lo sabemos, pero traga. Esto sí es verosímil, y cómico. Por último, este capítulo me parece una conclusión de una conclusión: se acabó la historia del curioso impertinente, se acaba el enredo de Cardenio, Luscinda, Fernando y Dorotea, y eso acrecienta la expectación (la mía, al menos) ante la vuelta de don Quijote.
Saludos.
Susana.
Publicar un comentario