lunes, 17 de septiembre de 2007

De miedos, democracia y listas negras.


Cuando era joven y mi contrato no estaba aun estabilizado, se me llamó a un despacho en el que, un conocido exégeta, me mostró un croquis en el que figuraba el espacio en el que acabábamos de tener una reunión con votación incluida en la que le iba, según parece, algo muy importante para él y de lo que yo, ahora, soy incapaz de acordarme. Se había cuidado de reflejar con exactitud los lugares que ocupamos los participantes en aquella reunión, con el nombre de cada uno. Además, junto al nombre había escrito lo que él pensaba que había votado la persona a la que correspondía. Quedaban tres lugares en blanco: uno era el mío.
Me vino a decir, más o menos y siempre con el dibujo a la vista, que sabía exactamente lo que había votado cada uno de los asistentes (tampoco era muy díficil) y que se le escapaba sólo lo que habían puesto en la papeleta aquellas tres personas. Supongo que decidió presionarme no tanto por mí, fácilmente prescindible en la siguiente promoción, como para averiguar lo que había votado algún otro. Tras acallar el escalofrío que sentí en la espalda, cogí un bolígrafo y plasmé sobre aquel papel, de forma tosca (nunca he sido un gran dibujante), mi voto: el icono de un gesto vulgar que se realiza con un dedo de la mano y que era suficientemente expresivo de lo que pensaba de aquella obligada votación por una nimiedad que él consideraba poco menos que punto crucial de su honor (en el fondo no era más que exhibición impúdica de su poder). Quizá, por la imperfección del dibujo, no logró captar el significado del mismo. Evidentemente, mi voto había sido el único nulo. Levanté la mirada del papel y le dije que aquello era lo que aproximadamente había votado, pero que no estaba seguro del acierto en la reproducción (la verdad es que me temblaba la mano). Y que mi voluntad era convertir intencionadamente aquel voto en nulo. No conté con el apoyo de casi ninguno de los otros participantes en la reunión, a pesar de que sus trabajos no estaban en juego. Algunos de ellos, con posterioridad, han querido, quién sabe por qué, olvidar todas aquellas cosas que pasaron en su día y confraternizar con el ínclito estratega. Allá cada uno con su conciencia.

Viene esto a cuento de que, en los últimos días, en varios de los blogs que visito con frecuencia y que aquí quiero resumir en el de Luis-Felipe Comendador, se observa la fragilidad de la democracia cuando se deja todo en manos de un sistema de organización de los partidos en los que la mayor parte del ideario son estrategias publicitarias y luchas internas sin más sentido que la ambición de poder personal sin que brille más que la mediocridad general de los adversarios. En gran medida, las asambleas y las juntas de los partidos políticos se parecen demasiado a aquel despacho al que se me llamó a capítulo. No hay nada más plástico que la famosa frase de que quien se mueve no sale en la foto, acompañada de extrañas señales de unanimidad en la transmisión de los resultados internos a pesar de que la sangre, a veces, haya corrido a chorros y el orador chapotee en el charco. Y, por favor, en esto, no lean entrelíneas el anagrama de ningún partido concreto, puesto que el mal está muy extendido. Los ciudadanos hemos dejado de ejercer la democracia y sólo nos acordamos de ella en muy concretas circunstancias, así que la responsabilidad es nuestra.

Todos los días, en los despachos de los verdaderamente poderosos -o en los de aquellos que trabajan para ellos- se elaboran listas negras como aquella que yo vi dibujada: estos son mis enemigos, estos no me apoyaron en los momentos difíciles y les humillaré en cuanto me sea posible, estos son amigos de mis contrarios... Me he encontrado, en estos años de profesión en los que he organizado muchas actividades, demasiadas sugerencias (de personas que pensaban hacerme un bien) para la contratación o no de unos u otros escritores con lo que se agradaría a los gobiernos de turno y así facilitar o la subvención o la asistencia de las autoridades. En algunas ocasiones, si los que figuran en la lista son también poderosos, se intentará negociar con ellos o comprarlos o firmar pactos de no agresión o de duelos incruentos por lo fingidos y trucados. Hubo una época en España en la que los dos partidos más importantes se repartieron el gobierno por turnos fuera cual fuese la voluntad popular. Igual que hay corifeos y estómagos agradecidos dispuestos, aun en contra de los principios de los que hacen gala, a la antesala permanente del despacho cortesano para que se les reparta las migajas, uno sospecha de la existencia de misteriosas listas en las que figuran aquellos a los que no se debe contratar, no se debe reconocer el mérito o se debe echar a un lado. Listas no escritas e indemostrables, por supuesto. En el fondo, en este país aun permanece el mundo caciquil y provinciano cuando no los aires feudales del señor de horca y cuchillo. Y el poder tiene muchos niveles: el rasero del caínismo no distingue de clases ni oficios. A veces, incluso, las listas se agrandan por lo que suponen los segundones que le agradará al jefe cuando éste ni se ha manifestado.

