jueves, 22 de marzo de 2018

La época de Juana de Castilla y noticias de nuestras lecturas


La biografía escrita Manuel Fernández Álvarez comienza por situar a la hija de los Reyes Católicos en su contexto, indicando todas las circunstancias que le rodearon desde el mismo momento de su nacimiento (6 de noviembre de 1479). En primer lugar, situándola correctamente en una de las épocas de cambios más radicales para la historia del mundo. La vida de Juana fue marcada por muchas cuestiones personales y psicológicas pero estas no se entienden fuera de ese contexto. En aquel mismo año se cierra definitivamente la guerra que había partido Castilla entre el bando de Juana la Beltraneja (otra Juana I de Castilla) y el bando de su madre, Isabel I de Castilla. No es baladí: se decidía la fusión de Castilla con el reino de Portugal o con la Corona de Aragón, es decir, el nacimiento de unu o otro concepto de estado moderno.

Después de aquello vendrían otra serie de movimientos históricos trascendentales: Fernando asciende al trono en Aragón, la incorporación del reino de Navarra, la conquista de Granada, la extensión por el norte de África e Italia, la política de matrimonios que vinculará a Juana con todas las grandes casas reinantes europeas -y harán de su caso algo propio de la política internacional- y el descubrimiento y colonización de América. Vendrá seguida la implantación en Castilla de un poder absoluto basado en el control a partir de un gobierno de letrados en contra de los grandes nobles y la implantación de una inquisición adherida a la monarquía y no tanto a la iglesia romana; la expulsión de los judíos y el control de los moriscos en persecución de una forma única de entender el ser castellano; el definitivo asentamiento de esa realidad surgida de la unión de Castilla y Aragón como la primera potencia occidental en conflicto permanente con sus rivales -el reino de Francia y el Imperio otomano, luego la corona británica- y el asentamiento de su principal esencia como baluarte católico.

Aquella época de cambios se manifiesta en el avance del renacimiento, de la razón y el progreso de la ciencia y la tecnología que hacen a Castilla no solo una primera potencia militar o demográfica sino también cultural pero también la permanencia de elementos medievalizantes propios de una situación premoderna.

Y en aquel contexto nace Juana de Castilla: hija de la gran reina Isabel, una de las mujeres más notables de la historia occidental con una personalidad también compleja emocionalmente. No en vano la madre de esta, Isabel de Portugal, anda recluida en Arévalo; no en vano Isabel no era la heredera inicial del reino y solo un conjunto de azares y movimientos estratégicos le hicieron con la corona. La poliédrica personalidad de Isabel deja traslucir algunos de los sentimientos que se observan en Juana: Isabel, que tenía una poderosa visión de estado, sufría de celos por culpa de Fernando. Isabel rompió muchas veces la hierática imagen que debía mantener una reina convencionalmente para dejarse ver como mujer. Y eso es algo que sabemos que vivió Juana. Es decir, Juana tuvo dos ejemplos vivos de comportamiento de mujeres notables que debieron impactarla emocionalmente: su abuela y su madre.

Se supone que una mujer de la realeza de aquella época no debía mostrar determinadas emociones humanas, incluso que ni siquiera debía sentirlas porque estaba educada para ello. Se supone: pero la naturaleza humana siempre ha sido la misma. Otra cosa es que los cronistas hayan dejado testimonio más allá del tratamiento clásico de las pasiones inapropiadas de los gobernantes. Y este fue el caso de Isabel. Y este es el caso de Juana.

En aquellos tiempos comenzaba a ser difícil no solo que no trascendieran determinadas cosas sino también que no se dejara testimonio escrito y que se usara de una manera o de otra como propaganda de parte: Juana es un claro ejemplo de un mundo que comenzaba a regirse por la escritura moderna de los hechos de los reyes. Demasiados ojos vigilantes porque aquellas mujeres también eran parte de los movimientos de la gran política. Quizá nunca sepamos qué sintió Juana, qué pensó y hasta qué punto su carácter se resintió de todo ello, pero sí sabemos cómo se jugó con lo que le ocurrió para apartarla -con o sin razón- del ejercicio del gobierno y hasta hacerla invisible para buena parte de la sociedad de su tiempo (incluso para la historia posterior: muchos han pensado que Juana murió poco después de ser recluida en Tordesillas).

