miércoles, 30 de junio de 2010

La Acequia, en julio.


Como es habitual durante el período de verano, La Acequia reduce el ritmo de las publicaciones. En el mes de julio sólo se publicarán las entradas correspondientes a nuestra lectura del Quijote.

Mi presencia en los blogs amigos también será esporádica durante este mes. Os deseo unas semanas tranquilas.

martes, 29 de junio de 2010

Como un ratón doméstico


Hay días en los que uno se siente como un ratoncillo y no para de dar vueltas a la rueda sin ir a ningún sitio.

- Pedro, creo que necesitas unas vacaciones.

lunes, 28 de junio de 2010

La necesidad del reencuentro y noticias de nuestro Quijote.


Don Quijote y Sancho no podían estar más tiempo separados. Cervantes sabe que cada uno de ellos necesita al otro y que la misma novela los necestia juntos. La separación ha fomentado el crecimiento de Sancho ante los lectores: ya no es, de ningún modo, un personaje secundario, Cervantes ha conseguido sacarlo del rol inicial definitivamente. Cuando se habla de la evolución de Sancho se suele incidir sólo en su evolución psicológica: pero hay algo más, algo genérico que acaba de reventar Cervantes. Si Sancho era, en gran medida, el gracioso del teatro barroco en su versión narrativa, ha dejado de serlo: es un cambio que violenta las convenciones literararias para abrir nuevos caminos en los que experimentarán los narradores a partir del Quijote.

En efecto, Sancho tenía mucho de réplica paródica: de los escuderos de la literatura caballeresca pero también de su amo. De hecho, en la mentalidad popular han quedado ambos como valores contrapuestos -lo ideal frente a lo material; la locura frente al sentido común, etc.- lo que no es cierto como comprueba todo el que lee la novela con cierta atención. Pues bien, la separación ha hecho crecer a Sancho de tal manera como personaje que a partir de este momento él mismo y también los lectores conocen que ya no tiene una relación de dependencia con su amo. No es algo improvisado: se había apuntado en la primera parte con la mentira fabricada a partir de la falsa visita a Dulcinea y se había concretado en la historia del encantamiento de la dama, que tanto juego da a lo largo de toda la novela.

Con el reencuentro, don Quijote y Sancho ya sólo son diferentes en sus roles según la jerarquía social, pero no como personajes de la novela.

Si la separación ha servido para esto, el reencuentro sirve para retomar el pulso de la pareja: es inminente ya que salgan del nuevo al camino porque es en el camino en donde la relación de ambos da los mejores resultados.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.


Noticias de nuestro Quijote.

Firvulag anda ya por el capítulo XLI de la primera parte y comenta las huellas moriscas en las referencias quijotescas. Una de las cosas más ciertas del Quijote es que refleja todas las culturas del momento. Buena aportación la suya.

Cornelivs
imagina las sensaciones de Cervantes al escribir este capítulo y su posible conciencia sobre la grandeza de la obra. No os perdáis su moraleja final.

Paco Cuesta enfoca su comentario a partir de la metáfora de la cueva como contrapartida al gobierno: no le falta razón. Y aprovecha para hacer reclamo burgalés de huesos.

Pancho analiza los recursos técnicos manejados por Cervantes para narrar la separación y el reencuentro de sus personajes, del que detalla los elementos esenciales con ilustraciones, que, como siempre, no os podéis perder.

Jan Puerta se disculpó el jueves: una gripe le ha dejado indispuesto, pero nos deja foto quijiotesca. Recuperado, el domingo cumplió con el comentario del reencuentro entre don Quijote y Sancho: se centra, en especial, en ver cómo se teje en el diálogo la devoción del escudero por su amo. Lo acompaña de alegoría del reencuentro, un video y un grabado parisino.

Merche Pallarés sufre junto a Sancho ese azaroso viaje de retorno: ánimo, querida amiga, pronto dejarán la casa de las burlas.

Manuel Tuccitano ve las ganas que tenemos todos -hasta el narrador- por cerrar la etapa en casa de los Duques. Y comprueba que hasta las grandes superficies se nos unen a la lectura...

Asun no cumple su palabra y publica porque el Quijote engancha, sin duda. Le sale un acertado comentario que ilustra con excelentes imágenes.

Kety comenta el reencuentro en buenos versos y se fija, sobre todo, en cómo se da a través del reconocimiento de la voz de ambos personajes.

Antonio Aguilera, además de su buen y divertido comentario del capítulo, lo ilustra con una imagen que no sé si tendrá algo que ver pero ya querría Sancho y aprovecha para promocionar su empresa en tiempos de crisis....

A Abejita de la Vega se la ve muy veraniega al inicio de su comentario cuando comenta la apacible noche veraniega en la que el pobre Sancho cae en la gruta y teme por su vida. La segunda parte del comentario -no os perdáis la ilustración- se centra en el reencuentro de los protagonistas. La tercera, a cielo abierto, es para la nueva lección de Sancho sobre cómo abandonar un gobierno pese a las burlas y los murmuradores. Finalmente, gracias a Ele Bergón, nos da a conocer la nota del Sanchico: el pobre se ha asustado por la aventura subterránea de su padre. Si es que este mozo es un buen hijo...


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
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Vale.

domingo, 27 de junio de 2010

Esta época necesita una esperanza.


Como todas las épocas, la que vivimos necesita una esperanza. Se nos ha presentado convulsa en su inicio: guerras, crisis financiera y económica, cuestionamiento de la realidad política de los países democráticos, avance del populismo y de las ideológicas no democráticas ante el descrédito de los principales partidos políticos en todo el mundo, debilidad de las grandes estructuras supranacionales, extremismos ideológicos difíciles de compatibilizar con la convivencia, búsquedas de soluciones individuales y locales ante problemas globales que no podrán afrontarse nunca con mirada estrecha. El mundo ha atravesado muchas etapas así y de ellas sólo se sale con una base esperanzadora que una afectiva e ideológicamente a la mayor parte de la gente. Pero el mundo hoy es escéptico, por suerte en la mayor parte de las ocasiones. Por lo tanto, la raíz colectiva de esa esperanza debe partir no tanto de creencias o promesas como de realidades concretas. Que la convulsión y la inestabilidad continúe o no protagonizando las entradillas de los informativos depende de que se afiance entre nosotros algo que nos haga vivir el presente con la confianza del mañana: si éste lo vemos cada día más oscuro no se avecinan buenos tiempos.

jueves, 24 de junio de 2010

El reencuentro (Cap. 2.55)


El reencuentro de don Quijote y Sancho, tanto tiempo separados, merecía plantearse de forma original y este capítulo responde a esa intención para terminar con la narración paralela de lo que acontecía a sus personajes. De paso, Cervantes cierra brilantemente todo lo referido al gobierno de Sancho y retoma algunos temas de los que podríamos habernos olvidado ya (como la cueva de Montesinos) y que seguirán actuando en los próximos capítulos.

