sábado, 2 de febrero de 2008

El vértigo de la envidia.

Aquellos que hayan conocido o sufrido a un envidioso saben de lo incontrolable de su sentimiento. El diccionario define la envidia como tristeza o pesar del bien ajeno o emulación y deseo de algo que no se posee, pero se queda corto. Conozco personas paralizadas por la envidia, que no pueden disimularla ni en presencia de otros. De ella nacen odios y acciones vengativas, hermanos que dejan de hablarse, compañeros que aplastan al que trabaja con ellos, aunque el envidiado no tenga ninguna culpa. Envidiamos la belleza del otro, su dinero, su inteligencia o su fortuna.
De niños todos hemos sentido envidia de un juguete o de una chuchería y sabemos la tristeza que nos causaba. Todos hemos visto niños que han perdido el control de sus actos porque se comen de envidia. La familia y la sociedad nos da recursos para reducirla o eliminarla y nuestra misma psicología suele encauzar la envida hacia la competitividad o el conformismo, pero todos terminamos comprando las mismas cosas que tiene nuestro vecino.
Dicen que en España tiene terreno abonado. No lo sé. No conozco ninguna encuesta internacional que lo recoja ni olimpiadas de envidiosos con escudos e himnos nacionales, aunque aquí siempre andamos mirando al otro con ánimo cotilla y al que se sale de lo común se le critica sobre todo porque tiene o hace cosas que los demás no comparten. Antonio Machado hablaba de tierra de caínes, concepto que fabricó en su obra maestra Campos de Castilla (1912). Y por ella y la avaricia explica el asesinato del padre en La Tierra de Alvargonzález. Aunque ya sabemos que Caín puede ser explicado de otra manera, como hizo Herman Hesse en Demian (1919), obra aun conmocionada por la Primera Guerra Mundial y que fue durante mucho tiempo la guía de lectura de los jóvenes que se sentían diferentes. Así que Caín pudo tener sus razones. Los envidiosos suelen explicarse siempre su envidia y a veces inventan teorías sociales -nunca asumimos nuestra responsabilidad- que los justifican o implican a otros.
Pero la envidia extrema, sea cual sea el objeto que la promueve, es un vértigo que destroza a quien lo lleva por dentro. Pobres envidiosos, qué mala vida llevan.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta cómo lo has explicado, eres muy bueno escribiendo. Este mal destroza a los que tiene alrededor y a uno mísmo, es muy triste, pero así es. Isabel

Diego Fernández Magdaleno dijo...

La envidia es terrible: paralizante para quien la sufre y con vocación destructora hacia el envidiado.
Una pena.
Abrazos,
Diego

Anónimo dijo...

aghhhhhh¡¡¡¡ ENVIDIO tu poder analítico, aghhhhh¡¡¡¡ me come por dentro...

jg riobò dijo...

Me temo que ni la familia ni la sociedad estén por la labor de eliminarla.
Es el componente sustancial de esta sociedad y sin él, la revolución sería inimaginable.
Es la base de todo, todo.
La envidia no produce vértigo, sólo acumulación absurda y alucinaciones como la alucinante foto.

Unknown dijo...

La envidia siendo un concepto genérico engloba otros males iguales o mayores, llámalo celos, llámalo ambición, llámalo orgullo... me da igual, El MAL en mayúsculas tiene envidia del BIEN también en mayúsculas, es el origen de todas las guerras, las luchas ancestrales, porqué se llevan mal villa arriba y villa abajo, el norte con el sur... da igual, creo que veo un error si me permites este atrevimiento en tu última frase y es sintiéndolo mucho el englobarnos absolutamente a todos.

Maggi dijo...

Te das cuenta como la envidia muchas veces desemboca en lo que podemos ver y tocar? En substantivos...Crees que los ciegos sienten la misma envidia que nosotros con la vista perfecta? Yo separo lo que es la envidia material y la envidia sentimental. La envidia material es lo que describes cuando dices "Envidiamos la belleza del otro, su dinero, su inteligencia o su fortuna" porque todo eso parece que nos lleva a la felicidad. En cuanto a eso, estoy muy de acuerdo con todo lo que dices en tu entrada. En cuanto a la envidia sentimental, soy la primera en admitir que yo la siento cuando mi novio dice que quiere poner el nombre de su ex a nuestra hija, cuando la tengamos. Entonces pregunto, soy yo la mala envidiosa que tengo envidia de la hada buena, o es la envidia (sentimental) algo humano porque nos hace sentir inferior?

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

la envidía es un mal endémico...es el producto de las guerras en el mundo y de la mayoría de los problemas que nos rodean...tanto más cuanto menos la reconocemos dentro de nosotros. Cuanto más tenemos, más queremos...pero si es el otro el que tiene entonces destruimos...buenas noches....me voy al catre...

