domingo, 3 de febrero de 2008

Los recuerdos y el olvido

En nuestra mente hay ventanas y puertas que hemos cerrado con la voluntad de la desmemoria. ¿Cómo se me ha podido olvidar esto?, exclamamos a veces sin darnos cuenta de que, sin decírnoslo, hemos preferido echar la llave sobre aquella situación. Olvidamos por el paso del tiempo, por exceso de información que nos impide retener todos los detalles, por no seguir sintiendo el dolor, por el proceso selectivo por el que preferimos unos recuerdos sobre otros. No siempre olvidamos lo malo. Conozco personas que prefieren vivir en la amargura y el rencor porque les da aliento de vida. También sé de otras que llevan un diario con todas las cosas que piensan deben recordar en el futuro, no tanto por volver a revivir las emociones con la lectura pasados los años sino para elaborar listas de agravios o de éxitos o favores. Sufrí una de ellas, que llevaba anotada en una libreta las cosas, como si aquello fuera un acta notarial de objetividad indiscutible.
En estos días se ha informado de un descubrimiento casual por el cual, estimulando una determinada zona del cerebro se pueden recordar estas cosas que dimos al olvido, en imágenes nítidas como si hubieran sucedido ayer, o facultades intelectuales que tuvimos en el pasado y que perdimos al no practicarlas con frecuencia. Puede tener una excelente aplicación médica a las enfermedades más inquietantes de nuestros días, derivadas del envejecimiento de nuestro cerebro, como el Alzheimer, con la que la naturaleza orgánica de nuestro cuerpo parece castigar nuestra soberbia de especie, pero dramática para los enfermos y sus familias y tan necesesitada de investigación científica y soluciones.
Sin embargo, algo hay de terrible en esa estimulación cerebral si se generalizara. No podemos vivir recordándolo todo: ésa es otra enfermedad que conduce a la muerte por angustia. Los asesinos olvidan sus crímenes, los gobernantes sus promesas, los que se enriquecen a costa de los demás cómo han llegado al éxito. Todos lo mal que nos portamos con las personas que nos rodean o con aquellos con los que nos cruzamos circunstancialmente. Quizá podría ser un arma punitiva en manos de las autoridades: la cárcel sería nuestro propio recuerdo repetido.
Ray Loriga, en Tokio ya no nos quiere, imaginó otro camino. En la novela, el protagonista sufre el vaciado de su identidad al abusar de una nueva droga, esta sí legal, una droga que permite olvidar los malos recuerdos, sobre todo aquellos relacionados con el peso de la conciencia -el sentimiento de culpa-. Me gustó esa novela, es todo un ejercicio de reflexión sobre la forma de contar una historia en un mundo que ha perdido la razón histórica y en el que el individuo ha sido destruido por sí mismo.
Es terrible imaginar un mundo en el que podamos, por igual, estimular nuestro cerebro para recordar las cosas más nimias o los breves minutos de felicidad pasada o volver a sentir la emoción del primer beso o del primer mordisco y tomar una píldora para fragmentar nuestra propia historia, agusanando los espacios intermedios hasta reinventarnos cada día. Para eso ya está la vida.

14 comentarios:

Pilar dijo...

Me gusta este tema.
Me gusta el título de la entrada.
Los recuerdos y el olvido.
La melancolía, para recordar los viejos tiempos como algo bello.
Los recuerdos, sólo los buenos.
La memoria, selectiva en lo positivo.
El olvido, para sanear las culpas estúpidas que no dejan más que un poso absurdo que no resuelve nada. Y para poder vivir en paz.
Y todo con un toque de responsabilidad.
No sé si ha sonado a receta, eso con alguna chispa de buen humor creo que es suficiente para vivir y sobre todo para dejar vivir en paz a los que tenemos cerca.

Francisco O. Campillo dijo...

¿También van a quitarnos el placer de explorar libremente los recovecos de nuestra propia memoria?

jg riobò dijo...

Cuando menos lo esperas el recuerdo de algo olvidado te invade.
Así pues no se olvida, se oculta. No es lo mismo.

Unknown dijo...