Observemos, además, que no es don Quijote el protagonista de estos párrafos, sino Sancho: es él el que ha pasado por la experiencia más profunda, no don Quijote. Éste, a fin de cuentas, ha seguido viviendo su sueño caballeresco, a pesar de las burlas de los Duques. En cambio, Sancho, en los capítulos precedentes, ha pasado de escudero a gobernador para terminar renunciando a su cargo de forma voluntaria.

Sancho debe pasar por su experiencia más penosa de la novela (A veces iba a escuras, y a veces sin luz, pero ninguna vez sin miedo) para rematar su evolución psicológica. Al caer en la sima, medita sobre lo mudable de la fortuna -un tema clásico aquí parodiado-, que le ha dejado en una situación en la que se teme la muerte, con razón. A pesar de la incoherencia espacio-temporal de lo indicado en el capítulo sobre la distancia recorrida y los días que ha durado la separación, todo adquiere un valor simbólico: Sancho cae en un extremo de la gruta para salir por el otro renacido y con nueva voluntad. Lo deja claro en el informe verbal de su gobierno a los Duques y su decisión de volver junto a don Quijote.

Fijémonos que su decisión no será la de retornar a su aldea -cosa que pudiéramos comprender tras sus últimas experiencias- porque Sancho ha decidido hacer caso de sus afectos, de ahí que continué junto a don Quijote.

Por otra parte, el reencuentro contiene una parodia de la parodia que suponía la cueva de Montesinos (A lo menos, no seré yo tan venturoso como lo fue mi señor don Quijote de la Mancha cuando decendió y bajó a la cueva de aquel encantado Montesinos, donde halló quien le regalase mejor que en su casa, que no parece sino que se fue a mesa puesta y a cama hecha. Allí vio él visiones hermosas y apacibles, y yo veré aquí, a lo que creo, sapos y culebras); la conciencia de Sancho de su propia fama (será reconocible por encontrarse sus huesos junto a los de su asno); y un divertido diálogo de reconocimiento entre don Quijote y Sancho cuando aquél cree muerto a éste (con una graciosa ironía sobre las posibilidades de la Iglesia para intervenir en la vida de las almas de los muertos), que termina con el testimonio del rebuzno del asno y la defensa por Sancho de su actuación al frente del gobierno de la ínsula con un sabio consejo de don Quijote sobre no hacer caso de murmuraciones.

Sin duda, una inspirada aventura para que los personajes se reencuentren y termine una separación que iba durando ya demasiado. Veremos el próximo jueves qué ocurre en el capítulo LVI.

miércoles, 23 de junio de 2010

Un excepcional proyecto: Las aventuras de Rod en Atapuerca


Ayer se presentó en Burgos un excepcional proyecto: Las aventuras de Rod en Atapuerca. Una colección de libros que acerca a los niños actuales la vida durante la prehistoria en la sierra burgalesa de Atapuerca, cuyos yacimientos son conocidos y valorados internacionalmente. Se han lanzado ya al mercado los tres primeros volúmenes de un total inicial de quince.

Desde que mi amigo y compañero de la Burgosfera Caín Santamaría me comunicara las primeras noticias del proyecto no pude más que alabar la intención. Ahora, con los libros en la mano -de los que prometo reseña- puedo felicitar a los autores (Ion Echeveste y Fran Moreno) y a la empresa innovanity por la calidad del resultado. La idea inicial (los dos niños protagonistas, especialmente Rod) las ilustraciones, los textos, la documentación, la impresión y el acabado de los volúmenes es de lo mejor que he visto en este tipo de libros.

La idea de divulgar los conocimientos científicos más rigurosos a través de una colección divertida y con unas ilustraciones de tan inmejorable factura ha dado como resultado unos libros que se convertirán, sin duda, en una referencia en las bibliotecas escolares y en las estanterías de los niños aficionados a la lectura. Ocupan, además, un hueco editorial sobre este aspecto en el mundo en español. Todo un ejemplo de que el rigor en la divulgación científica no tiene por qué coartar la imaginación sino todo lo contrario. Los profesores de infantil y primaria, los encargados de aulas temáticas, museos, etc., podrán plantear a partir de estos libros interesantes aplicaciones didácticas.

Por otra parte, el desarrollo del proyecto en el futuro, si se cuida oportunamente, tiene un abanico de posibilidades excepcional. Por ahora, sólo invitaros a visitar la página del proyecto y su espacio en Facebook. No está de más reseñar que la idea procede totalmente de la iniciativa privada, en estos tiempos en los que todo el mundo recurre a las subvenciones públicas para cualquier cosa.

martes, 22 de junio de 2010

Abrid las ventanas


Vistos hoy, los monstruos que querían colarse por nuestras ventanas infantiles para devorarnos resultan tiernos: mucho menos feroces que las fotografías más amables de los periódicos.

lunes, 21 de junio de 2010

Una confesión como lector y noticias de nuestro Quijote.


Hago confesión: el capítulo 54 de la Segunda parte que hemos comentado la semana pasada es mi favorito desde hace unos años. No siempre ha sido así, pero con el tiempo he preferido capítulos menos llamativos que los habitualmente citados por la mayor parte de los lectores del Quijote. Ya hemos comentado que esta novela permite esto en las relecturas: ir fijándose en otros aspectos y comprendiendo otras circunstancias según pasa el tiempo.

Este capítulo 2.54 nos ofrece un giro en una novela que tiene muchos admirables, pero que aquí nos conduce hacia el análisis de la realidad de la España de Cervantes. En el fondo, era una de las evoluciones posibles de la novela pero que no todos los autores hubieran sido capaces de dar. Desde este momento, la realidad irá sustituyendo a la aventura imaginada.

En el Quijote, ya lo hemos visto, hay muchas cosas y todas ellas son elogiables. Pero cuando Cervantes hace sentar a Sancho, con todo lo que este personaje ha vivido desde que salió de su casa para acompañar a don Quijote hasta que renunciara al gobierno de la ínsula, para compartir comida, vino y conversación con su vecino Ricote, todo vuelve a cambiar. Ricote y Sancho hablan de todo lo que pueden hacerlo dos viejos amigos a pesar de sus muchas diferencias.

No hay acción excepcional en este capítulo, ni fabulación quijotesca, ni burla cortesana ni ingeniosos juegos de palabras ni graciosa descripción de personajes, ni locuras, ni tramas amorosas (salvo el breve apunte que hace referencia a la hija de Ricote). Sólo una conversación tranquila en la que dos viejos amigos se ponen al día de su vida desde que una decisión del Rey los separó y que no les impide abrazarse con afecto en cuanto se reencuentran.

Aunque Cervantes en la historia de Ricote echará mano del deus ex machina, como en el teatro barroco, para salvarguardar la autoridad y la figura del Rey, el lector atento se da cuenta de que en este rato que comparten Sancho y Ricote hay, por una parte, el reflejo de una sociedad que es capaz de entenderse más allá de sus diferencias y de las leyes y, por otra, un ilusorio proyecto utópico de reunión bajo un proyecto nacional que va más allá de los reinos, de las creencias, de los gobernantes y de sus decisiones.

