De la piqueta destructiva se salvan algunos edificios no se sabe muy bien por qué, puesto que ni siquiera es garantía de conservación su importancia histórica o artística. El Palacio del Marqués de Valverde es uno de ellos. Un palacio construido a finales del siglo XVI siguiendo el estilo italianizante que dominaba el entorno, como el vecino del banquero Fabio Nelli. En este del Marqués resalta una ventana en ángulo, sobre la que se encuentran dos figuras femeninas. Justo en la parte superior del ángulo, se exhibe un extraño monstruo, que saca la lengua con un secreto significado. La leyenda popular hace de estas dos figuras femeninas la mujer y la amante del Marqués, pero ya se sabe cómo son estas cosas de las malas lenguas. Si fuera así, al Marqués no le hizo falta ir a un programa televisivo del corazón para proclamarlo, como hoy se estila: se lo dijo al arquitecto, que para eso pagaba, y dejó el mensaje grabado en piedra. No desvelaré por ahora a quién hace la leyenda mujer y a quién amante. Curiosamente, el Marqués se hizo rico con la nieve del Espigüete, que los habitantes de Valverde de la Sierra (León) supieron trabajar como forma de vida hasta el siglo XIX. Desde la montaña, primero en costales y luego en carros tapados con lonas, llevaban la nieve a Palencia y Valladolid, en donde servía sobre todo como objeto de lujo para la aristocracia.
Sobre su historia escribí una narración en la que había amor, celos, intrigas palaciegas y muerte. La nieve, lentamente, se iba deshaciendo y acababa en los dedos húmedos de la traicionera Esgueva que, en la época en la que trascurría la historia, se había desbordado. Si la reescribiera ahora no sabría muy bien si tratarla como historia trágica o vodevil. Al menos, del Marqués ha quedado este hermoso palacio, que ha sobrevivido a las reformas del XVIII y, sobre todo, a la agresiva remodelación que lo trasformó en el siglo XX en apartamentos y comercios.
[Actualización del 13 de mayo: Ante las dudas de un amigo mío experto en arte, aclaro. Las figuras de las dos mujeres bien pueden ser debidas a la reforma de 1763. Cuando escribí mi narración hice algunas indagaciones en los archivos locales, pero poco se puede constatar sobre si esos elementos de la fachada tienen su origen en el siglo XVI en su forma actual, y deberíamos adjudicarlos mejor a la reforma manierista del XVIII. Ahora bien, mi Marqués pagó la obra original del XVI y, con otro nombre, la reforma del XVIII. Es más, en el presente de la historia era un acomodado miembro de la aristocracia comercial del XIX. El señor de las nieves perpetuas del Espigüete tenía ese don, y alguno más.]
2 comentarios:
Hola Pedro!
Gracias por haber entrado en mi blog porque has hecho que yo también descubriera el tuyo.
Te visitaré de vez en cuando.
Me han encantado tus fotos de las gárgolas y de los gatos observando la vida.
Un abrazo muy fuerte desde La Rioja.
Todo un placer, Sonia. Y gracias por tus palabras.
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