A veces me pregunto si, tal y como enseñamos literatura en cualquiera de los niveles educativos, no es sorprendente que aun atraiga a la gente. Enseñar literatura no es exigir a los alumnos la memorización de biografías y efemérides, sino ayudar, con unas u otras metodologías, a desentrañar las claves de un texto y situarlo en unas corrientes estéticas que suceden en contextos históricos determinados. No sé la razón por la que todavía se dicta en clase el año de nacimiento de un autor sin más motivo que la mera enumeración de hechos de una vida.
Cuando yo era estudiante, el acceso a los manuales y otras informaciones biobiliográficas no era tan fácil como ahora, pero aun recuerdo el plante de un curso contra un profesor, poniéndose de acuerdo todos los alumnos para llevar a clase el volumen del que sacaba sus lecciones e ir subrayando mientras hablaba. ¿Qué sentido tiene esto hoy que cualquier alumno puede tener fuentes fiables en todas las bibliotecas y en Internet? Sustituyámoslo por unas orientaciones en la selva bibliográfica y sirvamos de estímulo y guía. Las clases deben dejarse para la literatura.
Enseñar literatura tampoco es ser arrastrado por las musas y leer con voz impostada los textos. En contra de la creencia generalizada, los profesores debemos aproximarnos a la literatura con mentalidad de científicos y no repetir sin más lo que hemos encontrado en las Historias de la literatura, producto de necesidades editoriales y deudoras de la ideología de su autor -o de su comodidad-. Por eso aun encontramos errores o manipulaciones interesadas como seguir afirmando la existencia de la Generación del 98 o que el romanticismo español fue un fruto tardío y epidérmico. O la mezcla de niveles tan diversos en una misma clasificación como los históricos, los estéticos o los cronológicos.
Qué maltratada ha estado la literatura por los que enseñamos literatura. Cuánto debemos corregir, en vez de seguir repitiendo lo mal aprendido. Y luego, además, debemos procurar ser buenos divulgadores de los conocimientos.
10 comentarios:
Mi hija escribe, y escribe muy bien. No hay que enseñar literatura, hay que leer y que tu hija te vea hacerlo, el resto es cosa "natural".
Lo demás sólo sirve para ejercitar la memoria.
Es complicado enseñar literatura (aunque en la secundaria actual ha perdido la importancia que poseía en los anteriores planes de estudio); no obstante, y por fortuna, el aprendizaje memorístico de las biografías de los escritores ha desaparecido prácticamente por completo.
JAVIER: No me refería en el texto al gusto por la lectura o la escritura, sino a la enseñanza y análisis de la literatura como una forma de conocimiento del ser humano. No hablo en el texto, por lo tanto, de la literatura, sino de la enseñanza de la historia de la literatura. Sin un adecuado conocimiento en este sentido la historia de la literatura es un producto fácilmente manipulable.
Es magnífico que tu hija escriba: si se escribe bien, por mi experiencia, se sabe leer bien. Es todo un regalo.
PABLO: No te creas, Pablo, no te creas. Lo veo todos los días en mis alumnos y los lastres que traen, por desgracia. Quizá, además con el poco tiempo que se tiene para la literatura en secundaria, ya no se cargue lo memorístico, pero se siguen repitiendo clasificaciones erróneas, explicaciones desacertadas y un abrumador peso de la erudición en vez de la profundización en el texto para su mejor comprensión y más adecuado disfrute, si ese es el caso. Sin embargo, sé que hay mucha gente como tú que se esfuerza por hacer que las cosas cambien todos los días.
¡¡¡Qué duro es enseñar literatura!!!
La enseñanza en general depende de las ganas de formación, actualización y por supuesto optimismo del docente...hoy día nos enfrentamos a unos discentes tremendamente desmotivados...que lo único que leen son los sms..
Me gustó la entrada y lo que amas tu profesión...un abrazo
"En contra de la creencia generalizada, los profesores debemos aproximarnos a la literatura con mentalidad de científicos". Estoy totalmente de acuerdo contigo, Pedro. Esto, por otra parte, alejaría el intrusismo existente en ámbitos como la literatura, la música...
Abrazos,
Diego
ÁLVARO: no lo sabes bien... y más en una época en la que no están bien vistos los estudios humanísticos.
MANUEL-TUCCITANO: creo que tú puedes comprender bien esto. ¡Y la desmotivación de los alumnos que es la de la sociedad, por supuesto!
DIEGO: en efecto, en efecto.
Hola Pedro!
Como contrapunto positivo a lo que comentas te diré que hay muchos "huesos" en las aulas que obligan a memorizar, no ya las biografías de los autores, sino las obras o las etapas en las que se dividió su trabajo, como quien aprende la lista de los reyes Godos, sin entrar a leer ni un fragmento de la obra, ni contextualizar el momento histórico que les tocó vivir.
Pero también, por fortuna, hay profesores maravillosos que te enseñan a reflexionar sobre el hecho literario con ese rigor científico del que hablas.
Haberlos haylos, afortunadamente, y cuando tienes la gran suerte de ser su alumno comprendes que esta sociedad debería valorar más su labor porque son un salvavidas social y cultural imprescindible para amueblar cabezas.
Estoy segura que tú formas parte de estos últimos.
Beso!
Querido Pedro:
Cada vez va a ser más difícil estudiar (y enseñar) Literatura porque ésta prácticamente ha desaparecido de la enseñanza secundaria. Digo esto porque en los cursos de la ESO es muy difícil ir más allá de cuatro bagatelas. Y lo auténticamente grave, a mi juicio, es que permanezca constantemente ligada al estudio de la Lengua. No seré yo sospechoso de abominar de esta última -lo sabes bien-, pero no beneficia a nadie la existencia de esta pareja inseparable. Antes estaban divididas por cursos y un alumno no mezclaba la iniciación a Baroja con el complemento de régimen y las reglas para acentuar los hiatos. Y algo aún más grave: en el Bachillerato, terreno académico de mayor calado, la Literatura como tal se desvirtúa hasta lo vergonzoso en el segundo curso. Los alumnos se examinarán en las Pruebas de Acceso de diez temas que se tienen que aprender de memorieta, porque el sufrido profesor dispone de tres horas semanales para enseñarles Lengua, Análisis de texto (de forma práctica) y Literatura (la pariente pobre). Un asco. ¿Alguien se ha preguntado si, además de la evidente caída de los estudios humanísticos por motivos varios, la bajada de vocaciones filológico-humanísticas no tiene también sus raíces en la pobre, escasa y lateral presencia de la Literatura en la enseñanza secundaria?
Sonia, Raúl: perdón por tardar en contestaros, pero he estado muy liado con las Jornadas.
SONIA: hay que agarrarse a esos profesores con toda la esperanza para la literatura.
RAÚL: primero, bienvenido a este blog, que también es tuyo, como sabes. Cómo me gusta y comparto lo que dices, qué acertado tu comentario, en todos los aspectos.
Efectivamente: es muy difícil que los alumnos de secundaria valoren algo que desconocen, que se da de forma rápida y con la única intención de superar unos exámenes de Acceso. Y, como acertadamente indicas, en esto ya no tienen la culpa los profesores, sino los que han diseñado este fracasado plan de enseñanza -y el anterior, y el anterior-. Qué situación: tendremos técnicos que no sepan dónde mirar con sus aparatos porque nadie les ha hecho amar lo que todo ser humano lleva dentro y le hace más libre y mejor: la cultura, de la que también es producto su misma técnica.
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