Aunque los pasajes que protagoniza Ricote han dado lugar a muy diferentes interpretaciones, yo prefiero ésta. Ni la época ni Cervantes podían hablar bien de los enemigos naturales, los musulmanes, pero este Ricote es un tipo de cristiano que no corresponde a la verdad oficial de la España del momento y sus palabras nos ayudan a entender que pudo haber otra España, sepultada por el odio y por no entender al otro y sus diferencias.

Por supuesto, Cervantes no se plantea cuestionar la expulsión de los moriscos: primero porque seguro que, como casi todos los cristianos españoles del momento lo aceptó como forma de defensa frente al turco (hubo muchas y prestigiosas excepciones, pero casi todas se debieron a intereses económicos de los territorios cuyas economía se vio seriamente afectada por la despoblación tras la marcha de los moriscos que suponían una buena parte de la mano de obra rural); segundo, porque alguien en su situación no podía ni plantearse atacar una medida tan excepcional; tercero, porque se hubiera censurado la novela con los problemas que le hubiera acarreado. Sin embargo, bien leído este pasaje de Ricote -su evolución posterior era lógica y novelesca para hacerlo entrar en las convenciones de género y de época-, veremos que opta por la defensa de un cristiano nuevo como alguien que podía sentir lo español e integrarse en la mayoría de la población. Es decir, el reconocimiento de que no toda la población española tenía que ser obligatoriamente de rango abolengo y de que había una posbilidad de entendimiento más allá de la rigidez de los principios que iban cerrando la sociedad en un solo sentido. Hay quien insinúa que pensaba en sí mismo al redactar buena parte de este pasaje.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

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Noticias de nuestro Quijote

Paco Cuesta comenta, acertadamente, cómo ha girado la novela y nos encontramos con gente normal, más próxima a Sancho y, por lo tanto, alejados de las fórmulas cortesanas de la vida que gira en torno a los Duques. Después, se centra en la figura de Ricote.

Asun
nos hace un regalo, con voz incluida, a los que participamos en esta lectura colectiva: no digo más por si no habéis visto su entrada, para que sea una sorpresa.

Manuel Tuccitano
, con rectificación incluida, comenta el capítulo fijándose en la particular visión cervantina sobre los moriscos.

Cornelivs
analiza el capítulo fijándose tanto en la actitud de Sancho Panza como la visión cervantina sobre la tragedia morisca y su posición ante la época.

Merche Pallarés
comenta todos los aspectos del capítulo, pero me gusta que se haya fijado en que Sancho come y bebe a gusto por primera vez tras mucho tiempo: en efecto, al fin es él mismo.

A Antonio Aguilera no se le escapa el chiste sobre las suegras (¡no sé por qué me lo imaginaba!), para analizar después todos los aspectos esenciales del capítulo, incluida la posición de Ricote.

Kety nos regala, otra vez, unos bellos versos para comentar la actitud de Sancho, tan digna, y su decisión de volver con don Quijote.

Jan Puerta comenta cómo Sancho vuelve a ser él mismo en este capítulo tras abandonar su cargo y hace suyas algunas de las emociones de un encuentro así para compartir comida y bebida. Excelente la fotografía quijotesca que publica (me alegro de que la rescatara) y las ilustraciones.

Pancho acierta en su perspectiva sobre este difícil capítulo e ilustra su comentario con unas excelentes imágenes.

Lola continúa su Diario quijotesco para comentar el capítulo IV de la primera parte y acercarlo a la dura realidad contemporánea.

Myriam reflexiona de una forma intersante sobre el pensamiento cervantino en el capítulo de la semana pasada. Lo observa desde un ejemplo de tolerancia que debería tomarse como ejemplo hoy. No os perdáis esta entrada.

Abejita de la Vega
inicia su comentario del capítulo (en el que no falta su pesar por Curry y desde aquí le mandamos un fuerte abrazo) ilustrándolo con imágenes de peregrinaje burgalesas para hablar del encuentro de Sancho. Después, publica la nota del Sanchico -gracias a Ele Bergón-, que se alegra de que su padre se haya caído del burro además de dar cuenta de sus amoríos de verano -de los del mozo, no de los padre.

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Vale.

viernes, 18 de junio de 2010

Ha muerto José Saramago.

Ahora sí estamos ciegos. Y mudos. Deberemos rescatarnos nosotros mismos para no desmerecer su legado.

Hoy ha muerto José Saramago a la edad de 87 años, en su residencia de Tías (Lanzarote). Que la tierra le sea leve.

jueves, 17 de junio de 2010

Ricote y Sancho (Cap. 2.54)


Antes de comentar el núcleo del capítulo debemos hablar sobre la argucia cervantina para hacernos pasar estas páginas como otras anteriores, sin serlo en absoluto porque contienen un giro en la novela que vuelve a enriquecerla.

En primer lugar, el título (Que trata de cosas tocantes a esta historia, y no a otra alguna) podría parecernos una broma paródica más al estilo de títulos semejantes de otros capítulos. Pero no lo es: sabedor Cervantes del interés que despertará en sus lectores la presentación del morisco Ricote, juega con el potencial peligroso del argumento para hacerlo pasar como inocente.

En segundo lugar, los párrafos iniciales parecen llevarnos otra vez a la alternacia de espacios que ha venido sucediendo en los últimos capítulos. Pero no es así: en realidad, termina con ella. Rápidamente, nos anuncia que los Duques siguen burlándose no sólo de Don Quijote y Sancho sino de las mismas normas caballerescas y de la justicia, incluso la que ellos deberían proteger en sus propias tierras en cumplimiento de las normas de la sociedad a la que pertenecen y gobiernan. En estos dos parrafos, los Duques llevan al máximo nivel la destrucción de su propia autoridad: ni siquiera son capaces de que el duelo tan solemnemente aceptado se mantenga de la forma correcta y suplantanrán al mozo burlador que tanto protegen (no ahorra Cervantes un chiste sobre suegras al mencionar que el joven anda huido en Flandes por escapar de doña Rodríguez) por un lacayo suyo, Tosilos. Para dar lugar a preparar suficientemente la nueva burla, fijan un plazo de varios días que el narrador aprovecha para volver a Sancho.

Y es aquí en donde comienzan algunas de las páginas más memorables de la segunda parte de la novela.

Observemos que el encuentro con Ricote se produce en un momento determinado, tras haber puesto en evidencia la indole de la alta aristocracia española y de buena parte de la sociedad española que la secunda; tras unos pasajes -toda la estancia de don Quijote y Sancho en tierras de los Duques- en los que todo ha sido fabulación y burla con trazas de parodia caballeresca y fiesta carnavalesca para diversión de una sociedad cortesana y embrutecida; tras anunciársenos a los lectores que en breve se reanudará el camino en busca de aventuras de ambos protagonistas; y, finalmente, tras la renuncia de Sancho al gobierno de la ínsula con una actitud digna y moral que nos habla de un Sancho más sabio, más consciente de sus actos y de sus consecuencias. Justo en ese momento, Cervantes introduce, por primera vez (veremos que el personaje reaparece) a Ricote quien protagonizará, junto a Sancho, una aventura en la que no está presente don Quijote ni sus grandes sueños caballerescos, sino tan sólo dos amigos y vecinos, cada uno con su historia personal a cuestas.

