lunes, 30 de noviembre de 2009

Dos regidores que rebuznan, ilustrado por Cornelivs y noticias de nuestra lectura.

Siempre ha hecho gracia que los alcaldes rebuznen, sobre todo si son los del pueblo de al lado. España -y apuesto a que todos los países- está llena de chistes, anécdotas y expresiones contra los vecinos y sus regidores: o son más tontos, más brutos, menos aceptables en sociedad que nosotros o sus mujeres son feas o demasiado fáciles o sus productos agrícolas son de dudosa calidad. En cualquier lugar en el que nos encontremos, hallaremos suficiente documentación folclórica para hacer una tesis doctoral. Y siempre habrá alguien que cuente una historia de la que todos juran su veracidad, aunque la misma anécdota se cuente para otros cien pueblos. Esas rivalidades han sido retratadas por cuentos y han pasado a engrosar una cierta mitología local que incluso puede sublimarse (no otra cosa es el rapto de las sabinas). También han dado lugar a enfrentamientos en los que, con harta frecuencia, ha corrido la sangre, incluso cuando por lo que se compite es por la imagen de una Virgen o un santo.

Cervantes, en el capítulo de la semana pasada, utiliza uno de esos episodios dignos del folclore de España para hacer una inteligencia parodia sobre las causas de la guerra y jugar con diferentes niveles presentes en ese momento narrativo (el personaje central es un hidalgo que finge ser caballero andante armado; un adolescente marcha, ilusionado, a la guerra; se anuncia un teatrillo que contará también batallas). En realidad, hay muy pocas guerras justas. No es la única vez que el autor recurre al folclore en la novela: en aquel tiempo era un fondo inagotable de inspiración. Aquí tenemos, una vez más, una historia de rústicos, que tanto gustaban especialmente en el teatro barroco.

La ilustración del regidor rebuznando procede del ejemplar único de Cornelivs, que tan buenas sorpresas nos da. ¡Gracias, Cornelivs!

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Acuse de recibo: Nueva gramática de la lengua española


Hace tiempo que los filólogos llegaron al acuerdo de que una gramática no contiene preceptos de obligado cumplimiento. En efecto, la gramática, incluso la gramática normativa, es un conjunto de reglas que deben ser entendidas como los consensos generales establecidos por los que hablan y escriben una lengua. Como tales, su conocimiento es extraordinariamente útil tanto para comprender mejor a los demás cuando hablamos con ellos o cuando leemos sus textos como para hacernos comprender mejor por el mayor número de personas tanto en la conversación como en la escritura.

Nadie (ningún hablante, ninguna zona geográfica, ningún país, ninguna institución) tiene la propiedad de una lengua ni de su gramática. A veces me encuentro, en esta tierra castellana mía, personas que por ser de Burgos o de Valladolid piensan tener más derecho sobre una lengua y sobre el dictamen de sus normas: no es culpa suya este error, sino de demasiados años de mala enseñanza y mal entendido nacionalismo. Algunos, incluso piensan que la lengua les pertenece porque nació aquí, cuando no está muy claro que el castellano naciera en lo que llamamos Castilla. Esta ideología que hacía patrimonio de pocos lo que es un rico tesoro de muchos había dominado las gramáticas escritas durante siglos. Así, era frecuente una rivalidad tonta entre diferentes localidades para saber dónde se hablaba el mejor español. Éste se habla bien en todos los lugares en los que se usa porque es una extraordinaria herramienta de comunicación y de pensar el mundo, pero sólo es eso, una herramienta. Y como tal, cambia con el tiempo y se adapta a cada necesidad: de lo contrario, nos sería inservible. De hecho, lo que ha hecho caducar las gramáticas anteriores es que sus autores -desde el primero, Nebrija- pensaban que la lengua se sometería a los preceptos que fijaban en sus textos de forma permanente.

También ha sido frecuente, durante mucho tiempo, que muchos hablantes sintieran vergüenza de su uso del español porque en el colegio los profesores se lo habían afeado: este exceso purista de muchos maestros ha podido provocar que muchas personas se descolgaran de la cultura porque les decían inferiores. Algunas de las llamadas incorrecciones gramaticales perseguidas con más sañas eran difícilmente corregibles para un hablante medio sin gran formación porque, sencillamente, no entraban en sus parámetros mentales -así el leísmo, el laísmo, usos de determinados tiempos o modos verbales, etc.-. Un asturiano que no usa el tiempo ha pasado y lo sustituye por pasó no lo hace por ignorancia, sino porque en el espacio en el que ha nacido este tiempo, sencillamente, no existe. Un burgalés que utiliza el famoso condicional de Burgos debe recurrir a toda su formación escolar y una fuerte alerta lingüística para no utilizarlo, porque su uso está grabado en su mente como parte de la herencia cultural de su zona. El hecho de que nadie use ya el futuro de subjuntivo no significa que seamos menos inteligentes que nuestros antepasados: sencillamente, nos resulta inútil y la lengua, como herramienta, suele arrojar por la borda este tipo de lastre o guardarlo sólo como una pieza de museo para poder comprender mejor etapas del pasado.

Una gramática moderna, por lo tanto, es una propuesta de síntesis de las formas más generales del uso de una lengua en la que deben recogerse también las menos extendidas. El conocimiento de todas ellas enriquece al hablante de esa lengua: por una parte, le da la información de cómo poder hablar para ser entendido en cada una de las situaciones y zonas en las que pueda encontrarse, indicando las mejores opciones para comunicarse con la mayoría de los que participan de la misma lengua; le informa de cómo poder construir nuevas expresiones y términos que respeten las formas históricas -con lo que tienen más garantías de éxito puesto que respetan la memoria que todos los hablantes tenemos de una lengua-; le forma para profundizar en la comprensión de los textos escritos en esa lengua antes que él; le ayudan a elegir la mejor forma de expresarse según su interlocutor, etc. Y, sobre todo, le ayuda a comprender que los demás tienen el mismo derecho que él sobre su lengua común.

Los consensos lingüísticos se establecen porque el hablante quiere ser comprendido y comprender: cuando un hablante es mirado con sorpresa por sus interlocutores, tiende a revisar su lenguaje para hacerlo comprensible por estos, sobre todo si de ello depende su supervivencia o su aceptación en sociedad. De esta forma tan sencilla se han establecido las normas lingüísticas: de lo particular a lo general.

