[ Detalle de la fachada de la iglesia de la Merced, Burgos.]
Y una vez que la mirada ha destruido esta fachada, atomizándola, el artista ha logrado arrancar de la piedra la forma cincelada y descubrir el pulso del monstruo, con el que se identifica. De los poros de la roca salen humores que emborronan las líneas del cantero y del trazo difuminado brota, al fin, el corazón de las cosas. Es en ese justo momento cuando el paseante logra amasar el doble monstruo. Y juntos, el suyo propio y el que escondía la piedra, se elevan como en un tubo misterioso del nuevo órgano, hacia la noche.
3 comentarios:
No conozco la iglesia de la Merced pero de siempre me ha fascinado lo monstruoso de muchos de los edificios artísticos en Europa, sobre todo del Gótico. Mi monstruito favorito es la gárgola: genial!
Chula la serie, colega... me encantan los monstruos escondidos.
Un búho petrificado en monstruo vigilante.
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