Este capítulo, cierra la primera salida de don Quijote y, por lo tanto, concluiría esa posible novela breve con la que Cervantes comenzó la historia del hidalgo, al estilo de las Novelas ejemplares (prometo entrada para desarrollar este asunto).
Digo lo anterior para que se comprenda bien su función: sería el cierre de una historia sobre libros del género narrativo y corte fantástico, desde que su desordenado consumo produce un trastorno psicológico en el protagonista hasta que se procesa a los culpables.
De ahí esta parodia de un auto de fe inquisitorial que lleva a cabo el entorno familiar, que son los que, se supone, deben velar por el bien del hidalgo. La idea no se esconde sino que sigue sustancialmente los pasos de un proceso inquisitorial: denuncia basada en una argumentación simple de los hechos -si se volvió loco leyendo estos relatos, son culpables- sin demasiadas disquisiciones ni pruebas; proceso judicial sumarísimo del cura apoyado por el barbero en un mínimo debate y entrega al fuego de unos, salvando a otros y dejando para expurgar algunos, sin que queden claros muchas veces los motivos. En este proceso, además, se van configurando los caracteres de este entorno cercano de don Quijote: el cura, que aquí ejerce de inquisidor pero, a la vez, demuestra ser leído y tener sensibilidad literaria, además de un sentido del juego que irá desarrollando; el barbero, compañero inseparable del cura y con tantas ganas de hacer algo por su vecino y amigo como de salir al mundo aunque con el sentido común que le faltará al hidalgo; el ama y la sobrina, sacadas de niveles populares y el entorno íntimo de lo familiar de las mujeres del momento.
Este recurso paródico del proceso inquisitorial y algunas ironías literarias de Cervantes al hablar de varios de los volúmenes aquí presentes hacen que se hayan desatado polémicas eruditas sobre las afirmaciones contenidas en estas líneas, en algunos casos contradictorias -condenar al autor y salvar al libro; rescatar de la hoguera unos y otros no sin otro juicio que el gusto, a pesar de pertenecer a los mismos géneros, etc.
Aunque a Cervantes le interesaba el juicio literario de los géneros y títulos aquí presentes, el recurso del escrutinio al estilo de un auto de fe refleja, de forma sutilmente irónica y crítica, el control cultural al que estaba sometida la España de su época por la Inquisición. Para alguien formado en un espíritu humanista y que guardaba celosamente inclinaciones erasmistas, no dejaría de ser una buena oportunidad para usar un juego de espejos en el que se retratara el asunto sin salirse de lo señalado en los índices de libros prohibidos ni en las normas que de ellos se derivaban -con lo que evita problemas-. Es más, Cervantes usa de esta parodia para llevar el agua a su molino -puesto que la parodia del proceso inquisitorial es la estructura en la que volcar lo que es verdaderamente sustancial del capítulo: una selección del canon literario de las modalidades citadas- y condenar, entre los libros aquí presentados, los más inverosímiles y, por lo tanto, alejados de la línea narrativa realista que preconiza; también para condenar las traducciones -Cervantes era contrario a traducir obras entre las lenguas romances- y bromear sobre su propia situación en la literatura española al encontrar en la biblioteca La Galatea:
-Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la emienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y, entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre.
En efecto, Cervantes prometió en varias ocasiones la continuación de esta novela pastoril que escribió cuando se le abría una brillante carrera literaria que hubo de posponer hasta El Quijote. Como hizo en sus obras teatrales, La Galatea es una novela pastoril que avanzaba un género, propiamente renacentista, hacia nuevas formas, al hacer entrar en ella elementos de la realidad que contradecían, aparentemente, el idealismo en el que se insertaba, viniendo a desvelar su truco de construcción, como es frecuente en el barroco. Por eso, en este capítulo condena a la hoguera novelas pastoriles escritas con posterioridad a la suya y que no aportaban gran novedad a la modalidad.
Hay varias cosas que llaman la atención en la biblioteca de don Quijote. En primer lugar, el número de ejemplares y su cuidada encuadernación. En aquella época, una biblioteca de este tipo era costosísima y el inventario avala la afirmación del primer capítulo de que había visto reducir sus rentas al comprarlos.
En segundo lugar, el hecho de que allí no se encuentran libros de devoción -que son los más vendidos de aquellos tiempos-, ni de historia ni de ningún otro tipo que no sean los de caballerías, pastoriles y de poesía, fundamentalmente épica. Es decir, consiste en una selección de libros de los que hoy llamamos literarios, entre los que no se hallan géneros propios de la transmisión oral ni fórmulas narrativas más realistas, como la picaresca y la novela a la italiana, tan influyentes en Cervantes. Como vemos en la lectura del texto, no es cierto que se condenen todos los libros de contenido fantástico sin excepción, puesto que se salvan las obras maestras que los dieron nacimiento y algunos cuya calidad literaria los avala. Son condenados, los que caen en el exceso, el amaneramiento del género y la inverosimilitud. De algunos -como La Diana- se expurgan los pasajes más fantásticos.