Tanto por lo dicho, como por las circunstancias en las que tiene lugar el encuentro entre Ricote y Sancho -éste más consciente de sí mismo que nunca; aquél disfrazado en una curiosa tropa de peregrinos (que Cervantes toma de la realidad de la época) como forma de volver a España-, debemos tener muy claro que el autor ha preparado la escena con gran atención a cada una de sus palabras.

Ricote es un morisco desterrado a consecuencia de los edictos de expulsión que se dieron desde 1609 hasta 1613 en los diferentes territorios de la Corona (se calcula que fueron más de 300.000 personas las que sufrieron las consecuencias de estos edictos, aunque irregularmente repartida por el territorio español). Por lo tanto, Cervantes introduce un hecho real, de gran actualidad tanto por lo que significó como por sus consecuencias demográficas y económicas, aun debatido en el momento de redactar este capítulo y con gran repercusión en la mentalidad de la época. Es el primero de varios que irá introduciendo en el resto de la novela, en la que la realidad de la época irá ganando terreno a lo costumbrista. El hecho ha sido estudiado repetidamente por los cervantistas porque, en primer lugar, nos refleja una realidad; en segundo lugar, porque posiblemente aquí esté buena parte del pensamiento de Cervantes sobre cuestiones candentes de la alta política española.

Observemos que Cervantes escoge, con intención, un morisco que no es un firme defensor de la religión musulmana: es un practicante tibio (con esa misma intención hace que beba tanto vino como Sancho, cristiano viejo), con muchas trazas de cristiano nuevo y con una familia -su mujer, su hija-, ya declaradamente cristianas, aunque otros familiares suyos sean decididamente musulmanes (por ejemplo, su cuñado). Todo ello no es invención de Cervantes: hay documentos que prueban que muchos de los moriscos expulsados no practicaban su religión e incluso habían pasado a ser cristianos más o menos firmes en sus convicciones (de hecho, muchos de ellos sufrieron el rechazo de los territorios del norte de África en los que se refugiaron, cuyas poblaciones siempre los miraron con recelo), habían abandonado el uso del árabe por el castellano, habían perdido gran parte de las señas de identidad (costumbres, forma de vestirse,) etc. Buena parte de ello había sido fruto de las duras leyes que se aplicaron en todo el siglo XVI y, especialmente, a partir de la rebelión de las Alpujarras. Incluso hay pruebas documentales de moriscos expulsados que lograron volver a España y conseguir la autorización real para residir en sus antiguos pueblos.

Por otra parte, Ricote es, ante todo, español: curiosamente, es en su boca en la que pone Cervantes la mayor afirmación patriótica de la novela (Doquiera que estamos lloramos por España: observemos que el patriotismo de Ricote aúna los territorios de toda aquella suma de reinos, cada uno con sus peculiaridades y leyes, en una perspectiva superior a la de muchos de los habitantes cristianos del momento) y una de las más respetuosas aceptaciones de decisiones reales contrarias al interés de quien habla. Para rematar su retrato, es un buen esposo y mejor padre. Y un hombre al que dota Cervantes de una capacidad de análisis y raciocinio de las circunstancias muy superior a la de casi todos los personajes que han pasado por la novela: comprende que muchos de los moriscos podían implicarse en la conspiración contra los cristianos que finalmente justificó su expulsión (había un gran miedo en la población cristiana ante una posible alianza entre los moriscos y los turcos que facilitara una invasión, miedo alentado por la jerarquía religiosa y la aristocracia para provocar, con otros intereses más terrenales, la expulsión de los moriscos); y pronuncia una de las frases más significativas de la novela, cuando alaba la libertad de conciencia de un país en el que triunfó la reforma religiosa protestante: Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia.

Con ser mucho lo comentado, Cervantes añade una nota más que levanta estas páginas a una altura no alcanzada por ninguno de sus contemporáneos.

Sancho, cristiano viejo y respetuoso de las leyes, temeroso por las consecuencias que sobre su persona pueda acarrear cualquier osadía, no denuncia a su vecino (aunque no se atreve a acompañarlo de vuelta a su aldea): lo abraza, comparte con él la comida y la bebida y conversan durante un buen rato para ponerse al día de las historias mutuas. En esta conversación -en la que se introducen elementos novelescos como la historia de amores entre la hermosa hija de Ricote y un mayorazgo puesto que Cervantes asimila la historia de Ricote a la materia narrativa del Quijote-, en la que Sancho afirma no ser el único del pueblo que lloró la marcha de sus vecinos moriscos, está mucho de lo que podría haber sido España y no pudo ser: la convivencia entre dos hombres que, a pesar de sus muchas diferencias -Ricote es rico, Sancho no; Ricote tiene una familia hermosa, Sancho no; Ricote es morisco, Sancho cristiano viejo; Ricote se ha convertido en delincuente al cruzar la frontera- son capaces de hablar sosegadamente sobre política, religión o de cómo les ha ido en la vida y guardarse las confidencias. Siempre he pesando que en este hermanamiento entre Ricote y Sancho está gran parte del pensamiento cervantino.

Veremos qué ocurre el próximo jueves, cuando comentemos el capítulo LV.

miércoles, 16 de junio de 2010

Traumatólogo


Hoy he ido al traumatólogo para saber qué les pasa a alguno de mis huesos. Es curioso, esa palabra siempre me ha herido por dentro.

martes, 15 de junio de 2010

Fundaciones públicas y crisis en España.


Hace más de un año, me preguntaba, en este mismo espacio, qué iba a pasar en tiempos de crisis con la gestión cultural encomendada a las decenas de empresas y fundaciones públicas que han proliferado en España en las últimas dos décadas.

En estas semanas se ha vuelto a poner de actualidad el debate y las cifras superan, con mucho, lo que yo me imaginaba entonces: hay 1.970 empresas públicas controladas por las diferentes administraciones locales y autonómicas y 477 por el Estado nacional. Todas ellas con sus altos cargos correspondientes y un número variable de personal de administración y servicios (que, a diferencia de lo que pasa en la administración pública no han superado ningún tipo de oposición), consejeros, etc. La mayoría de ellas no tienen función cultural, por lo que no corresponde tratarlas aquí.

Como dije entonces, la mayoría de las instituciones de este tipo que conozco chocan en competencias unas con otras, han sido creadas casi siempre por caprichos políticos poco claros y son gestionadas de una manera personalista por quienes han sido puestos en su dirección, que no responden más que ante quien los nombró. De tal forma que existe alguna que ha sido relevada en sus funciones por otras creadas posteriormente por los políticos que han venido después pero sin cerrar la primera. Los resultados generales son ridículos para los presupuestos que se les han dado y los recursos se van mayoritariamente en pagar la nómina del personal y las dietas o, en el caso de repartirse el pastel entre varias instituciones para contentar a todas, la fragmentación impide una política cultural seria y de calado: más ahora con la reducción de los presupuestos por las medidas para contener el déficit público. Conozco, en Castilla y León, alguna fundación cuyo único cometido real parece ser publicar unos pocos (muy pocos) volúmes anuales de una única colección de libros cuyo coste de edición es muy alto y cuya oportunidad es cuestionable. Eso y alguna foto en la prensa local o regional para testimoniar actos hinchados.