La publicación de la Nueva gramática de la lengua española es un motivo de fiesta. No se publicaba desde 1931 y la forma en la que se ha redactado ésta actualiza la metodología de las anteriores, que hoy sería inaceptable: han participado todas las academias de la lengua española y se recogen todas las variantes geográficas y sociales, con lo que respeta la situación del español en la actualidad, recomienda los usos más extendidos y más apropiados a la historia del español y se basa en un conjunto amplísimo de textos antiguos y modernos. Un excelente trabajo coordinado por Ignacio Bosque que, seguro, se irá afinando en los próximos años.

Saldrá a la venta el próximo 4 de diciembre y se convertía, sin dudarlo, en un éxito de ventas. Ahora bien, a los que no estén muy prácticos en el uso de una gramática de estas dimensiones, les recomiendo esperar a la venta del Manual o de la Gramática básica, que extraerán de la Gramática principal los aspectos esenciales.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La luz que esconde (paradoja).


En la Historia del ser humano, las víctimas han sido arrojadas a las sombras: millones, más allá del círculo en el que miramos.

-Fuera.

Cuando se escribe con luz intensa, el color de la sangre se esconde en la ceguera. Por eso, a veces, conviene amortiguar la luz y buscar en la penumbra de los márgenes. Para hacer justicia.

jueves, 26 de noviembre de 2009

De nuevo, una venta, más dos regidores que rebuznan y un mono que habla (Cap. 2.25).


Ya pudimos constatar, en la Primera parte, la importancia de las ventas como espacio para la narración. Cervantes sabe que aumenta la verosimilitud si sitúa el cruce de los hilos argumentales en una venta: en ella, de forma natural, pueden encontrarse personajes de diferentes procedencias sociales y con diversidad de experiencias; además, el lugar le sirve como retrato costumbrista de la España del momento. Las ventas de la Primera parte cobraban una especial relevancia para la estructura de la novela. Esta que nos encontramos ahora viene después de varios espacios domésticos, más frecuentes que en la Primera -la casa del hidalgo, la del caballero del verde gabán y el lugar de los labradores Basilio y Quiteria-. Sin embargo, lo que se va a poner en juego en estos capítulos no puede darse en espacios privados, sino públicos. Es curioso cómo apenas sabemos lo que sucedió en el tiempo que pasaron con don Diego o con los novios: ahora, sin embargo, el narrador se demora para preparar el ambiente adecuado, incluso indicándonos el rasgo de humildad de don Quijote, que ayuda a limpiar el pesebre, tan ávido como está de oír el relato.

Desde el título se nos informa de que el capítulo no cerrará las historias comenzadas. Cervantes nos pide reposo: comienza una historia que se enredará con motivos ya aparecidos y que tardará en resolverse.

El primer núcleo narrativo girará entorno a la historia que cuenta el portador de armas que caminaba tan presuroso. La historia del pueblo del rebuzno se construye sobre la base de los cuentos folclóricos de rústicos y crece después como parodia. El hecho de que un pueblo se haga famoso por lo bien que rebuznan dos de sus regidores y que este hecho termine provocando conflcitos armados con los pueblos de al lado es una burla de la mayoría de los motivos de las guerras y, en especial, las que se construyen a partir de hechos de honor. La historia, pues, es un desarrollo más de la presentación del motivo de las armas, preparado unas páginas antes por la aparición del adolescente que marcha presuroso y animado a la guerra. Es una presentación tan caricaturesca de la guerra que deja muy clara su intención: la inversión de los grandes valores que definen cualquier comunidad. A partir de los muchos conflictos que hay en España entre pueblos vecinos, Cervantes fabrica una parábola sobre la poca consistencia de la mayor parte de las guerras.

El segundo núcleo narrativo interrumpe la historia del rebuzno: aparece un extraño personaje, al que habrá que estar atentos, un famoso titiritero que se gana la vida con un teatrillo ambulante y un mono domesticado. Sorprende a don Quijote y a Sancho, que no creen en las virtudes del mono -de hecho, don Quijote pronuncia unas frases contra la astrología que enlazan su pensamiento, por una parte con el erasmismo y por otra con el racionalismo crítico de finales del siglo XVII-, cuando, según parece, el mono comunica a su amo que su interlocutor es nada menos que el famoso caballero don Quijote de la Mancha. La exagerada reacción de éste, el maese Pedro, ya nos hace sospechar que hay algo oculto. Es de resaltar la reacción de don Quijote y Sancho, que ponen a prueba la veracidad de lo ocurrido en la cueva de Montesinos: por si acaso, don Quijote se apresura a desacreditar al mono como portavoz del demonio ante Sancho.

Pero como va a continuar la historia, lo veremos el próximo jueves, al comentar el capítulo XXVI.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

martes, 24 de noviembre de 2009

Lo local como ficción.

Las tensiones entre lo local y lo global han sido una constante de la Historia humana. En cada cultura y en cada época han adquirido tintes diferentes y, según cuál predomine, se han explicado. No es igual la historia contada por los romanos que por los pueblos que se resistieron a la romanización, por ejemplo: y ambos lados decían tener la razón y a los dioses de su parte.

A pesar de que algunos pretenden un sueño de autarquía, es innegable que el proceso de globalización ha tenido más ventajas que inconvenientes: progresos científicos y técnicos, mejora de las condiciones médico-sanitarias, información generalizada sobre cualquier asunto ocurrido en el mundo, circulación de las ideas, etc. Salvo unos pocos, los que sostienen que el mundo era mejor antes de la globalización difícilmente serían consecuentes enfrentados a una opción que les remitiera a un estado anterior: hay cosas que dan mucho juego en las tertulias, en las asambleas o en la literatura, pero no se sostienen planteadas con seriedad. Como mucho, estarían dispuestos a volver a una situación determinada por ellos con un alto grado de convencionalidad y no por las circunstancias, una ámbito que les fuera fácil de controlar pero sin perder de vista el salvavidas de la globalización, al que recurrir cuando las cosas –gobiernos dictatoriales, escasez de alimentos o fuentes de energía, pandemias, desastres naturales, etc.- vayan mal.

La globalización no deja resquicios auténticos a lo local. Los lugares en donde se conservan tradiciones locales con más fuerza son lugares en los que no ha entrado aun la globalización por diferentes causas o no lo ha hecho en grado suficiente: países desestructurados con la mayor parte de la población condenada al hambre y sus consecuencias, retraso tecnológico, gobiernos autoritarios, etc. Nadie quiere vivir en esos lugares a no ser que tenga vocación misionera, humanitaria (con lo que se sería portador de un grado notable de la misma globalización que niega) o el suficiente dinero y poder para permitirse ser rico en donde la gente sufre graves carencias y adscribirse a la clase dirigente que impide la entrada en lo global del resto de la población con la finalidad de mantener el control político de la situación.