Es conocida la admiración que demuestra aquí Cervantes por un libro como Tirante el Blanco, que él conoció en su traducción castellana de 1511 y que pone como ejemplo de tratamiento realista del género de caballerías, alejado de los excesos de lo fantástico:
-¡Válame Dios! -dijo el cura, dando una gran voz-. ¡Que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre; que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen, y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que le compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho.
De hecho, hay quien afirma que el Tirante es, en realidad, la primera parodia de un género ya en sus primeros inicios.
Este capítulo es, sin duda alguna, uno de los más conocidos, pero comprendo que, para aquellos lectores que no conocen bien la filiación de los volúmenes citados, pueda resultar pesado e incongruente. A estos les pido que lo lean como juego paródico con la realidad inquisitorial, propuesta literaria de una forma de escribir cervantina con un poquillo de colmillo retorcido del autor y cierre necesario de la primera salida del héroe en los principios narrativos contenidos en las Novelas ejemplares.
El proceso a los libros ha sido muy imitado. Quiero recordaros aquí cómo Carvalho, el protagonista de muchas de las excelentes novelas de Vázquez Montalbán, también quemaba páginas literarias, aunque en él el proceso denunciaba la imposibilidad de adanismo del ser humano, sobre el que pesa la cultura, a veces, como una losa.
El próximo jueves, veremos el final del auto de fe y la preparación de la segunda salida con el comentario del Capítulo VII.
49 comentarios:
Vázquez Montalbán, que buenoooooo
Uhmmm... la inquisición, que miedo!! había una peli de cristales rotos y tal, de nazis... a estas horas no coordino.
Llevo toda la noche practicando pecados capitales :), crees que me quemarían??!!
Mañana por la mañana me leo el capítulo, postee esta noche para tener la mañana libre, a ver si se me ocurre algún tema para postear sobre el lokito hidalgo.
Mordiscos^^
Desde luego Cervantes deja un documento único al hacer el repaso de la biblioteca de Quijano. Nos cuenta los títulos más en boga y a la vez nos dice cuál es para él meritorio y cuál digno de la fogata. A mí me encanta cuando se autoproclama escritor y hace promoción de sus libros. Era un adelantado de la publicidad.
Principio de entropía de Schopenhauer:
Si a un barril de vino se le añaden desechos, se obtienen desechos.
Si a un barril de desechos se le añade vino, se obtienen desechos.
El primer nihilista de todos.
(Se lo debe a Hegel, por cierto)
Leído está pero hay que hacer el paso del cangrejo.
Ahora sacamos el fosforito, y coloreo toda la página.
Tirante el blanco (peculiar nombre) suena muy de Reverte, claro que este señor es más joven (el último)
Este capitulo me ha gustado mucho, bueno no porque quemaran los libros, pero por la sátira de la inquisición. Me encantó la auto-parodia que se hace Cervantes, especialmente cuando dice "... Su libro tiene algo de buena intención: propone algo, y no concluye nada...". Tambien porque salva la mayor parte de los libros de poesía. (No puedo añadir mas a tu excelente análisis).
Lo del "adanismo" sí que es un problema hoy en dia. Besotes, M.
No sabía que hubiera existido un codex de libros prohibidos, acabo de descubrir que soy muy pecadora, puesto que estaban varios de mis libros preferidos, M.Bovary, los ensayos de Montagne, La cartuja de Parma… qué bueno, incluso estaba vedada Santa Teresa de Jesús, qué cosas.
Este capítulo me ha encantado tenía trozos muy irónicos, me ha parecido muy gracioso el momento en que se habla del Orlando traducido y el barbero le dice la cura: yo lo tengo en italiano pero no lo entiendo. No me parece que se haga pesado justamente por lo amenos que son los diálogos.
Besos y a por el VII (hoy lo he escrito bien a la primera)
Cierto el "lavado de sangre" que el de Cervantes hace de sus lecturas. Nunca me pude imaginar el carácter culto de este personaje...
Luego volveré.saludos....agobio "in crecendo" ...
En la época (y corrígeme si me equivoco, Pedro) Cervantes era conocido, más que como autor del Quijote, como autor de la Galatea.
Me ha gustado volver a leer este capítulo porque tiene mucho de "visual", no me custa nada imaginarme al cura o al barbero pasándose los libros y decidiendo cuál sobrevive y cuál no.
Un abrazo
Rafa
A mí de este capítulo siempre me había llamado la atención lo de la autorreferencia, lo de la Galatea. No sé si es muy moderno o no, pero a mí siempre me lo pareció. Formaba parte de la colección de elementos que permiten concluir que estamos ante una novela "moderna" y genial.
El Índice, vigente hasta no ha mucho tiempo, como dice D. Miguel.
Leímos Lolita y El amante de lady Chaterley escondidos en algún rincón porque estaban prohibidos por pecaminosos.
