La retórica publicitaria consigue entrar en nuestras zonas más oscuras sin que apenas lo percibamos. Sus expertos han conseguido escanear nuestros recovecos y los usan para su propaganda. Y de pronto, doblamos una esquina y nos sentimos turbados porque saben dónde están nuestras debilidades. Ése es su éxito: la exhibición estética de cosas que no nos permitimos porque no pueden ser, porque nos dan miedo, porque las hemos sepultado. Los que diseñan las campañas saben de siglos de deseos y los usan hasta donde la corrección social se lo permite o las leyes lo toleran. Sólo rechazamos lo evidente, no lo insinuado.
En el reflejo nos vemos, como paseantes que llevan por dentro fantasías, realidades que ocultamos por convención social o moralidad, nuestra propia identidad amordazada. No hablo de los casos que persigue correctamente la ley -la aberración de usar a quien no puede ser libre-, sino de aquellos otros que, aunque sean permitidos por los reglamentos, no nos lo confesamos a nosotros mismos ni en la soledad más absoluta, que nos pesan hasta condenarnos a la infelicidad y la amargura, y que se nos escapan en sueños. Algunos frenos sociales son buenos y nos definen como civilizados pero otros son usados para controlarnos y nos atan. Nuestra sociedad está cambiando y es más libre, pero aun no lo suficiente. El individuo sigue cargando, casi siempre, con sus propios miedos a las miradas de los otros, a los que hace daño que se exprese lo que ellos acallan. Y así vamos todos, con la caja de nuestros deseos cerrada bajo siete llaves. De todo esto se nutren los espejos, que nos conocen.
28 comentarios:
Quizás no es insatisfacción sino mesura, medida, tender a lo razonable, en eso te diferencias del resto de la naturaleza, yo no creo que sea represión y menos hoy en día donde somos dueños y dioses en nuestras vidas (o eso pretendemos)hay que mirar mucho más allá del horizonte.
Pedro, es que hay que saber mirarse y verse en el espejo, incluso llegar más allá de nuestro propia reflejo. La mirada de los otros debe inquietarnos, pero nunca sustituir a la nuestra, que considero prioritaria. Lacan sabe mucho sobre espejos.
Besazos
Hola, acabo de conocer tu blog, es muy interesante y ameno, prometo volver más veces, porque desde luego, lo merece. Tienes razón, hoy en día, las campañas publicitarias están tan desarroyadas que nos engañan y nos incitan a un consumo innecesario y desproporcionado. En fin... que le vamos a hacer. Un saludo.
Puaf qué bueno. Estoy de acuerdo totalmente.
Si trasladamos esta manipulación sobre lo deseable a otros ámbitos, nos damos cuenta que es difícil mantener una opinión no generalizada sobre muchos aspectos que están previamente conducidos.
Y me viene a la cabeza, el polémico alunizaje del Apolo XII. Ahí queda eso.
(Bueno, le doy tantas vueltas al coco y que me perdonen los historiadores, pero a veces, reniego hasta de la Historia, tal y como nos la han contado)
Ay si hablaran los espejos... qué suerte que no lo hagan.
No somos libres de hacer lo que nos apetece en cada momento porque existe aquella frase de "nuestra libertad acaba donde empieza la del prójimo" y tampoco nos sentiríamos bien con nosotros mismos si nuestros deseos cumplidos dejaran una estela de dolor tras de nosotros (o al menos a los que nos creemos buenas personas, más o menos).
Si nos atan las convenciones sociales que podríamos llamar justas ya está bien que nos dejemos reprimir, pero si lo que nos atan son prejuicios estúpidos sin que hubiera consecuencias nefastas por cumplir nuestros deseos es que somos bastante tontos, pero eso es difícil de evitar.
No he estado nunca en Burgos pero los anuncios de sus calles ya me los sé todos.
Un beso insomne...