A veces nos parece vivir una ficción de equilibrio entre lo local y lo global: pero, a poco que analicemos las evidencias, nos daremos cuenta de que el equilibrio es falso y sólo se sostiene convirtiendo lo local en un parque temático que mostrar a los turistas (algo así podemos ver en esa farsa crítica en la que consiste Bienvenido Mr. Marshall, la obra maestra de Berlanga).

De hecho, lo que en España se han llamado tradiciones locales o regionales fueron una construcción cultural del siglo XVIII afianzada por la labor de la Sección Femenina del franquismo: con diferentes perspectivas, la invención de una ficción agradable por sectores pertenecientes a las clases dirigentes que fue asumida como propia por la población de una zona, a la que se les explicó cómo eran –cómo debían ser- hasta que lo aceptaron. Muchas de las cuestiones que hoy pensamos que definen lo local no tienen más de cien o doscientos años de vida y, en su origen, suelen contener motivaciones que planteadas directamente nunca aceptaríamos. De ahí mis recelos a que determinados componentes del folclore se enseñen, sin más, en las escuelas o en los jardines de infancia.

Cada vez queda menos resquicio para lo que siempre se ha llamado lo local. Este hecho no tiene por qué ser malo: gracias a la reducción del ámbito de lo local podemos eliminar costumbres discriminatorias con sectores de población por razones de raza, religión o género; tradiciones crueles con los animales; actuaciones contrarias a la ecología, etc.

La ficción de lo local suele partir del temor al cambio, de la búsqueda de un paraíso que sólo existe como refugio para no sentir el vértigo, de pensamientos irracionales que defienden que lo de uno siempre es mejor que lo foráneo y es frecuente su alianza con los poderes más inmovilistas en cuestiones morales y económicas. Es curioso cómo en este inmovilismo suelen coincidir sectores situados en puntos extremos del espectro político.

En realidad, el futuro del ser humano es la mezcla entre lo propio y lo de los otros, es decir, la globalización cada vez más extendida. En este camino, lo local como algo inmutable e impermeable está condenado a su desaparición porque, de hecho, no ha existido nunca salvo en los programas ideológicos que han tendido a controlar lo que la gente debe pensar y en la ficción cultural que muchos, bien por interés, bien por ingenuidad, se han creído.

Lo local, para ser bien entendido en el mundo globalizado es una situación concreta en un punto de la historia: pero no la razón de ser de ésta. Valido sólo como solución temporal y opción personal, pero contrario a las dinámicas de la especie humana, para bien o para mal.

De los riesgos de lo global hablaremos otro día.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Mecenas y jóvenes que marchan a la guerra, más fotografías bejaranas y noticias de nuestra lectura.

Una de las varias formas de lectura parcial del Quijote es fijarse en los motivos con los que Cervantes nos da un muestrario de gran parte de sus reflexiones sobre la sociedad española del momento.

En el capítulo de esta semana, hemos visto la cuestión del mecenazgo, el ermitaño y el adolescente que marcha a la guerra. Tres realidades en un solo capítulo: cultura, espiritualidad y armas.

Los escritores -excepto unos pocos de los que se dedicaban profesionalmente al teatro y eran, además, actores, pero el teatro no estaba bien considerado como obra artística-, no podían vivir de sus textos: no había una industria editorial que lo permitiera ni un público que lo demandara. De ahí que los escritores sin una buena situación económica, buscaran un mecenas que pagara la edición de sus libros y, además, los protergieran de mil y un riesgos. Solía ocurrir que esta intervención no era tan altruista como parecía: bien en los prólogos, bien en el contenido, el mecenas debía salir bien retratado. Más aún: muchos escritores tuvieron que trabajar como secretarios de su mecenas, poner su facilidad de escritura a su servicio redactando memorias, informes u otros textos, cuando no escribiendo obras cuyo principal objetivo era cantar las excelencias de aquel que les protegía o su linaje. Cervantes no fue una excepción.

España estaba llena de ermitas y ermitaños: tantos que llegaron a convertirse en motivo literario. Evidentemente, no todos eran un ejemplo de espiritualidad, sino todo lo contrario. El hecho de regentar ermitas que eran un foco de reunión de los lugares del entorno les daba cierta presencia social que sabían usar en su propio beneficio. Para alguien con un poso erasmista como Cervantes, pero también para muchos moralistas ortodoxos del momento, los excesos de los ermitaños eran motivo de crítica. En el pasaje del capítulo de esta semana hay mucho de esto: la comparación con los primeros ermitaños; las alusiones a las gallinas, al vino, que cualquier lector de la época asociaría con chistes folclóricos; la presencia de la sotaermitaño, etc.

Por último, el adolescente que va, animoso, a la guerra, era una realidad en aquella España. Una de las formas en las que cualquier joven podía salir de su lugar y labrarse una fortuna era esta: fueron miles los jóvenes españoles que marcharon así y que nunca volvieron a su tierra. Contrasta esa alegría al marchar con la amargura de un viejo soldado como Cervantes, que no vio suficientemente recompensada su vida militar.

Más fotografías bejaranas



El mesón bejarano en el que Marina y Manolo hicieron las fotos que he publicado en las últimas semanas depara algunos tesoros más, como aquí podéis ver. Eso sí es corresponder el nombre del establecimiento a los motivos de la decoración: y hacerlo con esmero y atención.. Estas cosas hablan bien de un negocio y de su dueño. Mil gracias por las fotos, queridos amigos.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.


Noticias de nuestra lectura

Nuestros protagonistas siguen su paseo por Madrid, de la mano de Kety. Y llegan a un lugar en días tristes para seguir su trayecto turístico-costumbrista por lugares más amenos. Después, enlaza oportunamente el adolescente que va a la guerra del capítulo de esta semana con el Día Internacional del Niño que se celebraba el pasado día 20.

Manuel Tuccitano, además de resumir los aspectos esenciales del capítulo, comenta con acierto la importancia del mecenazgo en la España del XVII.

Pancho nos hace prestar atención a la manera en la que Cervantes nos rompe nuestras espectativas como lectores. Y lo ilustra con un Quijote holandés. Después hace a Sabina cervantino: yo lo veo protagonizando una dramatización del patio de Monipodio.

Jan Puerta también se fija en la acumlación de cosas en este capítulo y entre ellas presta atención sobre todo a la reacción del primo y el retrato de los personajes nuevos. Da cuenta también de dos ediciones del Quijote regaladas por un generoso librero y de una noticia de La Nación.