Otra de las dudas que cuestionan su existencia y viabilidad es que, a diferencia de lo que sucede en el mundo anglosajón con el concepto de "Fundación", en España las fundaciones e instituciones públicas de este tipo no han servido de verdad para atraer el dinero privado y en la gestión económica y la planificación de los proyectos hay menos claridad que la deseable. Urge un cambio en la Ley que regula estas fundaciones.

Hay algo que agrava el problema: todo esto va en detrimento de las pocas instituciones de este tipo serias y con proyectos de continuidad que hay en toda España, con algunas de las cuales colaboro desde hace años, que ven sus presupuestos y sus actividades coartados por la presencia de otras y sufren el desgaste de hacerse hueco en un panorama copado por demasiados figurantes.

Más de un año después de mi entrada, los políticos comienzan a pensar que deben frenar este derroche: pero sólo por cuestiones económicas y sin una verdadera revisión de las necesidades. Es triste pensarlo. En mi opinión, lo de menos -siendo mucho- ha sido el derroche de dinero en los tiempos buenos. Lo peor ha sido y es la falta de actuación seria, estable y de largo recorrido en la gestión cultural.

Curiosamente, parece ser que lo único que sucede ahora que no hay dinero es que estas fundaciones entran en un estado latente, casi de hibernación: basta con poder pagar las nóminas y la luz del edificio que ocupan y no molestar demasiado para que nadie las señale con el dedo y puedan ser cerradas. Como este mal se extiende en todo el mapa de España independientemente del color político, parece que hay una intención de que no se provoque demasiado ruido y que nadie haga nada que pueda aumentar las pérdidas. En cambio, las instituciones que mantienen proyectos serios son cuestionadas precisamente porque actúan, en contra de lo que debería ser.

Consecuencia: siguen abiertas instituciones que no hacen prácticamente nada más que sostener unos pocos puestos de trabajo ocupados por designación y sin control eficaz de resultados pero que nadie quiere cerrar por si las necesitara en las próximas campañas electorales para salir en costosas fotos de actividades culturales y por si quien está al frente de ellas -que, a fin de cuentas, es alguien con influencias- pudiera enfadarse al quitarle el cargo y provocar un malestar interno dentro del partido -en los que siempre hay luchas de tendencias y familias que se agarran a estas cosas- y externo en los medios de comunicación con toda la información y conocimiento que tiene sobre la deplorable forma de gestionar la cultura española de la que ha sido partícipe. Y corren riesgo de ser cerradas o de sufrir serios recortes en sus presupuestos las que sí son eficaces, precisamente porque hacen cosas.

Muy caro me parece: y con consecuencias desagradables para aquello que deberían alentar.

lunes, 14 de junio de 2010

Domini Quijoti Manchegui y noticias de nuestra lectura


Luis Fernando del Olmo, una persona estupenda y buen profesor, que sigue de forma habitual esta lectura aunque en silencio, me tenía prometida la referencia de una graciosa versión en latín macarrónico del Quijote, obra de Ignacio Calvo: Historia Domini Quijoti Manchegui traducta in latinem macarronicum per Ignatium Calvum cura misae et ollae. No tiene desperdicio, como bien me dice y podéis comprobar con las ilustraciones que me envía. Yo ya he pedido mi ejemplar, porque promete muchos ratos divertidos, desde luego. Y bien que merecía figurar en esta lectura nuestra como prueba de que hay muchas formas de acercarse a la obra de Cervantes.

Luis Fernando es, además, un esforzado partidario de la aplicación de la tecnología a la docencia, incluso más allá del aula, como se puede ver en el magnífico ejemplo del blog que mantiene.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

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Noticias de nuestro Quijote

Firvulag les da acertadamente vueltas a los refranes de Sancho y nos propone un enlace que nos aclara las dudas.

Paco Cuesta señala el final de la burla de la ínsula -sin que se le escape que hay más responsables que los Duques- y la actitud de Sancho abrazando su vida en libertad. Lo resume con una cita de Marx, Groucho Marx, por supuesto.

Cornelivs relata el final del gobierno señalando que ha sentido alivio: algo que comparten los lectores que se han implicado emocionalmente con el pobre Sancho.

Pancho ha sabido ver magníficamente una habilidad narrativa más de Cervantes: no hay sorpresa en el desenlace del gobierno, pero es tal la intensidad dramática de la actitud de Sancho que todos nos sentimos emocionados. No os perdáis ni la cita de Unamuno, bien traída, ni las ilustraciones.

Jan Puerta analiza cómo de materiales sabidos, Cervantes consigue originalidad en este capítulo. También comenta con mucho acierto lo insostenible de la separación de Sancho y de su sueño como gobernador. Lo acompaña con una graciosa ilustración: hay marcapáginas que cuestan... Suma unos excelentes grabados de una edición alemana.

Manuel Tuccitano saca las conclusiones oportunas del final del gobierno de Sancho Panza, de su actitud y de las similitudes y diferencias con Don Quijote. No os perdáis la ilustración que acompaña -una más de esta magnífica serie que lleva tiempo publicando.

Merche Pallarés, que ya vuelve a estar conectada, relata los pormenores de la salida de Sancho, de la última burla cruel de la que es vícitima y de su digna salida. ¡Te vas librando de tanta gente que odias, querida Merche!

Antonio Aguilera comenta graciosa y oportunamente el capítulo centrándose en la bondad natural de Sancho... y además descubre las virtudes terapéuticas de esta lectura, no os lo perdáis.

Cosmo resume el capítulo centrándose en la actitud moral de Sancho. Y lo completa con una cita de Unamuno que os recomiendo.

Abejita de la Vega tampoco deja ningún pormenor sin relatar, pero quiero llamaros la atención del prólogo en imágenes y en intención que tiene su primera entrada sobre este capítulo, así como sobre la ilustración central. Después vuelve a tomar la voz nuestro viejo conocido, aunque no muy querido, mayordomo, para contarnos el final de la aventura de la ínsula. El Sanchico -del que sabemos gracias a Ele Bergón- está orgulloso de la honradez de su padre en el gobierno y se alegra de que haya terminado todo: piensa que va a sentar la cabeza como parece que lo hace él mismo este año.

Corrijo omisión: Asun, a pesar de no tener tiempo -como ella dice, nos regala un excelente resumen del capítulo en citas e ilustraciones. Para no perdérselo, por supuesto.

Otra omisión (¡parece que esta entrada la hice medio dormido!): Kety dedica unos oportunos versos a la renuncia de Sancho al gobierno de la ínsula y su decisión de volver al camino.


