¿Sé que nunca tendré una higuera? La lija agria de las ramas tiñe de verde la tristeza. La higuera, arrimada a la tapia, tenderá cada año su espesor sobre la tierra. ¿Nunca tendré una higuera? Bajo el foco cruel de luz, giro ahora de azul estos higos mercenarios. Cuello de dama: caricia, mordisco, beso. Sobre fondo amarillo pálido de desesperanza.
1 comentario:
Un magnífico bodegón. Otro más del otoño.
Me gustan estas entradas, son de descanso.
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