Cornelivs desgrana los aspectos esenciales del capítulo: en especial me ha llamado la atención su sensibilidad para comprender el engarce que hay con otros momentos de la novela y las hipótesis que lanza sobre la ermita y sobre la sombra de Avellaneda.

Abejita comenta el capítulo: con ignenio, hace que el primo pase de personaje a lector y lo ilustra con zurcido que es una joya de familia. Lo continúa después, con el pasaje de la ermita y la llegada a la venta: no os perdáis las imágenes.

Antonio Aguilera resalta, con su estilo de siempre, todos los pormenores del capítulo: incluso se fija en el pobre Rocinante, cada vez mejor atendido. Por cierto: echamos en falta a Ojito.

Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
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Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Acuse de recibo con 34 años y un día.


Dichosa sea la muerte: el día en el que los científicos descubran alguna forma de inmortalidad, los poderosos nos habrán vencido para siempre.

viernes, 20 de noviembre de 2009

jueves, 19 de noviembre de 2009

En el camino, tras la cueva (Cap. 2.24).


Mil zarandajas tan impertinenentes como necesarias nos promete el título del capítulo. En efecto, es lo que es: un zurcido de cosas que aparentemente no tienen nada que ver las unas con las otras (remate de la historia de la cueva, la ermita, una mula cargada de armas, el adolescente que marcha a la guerra, la venta).

Como ya hemos visto otros pasajes de este tipo, sabemos que el zurcido que parece burdo y desorienta en una primera lectura puesto que no sabemos muy bien a dónde nos quiere llevar Cervantes, tiene un sentido: es en estos capítulos en donde Cervantes nos muestra el andamio de la narración para después sorprendernos con la habilidad en su manejo. En primer lugar, como punto de corte entre la aventura de la cueva de Montesinos y las que seguirán: Cervantes suele romper el argumento de esta manera, aprovechando para trasladar a los personajes de un lugar a otro: con ello produce una especie de pausa en el lector, necesaria para llevarlo a otro espacio. Así, en el capítulo nos encontramos de nuevo en el camino, entre la cueva de Montesinos y la venta en la que pasarán la noche.

Se inicia el capítulo con el remate de las recepciones del relato de lo que vio don Quijote en la cueva. Cide Hamete, el verdadero autor de la historia (pero, como vemos por su desorientación, tampoco quien la controla del todo: nuevo matiz para la problematización moderna de la fitura del autor-narrador, que termina pidiendo al lector que sea él quien decida sobre lo narrado), reniega de la historia y la considera apócrifa. Sancho continúa enfurruñado y sorprende al primo la tolerancia del amo. Y el primo, del que ya hemos visto que no anda muy cuerdo, termina de desbarrar anotando algunos de los datos de la historia subterránea de don Quijote, aceptándolos sin más como buenos para sus libros. Además, la intervención del primo le sirve a Cervantes para abordar el tema del mecenazgo: clave en la época y que tocaremos el próximo lunes.

Cuando se encaminan hacia una ermita en la que pasar la noche, se encuentran con un hombre que conduce a toda prisa un mulo cargado de armas. El encuentro no puede menos que sorprender a don Quijote y su curiosidad le llevará a cambiar la ermita por la venta en la que se alojará ese hombre, que ha prometido darles las razones de su apresuramiento. Pero antes pasan por la ermita, en la que no hallan al ermitaño sino a la mujer que lo ayuda y tienen con ella una extraña conversación -que continúa lo que don Quijote había opinado sobre las diferencias entre los primeros cristianos ermitaños y los actuales y que sólo puede leerse en clave erasmista-, que deja insatisfecho a Sancho: insatisfecho y nostálgico de su estancia en la casa de don Diego y las bodas de Camacho, en donde la abundancia de comida y bebida reinaba.

A poco se encuentran con un adolescente que marcha hacia la guerra. Retrata aquí Cervantes un amplio sector de la población española: jóvenes que buscan fortuna en el ejército como medio para ganarse la vida en una España que no les ofrecía muchas salidas, como queda constatado por el breve relato de su vida anterior. Don Quijote, en el diálogo con el muchacho, vuelve a retomar el tema de las armas y las letras.

Todos los temas quedan abiertos, ninguno se ha cerrado, muchos de ellos retoman viejos motivos (como el de las armas y las letras o la manifestación externa de la religiosidad): llegamos a la venta, que, como sabemos, es un espacio de cruces de historias. Quizá allí sepamos algo más. Lo veremos el próximo jueves, al comentar el capítulo XXV.

martes, 17 de noviembre de 2009

El hombre que vivía en las tinieblas.


Repaso Beltenebros (1983), de Antonio Muñoz Molina. El narrador es un hombre fatigado, sometido a un destino trágico que le hace vivir un tiempo cíclico, lo que le ha hecho abandonar las ideas de su juventud y ejercer de forma mecánica y sin convencimiento su condición de agente de la organización a la que pertenece (aunque no se cite, se trata de una vinculada al Partido Comunista): con la madurez ha sabido construirse una doble vida en la que se halla más cómodo que en la suya propia. De ella le saca un encargo: matar a un traidor que se parece demasiado a otro al que mató años atrás. El inicio es soberbio y un buen ejemplo del uso del género negro en las novelas de los años ochenta:

Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca. Me dijeron su nombre, el auténtico, y también algunos de los nombres falsos que había usado a lo largo de su vida secreta, nombres en general irreales, como de novela, de cualquiera de esas novelas sentimentales que leía para matar el tiempo en aquella especie de helado almacén, una torre de ladrillo próxima a los raíles de la estación de Atocha donde pasó algunos días esperándome, porque yo era el hombre que le dijeron que vendría, y al principio me esperó disciplinadamente, muerto de frío, supongo, y de aburrimiento y tal vez de terror, sospechando con certidumbre creciente que algo se estaba tramando contra él, desvelado en la noche, bajo la única manta que yo encontré luego en la cama, húmeda y áspera, como la que usaría en la celda para envolverse después de los interrogatorios, oyendo hasta medianoche el eco de los altavoces bajo la bóveda de la estación y el estrépito de los expresos que empezaban a llegar a Madrid antes del amanecer.

Todo está ya dicho en esas primeras líneas. El protagonista, Darman, vive su propia tragedia interior, que le ha destruido: es un ser sin identidad que no puede asumir su propia biografía y necesita de la ficción para seguir adelante. Sin embargo, nos es más grato, sentimos su fatiga más cercana que la de aquel a quien persigue, el Beltenebros del título, que vive en la oscuridad y en la angustia fruto de su traición. Como sabemos, en el Libro II del Amadís de Gaula el protagonista toma ese nombre para hacer penitencia.