Alguien los compraba en el extranjero, no sé si en Méjico o Argentina y su hija "nos culturizaba y nos abría los ojos" en aquella España inquisitorial.
Nosotros nos lo pasábamos muy bien desafiando a la Santa Madre con aquellas lecturas..¡qué tiempos aquellos! ¡qué jóvenes éramos!
Un abrazo.
BLOGOCHENTA: un maestro.
DIANNA: seguro, pero sigue practicándolos. El loco te espera. Besos.
CECILIA: además, se presentó en casi toda su obra, convirtiéndose en su mejor personaje.
DARGOR: en efecto, pero...
BIPOLAR: No. El autor del Tirante era y es mucho más joven que Reverte. Y escribía mejor.
MERCHE: tus gustos de este capítulo coinciden con las claves. El adanismo es ya un imposible. Lástima. Besos.
EUPHORBIA: todos hemos pecado en esto. Y también aquellos que, con permiso expreso de la Inquisición, podían leerlos. Qué cosas. A por el VII.
MANUEL: Cervantes es un misterio en muchas cosas. Sabemos demasiado poco de él. No te agobies, queda poco.
RAFA: En efecto, pero cuando redactaba el Quijote la Galatea ya estaba lejos y pertenecía a un género en cierta decadencia. Luego será más conocido por el Persiles. Hasta el siglo XVIII, en el que cambia esto. En efecto, como dices, todo el Quijote es muy visual. Un abrazo.
BRUJAROJA: en efecto, es muy moderno. Y ha sido muy imitado. Cervantes, como he dicho, es su mejor personaje.
ANTÒNIA: ¿te sorprendería saber que aun existe, aunque de otra manera? Jóvenes pero con ansias de que se abriera nuestro mundo. Un abrazo.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
No sé si se puede colgar aquí una canción que me parece muy interesante. Es de Asfalto y trata sobre la sumisión final de Don Quijote a la realidad. Te la mando al correo.
Un abrazo.
Concha.
mmm de cervantes y sus obras no conozco mucho casi nada diria...
pero este texto en castellano me ha gustado mucho!
gracias por pblicarlos...
un beso!
Hola Pedro. Me gustaría reseñar de este Donoso escrutinio unos detalles folclóricos:
1.- Cuando dices "su número de ejemplares y su buena encuadernación", por intertextualidad debemos recordar un pasaje posterior como es el del caballero del verde gabán, único personaje con el que Don Quijote no va a tener ninguna disputa, sólo discusión culta. Este personaje representa, según la crítica, al verdadero cristiano del Enquiridion de Erasmo de Rotterdam.
2.- El Elogio de la locura -también de Erasmo- juega con la quema de libros a la que fueron sometidos todos los volúmenes del propio autor. Pero aunque quemes el origen de la Locura -los textos-, la enfermedad ya está inoculada, el loco anda suelto. Un abrazo fuerte.
yo hago como bipolar sólo que en vez de colorear, subrayo... es que se me dió por ahí.
me dió un no sé qué leer el otro día lo de tu "vacío por dentro"... te comprendo y desde aquí te mando todo mi ánimo para momentos como ese.
bicos,
Aldabra
En este capítulo Cervantes demuestra ser un buen conocedor de los libros de caballería, pero lo que más llama la atención son las obras de poesía que son salvadas al final, creo sinceramente que sus autores -Pedro de Padilla, López Maldonado- fueron buenos amigos de Cervantes y su mención un guiño a estos.
Con respecto a la Galatea, leí en algún sitio que ésta, pretendía ser la obra cumbre de Cervantes y a la que tenía su escritor más cariño. No sé si tú,Pedro, opinarás lo mismo
Saludos.
Hola
Es la primera vez que entro en esta bitácora. Si me hizo gracia, en su día, este capítulo de la novela de Cervantes ahora, bajo la perspectiva de contemplarlo como una parodia de un auto de fe (con su inquisidor, su hoguera y su todo) me va a hacer más gracia todavía, sobre todo teniendo en cuenta el apunte que haces sobre el erasmismo del autor. Juzgar al juez por sus criterios, y ridiculizarlo por su arbitrariedad. Eso es "tener estilo". Enhorabuena, un acierto de blog
Mmm...siempre me siento fuera de su blog cuando se lían todos con Cervantes.......
Vale!!! Me rindo, mañana consigo el libro!!!!
Un abrazo Profeeeeeeeeee
Cervantes... sonre la lectura rte puedo indicar que mi mujer ha conseguido que mi hijo de 11 años no pueda irse a dormir sin leer a diario parte de una novela, se ha acostumbrado a leer, se ha elido ya toda la serie completa de los 5, pero es que el pequeño empieza el curso que viene primaria sabiendo leer con total fluidez. Dentro de poco los veo leyendo a Cervantes.
saludos
Como sempre, muito interessante ler-te!
Indo de férias, te deixo o meu abraço com votos de que fiques bem.
CONCHA: recibida. Intentaré colgarla. Buena referencia. Un abrazo.
