lunes, 18 de septiembre de 2017

Fábrica


A veces nos empeñamos en que el mar tenga nuestras emociones. Es herencia de la sentimentalidad romántica. Pero no, ahí está el mar, esencia primera y última. Me senté a mirarlo mientras atardecía en la ría Formosa, en Fábrica. El día entero merecía ser recordado -¡Cacela Velha, blanca y sobria como un tesoro de luz!-, pero atardecía y el mar reclama siempre atención plena. Volvían de la playa, más allá de la laguna interior, unos jóvenes con tablas de surf enfundados en sus trajes de neopreno; se cruzaron con dos marineros que salían de pesca en una pequeña barca y dos linternas frontales. El mar se fue haciendo presencia nocturna mientras seguía con la mirada la luz de las dos linternas, luciérnaga vaga y lejana.

6 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Solo te falta haber visto como los peces saltaban al interior de la barca, hubiera sido la visión completa.

Saludos

mojadopapel dijo...

Bonita despedida de un hermoso dia

SAU dijo...

HOLI PEDRO que lindo describes este inicio...pues imagino que vos tb debes contribuir a que el inicio sea bueno y fructifero.....

siempre dices tanto con un corto relato...o en una poesia simple con unas cuantas palabras ...dices algo tan profundo y que te abre un abanico de emociones....ojala yo tendria ese don...pero bueno....solo hablo humedades de mi dia a dia..

besines pedor...

:)SAU

andandos dijo...

No he estado en Portugal todavía. Proyectamos nuestros sentimientos sobre el paisaje, sí. Pero tú hablas del día entero, qué suerte.

Un abrazo

Myriam dijo...

¡Sí!, románticamente que contenga mis cenizas.

Besos

Myriam dijo...

Hermoso texto, por cierto.