Beltenebros es una gran novela en la que la mirada postmoderna destapa cómo las grandes ideologías hacen infelices a los seres humanos en cuanto descubren la trampa argumental en la que se sostienen. Leída hoy, un cuarto de siglo después, nos aporta una sensación de angustia: tampoco el ser humano ha sido feliz sin ellas.

Quizá no nos quede más que sabernos supervivientes de todos los naufragios y asumir esa terrible angustia, la amargura y las tinieblas en las que vivimos: por eso el ermitaño de Peña Pobre le puso ese nombre, Beltenebrós (bello tenebroso), al caballero Amadís. Toda una definición del ser humano.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El feísmo,más entregas de Cornelivs y noticias de nuestra lectura.

Cervantes escribe una novela para la España del siglo XVII, aunque adquiera pronto densidad de universalidad y valor de clásico. El barroco había puesto de moda el contraste, dentro de una misma obra, entre la belleza y la fealdad: el feísmo adquirió relevancia y presentó sus credenciales. Una parte de la literatura barroca se basa en él y en sus efectos al ponerlo en el mismo nivel que la belleza extrema. Desde hace unos años ha vuelto a ponerse de moda.

Ya lo vimos en la Primera parte: la misma caracterización del personaje protagonista y de su escudero eran una réplica feísta de los caballeros de las novelas que parodiaban; las diferencias entre lo imaginado por don Quijote -ya fueran castillos, doncellas, ejércitos o Dulcinea- y la realidad -ventas, prostitutas, rebaños o Aldonza- tratan del mismo tema.

En el capítulo de la semana, lo interesante es que ya no hay una dualidad entre imaginación y realidad en cuanto a la belleza y el feísmo, sino que se presentan en el mismo nivel y en boca de don Quijote: he aquí la culminación de la síntesis estilística de Cervantes.

En el relato de lo que le aconteció en la cueva, el corazón del héroe Durandarte es un corazón amojamado o de carne momia, la bella Belerma no es ni sombra de lo que cuenta su leyenda y ni siquiera puede explicarse su fealdad por el mal mensil (esta alusión, que tanto os ha llamado la atención es parte de la práctica del estilo feísta) sino por la fatiga de la condena de su encantamiento (cosa que jamás les pasaba a los encantados de la literatura caballeresca), su amada Dulcinea ya no puede desprenderse del encantamiento inventado por Sancho y asume su nueva condición.

No sólo eso: Dulcinea vende una prenda íntima por unos pocos reales porque tiene una gran necesidad. La caída es tan brutal que asumir lo que vio (y más cuando seamos conscientes de que lo inventó a partir de un sueño y él mismo lo sabe) explica la evolución que ha sufrido el personaje de don Quijote, que ya no sostiene el mundo caballeresco de la mima manera que en la Primera parte: es parte de la melancolía que lo envuelve y que el lector percibe.

Más entregas del ejemplar único de Cornelivs

Como sabéis, Cornelivs me remitió hace unas semanas ilustraciones de su ejemplar único del Quijote, del que ya dimos cuenta en su momento: un volumen mecanografiado por un adolescente que comenzaba a conocer el mundo y se molestó en mejorar su escritura a máquina copiando el Quijote e ilustrándolo. Lo conserva: un tesoro que heredarán sus hijos como ejemplo de constancia. Publicó aquí, dado el capítulo que hemos comentado esta semana, la que ilustra el descenso a la cueva de Montesinos. ¡Gracias, Cornelivs!

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Abejita nos sorprende con un recomendable enlace en la que se hace a don Quijote pionero de la espeleología. Después comienza el comentario del capítulo tras echarse un sueñecito por imitar a nuestro protagonista y relata, desde la voz del primo, lo que don Quijote vio en la cueva y los comentarios posteriores: recrear así este pasaje le da un nuevo significado. No os perdáis las imágenes: la primera graciosa, la segunda, con una fina ironía. Después nos da cuenta de la opinión del Sanchico, que se la envía Ele Bergón: este chico -que escribe con una sola mano para imitar a Cervantes- no se cree mucho lo de don Quijote y piensa que se ha fumado algo. Eso sí, lo ilustra con la viñeta que el gran Forges dedicó a su padre el domingo pasado.

Kety publica una ingeniosa recreación del descenso a la cueva de Montesinos: don Quijote y Sancho en el metro madrileño. Cuando salen, se encuentran en el Congreso de los Diputados: más que cueva de Montesinos, patio de Monipodio. Después, sigue el paseo por Madrid hasta llegar a un lugar que atrapa a don Quijote, como no podía ser menos: la Biblioteca Nacional. Finalmente, ante una boda en los Jerónimos hablan del matrimonio. No os lo podéis perder.

Cornelivs escribe un sabio comentario en el que aborda el uso cervantino de los romances con tema caballeresco: uso burlesco, por supuesto.

Juan Luis comenta el capítulo X de la Segunda parte a partir de un tema bien de moda: los candados que intentan demostrar amor eterno...

Manuel Tuccitano percibe la importancia del capítulo y la comenta con todo acierto: la frontera entre realidad y ficción, entre el sueño y el despertar.

Jan Puerta analiza correctamente el cambio que se ha producido en el personaje principal y en la novela y el interés que va cobrando todo lo que sucede alrededor de la trama de don Quijote. Lo ilustra con un hallazgo en un mercadillo de Valparaíso: un ejemplar de la edición que los Hermanos Garnier imprimieron en París en 1893. No se conforma: nos anuncia a Eduardo y nos regala con una ilustración de la hemeroteca del Diario Clarín, un ejemplar del Quijote en inglés y varios enlaces cervantinos. Una entrada llena de enjundia.

Antonio Aguilera sigue llevando al extremo el comentario: pero es un extremo provechoso, porque la comicidad de sus palabras nos ilustra cosas que de otra manera no se verían. Como siempre, ilustrado de forma nutritiva.

Pancho, viajero esta semana, se ha hecho esperar pero llega con oportunidad para hacer su resumen, del que quiero destacar cómo se fija de forma magistral en el tratamiento cervantino de la luz en el capítulo de esta semana. Todo un acierto.

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Vale.

sábado, 14 de noviembre de 2009

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes en Bubok


La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes abre un portal en Bubok en donde se puede adquirir ejemplares electrónicos o en papel de sus fondos a un precio muy bajo. Entre lo que se oferta se incluye una selección de 35 libros que constituyen la Colección 10º Aniversario, con la que se conmemoran los diez primeros años de la Biblioteca.