SAUVIGNONA: de nada, espero que te sirvan. Un beso.
JOSEGURA: el caballero del verde gabán, en efecto, será un modelo de ciudadano ejemplar. Y, como señalas, Erasmo está detrás de varios pasajes de don Quijote.
ALDABRA: colorear, subrayar: un acierto, colonizar los libros.
ALATRISTE: en la cita de los textos más cercanos hay mucho de guiños y de facturas cervantinas.
Cervantes, entre sus obras, siempre prefirió La Galatea y el Persiles. Es curioso esto pero no sorprendente. En aquella época estas obras pertenecían a los géneros que daban prestigio literario. El Quijote no: es un libro escrito hacia el futuro. Haz la prueba, intenta leer hoy estas obras, verás lo alejadas que están de nosotros. A mí, me gustan, pero supongo que algo hay de oficio en ello.
ANÓNIMO: Gracias por entrar en La Acequia. Espero que vuelvas en próximas ocasiones. A poco que vayas a entradas anteriores, verás que siempre he pedido a los comentaristas anónimos habituales del blog -reconocibles por tantas cosas-, que se pongan un nombre, aunque sea pseudónimo. Humaniza y permite seguir mejor los comentarios.
REGGIS: ¡Me alegro! Bienvenida. Un abrazo.
PACO: ¡Un acierto! Ese niño siempre os lo agradecerá. Saludos.
SAO: Mis mejores deseos también, querida amiga.
Con amo y caballo tratando de recuperarse; el primero de los palos y el segundo de las rozaduras en las rodillas, provocadas por el tropezón que descabalgó al hidalgo, nos topamos con un capítulo donde, a pesar de que el protagonista no aparezca, su espíritu está más presente que nunca en la habitación de sus libros. A cambio, se nos presentan unos personajes secundarios que lo primero que hacen es profanar la habitación donde, bajo llave, Don Quijote guarda celosamente su colección de libros. A continuación, se arrogan el derecho de decidir qué libros quemar y cuáles salvar: los relativos a asuntos franceses se libran de la quema pero no del ostracismo: van a parar a un pozo ciego de donde serán rescatados después para decidir sobre su futuro.
Como a río revuelto… el cura decide quedarse con algunos sin pedir permiso; no sabemos si con la intención de devolverlos, después de leerlos, o para siempre, sí sabemos que le agradan más que una sotana italiana.
No tuvo mucha compasión el cura de “La segunda del (paisano) salmantino” que aunque poesía no consideró oportuno librarlo de la lumbre. pancho
PANCHO: ¡qué acierto tu forma de verlo! En efecto, es una auténtica profanación de algo que el pobre hidalgo guardaba bajo llave, como bien señalas. La llave, la llave: un objeto cotidiano que explica tanto en este capítulo y que no ha sido comentado por los especialistas que por él han paado. Gracias, Pancho. Me lo apunto.
Si es que, como se suele decir, Don Quijote es el rey de las desdichas: primero se burlan todo el mundo de él, luego le pegan una tremenda paliza y ahora le arrebatan su tesoro más preciado: sus libros de caballería. ¿Le puede pasar algo más a este hombre? Seguro que sí y ya lo iremos descubriendo.
Un beso
DESPLAZADOS: Seguro que sí: pero no todo malo. Lo veremos. Un beso.
Tirant lo blanc en la novela yo no veo sátira a la caballería ,mas bien al contrario. Joanot Martorell su autor que por cierto era valenciano supo modernizar los libros de caballería adaptándolos a la época en la cual fue escrito siglo XV recomiendo su lectura y su estudio muy lejos de la película , la novela en cambio refleja la evolución socio-histórica que hace posible y creíble que pueda existir un héroe como Tirat lo Blanc . A si muy lejos del Quijote que mas bien lo satiriza ,
un beso
Bueno... de los libros mencionados para la pira, aparte de un par ellos no sabía o me he olvidado.
Me llama la atención como me recuerda aquí Cervantes al gusiluz de Euphorbia, me explico :)
El gusiluz de la susodicha se ha colado en las Meninas, al igual que el ego de Velazquez se coló en su cuadro, pintándose el mismo... la misma actitud veo en el capítulo este , al mencionar su propia obra el sr. Cervantes.
Hoy en día eso se llamaría SPAM, en internet , claro o marketing, no?
También la necedad humana, me admira, lo que no comprendemos lo apartamos, con temor(?)
La iglesia, protagonista siempre, quemando, prohibiendo, amenazando, para quedar siempre por encima.
No hay como fomentar el miedo y la ignorancia, así son los ellos los únicos poseedores del saber supremo :(
No me gusta nada que lleve sotana.
Besosss^^
Por cierto, perdona la salida de contexto de mi comentario anterior. Pero era un dato interesante respecto a una cosa que comentaré mas tarde.
