viernes, 6 de julio de 2007

Trigal con nubes por si un día me pierdo.


[Paisaje cercano a Sasamón, Burgos.]
Qué paisaje abierto. Los ojos se alimentan de horizonte. Comprendo la belleza de los valles encajados entre grandes montañas, cortadas por un riachuelo con su lengua en un esfuerzo de millones de años. Como a todos, la contemplación del mar abierto me llena el cuerpo entero y castiga mi orgullo. Es más difícil querer esta Castilla, como la tan cercana Tierra de Campos. Grandes espacios abiertos con suaves ondulaciones limitadas -¡tan lejos!- por brumosas montañas. Andar esta tierra por los caminos de concentración y dejar vagar la mirada por el cereal a punto de la cosecha, pararse a ver las flores que revientan de colores puros: amarillos, morados, azules. De pronto, un río, un regato apenas, abre una vena verde que se pega a la arcilla seca. O la sorpresa, allá, más cerca de mi origen, de los Montes Torozos que estallan secretos en vida, agua y bosque.
Paseamos estos días por estos campos tan castigados por sus propios habitantes y que ahora oscilan entre el sol de julio y los tajos de viento frío que se le escapan a la Peña Amaya, desbordándola hasta nosotros.
A una plaga le sucede otra. Este año han llegado con virulencia los ratoncillos de campo, el anterior recuerdo los caminos llenos de saltamontes y viejas historias cuentan de insectos, incendios y pestes. Las rapaces vuelan en círculos sobre nosotros, a punto de lanzarse en verticales imposibles sobre los sembrados.
Hasta aquí me llega, de un amigo, la expresión exacta de un concepto al que yo no sabía dar nombre: Ubuntu, que Francisco explica como "una persona es una persona gracias a los demás". Gracias por este regalo. Hay palabras que te llegan, neologismos necesarios para caminar por este mundo de incertidumbres y lucha cotidiana. Aquí ha venido y aquí la deposito, en este lugar de tránsito por el que han pasado tantos en esta Historia hasta que los romanos le dieran al lugar nombre definitivo a partir de lo que les contaron los que aquí vivían y un celtíbero combativo, como si fuera el último orgullo de una estirpe, se acercara sin saber qué próximo a mí estaba. De aquí salí, hace unos días, empeñado por el instinto de la buena compañía, a tomar un café con otro amigo, que sabe apreciar lo bueno y comunicarlo. Y les he pedido a ellos y a la parte sana de un inteligente personaje al que no conozco todavía, junto a un justo que sabe mirar con certeza (y se lo pediré a un grupo de sabios notarios de la vida diaria), que me acompañen en una aventura en octubre. Hay todo un mundo que será invitado a estar con nosotros, pero no me dan las horas para enviar tanta carta, que llegarán por estas fechas sin que el orden de llegada signifique nada más que el hecho de estar desbordado de trabajo. Este paisaje tiene también espinas y no sé cómo llegar a alguno que debería estar entre nosotros y sin el que no estaremos completos.
-Ubuntu.
Ubuntu, una persona es sólo por las otras personas. Qué bella definición de estar en sociedad. Hoy también quiero serme persona por este paisaje. Buscadme aquí estos días, porque quiero pedir asilo a lo mejor que tengo: la media parte exacta de mi vida. Hasta el lunes.

5 comentarios:

Caelio dijo...

Magistral.

...Una cosilla, que me llega muy adentro y definiré tu tierra con sólo tres palabras que conozco muy bien y me acelera el pulso:

San Cebrian de Mazote, Urueña y Tordehumos.

Anónimo dijo...

A mí me encanta perderme por ahí de vez en cuando... Y es que, con ratoncillos o sin ellos, hay cosas que no se encuentran en todos los lados.

Enhorabuena por el blog!

Administrador dijo...

Me siento honrado...
hasta el lunes.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Caelio: mencionas tres perlas con acierto.
Javi: bienvenido a La Acequia. Tu blog está muy muy bien, y perderse por Japón debe ser también entretenido.
Blogófago: ha sido toda una suerte conocerte.

Anónimo dijo...

Para mi es un orgullo que me visites asiduamente. Naturalmente que te ayudaré en cuanto esté en mi mano