Los fondos de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, la más importante para el ámbito hispánico, son accesibles de forma gratuita en la página de la misma: ahora se ofrecen, previo pago de una cantidad razonable, para descargarlos en un formato más cómodo que el disponible en línea o recibirlos en papel en el propio domicilio.

En la iniciativa hay una evidente intención de obtener beneficios económicos de un proyecto que nació, desde su inicio, basado en el concepto de lo gratuito que permitían las nuevas tecnologías.

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes nació en 1999 a partir de un acuerdo entre la Universidad de Alicante, el Banco Santander y la Fundación Marcelino Botín. Aunque el apoyo financiero nunca ha faltado es evidente que su crecimiento ha obligado a buscar otras fuentes de financiación y, desde hace un tiempo, la página tiene publicidad -no siempre acorde con los fines culturales de la Biblioteca-. Parte de la nueva iniciativa va por este camino y supone un giro lícito y muy atento a las posibilidades de Internet en cuanto a la edición de libros pero que evidencia ciertas contradicciones con respecto al proyecto inicial y añade un elemento nuevo al actual debate sobre la gratuidad de los contenidos de Internet. En cierta manera, es un intento que va en la línea de lo que anuncian para los próximos meses muchos grandes medios de comunicación para su difusión en la red.

Si las nuevas ideas no tuercen el núcleo del proyecto, será de alabar que se ponga a disposición de los usuarios varios niveles de acceso a un documento y que uno de ellos sea el del papel. Esta parte de la iniciativa también aporta evidencias para el tan traído y llevado debate sobre el libro virtual y el libro en papel. Por ahora queda claro que los dos formatos van a convivir y que el futuro inmediato del libro en papel será la edición bajo demanda: de gran parte de los libros que se editen en los próximos años sólo se imprimirán aquellos ejemplares que se soliciten y paguen previamente. Las consecuencias para el actual concepto de librería de novedades no serán buenas si no se adaptan a esta circunstancia.

Veremos en unos meses si la iniciativa de la Cervantes Virtual tiene éxito y aporta una cantidad económica que lo avale. Estos datos serán interesantes para los que estudiamos este fenómeno: demostrarán si el lector que accede a los contenidos a través de Internet, por la comodidad del papel, está dispuesto a pagar por algo que tiene gratis en la red.

También será interesante analizar la reacción de las editoriales privadas tradicionales ante un competidor tan fuerte que supera, con creces, lo que se espera de una editorial académica.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Los párpados de cera.


El Marqués de Bradomín carga con el cadáver de Concha, que ha muerto en sus brazos cuando acudía, ya muy enferma, a entregarse por última vez a quien fuera su amante. El palacio se convierte en un laberinto: Bradomín busca, desesperado, un camino hasta la alcoba de su amada muerta porque no se atreve a pasar por delante del crucifijo que preside el camino más corto. Queda paralizado un momento:

Yo me estremecí, y miré con horror el cuerpo inanimado de Concha tendido en mi lecho. Después, súbitamente recobrado, encendí todas las luces del candelabro y le coloqué en la puerta para que me alumbrase el corredor. Volví, y mis brazos estrecharon con pavura el pálido fantasma que había dormido en ellos tantas veces. Salí con aquella fúnebre carga. En la puerta, una mano, que colgaba inerte, se abrasó en las luces, y derribó el candelabro. Caídas en el suelo las bujías siguieron alumbrando con llama agonizante y triste.

Así atraviesa el palacio, camina por estancias que son, en realidad, habitaciones de su propia alma, sólo iluminadas por la luz de la luna. El silencio sólo es roto por el rumor simbólico del agua de la fuente del jardín. A veces la oscuridad es total y debe andar a tientas. El pelo de ella se enreda en una puerta, el Marqués siente pánico ante la inminencia del amanecer:

En una puerta, su trágica y ondulante cabellera quedó enredada. Palpé en la oscuridad para desprenderla. No pude. Enredábase más a cada instante. Mi mano asustada y torpe temblaba sobre ella, y la puerta se abría y se cerraba, rechinando largamente. Con espanto vi que rayaba el día. Me acometió un vértigo y tiré… El cuerpo de Concha parecía querer escaparse de mis brazos. Le oprimí con desesperada angustia. Bajo aquella frente atirantada y sombría comenzaron a entreabrirse los párpados de cera. Yo cerré los ojos, y con el cuerpo de Concha aferrado en los brazos huí. Tuve que tirar brutalmente hasta que se rompieron los queridos y olorosos cabellos…

Llevo años dando vueltas a esta escena de la Sonata de otoño de Valle-Inclán, tan dramáticamente hermosa, tan arrebatadoramente sensual y trágica. Las Sonatas lo tienen todo para ser un éxito de ventas en la actualidad y es incomprensible que los lectores españoles busquen fuera lo que tienen dentro: quizá estén demasiado bien escritas. Valle lo parodió todo en su obra: el romanticismo, los modernismos, el realismo, las primeras vanguardias. A veces parece que se va a despedeñar por el exceso pero siempre le funciona el texto por la magia de las palabras. Hay algo en la literatura de Valle que nos golpea muy adentro.

Llevo años dando vueltas a este pasaje: he visto esa oscuridad del palacio de Concha, he sentido el peso de su cadáver en mis brazos, el olor de su cabello, el frío en la nuca al atravesar las habitaciones vacías y oscuras. Sé que Valle ha acertado y me ha encerrado, junto al Marqués, en el laberinto de la más alta literatura.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La cueva de Montesinos (Cap. 2.23).


El núcleo central de este capítulo es el relato de lo que don Quijote vio en la cueva de Montesinos y las reacciones que provoca en los primeros oyentes. Esta aventura, como ya hemos anticipado, es central para comprender la propuesta narrativa de Cervantes: equivalente, en importancia, al momento en el que en la Primera parte descubrimos que Cervantes no es el autor de la obra y ni siquiera el narrador principal.

La aventura está construida, argumentalmente, como parodia del motivo del descenso a los infiernos o cuevas mágicas, habitual en la literatura y también en la narrativa caballeresca. Una prueba que el héroe se impone o debe asumir como parte de su proceso de sublimación como personaje mítico. Pero es más: también en la aventura de la cueva de Montesinos hallamos la parodia del motivo literario del sueño con el que el protagonista accede a esferas en las que ve cosas extraordinarias y alcanza el conocimiento de una verdad revelada que le permitirá continuar el resto de su viaje. En el Quijote, este tejido de parodias se realiza de forma tan eficaz que ni somos conscientes de él: lo aceptamos sin más. En gran medida, por la subordinación a la narración realista: sabemos que todo será verosímil según los principios que rigen en el mundo y que no se despeñará por el lado de la fantasía.