Respecto a la entrada: Me intriga porque Cervantes le daba mas importancia a su Galatea que al Quijote y a las Novelas Ejemplares
ISLA: no he dicho sátira, sino parodia, que es diferente. La parodia, en literatura no conlleva necesiariamente ni la burla ni el humor (aunque, con frecuencia, se usan estos recursos, lo que provoca errores al interpretar la parodia exclusivamente como una fórmula cómica): se trata de una forma por la cual se imita un género o una obra o un autor para proponer algo diferente. Sobre el Tirante, algunos críticos sostienen esto: es una novela que, desde dentro, hace realistas y verosímiles las aventuras de los caballeros andantes, precisamente usando los elementos que señala Cervantes en la cita que he puesto en la entrada. Como tú dices: el mero hecho de hacer creíble un héroe como Tirante, es un giro total al género que le gustó mucho a Cervantes, como él mismo dice.
DIANNA: en efecto, el gusiluz es cervantino, además de un pícaro que se está gastando el dinero de Euphorbia.
Tienes razón en el resto. Besos.
DARGOR: espero con ansia la aclaración. Lo que preguntas ya te lo respondí en un comentario a un comentario tuyo. Que deje de intrigarte: Cervantes era un escritor genial, pero no dejaba de ser un escritor de su época y en ella estaban mejor consideradas obras como la Galatea o el Persiles. En lo de las Novelas ejemplares está el prestigio de las novelas italianas. El Quijote tenía mucho de experimento que ha ganado con el tiempo: en la época se leyó -hay testimonios- sobre todo como novela de humor. A partir del XVIII se va desvelando la complejidad que hay dentro. A veces pasan estas cosas en la literatura.
He leído tu largo y preciso comentario al VI capítulo. A pesar de ser uno de los más conocidos, me agarro a tu recomendación final de leerlo como un juego paródico con la realidad inquisitorial.
De este capítulo me quedo con el párrafo dónde la sobrina dice sobre los libros de poesía que también hay que quemarlos " porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo y, lo que sería peor, hacerse poeta que según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza".¡ Qué maravilla de frase ! Sobre todo su final, ¿ Qué hay que hacer para contraer la incurable enfermedad de hacerse poeta ? ¿ Hay alguien que me la pueda contagiar ?
Querido PEDRO C.: ¡Qué buena vista demuestras para seleccionar la frase más atractiva de cada capítulo! ¡Contagiémonos todos!
Pedro : si es verdad se confunde estas palabras( parodia y sátira)y yo lo olvide que no es el mismo significado para la literatura , que en el lenguaje coloquial . Siento este error y gracias por recordarmelo.
Un beso
ISLA: es un error frecuente incluso entre los expertos. No te preocupes. Un beso.
Hola a todos,
Me da la sensación que Cervantes se divirtió y mucho escribiendo este capítulo. ¿No somos los lectores los más aficionados a hacer "hogueras" con libros y/o autores?
Saludos.
JUAN LUIS: en efecto. Parodiaba la Inquisición, pero también a los críticos y a los lectores. Toda una lección. Saludos.
Me aprece que el espiritu de Cervantes anda revoloteando por aqui y me borra los mensajes que no le gustan...
Aqui viene el segundo:
Interesantisimo lo de los entremeses. Para leerlo y re-leerlo.
Este capitulo me resulto densisimo uuuuuuuuufffffff lo pase como aceite de ricino. Y eso que trate de ponerme en los zapatos de C. y entener su critica a la quema de libros...
UN BESO.
UYYYYYYY me voy corriendo al banio...
MYR: no sé qué pasa con blogger, ya sois varios los que os quejáis de lo mismo al comentar en La Acequia.
Es cierto, hay capítulos que son densos y que tienen un público muy específico, sobre todo si estamos alejados del contexto literario al que se refieren.
Un beso.
Estuve pensando, Pedro... que me paso con este texto. En realiddad, no esta alejado de mi historia personal. Hay una situacion traumatica directamente relacionada con este tema, a la que yo no deseo volver a entrar.
Fijate que el metodo que estoy aplicando, tu me diras si es correcto es asi:
1- leo el capitulo de C.
2- leo tu expicacion
3- vuelvo a leer el capitulo, prestando mucha atencion a tu guia
4- hago el comentario
5- Leo los comentarios que te escribieron.
Y 3 veces, se me paso la frase que seniala aqui arriba Pedro Carcedo.
Beso
Esto delo traumatico, amen de lo independientemente doloroso que sea para mi que se queme cualquier libro.
MYR: a veces encontramos en las lecturas las cosas que nos han llegado muy adentro. Suele suceder con las grandes obras, que por eso viven siempre.
El método me parece bueno porque, además te hace profundizar en el texto.
Lo de no ver una frase en varias lecturas, es normal. A mí me pasa con el Quijote, a pesar de las veces que lo he leído. Es tal la riqueza que abruma. Por eso, en las lecturas seleccionamos según nuestro estado del momento.
Besos.
He leído el capítulo antes de leer tu explicación y me ha llamado la atención la forma aleatoria de decidir qué libros quemar y cuales salvar. Parecía que tomaran las decisiones sin tener mucho conocimiento de los libros. Me ha gustado la explicación que das de la parodia de un auto de fe. Me ha ayudado a entender lo que he escrito antes.
