jueves, 13 de noviembre de 2008

El amante indeciso o el relato de la desesperación de Cardenio (Cap. 1.27).


Cómo juega Cervantes con el lector.

Como sabemos, en los primeros capítulos, había perfeccionado la técnica de crear interés para provocar que se siguiera con la lectura. Hace unas páginas, interrumpió de forma brusca -usando, para ello, la acertada caracterización de los dos locos- la historia de Cardenio y, ahora, nos la continúa sin anunciarlo en el título, cerrando el capítulo -y la tercera parte en la que se estructura la narración- con el aviso de que algo nuevo va a pasar y sin dejarnos ver el efecto que la desgraciada historia de Cardenio causa en sus receptores.

Pero antes hace desaparecer necesariamente a Sancho.

El cura y el barbero, informados de todos los acontecimientos ocurridos en la venta y que les había callado su vecino, ponen en práctica su idea de rescatar a don Quijote a través de una argucia propia de la novela caballeresca: el cura -ya dijimos la risa irónica con la que se leería esto en el siglo XVII- se disfraza de doncella y el barbero de su paje. Vemos, por lo tanto, que ellos mismos se han dejado atrapar por la ficción de don Quijote, aunque sea para devolverlo a la aldea.

Al salir de la venta, el cura cae en la cuenta de lo ridículo e indecoroso de su disfraz y convence al barbero de cambiarse los papeles. Pero antes, Cervantes deja que Sancho estalle en una risa festiva al verlos: risa que expresa la de todos los lectores.

En busca de don Quijote, llegan a un punto en el que Sancho les convence de que es mejor que sea él solo el que saque a su amo de aquella situación y que después salgan a su encuentro. Más adelante sabremos que sus motivos son otros y tienen más que ver con el hecho de no haber cumplido su encomienda.

Obsérvese que lo que sucede a continuación ocurre sin la presencia de ninguno de los dos protagonistas de la historia principal y que acontece en una situación real en la que se parodia, por parte del cura y el barbero, la parodia caballeresca de don Quijote. Es en ese ámbito en el que nos hallamos en una propuesta que nos retorna a la literatura pastoril -que ya hemos visto en la historia de los cabreros y en el entierro de Grisóstomo-: el cura y el barbero escuchan, en la actitud pasiva propia de la literatura idealizada de los pastores -que se remeda aquí para superarla- unos ovillejos cantados por una voz tan bien entonada que los deja sin reaccionar.

La voz pertenece al perdido Cardenio, ahora recuperado de su ataque de furia. Ante la petición de ambos, termina su historia, suspensa páginas atrás. Démonos cuenta de que la narración se hace en primera persona, con lo que el perspectivismo de la historia se aumenta: Cardenio sólo puede relatarnos su visión de los acontecimientos porque es un narrador implicado en ellos, no omnisciente y que termina con el juicio alterado por el sufrimiento que le causan.

Así, sabremos que su amada Luscinda termina casándose en disoluble nudo con el traidor Fernando, que Cardenio huye del lugar y que, una vez solo, insulta a todos los que han participado en su desgracia, acaba loco y deseando la muerte que, sin amor, ya no tiene sentido.

De la historia sacamos varias conclusiones. En primer lugar, que Cervantes gira el relato pastoril hacia una nueva concepción de la novela sentimental, menos rígida, más realista y con mayor capacidad para ganar el ánimo del lector medio que los modelos de esta modalidad en los que se basa -sobre todo, la novela breve italiana-. Ya veremos, además, cómo extiende esta fórmula hacia unas fronteras que hasta entonces no se habían conseguido, implicándola, además, con la historia principal del Quijote y otras que se irán intercalando, complicando el enredo hasta un punto en el que parezca de imposible resolución natural.

En segundo lugar, que será la indecisión de los protagonistas la que provoque su situación. No hay violencia ninguna en la trama porque todo sale del carácter de Cardenio, Luscinda y Fernando: indecisos los primeros hasta la desesperación del lector y arrogante el segundo hasta la chulería y la traición.

Sin embargo, Cervantes nos da una pista de que no ha terminado aquí la historia: aparece el motivo de la carta hallada en el pecho de la desamayada Luscinda. ¿Qué habrá escrito en ella? Tendremos que esperar. ¿Y de quién será la voz lastimada que se oye? Quizá se nos resuelva en el capítulo XXVIII, el próximo jueves.

31 comentarios:

Teresa dijo...

Un ovillo de esos me voy a preparar que me ha gustado la explicación.

Pero cómo puede ser tan complicado este hombre y estar tan pendiente del cliente y de acomodar su obra así.. ¿adaptarse o morir? No lo puedo concebir, que sea tan predeterminado..