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
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Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

domingo, 13 de junio de 2010

Los seres tan frágiles de Casilda García Archilla


La obra de Casilda García Archilla (que mantiene un interesante blog que os invito a visitar) crece con el silencio y la paciencia de quien investiga continuamente, sin ruidos innecesarios, con diversas técnicas. Pero todas ellas nos conducen hacia la mirada cercana y la minuciosidad certera en el tratamiento de los materiales en diálogo con un mensaje constante sobre el tiempo, la fragilidad y el arte como expresión de un mundo interior complejo que logra plasmar de la forma más delicada y sencilla: es una acertada tensión entre la reflexión artística y el pensamiento; la elaborada propuesta teórica y la sencillez del resultado último. Sus trabajos son fragmentos, pequeñas huellas que ocupan el espacio que los rodean sin alterarlos aparentemente, pero dotándolos de un nuevo significado. Son objetos artísticos -o magníficas ilustraciones- que una vez depositados en un lugar parecen haber estado siempre allí: ya son parte necesaria de ese ambiente para poder comprenderlo. Uno piensa que después de que los cambiamos de lugar han dejado una huella reconocible en donde los hemos dejado durante un tiempo.

Los seres tan frágiles, su último trabajo, se muestra en la Sala de exposiciones temporales "Carrillo Bernalt" del Museo de la Universidad de Valladolid hasta el próximo 30 de junio. Esta sala no es apropiada, tal y como se encuentra, como sala de exposiciones y mucho menos para trabajos de este tipo, pero ni aun así puede con lo atractivo del trabajo de Casilda García, que pide un lugar más cálido, con luz atenuada y pequeños espacios -rincones, incluso- que contribuyan a leer las obras y comprender el pensamiento que las sostiene y que la artista resume en el folleto en un acertado texto:

Frágil es lo que puede romperse fácilmente,/ por golpe, por desgarradura/ lo quebradizo/ También es frágil lo que es efímero, /de corta duración/ Pero también lo precario/ lo inestable/ lo ligero que cualquier viento lleva/ lo delicado/ lo que está prendido/ con alfileres/ o pende de un hilo/ lo pequeño/ lo que ya lleva en sí su deterioro/ Los seres frágiles han de ser protegidos, /guardados con cuidado/ para que perduren algo más/ -que nosotros, incluso- /o bien dejar que sigan su curso, /salgan volando, desaparezcan. /Y son inútiles.

Esta exposición de Casilda García nos muestra varias obras a partir de papel -de seda o sarakusui- y tintas o acaruelas trabajados en húmedo con punzón, móviles, pequeñas esculturas, trabajos con gasa o papel de fumar, etc. Hay una gran delicadeza en todo el trabajo, en la elección de los colores, en la técnica del punzón o la elección de las tintas, que crea, como dice el título, seres de una gran fragilidad que parecen reclamar la mirada amorosa del espectador, que despiertan la sensibilidad puesto que reclaman protección.

Siempre he pensado, ante este tipo de objetos artísticos, que es una forma de extraer de quien los contempla lo mejor de sí mismo en un contexto en el que el mundo nos pide actos duros. Hay muchas formas de serenar la historia y una de ellas es la que ha elegido Casilda García en esta exposición, que nos pide dialogar con cada obra como si asistiéramos a un secreto extraído del lado más humano que tenemos y que puede partir tanto de la serenidad como de nuestros demonios interiores para domesticarlos con la dulzura de quien dobla delicadamente un papel para dar significado al espacio que lo rodea.

viernes, 11 de junio de 2010

Siempre falta un zapato


En las fotografías de las tragedias siempre hay un zapato suelto, los cadáveres conservan calzado uno de sus pies mientras el otro está descalzo, hay montañas de zapatos desparejados en los lugares en los que se combatió con saña o en aquellos en los que se asesinó miserablemente.

A veces un zapato suelto nos invita a pensar en la magnitud de la tragedia individual de su propietario: quizá sufrió un brutal accidente, quizá perdió uno de sus pies y ese zapato jamás pudo volver a usarlo. Quizá, tan solo, una mano amorosa lo guardó como recuerdo de aquel que se fue para siempre.

jueves, 10 de junio de 2010

Un gobernador galápago y un fracaso exitoso (Cap. 2 53).


Llegó el momento de echar a Sancho del gobierno de su ínsula. Entre otras cosas porque la separación de los protagonistas dura ya demasiado.

Igual que la broma pesada de los gatos marca el punto desde el que don Quijote decide marcharse de la casa de los duques, la que contiene este capítulo muestra a Sancho el camino correcto. Observemos que la crueldad de ambas situaciones es límite y degradante, que ambas son paralelas en el pesar que causan en los que las fabrican al comprender que se han excedido. Sin embargo, lo más importante es que ambas provocan similares reacciones en los protagonistas, que deciden volver a tomar las riendas de sus vidas, cansados del papel de bufones al que les han relegado los Duques: ya no pueden aguantar más.

No obstante, la decisión no es -no puede ser- violenta ni rebelde: ninguno de los dos lo son, ambos son hombres de bien y se insertan dentro de la sociedad aunque sean críticos con lo que ven. En efecto, tanto don Quijote como Sancho deciden volver a sus vidas sin grandes aspavientos, sin provocar incómodas situaciones a quienes los hospedan. A pesar de esto, debemos observar lo que sucede en los próximos capítulos: ya sabemos que don Quijote acepta la defensa de la honra de una joven contra un protegido del Duque y veremos qué situación le depara a Sancho su camino de regreso, en la que actúa incluso contra la ley. Pero no adelantemos acontecimientos.

Como sabemos, el gobierno de Sancho en la ínsula tiene mucho de pasaje carnavalesco. Aquí se remata con la forma en la que es armado y que, con las comparaciones usadas por el narrador, lo van degradando desde un disfraz grotesco a un animal -se le compara con un galápago- para terminar cosificándolo. La risa y burla de los secuaces de los Duques es infame: lo engañan, inmovilizan, patean, etc., provocando su miedo, sudor y otras consecuencias escatológicas. Es un proceso cruel de humillación de quien les ha gobernado de la mejor manera que ha sabido, convirtiéndolo en pelele y sin tener en cuenta sus sentimientos. En este proceso de uso de lo carnavalesco, Cervantes nos deja leer entre líneas su crítica moral contra una sociedad que, sin ningún motivo, se dedica a tamaña crueldad: la inversión típica del carnaval. Así, la risa carnavalesca de los burladores se convierte en el lector en un rictus amargo que acompaña la tristeza de Sancho y su firme resolución de dejar el cargo: los párrafos en los que se detalla minuciosamente cómo se viste, cómo saluda y habla a su asno y cómo se despide de todos, son ejemplares. Sancho convierte el fracaso en éxito.

