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Y, una vez decidido, buscar en los bolsillos la llave que permita la entrada para sentir el vacío interior de la casa y de tu propio cuerpo, tan fatigado ya del tiempo. Esa soledad que llevas tan adentro.
Y, una vez decidido, buscar en los bolsillos la llave que permita la entrada para sentir el vacío interior de la casa y de tu propio cuerpo, tan fatigado ya del tiempo. Esa soledad que llevas tan adentro.
7 comentarios:
Esa ojo enorme de cerradura ciego, las sombras una vez más, la madera y su calidez, el texto que acompasa... anonadado.
Puro misterio, soledad y vacío.
Déjame entrar,
déjame mirar,
déjame ahondar.
Tengo la llave,
tengo tu ojo mirándome,
pero tú no estás,
y aunque ya he entrado
de nada me sirve.
Estás tú
estoy yo,
estoy solo.
Aún quedan puertas de éstas en nuestros pueblos castellanos que nos recuerdan tiempos de niñez en los que los blindajes eran de este tipo. Seguramente, porque había poco que guardar y mucho que ofrecer.
'Esa soledad que llevas tan adentro'... es delicioso, Pedro
Gracias por vuestros comentarios, Javier, Anónimo (anímate a dejar un nombre, tu texto indica tu saber mirar), Luis Felipe. Pilar: qué bien que te hayas decidido a comenzar a publicarnos tus textos.
Para mí es un universo nuevo esto de los blogs. Simplemente soy un usuario, que con mucho miedo, ha conseguido juntar unas cuantas palabras y conseguir mandarlas. Me temo que la mayoría de la población tenemos muchas horas por dedicar a la informática. Desde aquí lo único que se puede hacer es dar las gracias por compartir vuestro trabajo con unos seres anónimos que disfrutan con vuestra ferrea disciplina a la hora de mantener vuestros sitios. ¡Ah!llego a La Acequia a través de Savonarola.
Saludos
Anónimo: ¡Qué gran lugar de procedencia! Ésta es una de las cosas que humaniza el medio informático: redes de comunicación en las que vamos saltando de nudo en nudo buscando detenernos en algo que nos gusta, que nos llama la atención, que nos provoca el comentario. Bienvenido.
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