La democracia sólo se puede ejercer sin la presión del miedo. Cuando en algunos países se crean estados anímicos de casi pánico se busca el control a través de la gestión del instinto de supervivencia. Cuando en una organización, sea la que sea, se mueve la silla del discrepante sólo porque no opina igual, se suele tomar como advertencia por los heterodoxos más interesados en sí mismos que en la pureza de la misma organización a la que dicen amar. Cuando en una pequeña localidad se señala con el dedo a alguien que se atreve a actuar contra el terror, se le amenaza en realidad con la marginación o algo peor.

Por eso hay que estar muy atento a las maniobras y consignas por las cuales se intenta controlar, dinamizar o desalentar el voto sea cual sea el ámbito del que hablemos. El voto, en todos sus niveles y expresiones, debe ser valioso y libre. A pesar de que caigamos en una lista negra. Una más.

6 comentarios:

trupitomanias dijo...

hay que estar atento a los pasos que den nuestros políticos... ya se empiezan a dar codazos para ir cogiendo posiciones pa las próximas elecciones.. asistiremos a un movimiento gallinero.. todos a colocar el huevo para ver cual saca el pollo para su cazuela...

hay que votar.. aunque sea nulo o blanco.. que hay les duele a todos.

Caelio dijo...

bufff!, Pedro. Me siento cercano a tus conclusiones. Parecido episodio viví cuando era más joven, más rebelde, como tú. De errores se aprende y tomas otros caminos para expresarte.

En una ciudad pequeña, oscura, donde cuesta dar pasos hacia adelante sigue habiendo listas negras. Forma parte de la vox populi, pero nadie se mueve hacia adelante.

Generalmente se puede definir muy nítidamente el perfil del "estratega".

Anclado en su posición predominante, no acostumbrado a trabajar en equipo, educado y cortés fuera del entorno, pero un hombre de piedra en su función, no admite ideas que no sean propias, no dudará en apropiarse las ajenas, le gusta ver cómo a su alrededor bailan sus fieles hoolligans, sus valores son "como Dios manda", hombre que puede llegar a criminalizar a quien no es de su simpatía, por tanto reaccionario, etc, etc etc.

Lamentable, pero ese perfil coexiste entre nosotros en una ciudad pequeña de provincias.

Muy valiente, Pedro. Un gesto muy celtíbero el tuyo. Tu sólo contra la hipocresía establecida.

Luis Felipe Comendador dijo...

Totalmente de acuerdo, hermano.

NOTA: me he permitido la libertad de sumarte a mi blog de blog's
estamos en:
http://web.mac.com/comendatore/Viaje_a_Ítaca/Blog/Blog.html

Espero que no te parezca mal.

Un abrazote, amigo.

Anónimo dijo...

Pedro

��� Qu� dificil es ser un ciudadano libre !!!

Sin embargo, ese empe�o -que se debe mantener cada d�a, cada minuto- es el verdadero motor de progreso social. Y no podemos delegarlo.

Alatriste dijo...

no admite ideas que no sean propias, no dudará en apropiarse las ajenas, le gusta ver cómo a su alrededor bailan sus fieles hoolligans, sus valores son "como Dios manda", hombre que puede llegar a criminalizar a quien no es de su simpatía, por tanto reaccionario, etc, etc etc.

Cuanta razón, a veces son como borreguillos que siguen las directrices su pastor.

labea dijo...

"aprender a dibujar dedos"

¡Ya me lo he apuntado en la agenda, en el apartado de cosas que me quedan por hacer antes de que termine el año!