Las palabras de Sancho lo reconducen a su lugar natural, aquel que le hace verdaderamente feliz, y al reconocimiento de que la ambición por encima de las propias posibilidades no es buena. Todo esto no es revolucionario en principio: viene de la filosofía clásica, de la resignación cristiana y de la aceptación de las convenciones sociales que rigen la sociedad de la época cervantina. Mejor dicho, que deberían regir: he aquí el núcleo de la crítica cervantina. La reflexión que contienen las palabras que Sancho pronuncia a su manera y con su sentido común, no deberían ser revolucionarias. Si lo son es porque marcan la hipocresía que gobierna una sociedad tan falsa como la de la España del momento: Sancho, aceptando su lugar, acusa con el dedo. Así se ve, por ejemplo, en la afirmación de que no se ha enriquecido con el gobierno:

-Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad; dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador, ni para defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieren acometerlas. Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en Roma: quiero decir, que bien se está cada uno usando el oficio para que fue nacido. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador; más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre; y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios, y digan al duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; quiero decir, que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas.

Sancho, con la aceptación de su lugar natural, convierte el fracaso en éxito, más aun cuando ha dejado ejemplo de ser un buen gobernador (excepto en lo militar) y no enriquecerse con el cargo. Con su aceptación de la estructura moral de la sociedad, es un revolucionario. Sé que es difícil de comprender para un lector moderno para el que la rebeldía viene con el ataque al sistema dominante y no con la petición de que éste vuelva a sus verdaderas premisas, pero en la época de Cervantes y más aun en una novela de este tipo, la rebeldía es pedir que el mundo se rija por una verdadera moral y no por la hipocresía dominante o por convertirse en secuaces de la diversión de una aristocracia ociosa e inútil.

Veremos cómo Cervantes reconduce la situación el próximo jueves, con el comentario del capítulo LIV.

lunes, 7 de junio de 2010

Noticias cotidianas y noticias de nuestro Quijote.


Una de las cosas que más sorprende en el Quijote es la manera en la que Cervantes hila lo cotidiano con la literatura tomada en serio o como parodia. En el Quijote hay un sabio mezclar de trabajo literario con referencias a otros textos con elementos procedentes directamente de la observación de la realidad.

En el capítulo de esta semana, en el que se contiene un giro más a la parodia de la literatura caballeresca que está en el inicio de la novela (aquí con toda la historia del duelo caballeresco a partir de la solicitud de doña Rodríguez), mezcla Cervantes dos elementos: en primer lugar, la desvalida situación en la que se encuentra una mujer deshonrada por un campesino rico protegido por el señor; en segundo lugar, la relación de acontecimientos cotidianos que encontramos en la carta de Teresa a Sancho. Por un lado, la crítica más dura, por el otro, el costumbrismo.

Cervantes consigue así atar a la realidad de su época una novela que, inicialmente, parte de una alta densidad literaria. Toda una lección.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestro Quijote

Cornelivs pide disculpas al grupo por no comentar el capítulo de esta semana.

Firvulag
comenta el capítulo 32 de la Primera parte, con el debate sobre la realidad o la ficción de los hechos caballerescos y lo trae a la actualidad de forma inteligente, al compararlo con la lectura de los periódicos hoy.

Lola continúa con su Diario quijotesco, ahora con una reflexión a partir del encuentro con los molinos que él vio gigantes.

Jan Puerta comenta los dos ejes sobre los que gira el capítulo fijándose sobre todo en la petición de doña Rodríguez y lo cotidiano en las cartas de Teresa. Lo ilustra con un don Quijote que parece haber sobrevivido a luchas a brazo partido con otros objetos también cotidianos y unos sorprendentes grabados de una edición inglesa.

Asun reflexiona sobre las circunstancias del duelo que se avecina y en el que don Quijote protegerá a las dos peticionarias y las cartas de Sancho, sin que se le olviden ni las bellotas ni el queso.

Manuel Tuccitano nos propone una excelente forma de ver el capítulo: la ingenuidad de doña Rodríguez y Teresa Panza que contrasta y tanto con la refinada hipocresía cortesana.

Paco Cuesta nos ilumina otro de los significados del capítulo: don Quijote comienza a tomar las riendas de su vida tras tanto tiempo ocioso en la casa de los Duques sirviéndoles de diversión. Eso es, en efecto, su participación en el asunto de doña Rodríguez por muy esperpéntico que parezca.

Nuestra Merche Pallarés, por ahora desconectada, nos dejó programado su comentario del capítulo, en el que, además de resumir las partes esenciales no deja de calificar a su favorita duquesa como facinerosa.

Antonio Aguilera no deja títere con cabeza y afina su puntería contra la hija burlada de doña Rodríguez, aunque no le dé tiempo para llegar a la carta.

Cosmo ve la inquietud de don Quijote, deseoso de salir al camino y se centra en su comentario del capítulo en la personalidad cruelmente burlona de los Duques, que no se paran en nada con tal de divertirse.

Pancho relata todos los pormenores del capítulo y en especial el uso del capítulo para reflejar registros lingüísticos cervantinos: tiene razón, el Quijote es un ejemplo de la variedad y riqueza de la lengua usada con ajuste en cada momento. No os perdáis las ilustraciones.

Myriam -qué bueno que ahora nos dé completo su nombre- publica la segunda parte de su excelente análisis de la personalidad de Teresa Panza: todo un regalo de lectura y análsis académico.

Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo con el desafío ilustrado... y con el regreso de doña Rodríguez, que vuelve a usurpar el ordenador de Abejita. Después, nos da un ejemplo de cartas, sartas y... un queso con la continuación de excelentes y oportunas ilustraciones, centrándose en la aparición de lo cotidiano. Finalmente, publica la nota del Sanchico -gracias a Ele Bergón-, que no es que ande muy bien de geografía el muchacho, pero estalla de contento al saber que existe...

Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
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Vale.

domingo, 6 de junio de 2010

viernes, 4 de junio de 2010

jueves, 3 de junio de 2010

Siempre hay alguien que necesita creer (Cap. 2.52)


En este capítulo hay tres cosas: la reiteración del anuncio de que don Quijote quiere volver a salir al camino; la continuación de la historia de doña Rodríguez y su hija; la lectura de las cartas de Teresa. Otro más de los capítulos que hay en el Quijote en los que se juega con la variedad temática para despertar la curiosidad del lector por seguir conociendo la evolución del argumento.

En efecto, el narrador nos anuncia la intención de don Quijote de marchar a Zaragoza, como era su deseo. El lector que se enfrenta con esta afirmación en su primera lectura y no conoce nada de la continuación de la novela no puede más que mostrarse inquieto: si don Quijote se marcha de la casa de los Duques ahora, deberá irse sin Sancho. Cervantes sabe que en la mente del lector ya están unidos ambos personajes y que la simple notocia de que la separación actual se prolongue le deja inquieto y no dudará en explotar este sentimiento de incertidumbre.