Muy bonito y muy revelador tu escrito de hoy. Me ha gustado mucho. Vivir en Burgos debe pesar lo suyo... Besotes, M.
no creo que ya es escondamos tanto nuestros deseos, ni rechazamos tanto lo evidente, empezamos a pasarnos por el forro lo que diran los vecinos y empezamos nuestro despertar al deseo. Aunque no todo el mundo y eso nos hace "diferentes".
besos pedro
Ay, con la moral social hemos topado. Más allá de las normas legales, en toda organizacion social existen otras normas no escritas que marcan lo que podríamos llamar los límites de la decencia. Es esta una zona cenagosa donde solo se mueven bien los acostumbrados a vivir en los márgenes de la sociedad, tanto por debajo como por encima de ella, es decir, los que ya no tienen nada que perder y los ganan más de lo que son capaces de gastar. A los demás nos queda vislumbrar a través de los deseos comercializados esos claroscuros a donde no llega la cobertura protectora de la Seguridad Social.
Me gusta eso de "la caja de nuestros deseos cerrada bajo siete llaves"...
De todas formas la turbación es una emoción con una violencia tan literariamente aprovechable, que merece la pena sentirla de vez en cuando...
Eso sí: flipo con la cantidad de sugerentes MUPIS que teneis por Burgos.
Yo DESEO y se me nota ;) y me importa un pepino, a quien no le guste que no mire!!
Ya estoy mejor :)) y vuelta a la carga.
Mil besos deseados (toma esa!!)^^
y si aparte de que a la "caja de nuetros deseos esta cerrada bajo siete llaves" yo copletaria la frase diciendo que es como una caja de pandora...llena de deseso inimaginables....pues te confesare asi en confianza que tengo una caja de llena de deseos reprimidos...mutilados....maltratados...hechados a suerte...esperando ser arrancados por la satisfaccion...pero prefiero que queden como deseos...simplemente deseos...hundidos....olvidados...pero latentes....
y por suerte los espejos no hablan de acuerdo totalmente con otro comentario ...porque si no se develarian esos deseos...porque el espejo parece que adivina..
besos y abrazo! :)
Me encantan las fotos y la reflexion me la he hecho yo muchas veces. Cuando vives fuera las coordenadas cambian... y de vez en cuando tropiezas con casos singulares, libres, libres, libres... pero dentro de cierto orden y me hace preguntarme como serian las cosas si fueran mas en esa direccion... Hay mucha gente fuera de control y con ellos tambien hay que contar. Un abrazo
Hola, Pedro, mucho gusto, vengo desde el Blog de Lola Bertrand, he visto algunos posteos muy interesantes y me detengo en este, no porque sea el último sino porque coincido en que la publicidad apunta a la exacerbación de la fantasía, sobre todo en nuestros jóvenes, ¡pobres y expuestos a esa perversa manipulación!
Saludos,
Catalina
En la ley escritos los deseos prohibidos. En la calle, en las esquinas, el morbo y los instintos se mezclan en los pensamientos desbocados del consumo extremo.
A uno no le importaría ser etiquetado de pijo por lucir cocodrilo, si con el kit va la posibilidad de entrar en el club de las tres jóvenes insinuantes de la foto. Sin embargo, como bien indicas, aunque nuestra sociedad haya avanzado en el respeto a las personas, aún existe una doble moral que no nos deja crecer sin desconfiar del de al lado, ni expresarnos libremente por miedo a ser malinterpretados. Hay una presión social que nos lleva a salvar la propia imagen, a que nos importe el qué dirán, que pesa más que el daño que le podamos hacer a otras personas. Así es como funciona el cortijo. pancho
MAFALDIA: tienes razón en lo que dices, pero hay muchos que no son dueños de sus vidas. Y los que parece que lo somos, nos manipulan tanto, nos vapulean de tal manera, que ni siquiera tenemos vida propia.
ISABEL: esa es la vía. Los que andan preocupados de las miradas de los otros, tienen muy mala vida. Besos.