Todo el relato de don Quijote es una suma de motivos caballerescos procedentes de los romances más populares en el momento con ingeniosas y divertidas metamorfosis de andar por casa según las cuales se nos explica el origen de las lagunas de Ruidera y el río Guadiana con expresiones propias de Ovidio pero extremando tanto la situación que la comicidad revienta el hilo argumental. Por otra parte, en el relato hay frecuentes caídas de tono (el corazón amojamado de Montesinos, la fealdad de Belerma, la aparición de Dulcinea encanta y la venta de una prenda íntima de la misma por unos pocos reales) que buscan remarcar la parodia con precisión de cirujano. De hecho, gran parte de la ironía destruye cruelmente el sueño de amor cortés tanto como cuando Sancho insistía en la descripción realista de Aldonza: ahora el faldellín de la amada se vende por media docena de reales y su enamorado ni siquiera los tiene.

Si saltamos del argumento a la construcción narratológica de la aventura de la cueva de Montesinos queda aún más claro todo lo dicho. Sancho y el primo sacaron dormido a don Quijote al tirar de la soga porque don Quijote se había dormido y así lo reconoce él mismo. Luego todo lo dicho es producto del sueño y la imaginación del protagonista excitada por las lecturas novelescas. Aunque insiste en haber despertado, sabremos más adelante que él mismo es consciente de que no lo hizo.

Pronto surgen las dudas en quienes le escuchan: ni el tiempo (una hora para los que esperaban fuera, tres días para don Quijote) ni lo relatado cuadra. Especialmente para Sancho, que pronto comprende lo que pasa: nada de lo que su amo cuenta tiene sentido para él en cuanto escucha que ha visto allí a Dulcinea encantada porque él mismo fue quien fabricó la mentira. Cervantes ha convertido a Dulcinea -personaje que, como sabemos, no aparece nunca- en el hilo central: desde las diferentes descripciones de la Primera parte, en especial a partir del motivo de la carta, se ha injertado en la Segunda como vertebrador de la estructura de la novela. Sancho ya no puede creer a su amo. Pero percibimos en don Quijote una puya que avala que éste tampoco creyó de verdad el encantamiento:

-Conocíla -respondió don Quijote- en que trae los mesmos vestidos que traía cuando tú me le mostraste.

Sancho sólo puede destruir la narración de su amo confesando la verdad. Ambos están atrapados en la fabulación y ninguno de los dos puede cortarla sin rebajarse ante el otro: es una competición de narradores mentirosos.

Por primera y única vez, don Quijote ejerce de narrador y protagonista de una aventura en la que es el único testigo: su prueba de caballero lo exigía. Había preparado con sumo cuidado este dencenso a la cueva quizá porque quería ir más allá que su criado, que comenzaba a superarlo.

Tres son los primeros receptores y diferentes sus formas de reaccionar: Sancho no puede creer a su amo; el primo -tan loco como don Quijote puesto que tampoco distingue la línea entre la ficción y la realidad en sus estudios-, sí; Cide Hamete duda razonablemente de la verdad de lo contado y por eso, en el título del capítulo, llama a la aventura apócrifa. Queda, una vez más, realzada la destrucción de la figura del narrador y afirmado el perspectivismo.

El próximo jueves veremos qué nos depara el capítulo XXIV.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Restos del muro.

La caída del Muro de Berlín hace veinte años, conmemorada el pasado lunes, es un hito histórico que significa la fecha central de la postmodernidad. De hecho, es también la referencia iconográfica de las imágenes de esta serie de La Acequia. Aquellos días fueron el resultado de los cambios que se iniciaron a finales de los años cincuenta y que ya hemos analizado en otras entradas. Pero también representan el anuncio de los problemas que han marcado estos últimos años, a los que los principios que sostienen la postmodernidad ya no puede dar solución.

Aunque los dirigentes de aquellos momentos supieron estar a la altura de las circunstancias -quizá hayan sido la última gran generación de estadistas occidentales-, gran parte de los logros se consiguieron por desbordamiento: las ideas que habían llevado, al final de la modernidad, a la división en bloques del mundo ya no servía a la sociedad de aquellos tiempos. Por eso, el proceso se dio de una manera que ningún historiador o politólogo pudo vaticinar: no había libro de ruta que sirviera de guía porque todos analizaban la realidad con metodologías anticuadas.

Aunque los historiadores se han apresurado con posterioridad a corregir su defecto de mirada y han explicado con líneas maestras y con nombres de los dirigentes políticos del momento los pasos que se dieron, a uno le queda la sensación de que asistió a la presencia masiva de la gente tomando el primer plano de la realidad ante los síntomas de grietas en el sistema comunista.: una población harta y madura. Se contaba con antecedentes: el más reconocible la Primavera de Praga (1968). Pero desde los primeros años ochenta el proceso resultó imparable.

Las viejas ideologías ya no servían y la forma de entender el mundo que nació a finales de los años cincuenta -y que había modificado de hecho el sistema liberal capitalista- llegaba a su momento de mayor visibilidad.

Sin embargo, la caída del Muro trajo consigo unas consecuencias que han terminado por arrasar el pensamiento postmoderno: de hecho, éste nació para contestar a un mundo dividido en dos bloques enfrentados en la guerra fría.

Algunos sólo reconocen explicaciones parciales tales como la desintegración del bloque comunista o el monopolio ideológico del capitalismo. La escasa capacidad de muchos analistas para reconocer las razones del otro lleva a propuestas extravagantes o simplistas y, por lo tanto, inapropiadas para solucinar los nuevos conflictos, puesto que parten del enfrentamiento y no de su superación. En muchas de ellas se pone en evidencia este cambio de época en el que vivimos ahora y que ha nacido de las consecuencias de la desaparición del Muro: pérdida de peso de Europa -en un paréntesis provocado por las energías puestas en la reunificación de Alemania y el aumento del número de países que integran la Unión Europea, además de por los conflitos bélicos surgidos en regiones del antiguo bloque comunista-; excesos de algunas administraciones de los EE.UU., que ya no tienen un freno al avance del neocapitalismo, el intervencionismo militar o la fe ciega en el mercado como regulador de todo la vida internacional; estallido de conflictos locales controlados hasta ese momento por los intereses de las grandes potencias; auge del integrismo islámico; inmigración masiva de la población debida a los efectos de la globalización, etc.