Pero no sucederá inmediatamente esta partida, ya sabemos cómo le gusta a Cervantes demorar las soluciones para crear expectativas. Cuando don Quijote quiere pedir licencia para marcharse, se continúa el asunto de doña Rodríguez, que Cervantes ha dilatado para que soprenda ahora al lector. Por otra parte, aunque ya sabemos de la personalidad de esta dueña -observemos que Cervantes matiza inteligentemente que su hija no piensa igual que ella (ese mal talante)- y oímos su diálogo nocturno con don Quijote, los lectores no podríamos esperar que se atreviera a ir junto a su hija, ambas enlutadas, a manifestar su descontento por la actuación de su señor y acogerse a la protección de tan singular caballero andante. Éste no se ofende por ello, sino que ve la posibilidad de prolongar la diversión con un argumento que no ha fabricado y no duda en aceptar el reto en nombre del labrador rico que burló a la hija de doña Rodríguez.

El caso es que, con este asunto, nos enfrentamos a una verdadera situación caballeresca de las que había leído don Quijote en sus libros. Extravagante o no don Quijote, loco o cuerdo, resulta el único lugar al que puede arrimarse una madre a la que el sistema jerárquico de la sociedad del momento no da acogida en su demanda. Pensemos en lo justificado de la petición de la dueña, por muy simple que ésta sea, y en la displicencia del Duque, quien debería haber resuelto el caso pero no lo ha hecho. Observemos, por lo tanto, cómo Cervantes nos ha introducido en la narración, entre bromas y veras, una realidad jurídico-social del momento de una manera en la que hay matices muy críticos. Veremos cómo lo resuelve.

El tercer motivo del capítulo gira sobre la lectura de las cartas de Teresa a la Duquesa y a su marido. Sorprenderá al lector moderno que se lea en público esta última carta sin el cosentimiento de la persona a la que va dirigida, pero en aquel momento los derechos individuales no existían: basta con el permiso que concede el amo de Sancho. Estas cartas cierran la prolongación de la burla en el pueblo, terminan de caracterizar la personalidad de Teresa y completan el costumbrismo social del Quijote.

Veremos cómo continúa todo este enredo el próximo jueves, con la lectura del capítulo LIII.

miércoles, 2 de junio de 2010

Un nombre para esta época


No sé cómo terminaremos llamando a esta época que comenzó hace algo más de una década. Pero, por sus principios, se anuncia hosca y fea. No es la primera vez en la historia que una época nos es hostil. Quizá todavía estemos a tiempo de enderezarla.

martes, 1 de junio de 2010

Las cartas en el Quijote y noticias de nuestra lectura.


Manuel Tuccitano, en sus últimas entradas, nos ha llamado la atención sobre la presencia de lo epistolar en el Quijote. Recordemos que ya en la primera parte se jugaba con este aspecto, en la famosa carta que don Quijote dirigía a Dulcinea y que, tras olvidarla, repite de memoria -a su manera- Sancho. En estos capítulos de ahora vemos una sucesión de cartas entre varios personajes -entre Sancho y Teresa, ésta y la Duquesa, el Duque y Sancho, éste y don Quijote.

La carta ha sido un recurso narrativo constante en la narrativa y ha tenido varias funciones: la posbilidad de que un personaje hable en primera persona (curiosamente, la novela moderna nace con el Lazarillo que es, no lo olvidemos, una larga carta que Lázaro, adulto, dirige a un misterioso interlocutor para responderle); el cambio de espacio y tiempo de forma verosímil; la introducción de la intimidad del que escribe, etc. También eran usuales en las novelas de caballerías, en especial las cartas de amor (un convencionalismo que refleja una sociedad ritualizada en su expresión de las emociones).

Cervantes las usa, en primer lugar, como contraste paródico con las cartas presentes en las novelas de caballería, por supuesto: de ahí la distorsionada versión que la memoria de Sancho recita de la carta de don Quijote a Dulcinea o este intercambio de cortesías entre la Duquesa y Teresa. Pero hay otros motivos que alabar en las cartas que nos aparecen en estos capítulos: la forma de expresión que usan los personajes en ellas contribuye a caracterizarlos de manera realista, bien alejada, por lo tanto de la retórica caballeresca. No sólo los caracteriza dentro de su estatus social, sino que refleja su forma de ser -así la carta burlona que escribe la Duquesa a Sancho o la que le envía con sus consejos don Quijote a Sancho, etc.

Pero hay algo más en estas cartas que subrayan una de las características de la técnica narrativa cervantina: el perspectivismo. En efecto, estas cartas, en primera persona, nos dan aspectos diferentes de los mismos hechos, matizan lo dicho por los narradores u otros personajes, etc., a la vez que refuerzan la historia.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestro Quijote

Lola se incorpora a la lectura con una entrada que inicia su Diario quijotesco particular. Deja clara su forma de entender el personaje. Bienvenida a la lectura, Lola.

Cosmo resume el capítulo de la semana aportando, además, un video que muchos conoceréis pero que es bueno volver a ver.

Pancho acierta en su perspectiva, magníficamente ilustrada, como siempre y comienza desde el núcleo mismo de las cartas que se intercambian don Quijote y Sancho

A Merche Pallarés no se le escapa nada en su resumen, ni el caso surrealista ni el gateato. También comienza por las cartas, núcleo del capítulo.

Cornelivs ve los últimos momentos del gobierno de Sancho -y parecería por el título que la entrada es de actualidad...- y recuerda su experiencia lectora de este capítulo, que compartimos.

Kety dedica unos certeros versos al final del sueño como gobernador de Sancho. No dejéis de leerlos.

Jan Puerta comenta e ilustra el capítulo. Parte su entrada de una explicación más que acertada: aquí se anuncia ya el reencuentro. Lo ilustra con un excelente retrato de personaje quijotesco y grabados de una edición burgalesa de mediados del siglo pasado. No os perdáis los enlaces.

Paco Cuesta analiza las circunstancias, centrándose en especial en los últimos casos del gobierno de Sancho y su cariñosa relación epistolar con Don Quijote.

Manuel Tuccitano ve confirmadas en el capítulo algunas de sus interpretaciones sobre la trama de la obra y sobre la cordura de don Quijote y la intención del autor al hacer pasar por el gobierno a un hombre como Sancho.

Asun, en su comentario, se centra en las decisiones de Sancho como gobernador. No os perdáis las ilustraciones que aporta. Después, nos regala un retrato quijotesco en Disney World.

Myr ha vuelto de su viaje y nos regala un análisis de Teresa Panza dentro de la perspectiva de un personaje de novela moderna. No os lo podéis perder, que promete continuación.

Antonio Aguilera indaga en el origen de la palabra Constitución, tan relacionada con el capítulo de la semana y las decisiones sanchopancescas, con perdón de los caracoles.

Abejita de la Vega desentraña primero las circunstancias finales del gobierno de Sancho y sus resoluciones, aunque con hambre incluida, para ser poseída luego por otro de los secundarios cervantinos, el secretario de la ínsula, que da fe de lo que sabemos: la honradez de Sancho como gobernante y la crueldad de los burladores. El Sanchico, gracias a Ele Bergón, se muestra orgulloso de su padre y preocupado por su hambre: parece que más que por sus suspensos...

Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
Enlace con el grupo en Facebook, aquí. (Este grupo no sustituye a la lectura en este blog y no estáis obligados a uniros: lo usamos sólo como complemento, para informarnos, preguntar y debatir.)
Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.