Nana Lopes - @Nanamada dijo...

Bela explana�o sobre um dos mais mesquinhos sentimentos!
Bom domingo!

Anónimo dijo...

La envidia fue la causa del primer crimen del género humano: Caín mató a Abel porque se sentía celoso de él por recibir de Dios unas atenciones que para sí quería. Según nuestra tradición judeo-cristiana éste fue el primer crimen de la historia. Estamos sólo en la segunda generación de hombres y ya la envidia insana corroe las entrañas de alguien, tanto que le lleva a matar a su propio hermano.

Es curioso cómo ya tenemos desde nuestros orígenes la eterna lucha entre pastores, nómadas y labradores de la tierra, sedentarios, germen de numerosos conflictos en todas las comunidades.

Existe lo que se suele llamar la “envidia sana” que no tiene por qué ser maligna, sino que se puede considerar como una especie de admiración por lo que alguien hace o tiene y que, para los afectados, puede significar un modelo a seguir.

Se echa de menos una disoluçao en verde, por aqullo de "Green with envy"

manzacosas dijo...

Claro que he concodido envidiosos, y bastantes. Pero peor para éllos porque sufren una barbaridad. Es mejor no tener trato con éllos, pues son capaces de las peores faenas y se quedan tan anchos. Un saludo

Pilar dijo...

La envidia, fue una de las cosas que el otro día arrojé por tu alcantarilla.
Yo, creo sinceramente, que no soy envidiosa, no la he sentido creo que casi nunca, no sé si esto se puede llegar a decir tan claramente.Tengo muchísimos fallos, pero creo que de éste me he librado, a lo sumo como digo yo a veces practico la sana.
Sin embargo, he sentido o mejor dicho sufrido la envidia de otros arrojada hacia mí, y no sé porqué o sí. Simplemente el hecho de que tal vez exteriormente lo que juzgan de mí les parece maravilloso, ay pobres si supieran a lo mejor no me tenían tanta envidia...o tal vez que en general suelo "ir bastante a mi bola" y eso a veces molesta...No lo sé, lo único que sí sé es que de éste vértigo me he librado, al menos como sujeto activo.

Merche Pallarés dijo...

Pues yo te tengo una envidia!!!! Pedro, ¡qué bien escribes! Estoy aprendiendo mucho con tus posts. Me encantan. Besotes, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ISABEL: gracias. Y tanto, conozco unas cuantas personas que sufren tremendamente de envidia, y siempre están buscando el mal de los otros. Es algo incontrolable en ellos, debería estar tipificado como enfermedad.

DIEGO: Una pena, en efecto. Espero que te hayas recuperado. He apuntado la fecha del 15 de marzo.

BLOGOCHENTA: bueno, seguro que es envida sana... ;)

JAVIER: no pienso que la envidia esté debajo de las revoluciones, sino más bien de las tiranías: domésticas, de amistad o politicas. Por lo demás, tienes razón, más que vértigo puede ser alucinación lo que produce.

MAFALDIA: en efecto, la envidia está en el cesto de las cerezas, nunca salen solas sino enganchadas con otras. Tienes razón, todos caemos en más o en menos.

MAGGI: es un buen punto de vista. En cuanto a lo de tu novio, no creo que sea tu envidia lo que está mal en la proposición. Y sí, la envidia es algo humano, tremendamente humano.

MANUEL: en efecto, o lo podemos conseguir para calmar la envidia o destruimos el objeto inalcanzable. Qué pocas veces dejamos de envidiar...

NANA: en efecto, de los más mezquinos. Saludos dominicales.

PANCHO: estarás conmigo que abunda más la insana que la sana...
Vendrá la disolución en verde, pero no veas qué pocos escaparates van en ese color y ya sabéis que no truco las fotos ;)

MANZACOSAS: Peor para ellos, en efecto. Lo malo es cuando nos buscan con demasiada insistencia.

PILAR: acabas de dar con una de las claves de este sentimiento: a veces se envidia lo que el otro vive con normalidad o incluso -no hablo de tu caso- con agobio. Si es que somos así...

MERCHE: ¡Pues yo te tengo envidia de Ibiza! Besos.

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Vengo desde el futuro de esta entrada de La Acequia para solamente añadir que el Caín que suscribe descubrió hace mucho que la oscuridad de la envidia desaparece al compartir, siempre que no haya gorrones cerca, claro, que siempre joden el mejor momento.

Por otro lado, hay ciertos detalles de ciertas personas que no había visto como envidia y que ahora encajan. La Acequia inundando de luz la oscuridad de la envidia. Todo tiene un lado bueno o por lo menos, más agradable.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Querido Sr.K.: hay Caínes y Caínes. Gracias por este mensaje del futuro.