Es un lujo poder leer cada capítulo con todas estas explicaciones.
Besos
ASUN: el caso es que Cervantes sí sabía lo que hacía, pero usó mucho de la ironía, el humor y un poquito de mala intención... Besos.
¡Hola, visitantes de este blog!
Algunos ya sabéis ´lo que me suele suceder, en estos casos. En cuanto comienzo el comentario a un capítulo del Quijote, recibo la fantasmal visita de algún quijotesco personaje secundario que, de manera misteriosa, tras viajar por los canalículos de Internet, asoma por la pantalla del ordenador.
El último fue un hombre de campo, el que recoge al viejo hidalgo, tras su primera salida, sin Sancho. Espero un poco, que alguien me visitará.
Sí, es lo de otras veces, oscila la imagen... ¡Es una jovencita! Me parece que ya sé quién es, no puede ser otra. ¡Antonia Quijana! Escuchémosla.
Le presento mis respetos, señora mía. Como vuestra merced dice, soy Antonia Quijana, la sobrina de Alonso Quijano, tal vez lo conozca con ese disparatado nombre de don Quijote de la Mancha. El libro impreso por Juan de la Cuesta no da muchas pistas acerca de mi persona, a pesar de ser el único familiar de mi querido tío, hermano de mi difunta madre.
Ya sabe voacé: vivo en su casa, en una innominada aldea manchega y no llego a los veinte años. Siempre aparezco con mi querida ama, a la que me siento muy unida pues, aunque ese grueso volumen no lo diga, fue mi nodriza.
Pronto su merced sabrá de las aventuras o desventuras de mi señor tío, mas ahora he de darle a conocer como mi querida ama emuló al Santo Oficio, quemando aquellos malditos libros suyos, los de caballerías. Yo no se lo reprocho.
De haberlos achicharrado antes, no se hubiera achicado mi patrimonio. ¡Ay, aquellas hanegas de sembradura!
En esta ocasión, he de relatarle el "donoso y grande escrutinio" que tuvo lugar , en mi casa, aquel día.
Mi tío llega a casa molido como una alheña, lo había recogido un caritativo vecino. En casa, tenemos la visita del señor cura y de Maese Nicolás, el barbero más lector de la Mancha. Les acabo de contar el mal de mi tío, el cual da en leer día y noche , sin descanso. Y en querer atravesar paredes con la espada...Menos mal, que el agua fría le deja sosegado.
Tras el recibimiento, le conducimos al lecho, le damos de comer y le dejamos dormir.
El cura me pide las llaves del aposento de "los libros autores del daño". Entramos y hallamos más de cien libros grandes y otros pequeños, una importante y costosa colección. ¡Ay, las hanegas de mi corazón!
Mi ama los ve, sale muy apriesa y torna con una escudilla y un hisopo. Y pide a don Pedro que rocíe el aposento, no vaya a andar algún encantador por allí, que en esos libros hay muchos. El licenciado se ríe de la simplicidad del ama, no entiendo por qué lo hace. ¿Y el diablo ese con que nos amedranta en el púlpito? Diablo o encantador ¿qué más da?
Don Pedro pide al barbero que le vaya entregando los libros uno a uno, pues considera que no todos merecen el castigo del fuego. Yo no estoy de acuerdo, el ama tampoco. Todos son dañadores, han de ir a la hoguera sin contemplaciones.
El cura ha de leer los títulos. El primero que le entregan es el de "Los cuatro de Amadís de Gaula ". Es el primero de caballerías impreso en España y los demás han tomado principio de él, por ello considera el licenciado que ha de arder. Mas el barbero lo defiende , es el mejor de todos y se le debe perdonar, "como a único en su arte".
Ya nadie recuerda que mi tío me enseñó a leer con él, a manera de Catón. Más tarde disfruté yo también, con el gran Amadís, fruto de los amores furtivos del rey Perión con la princesa Elisena y...nada más, que de eso nada ha de saber una doncella.
Siguen con el donoso escrutinio, ahora toman "Las sergas de Esplandián", hijo de Amadís. Mas no le vale al hijo la bondad del padre, es el primero que va de la ventana al corral, listo para la hoguera. Aquella embarcación volante, cuando Esplandián mata a tres gigantes, la península de California...sí también le eché una ojeada, muy por encima...
Amadís de Grecia, Don Olivante de Laura, Florismarte de Hircania , El caballero Platir y El caballero de la Cruz, todos condenados al fuego, tras darnos pelos y señales de su contenido.
¡Este cura se lo sabe de pe a pa! Que si Pintiquiniestra, que si Darinel, que si " las endiabladas y revueltas razones de su autor". Ay, don Pedro, mucho predica voacé.