Alzheimer, es cruel, es absurdo, parece una tomadura de pelo cuando tu madre te repite tres veces seguidas ¿ya trabajas? ¿y te casaste? repite cuatro veces del mismo plato comentando siempre lo mismo, ¡anda que buena pinta tiene esto voy a probarlo...!,esa noticia de que hablas apareciendo en un primer momento esperanzadora al profundizar un poco más, es otra quimera, precisamente lo que mi madre recuerda mejor es lo de hace 50 años, ya no te digo más cercano porque no se acuerda ni de que tiene hijas... es la memoria inmediata la que se pierde totalmente pero si te voy a dar la razón su memoria ha sido muy selectiva, es feliz y lo malo lo ha olvidado por completo, ese mecanismo de defensa es importante que no nos lo roben, yo quiero recordar pero lo que yo quiero.

Merche Pallarés dijo...

Qué interesante tu artículo, como todos. No he leido el libro de Ray Loriga pero lo leere. Lo de la pildorita para estimular el cerebro para evitar el alzheimer me parece un avance importante para impedir esa enfermedad terrible (será porque estoy mas cerca de que me toque...) Besotes, M.

Anónimo dijo...

Qué malo es olvidar, qué malo es recordar...

BLOGOCHENTA dijo...

Es cierto RAúl a veces es mejor olvidar que recordar. Todos tenemos demonios interiores y nubes de recuerdos que a veces amenzan tormenta

Anónimo dijo...

NUNCATEOLVIDARESONI es una d elas nubes tormentosas de Blogochentaburgos

Anónimo dijo...

Hay cosas que quiero recordar y no puedo, hay otras que quiero que desaparezcan para siempre de mi mente y no lo consigo. Creo que todo esto encierra un mensaje que debemos descifrar a lo largo de nuestra vida. Uno va aprendiendo a aceptar algunas cosas y a superar otras. Yo dejaría las cosas como están, ¿para qué despertar a un monstruo?, la mente humana es complicada.

Anónimo dijo...

Casi he olvidado como pude olvidar que Ray se fuera con Christina, sin embargo aun recuerdo aquellos años en que bebíamos cerveza y le pedíamos a Dios una chica bonita…

Antonio dijo...

Soy bueno recordando fechas y anécdotas pasadas, pero vamos, de ahí a llevarlo todo a rajatabla como si del acta notarial que dices se tratara hay mucho. Tiene que haber gente para todo. Yo prefiero acordarme de lo bueno para alimentarme de nostalgia cuando las cosas no vayan bien, como antídoto contra las bajadas de moral. Y de lo malo también procuro acordarme, para aprender de sus causas y consecuencias y tratar que no se repita.

Salud.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

PILAR: eso, eso, tienes razón, con humor y vivir y dejar vivir. Qué buena receta.

FRANCISCO: me temo que sí, querido amigo, que no nos van a dejar ni el refugio interior.

JAVIER: el cerebro tiene muchos misterios y muchas sorpresas y no todas sus cosas podemos controlarlas. Casi ninguna.

MAFALDIA: esa enfermedad es una de las más duras, tanto para el enfermo que, en los primeros tiempos es consciente de su propia situación como para los que le rodean, que le ven igual físicamente pero ya no saben quién está dentro de ese cerebro...

MERCHE: bien, pero que la saquen con niveles diferentes, porque hay cosas que es mejor no recordar ;) Besos.

RAÚL: la vida nos lleva de un lado a otro y no podemos hacer nada.

NUNCATEOLVIDARESONNI: y qué malos son estos demonios, aunque a veces haya que sacarlos para luchar con ellos.

BLOGOCHENTABURGOS: lo sabía, gracias.

CLARA Y PEPE: lo malo es que, cuando estamos en condiciones de encontrar la razón final, nos morimos. En efecto, es mejor dejarlas como están.

BLOGÓFAGO: yo no lo había olvidado, pero escribe bien a pesar de eso.

ANTONIO: eso es la vida, en efecto. Lo malo es cuando lo convertimos en agresividad contra el otro, que no es tu caso, como veo. Saludos.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

nachocarreras dijo...

Quien conocemos a alguna persona que sufre o ha sufrido Alzheimer u otras enfermedades similares sólo nos queda maldecir a quien se niega reiteradamente a la investigación.
De la persona afectada ya se ocupa el cariño de sus seres queridos a pesar del desgaste que supone...
Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hola, NACHO. En efecto, hay que señalar con el dedo a quien torpedea este tipo de negociaciones.
Saludos.