lunes, 23 de enero de 2017

Hojas de arce


Hace unos días compré una pantalla para velas en un mercadillo artesanal. Una pantalla hecha de cera y hojas de arce. Cuando enciendo una vela en su interior no dejo de pensar en todo el tiempo que hay detrás del proceso de fabricación, desde que la hoja de arce no era más que un brote tierno -incluso antes, cuando el árbol entero no era más que una pequeña promesa- hasta que explotara en rojo como una llama ascendente para caer luego al suelo y buscar la tierra. Todo ese tiempo, necesario hasta que la mano amorosa la recogiera del suelo y la colocara, con cuidado, en una cesta de mimbre o en una caja de cartón. Una a una, junto a otras plantas humildes procedentes del mismo terreno. Aquello que está delante de todos pero que pocos saben ver de otra manera. Me imagino el trabajo de selección, extendiendo la cosecha de hojas sobre el suelo del taller para que se secaran pero no del todo. Elegir la que tiene la precisa forma que, mezclada con la cera, consigue este velo de sueño mecido por la luz de la vela. A veces, contemplando en silencio el pálpito secreto de esta luz, siento que eso me haría falta. El paso del tiempo en su lentitud precisa en cada uno de los momentos y el sosiego para verme, sin prisa ya, como si fuera un sueño.

4 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

La artesanía y el artesano es algo que ha desaparecido, por suerte aún quedan pequeños reductos donde el amor al producto permanece.

Myriam dijo...

Hermoso texto...

Besos

Maritza Chavier dijo...

Que hermoso darle el valor a esa creación y ver como la obra la completa el que la posea y la observa.
Un saludo profesor.

mojadopapel dijo...

Ayyy!.....esa vela con sus hojas de Arce.