Cuando mi tío terminaba un volumen y lo arrojaba al suelo, ahí estaba yo, harta de menear bolillos. ¡Los cogía al vuelo! Mientras el ama trajinaba en el corral o en el huerto, me entretenía un poquillo, sin perder de vista la olla de algo más vaca que carnero o la del salpicón. ¡Son tan escasas las distracciones lícitas en la vida de una joven hidalga!
Van arrojando más libros; mas los de Carolo de la Francia van a un pozo seco, hasta que se decida qué hacer con ellos. Reinaldos, los Doce Pares, Turpín...no estaban nada mal. ¿Qué dice voacé? ¿Que si los leí todos? Todos, todos, no.
A continuación, la emprenden con los Palmerines, el de Oliva y el de Inglaterra. La oliva va al corral y la de Inglaterra han de guardarla como un tesoro. El cura dice que sólo la palma inglesa y el Amadís han de salvarse. Todo lo demás al fuego.
Maese Nicolás quiere salvar al Belianís de Grecia, que aparece en ese momento. Don Pedro dictamina que necesita "purgarse", que se lo lleve a casa el barbero y no se lo deje a nadie. A nuestro rapabarbas le place, cómo a mí me plació lo de Florisbella. Uy, se me escapó.
Y sin cansarse más, manda al ama que tome los grandes y dé con ellos en el corral. La buena mujer toma ocho de una vez y se le cae uno al pie del barbero. Es la Historia del famoso caballero Tirante el Blanco. El cura dice haber hallado "un tesoro de contento y una mina de pasatiempos", que "aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte", algo que los otros libros no contemplan. ¡Se salva, válame Dios! ¡Se salva el más aburrido!
Ya no quedan sino los libros pequeños, los de poesía. Don Pedro piensa que estos no harán daño y yo protesto. No quisiera que mi tío abandone sus intenciones de ser caballero andante para hacerse pastor y andar cantando por los bosques. O poeta, que ese mal no se cura nunca, según he oído decir.
Me hacen caso y comienza el escrutinio de las tres "Dianas": la de Montemayor, la llamada del Salmantino y la de Gil Polo. Todos son alabanzas para la primera y la tercera. La segunda va al fuego. No veo yo con tan malos ojos a esa Dianilla salmantina, casi tan buena como las otras dos.
Siguen con otros que no tuve tiempo de leer. Una de ellas, Los diez libros de Fortuna de amor, la aprecia el cura más que a una sotana de lana florentina . Parece agradar al reverendo, aunque si la considera "disparatada"...Si al reverendo le place, a mí...
Ahora están con la Galatea de Cervantes. No la queman, la tendrá reclusa el barbero, a la espera de la segunda parte, a ver si concluye algo. Disfruté con los desdenes de esa bella pastora que no quiere someterse al yugo amoroso, qué valiente mujer.
El barbero muestra juntas tres obras de verso heroico: La Araucana , La Austríada y El Monserrato. No me interesaron cuando se los vi leer a mi señor tío. Me placen más los enamorados que los héroes. El cura dice que son de lo mejor, dando un disgusto a mi buena ama.
Ya sólo quedan "Las lágrimas de Angélica", una historia que yo leí como si fuera una continuación del "Orlando furioso". Lágrimas derramaría el cura si tal libro fuera para a la hoguera.
Perdóneme señora mía, pues leo en sus miradas lo que quiere decirme. ¿Por qué quiero que se quemen esos libros si yo los he leído y con agrado?
¿Hipócrita me llama? No, vuestra merced ha de comprenderme, es por la salud de mi querido tío y...es que no quiero que se vaya por ahí de caballero andante. Sola en este caserón, oyendo los aullidos del galgo, hilando, bordando, meneando los bolillos, ayudando al ama, así día tras día.
Confío en que algún libro quede levemente chamuscado y pueda yo guardarlo para esos largos días que me esperan. ¿Analfabeta dice vuestra merced? ¿Dónde está escrito eso?
Quede con Dios vuestra merced, volveré a visitarla en otro capítulo . Ya sabe, el 6, 2 del Quijote.
Un abrazo para todos los que me visitáis de:
María Ángeles Merino
Pedro, tengo una gran confusión con respecto a Cervantes, y ya que el tema va de libros creo que es un buen lugar para plantearte mis dudas. Para empezar, soy solamente aficionado a la literatura y chiflado por Cervantes, pero mi profesión es técnica y muy práctica. Algo sé de filosofía, pero a nivel de lector curioso y nada más.
La imagen que yo tengo de Cervantes es la de un hombre con un talento natural prodigioso, un hombre reflexivo y pensador, pero al mismo tiempo un hombre completamente abierto a la realidad que le rodea para conocerla y entenderla. Le veo como un escritor audaz en los temas y en las formas. Pero es un autodidacta. La poca educación formal que pudo recibir antes de incorporarse a la milicia le debió servir para escribir razonablemente bien, pero sin alardes. El resto es puro talento natural, intuición y aprender de lo que lee.
