Estos días ha nevado. Que nieve por San José no es extraño en estas tierras, pero siempre provoca sorpresa. La nieve ha caído intensamente, con rachas de viento frío, y se ha congelado con las fuertes heladas nocturnas. En algún momento, ha nevado blandamente, como en una postal navideña. Y como siempre, en los momentos de calma, todo parecía nuevo, incluso el sonido de las cosas.
Pero la nevada de estos días ha caído sobre un paisaje ferroso. Con su insistencia, parecía querer cubrir las manchas oxidadas de los metales. A pesar de su voluntariosa labor, sobre la blancura sobresalían los picos rojizos de herramientas y máquinas.
Hoy ya no nieva, pero qué paisaje más sordo y dolorido amanece.
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