Veinte años después del Muro de Berlín, hay quien propugna levantar nuevos muros como solución a los problemas detectados: si guardamos memoria histórica, no deberíamos dejar que se levanten. Ni la primera piedra.

martes, 10 de noviembre de 2009

Retrato del paseante en sombra


Desde hace unos días, una persona me busca, con insistencia, en mis disoluciones: indaga en el retrato del paseante sobre fondo rojo. Quizá allí encuentre de mí restos de antiguos naufragios. Hoy todo es todo menos aún: una tenue sombra presente en la imagen que aquí publico. Quizá, por eso, más cierta.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La erudición inútil, un regalo que llega y noticias de nuestro Quijote.

Qué gran secundario este primo sin nombre que acompaña a don Quijote y Sancho a la cueva de Montesinos. El retrato que Cervantes hace del erudito dedicado a cosas inútiles está trazado de tal manera que hace del primo un prototipo universal. Todos hemos conocido a alguien así: alguien que se lo sabe todo, pero su conocimiento se dedica en especial a lo superfluo, a las curiosidades sin interés y que son casi siempre falsas o acientíficas, además de guardarse de forma caótica y sin jerarquía en la mente del afectado. Es tan prescindible su sabiduría que incluso un hombre que no sabe leer ni escribir, como Sancho, está por encima. Muchos deberían mirarse en este retrato para darse cuenta de lo ridículo de su comportamiento. Nos hubiéramos ahorrado mucho papel gastado en vano.


Desplazados al Paraíso me envía un regalo quijotesco

Hace unos días, Desplazados al Paraíso me remitió esta fotografía con la que me informaba de que había terminado su labor quijotesca: lleva semanas dedicando su tiempo libre a este cuadro. Además, ha tenido la amabilidad de regalármelo para celebrar nuestra locura y el tercer aniversario de La Acequia. He escrito aquí varias veces cuántas cosas buenas me ha dado el blog y cómo ha ampliado mi horizonte vital. Esta lectura, en la que todos nos reunimos para disfrutar y aprender gracias a las páginas cervantinas es un motivo de alegría: cada jueves se viste de fiesta.

Me ha emocionado mucho que Pilar haya dedicado su esfuerzo y su tiempo en este regalo. Mil gracias y mil besos querida amiga: ocupará un lugar de honor en mi casa.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Manuel Tuccitano comenta el capítulo y propone dos cuestiones: en primer lugar, el conocimiento que Cervantes tenía de la geografía que cita y en segundo lugar buscar cómo celebrar el final de nuestra lectura. No os perdáis las imágenes, con enlace y todo.

Cornelivs se centra en dos puntos. En primer lugar, debate sobre si del engaño estaba o no informada Quiteria. En segundo lugar, sobre la figura del primo erudito y su interpretación. Para debatir entre todos.

Jan Puerta analiza los tres aspectos del capítulo: quiero resaltar, especialmente, cómo ve el crecimiento en sabiduría de don Quijote a lo largo de la Segunda parte. Nos regala el hallazgo de la Harina Don Quijote y una noticia de La Vanguardia a la que deberíamos seguir la pista, porque nos conduce a la Biblioteca Nacional.

Pancho analiza con acierto el pulso narrativo moderno de Cervantes tal y como se ve en este capítulo. No os perdáis cómo Pancho saborea la descripción de la entrada de la cueva: ya conocemos su gusto por las palabras y aquí rescata empozarse. Sin duda, es una de las mejores formas de leer con placer el Quijote. Como siempre, sus ilustraciones son un acierto. También hace una divertida entrada con hemeroteca incluida sobre el morbo gálico.

Antonio Aguilera, tras la pausa debida a la labor bien hecha con la lectura del Manifiesto por la Solidaridad en Priego de Córdoba, vuelve con fuerza por donde solía: no os perdáis los dos incisos. Ni la divertida viñeta que lo encabeza.

Abejita comenta primero el capítulo centrándose en los consejos matrimoniales de don Quijote, al que define como hidalgo solterón, lo que es muy verdad. Después da voz magistralmente a un nuevo secundario: el primo erudito (y no os perdáis la graciosa imagen), que nos relata también la bajada a la cueva de Montesinos. Publica una divertida lista de libros inútiles: os invito a ampliarla con una sonrisa en la boca. Finalmente, el Sanchico sale con una lección de geografía. gracias a Ele Bergón. Se le ve molesto con tanto ir y venir de su padre y se pone a recordarles por dónde ir a Zaragoza. Además, no sabe si enamorarse o no: este chico no sienta la cabeza.

Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
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Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Acuse de recibo: Yareah Magazine.


Hace unas semanas, Isabel del Río se puso en contacto conmigo para solicitarme la publicación de uno de los primeros textos de La Acequia en la revista bilingüe Yareah Magazine.

Yareah Magazine. Literature, arts and Myths. Literatura arte y mitos es una revista cultural de publicación mensual, en inglés y español, que trata sobre todo de literatura, arte y música. Su director es Martín Cid. Tiene una excelente factura visual en cualquiera de sus posibilidades de acceso. Yareah Magazine opta con inteligencia por uno de los mejores caminos abiertos en el panorama actual de las publicaciones culturales: no renuncia a ninguna de las posibilidades. Puede ser vista gratis en Internet, descargar en pdf números enteros o artículos sueltos y también puede adquirirse en papel con un precio muy ajustado. Con acierto, amplía las posibilidades de recepción y relaciones que le ofrece la tecnología y publica varios blogs interesantes. La calidad de los textos que ha publicado, tanto de creación como de debate y crítica, la hacen de interés para un público muy diverso.

Isabel del Río, directora de arte de la revista, coordina, en el número 12, un monográfico sobre jardines mágicos y vio en la entrada seleccionada, la que da nombre a este blog, algo que encajaba en la temática. En efecto, cuando escribí aquel texto sacaba a pasear algunos demonios de un espacio mágico de mi infancia -la infancia misma es un espacio y después de salir de él sentimos, en algunos momentos en nuestra vida, una necesidad antropológica, mítica, que nos impulsa a buscar el camino de regreso con nostalgia-. La Acequia comenzaba su recorrido y podía tener la sensación de que escribía sin lectores. Siempre he agradecido cómo algunos de los que os habéis acercado a La Acequia habéis viajado a sus orígenes y dejado constancia de vuestro paso por aquellas primeras entradas, en las que está el motor del blog y la razón del Paseante.

Podéis descargaros el número 12, en este enlace. El texto está en la página 38, pero te recomiendo la lectura completa de la revista.