Este fin de semana he visto dos imágenes de la antigua Birmania. En una de ellas, un fotógrafo japonés, tumbado en el suelo, boca arriba, toma fotografías con su cámara de un grupo de manifestantes, contrarios a la política del gobierno dictatorial de su país, mientras son reprimidos por las fuerzas policiales. Un joven soldado, armado con un fusil, lo mira mientras corre también hacia los manifestantes. En la segunda, el fotógrafo yace moribundo o ya muerto tras haber recibido un disparo. El soldado le da la espalda y sigue corriendo hacia los manifestantes, como si ésa fuera su condena.
Un hecho similar, falso o inventado por el protagonista, construyó la imagen del falangista Sánchez Mazas en la Guerra Civil española y construye el inteligente núcleo desde el que se escribe la obra maestra de Javier Cercas, Soldados de Salamina. En esa ocasión, el miliciano que apuntaba miró a los ojos de su víctima y decidió no disparar y salvarle la vida. Javier Cercas, con inteligencia, no nos dice la razón de ese acto, a pesar de que la búsqueda de una explicación es, en gran medida, la novela. Sánchez Mazas creó o agrandó y utilizó este hecho crucial de su vida en beneficio propio.
No sé si el soldado que disparó miró a los ojos del fotógrafo, no sé lo que pensaron los dos protagonistas de la imagen.
La brutalidad de la instrucción despersonalizadora nos vacía por dentro y nos conduce a la realización mecánica de las acciones mil veces ensayadas en los ejercicios. Es muy difícil salirse de ese camino. Así ha funcionado, en gran medida, la Historia de nuestro mundo: es muy difícil ser individuo. Aun no hemos aprendido.
6 comentarios:
Aunque no me convenció la novela, sí me pareció interesante el tratamiento de ese momento central de Soldados de Salamina. Cuanto máyor es la despersonalización, más fácil es para el ser humano dar muerte sin remordimientos. El piloto que lanzó la bomba atómica no dijo "Qué he hecho" sino "Vaya pepinazo".
Ayer ví unas imágenes que me trajeron un pensamiento: todas las guerras son iguales; asquerosamente iguales.
En mi mili, en el cuartel general del ejército en plena cibeles dormí armado y a punto de salir a la calle. Muy cerca del 23-F. La primera bala era para el teniente, y no era la única.
Además de la despersonalización (o quizá deshumanización) que lleva aparejada el hecho de enfrentarte a alguien a quien no conoces, en este caso el soldado impasible tenía en sus manos el poder, en este caso materializado en arma. Deshumanización y conciencia de poder hacen que el individuo se crea superior a su semejante y no le importen lo más mínimo las consecuencias de sus actos; es más, seguro que los cree justificados.
Bueno, Pedro, te 'respondo' en cierto modo tu comentario, al tiempo que me comprometo a ver con asiduidad este fantástico blog. Me recuerda un tanto al mío, porque habla también de todo aquello que te ronda la cabeza en un momento dado. Aunque reconozco que yo soy más 'exhibicionista' y que debería no serlo tanto...
Un cordial saludo.
¿Para cuándo salir de la península ibérica y visitar Latinoamérica?
Toda la razón, Lazarillo, tienes toda la razón. Curiosamente, en mis asignaturas, doy gran importancia a los autores hispanoamericanos. Llevo un año con el blog, reconozco que no mirar a América es una de sus carencias. Prometo solución en breve.
Publicar un comentario