miércoles, 5 de diciembre de 2007

El viaje cercano.


Me gusta viajar. No me refiero a los grandes viajes sino a los pequeños. Esos que rompen el ritmo de los días y que no responden a ningún motivo laboral o turístico. Marchar un día o dos o una tarde y pasear las calles de una pequeña ciudad o un pueblo. Ir a la estación de autobuses y sacar un billete para el primer autocar que salga. Yo solo: oírme en otro lugar, escuchar retazos de conversaciones, intercambiar miradas fugaces. Observar una fachada o entrar en un bar de pueblo y cruzar unas frases con los lugareños. A veces, un viaje a otra ciudad se ha quedado en un paseo y la lectura del libro del momento en un lugar extraño. Ver el pulso de la vida en un parque público tan similar a otros que los confundo.
Sé que ese viaje no es hacia fuera aunque siempre me siento entre la gente. Es bueno romper durante unas horas con las ataduras cotidianas y marchar solo hacia dentro de uno mismo, con todos los riesgos que uno asume en ese trayecto. Antes de salir, hay que elegir, con lentitud ritual, los objetos imprescindibles para que no fatiguen el cuerpo: el cuaderno de apuntes, la cámara de fotos, un libro, la cartera con el dinero justo.
No sé si viajo para encontrarme o para huirme, para conocer gente y costumbres y anotarlos con minucia. Quizá el viaje pretende buscar tan solo un tiempo diferente, más que un espacio. Cuando cierro la puerta de casa, camino de la estación, siento, cada una de las veces, que este viaje puede ser el último no sé si por encontrarme finalmente o por desconocerme.

6 comentarios:

jg riobò dijo...

Que así sea.
Te acompañaremos.

PILAR dijo...

¿Porque me haces sentir siempre tan identificada con lo que escribes?
Gracias.
Por cierto, yo también me apunto a acompañarte.

Lazarillo en América dijo...

Pedro, ¿cual prefieres: "Arrieros somos y en el camino nos encontraremos" o "Marineros somos y en el mar andamos?

Antonio dijo...

Adoro hacer, palabra por palabra, lo que describes en esta entrada. Y tengo la suerte, en este sentido, de dedicarme al periodismo local, una profesión que, con la excusa de hacer un reportaje, te permite en ocasiones hacer este tipo de viajes a lugares tan próximos a ti y a la vez tan desconocidos. Me voy a permitir la osadía de enviarte alguna de esas páginas por correo electrónico.

Cordiales saludos de uno que acaba su particular puente cuando lo empieza la mayoría.

Anónimo dijo...

El viajero o el caminante, como dice Pedro, es un fantasma que pasa por la vida de mucha gente sin que esa gente se de cuenta de que no es un turista más. Sé por experiencia que siempre se va acompañado de todos los que le han dejado huella.

En septiembre tuve el mío de 13 días y ya lo echo de menos. Sr.K acompaña en el sentimiento y la intención a La Acequia.

Blogger la está cagando,
pero seguiré firmando:

Sr.K
[Perdón por la campaña, pero es que la están cagando y mucho]

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hola, JAVIER: allí fuimos juntos.

PILAR: encantado de compartir experiencias contigo, ya lo sabes.

LAZARILLO: cualquier camino es bueno para encontrarse y charlar. Una pausa.

ANTONIO: Recibido tu correo, prometo respuesta.

SR.K.: Cuando uno viaje lleva su historia encima, en efecto, querido Sr.K. Y tienes razón, creo que se ha derivado por un camino equivocado. No sé si servirá, pero yo les he escrito. Además, llevamos dos días con problemas de recepción de los comentarios enviados y ha desaparecido el idioma español, a pesar de tenerlo seleccionado en la opción correspondiente. No sé, no sé...

Gracias a todos por vuestros comentarios.