sábado, 18 de octubre de 2014

Componer las cosas rotas


Cuando dejamos de componer las cosas rotas nuestra vida termina en la basura.

10 comentarios:

Joselu dijo...

No acabo de comprender este aserto. Yo soy un desastre en mis habilidades manuales. Soy incapaz de componer nada averiado. Mi compañera sí que es hábil y es la que suele arreglar las cosas empezando por la ropa. Yo compongo algo los ordenadores. Si en lo de componer las cosas rotas encontramos un sentido más existencial, ahí sí que podría ponerme a pensar. La vida de uno está hecha de desgarrones, de fragmentos, de cuestiones que es mejor olvidar (o no olvidar). La composición de un ego, de una posible identidad en tal caso podría entenderse como el de un compositor de una partitura rota en fragmentos que deviene de nuevo a la vida tras su interpretación nueva, gracias a la anagnórisis. Pero no sé si tu post tenía esta intención. Me temo que no. En fin.

María dijo...

Me encanta la foto.

Sigamos componiendo, da igual lo hagamos mal, no somos perfectos, y aprenderemos de nuestros fallos, pero sigamos creando.

Un beso.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, profesor Ojeda:

Los objetos, como las personas requieren conservación.
El tiempo va dejando su huella, y se advierte la falta de cuidados si no se reparan los deterioros.

Un abrazo.

LA ZARZAMORA dijo...

Gran verdad que suscribo.

Besos, Pedro.

Emilio Manuel dijo...

Pues sí, es cierto, aunque a eso se le llama reciclar nuestra vida.

Saludos

DORCA´S LIBRARY dijo...

No necesariamente. También está la posibilidad de sustituirlas por algo nuevo.
Saludos.




P.D. Hace un par de días te vi por uno de los parques de nuestra ciudad. Ibas tan concentrado en el paisanaje, que no te saludé para no romper ese momento de concentración.

Luis Antonio dijo...

No sé en qué contenedor debe echarse nuestra vida. ¿El de vidrio, quizás?

Abejita de la Vega dijo...

Queda siempre alguna señal del arreglo pero seguimos funcionando.

Pamisola dijo...

Soy un poco maniática de buscar la forma de restaurar las cosas. Pero tengo claro que soy nula para los asuntos del espíritu. Ese cruce de maderas ya me sugiere...

Besos.

Maritza Chavier dijo...

A eso lo llamamos resiliencia.
Un saludo
Maritza