Me indica Ramón, amigo de kilómetros y conversaciones, que, con razón, un árbol no es el mejor sitio para clavar un letrero con una señal indicando una crecida, como se veía aquí en una entrada anterior. Año tras año el árbol crecerá y la señal estará cada vez más alta, con lo que se perderá la referencia. De hecho, la señal de aquella entrada indicaba una crecida del año 2001, así que ya no es correcta. Ramón, que es científico y como tal piensa, tiene razón. O no. Quizá olvida que, como yo decía en aquella entrada, la señal de crecida puede simbolizar la gota que desborda el vaso: "hasta aquí aguanto". Por eso, la ocurrencia puede deberse a algún concejal, con la intención de que cada año debamos aguantar un poco más. Sin darnos cuenta, no llegamos hasta el nivel de indignación permitido. Quién sabe.
Por si acaso, sustitúyase aquella foto por ésta de hoy, con una cruz bien clavada en los muros del convento de carmelitas fundado por Teresa de Ávila en 1568 (su cuarta fundación). La lápida recoge la histórica crecida del Pisuerga en 1636. Aunque la cruz es de madera, no hay riesgo de que crezca como el árbol. Sólo la piqueta de la especulación podría acabar con ella.
2 comentarios:
Otro Ramon, uno que gregueaba, dijo que el agua se soltaba el pelo en las cascadas.
Yo aporto que en las crecidas el agua se hace la permanente....
... y se carda con el miedo verde de las riberas.
Gracias, Blogófago.
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