Por lo que se sabe de su vida, no da la impresión de que fuera un hombre con tiempo libre para leer mucho. Ni con fortuna para comprar una gran cantidad de libros que eran carísimos. Ni parece que hubiera estado bajo la tutela de mentores literarios que le ayudaran a conocer y dominar las técnicas de un buen escritor. Cuando uno está en el ejército, el tiempo para leer sobra, pero falta el dinero para comprar libros y el ambiente apropiado para profundizar en ellos y compartirlos con mentes lúcidas. Durante el cautiverio de Argel no le imagino leyendo, ni creo que tuvieran muchos libros los argelinos. Posiblemente aprendió algo de árabe y su prodigioso poder de observación le educaría más que mil libros. Quizá lograra la amistad de algún sefardita que tuviera algún libro aceptable.
Tras su regreso a la Península, parece que su principal ocupación fue encontrar un medio de subsistencia, que nunca fue la literatura. Cuando uno está preocupado por llenar la olla no queda demasiado tiempo ni demasiada energía para educarse como escritor. Por todos estos motivos, Cervantes es todavía más admirable, ya que tuvo que hacer un esfuerzo superior para poder escribir.
Con todo este preámbulo, yo alucino cuando leo a críticos literarios describir la influencia de Aristóteles en Cervantes, o la escolástica, o el platonismo, o el renacimiento italiano, o la reforma protestante, o la filosofía de Sepúlveda, o la escuela de Salamanca, o el erasmismo, o la cábala judía, etc. ¿Cuándo, cómo y dónde iba a aprender el pobre Cervantes todas esas doctrinas y teorías? ¿A qué cursos de doctorado asistió? ¿Cuál fue su tesis doctoral? ¿Quién fue su director de tesis? ¿Estamos chiflados?
Luego vienen los expertos en analizar su técnica narrativa y los conceptos de su obra. La técnica de los diferentes narradores, la de los aparentes descuidos, la de introducir narraciones adicionales, la de usar los trucos del teatro, la superposición de la realidad con la ficción, la dialéctica entre realismo e idealismo, el romanticismo, la defensa de Trento, la influencia de Juan de la Cruz, la libertad como bien supremo, la virtud antes que la libertad, las capas de la cebolla, etc, etc… Se escriben innumerables estudios sesudísimos sobre toda clase de cosas que al final me llevan a pensar que o Cervantes en realidad es el apodo de un nutrido grupo de filósofos, letrados y escritores de Salamanca, la Sorbonne, Oxford, Lovaina y Venecia que estuvieron conectados online para producir los textos más sofisticados y complejísimos que ha parido madre. ¿Tiene sentido alguno todo esto? Cervantes era un genio asombroso, pero era humano. ¿Soy un palurdo por creer que Cervantes no era consciente de casi nada de todo esto y su gran mérito es su espontánea observación de la realidad desde la altura de su prodigiosa humanidad escrita con humor y en clave para protegerse del fanatismo?
ANTONIO: Hasta donde sabemos, Cervantes no siguió ningún tipo de estudio regular, ninguno. Pero esto no supone que no pudiera adquirir conocimientos del tipo del que mencionan los críticos. Siempre que pudo se movió en los círculos de academias y grupos literarios, tanto en España como en Italia. En Argel siempre se relacionó con los cautivos más cultos y preparados, por ejemplo. Y en esos ámbitos sí había libros. Era muy común en aquellos tiempos adquirir fuera de lo que hoy pensamos esos conocimientos. Por otra parte, piensa que una biblioteca particular de aquellos días, por término medio, no pasaba de la centena de libros. Los conocimientos se trasmitían de forma oral y manuscrita en gran medida.
Cervantes, en esto de adquirir conocimientos fuera de los ámbitos académicos, no fue un personaje extraño.
Basta la lista de los libros mencionados directamente en sus obras -no solo como meras referencias de títulos sino también criticados- o citados indirectamente en ellas o incluso parodiados, para comprender que aprovechó bien sus tiempos lectores. Adquirió una basta cultura en la que también entraban Aristóteles y Platón y otros. Quizá visto desde hoy nos extraña, pero entonces cualquier persona medianamente culta manejaba esos conocimientos. Hoy los quitamos de bachillerato...
En lo que sí estoy totalmente de acuerdo contigo es en su capacidad portentosa de asimilar esos conocimientos y ponerlos en sus obras de forma natural y sencilla. Esta es otra de las condiciones personales prodigiosas de Cervantes.
Sigo tus pasos en esta lectura, desde luego. Gracias.
Yo me tomo la mención de Cervantes a sí mismo en este capítulo más como un guiño a mí, a la lectora, que como un ejercicio de autobombo. Me da la sensación de que me está hablando a través de los personajes, en una especie de broma particular que me otorga más protagonismo a mí, en realidad, que a la Galatea, hablándome de sus desdichas y queriendo que yo tenga una determinada actitud hacia él.
Saludos.
Susana.
SUSANA: Bien visto. En realidad, todo el Quijote es un guiño con los lectores, con cada uno de los lectores.
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