D'AGOLADA: Bienvenido a La Acequia, en la que espero verte en próximas ocasiones. La publicidad nos desencaja del sentido común: es su oficio. Saludos.
BIPOLAR: así me gusta, revisando la Historia de forma permanente. Debemos hacerlo: sobre todo viendo cómo nos engañan en el presente.
EUPHORBIA: en efecto: el límite deben ser los otros, pero nunca sus juicios morales.. Qué mal me duermes. Besos.
MERCHE: creo que hay pocos sitios en los que se pueda escapar al juicio de los otros. Besos.
METIS: ojalá pudieramos seguir por ese camino: mejoraríamos. Besos.
XUANRATA: el deseo regulado por la Seguridad Social...¡qué acierto, es verdad!
BRUJAROJA: pensaba, al redactarlo, en una caja concreta: la que lleva un personaje en Un perro andaluz, de Buñuel. Y tienes razón: ¡cuánta literatura hay en la turbación! Y seguiremos mostrando, aunque juego con ventaja: muestro cosas de varias ciudades.
DIANNA: ¡así me gusta! Se te nota recuperada. Mil besos.
SAUVIGNONA: dale algún respiro a la caja. No siempre es bueno tenerla tan cerrada. ¡Ay, si los espejos contaran! Besos.
SERENDIPITY: deberíamos ser más libres, en efecto. Un abrazo.
CATALINA: Bienvenida a La Acequia. Venir desde Lola es un buen camino. No sólo los jóvenes, no sólo. Saludos.
JAVIER: el consumismo tiene sus propias normas.
PANCHO: tienes razón. Y no somos los dueños del cortijo. Aunque compremos decenas de prendas con el cocodrilo. Saludos.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Qué manera de complicarnos la vida!!!!.Hagamos lo que nos dicta el alma, sin hacer mal a nadie.
Miedos... y eso para que sirve?
El qué dirán?? Si dicen, que digan.
Saludos
Pues hemos de romper los siete candados con 13 llaves. Ni una mas ni una menos
TARA: eso es convencimiento. Que digan, en efecto. Saludos.
DARGOR: me conformaría con una ganzúa.
La libertad de la que hablas en esta santa tierra se confunde con libertinaje...hay quien te juzga por lo que ve y no por lo que eres. Una simple mirada nos es suficiente para hacer un juicio gratuito del otro...saludos
MANUEL: eso es. Qué tierra esta de cotillas y extremados. Saludos.
Difícilmente se podría expresar mejor lo que nos cuentas, con tanta razón, en este post. Me ha encantado leerlo.
Bicos,
Aldabra
Existe, existe: IBIZA. Besotes, M.
ALDABRA: me ha encantado que lo leyeras. Gracias y besos.
MERCHE: Te deberían nombrar en un alto cargo de promoción institucional de la isla, querida amiga. Besos.
Más que el deseo turbador, yo diría el deseo "torturador", el creador de muchas de nuestras insatisfacciones.
Besos
Encarna
ENCARNA: eso está bien visto. Pero que muy bien visto.
Besos.
Brillantemente escrito y sentido.
Asi lo percibo.
Creo que no me importa y no me cuesta mirar a los ojos.
No me importa sentir que a veces deseo "cosas prohibidas".
No, no es por justificarme, no lo creo.
Ya te he dicho muchas veces que hubo en tiempos que me medí con un rasero muy elevado.
Bajé el listón.
Me miré a mi misma, y me convertí en indulgente de mis propios errores y de mis deseos indeseables.
Como dicen por desear que no quede.
Esa es nuestra libertad.
Lo malo claro, es si confundimos deseo con realidad. O si no aceptamos que aquello que deseamos tal vez sea inalcanzable.
Mientras lo controlemos viajemos en el deseo.
Un achuchón, hala. Y hasta un beso en la boca.
PILAR: sigue así, mirándote e indulgente. Y libre. Achuchón y beso.
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