En las próximas entradas veremos cómo afecta todo esto a Juana no solo como persona sino especialmente como figura histórica. Sin olvidar su condición de pieza en el panorama político pero también su condición de mujer: como lo fueron Juana la Beltraneja o Isabel la Católica, por otra parte. No deberíamos olvidar cómo en Castilla estas tres mujeres protagonizaron algunas de las páginas esenciales de un siglo de tantos cambios.


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta narra y bien narrado el juego de encuentros entre el joven rey Carlos y el que lo había sido todo en Castilla, Cisneros. Era mucho el viejo cardenal, sin duda. Después realiza un magnífico repaso al tratamiento en el arte de la figura de la reina Juana y su significado: para no perdérselo.

Carmen Ugarte lleva a cabo una comparación entre dos biografías de Juana: la del historiador Fernández Álvarez y la de la periodista Mery Varona. La lectura de su entrada os sugerirá muchas cosas. Un acierto.

Mª Ángeles Merino, en conversación con Austri, inicia el comentario de la biografía por el punto clave: la llegada de los jóvenes esposos a Burgos y la temprana muerte de Felipe que causa el trastorno de Juana. Su pregunta final es la clave de todo...


Pancho continúa con el comentario de la novela de José Antonio Abella, El hombre pez, que nos ocupó hasta hace poco. En esta entrada suya presta atención minuciosa a algunos de los secundarios que aparecen esta novela: no os perdáis ni la mención al Lazarillo ni el vídeo final que no sé cómo ha terminado ser de Fito & Fitipaldis...

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

4 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Posiblemente víctima de la gran política; gran, en el sentido de dominio que -como actualmente ocurre- anula aquello que no le es útil.

Abejita de la Vega dijo...


Mucho Renacimiento pero la mentalidad mágica veía al maligno detrás de conductas como la de Juana. ¿Estaría endemoniada Juana de Castilla? ¿Juana, la loca? El pueblo así lo sentenció y encajaba con los intereses de los tres hombres que permitieron que Juana tuviera solo una corona de papel. Padre, marido e hijo. ¡Qué poco pintaban las mujeres en el Quinientos: casadas, monjas, rameras o brujas! Y sin embargo qué distinta hubiera sido la historia de Castilla sin esos grandes personajes femeninos: Isabel la Católica, Juana la Beltraneja y Juana la que llamaron "la loca".

Manuel Fernández Álvarez no tira la toalla: "¿Sufrió Juana un mal incurable, o su locura fue el resultado de una profunda depresión mal curada?"
¿Era posible curarse en el cautiverio de Tordesillas?

¿Juana, la loca?

Un abrazo, Pedro.

Celestino dijo...

La vida de Juana la Loca es fascinante y un enigma. No se entiende muy bien cómo la hija de los reyes más decisivos de la historia de España y madre de emperador se deja encerrar en la flor de la vida, cuando estaba en la veintena de años para no volver a ver la luz sino a través de un ventanuco que da al río Duero. Incluso fue gracias a uno de sus guardianes que le hicieron otro para que la hija no estuviera siempre en la oscuridad.
La aproximación cronológica que hace don Manuel Fernández Alvárez de la vida de la reina, fue reina durante algunos meses, es bastante minuciosa y detallada, siempre recurriendo a documentos originales que requieren mucho tiempo de estudio e investigación.
Es curioso cómo le sigue la pista a las fechas exactas del nacimiento de los hijos para deducir que nueve meses antes las relaciones con el marido eran buenas.
Aunque el libro tenga el formato de biografía, el autor no deja de lado explicaciones y relatos referidos al contexto histórico, social o cultural de la época. El autor los utiliza para hilvanar el relato de esto y lo otro de forma atractiva, como si fuera una novela, dando como resultado una obra que se lee sin dificultad y de la que aprendemos los profanos muchas cosas de historia.
Ahí seguimos con el chaval que se hace amigo de los habitantes del agua salada. Qué punto de profundidad lírica alcanza el autor en esas páginas en las que forma sociedad con el delfín atrapado por las redes. Una denuncia auténtica del depredador humano que utiliza a su antojo todos los recursos de la parte líquida del planeta. Se justifican las piscifactorías para dar de comer peces a tantos millones de humanos que tampoco merecen pasar hambre.

Myriam dijo...

¡Estoy deseando que me llegue el libro!

Besos