Me he quedado en el cambiazo del atuendo que le da el cura al barbero, (como quien dice nada)..

Comentar lo datación del vestido, de la época del Rey Wamba...algo tendrás qué decir de este rey y sus dormidos habitantes ¿no?

Volveré con la bufanda tricotada con los ovillos...

Anónimo dijo...

Hablando del cambiazo del atuendo, fijáos qué bonita palabra comodín se usaba en la época: "la invención". Al leerla, me vino a las mientes esa palabreja para todo que usan mis amigos venezolanos: "la vaina" Si la sustituís queda graciosa y perfecta:...y trocando la invención, por ...y trocando la vaina...

Anónimo dijo...

Dejo al profesor Ojeda la consideración y análisis de las bobas desventuras del amanerado Cardenio, y pongo yo sobre la mesa la siempre sorprendente multiplicidad discursiva de Cervantes. "Escuchar" hablar a Sancho y a Cardenio en menos de dos páginas es una experiencia dislocante porque están en dos extremos del lenguaje, y lo están con una viveza difícil de encontrar en nuestra Literatura.
Y ya que empecé recurriendo a un cliché venezolano para compararlo con otro que usa Cervantes, voy a permitirme otra burrada: Tomad los dos o tres primeros párrafos de la historia de Cardenio y leedlos en voz alta tan rápido como podáis y con acento mejicano. ¿A quién os recuerda ese discurso frenético, apabullante y espiral?
Los acertantes tendrán como premio una mención especial en mi blog.

Fernando Alvarez Junco dijo...

Permítaseme la libertad de escribir este comentario ya que es un tema que siempre me ha interesado, su artículo me ha gustado mucho y no puedo por menos que enviarle estas notas sobre el lugar de la Mancha y otros enigmas cervantinos. Tengo el problema de cómo contarlo pues el tema es largo de explicar, hasta el punto de que he tenido que escribir un libro y algunos escritos más. Mi libro es de cerca de 400 páginas, también tengo un ensayo de unas 27, finalmente he escrito un articulo de unas diez, demasiado resumido pero más fácil de digerir y trato de que sea ameno y entretenido, ninguno de estos escritos ha sido publicado. El lugar del Mancha es sin ningún genero de dudas Urda y las razones básicas que doy para identificar este lugar son las siguientes:
1ª) A don Quijote lo daba el sol en la cara en su primera salida en un día de los calurosos del mes de julio dirigiéndose a Puerto Lapice, eso indica una procedencia del oeste y a una distancia de unos 40 Km., justo donde está Urda.
2ª) En la segunda salida, esta vez con Sancho Panza, recorre el mismo camino, se encuentra con unos molinos de viento (los de Consuegra y Madridejos) a unos 10 o 15 Km. del lugar de partida, pero para esto se necesita un pequeño desvío hacia el norte (a unos dos Km.) cosa que explica diciendo que en ese momento el sol les daba “a soslayo“ y no como en la primera (en la que al hidalgo el sol le causaba “más pesadumbre“).
3ª) En el primer regreso, con Puerto Lapice necesariamente a su espalda, se encuentra con unos mercaderes toledanos que van a comprar seda a Murcia. Si trazamos una línea desde Toledo a P. Lapice y calculamos unos 40 Km. desde este último pueblo nos encontraremos con Urda.
4ª) Todo un prólogo para explicar que como nadie le hace unos versos iniciales los tiene que hacer él mismo. Los primeros y extraños versos que aparecen (son de pies cortados y muy misteriosos) se titulan “Al libro de don Quijote, URganDA la desconocida, y ahí se habla de unos “indiscreto hieroglíficos” y de no “fijarse en dibujos“.
5ª) Pero si se observa bien el dibujo que aparece en la “E” capital del comienzo de la narración “En un lugar de la Mancha …” se puede resolver este curioso jeroglífico del lugar ya que aparecen camufladas cuatro letras: U, R, D, A.
6ª) En la segunda parte del libro, una vez derrotado en Barcelona y de regreso a la aldea, pide permiso al Duque para continuar camino ya que es más propio de vencidos caballeros habitar en una ÇaURDA que no en reales palacios.
7ª) En su último libro (Persiles) desde el Quintanar llegan a un pueblo “de cuyo nombre no me acuerdo (así, en presente de indicativo)” tras una curiosa introducción a esta parte y donde se cuenta que hay dos alcaldes y uno de ellos ha estado cautivo en Argel. Urda tenía dos alcaldes en aquella época pero además los nombres de dos regidores, Berrueco y Crespo, se corresponden con los pocos nombres que Cervantes asocia con el lugar de la Mancha en el Quijote. El apellido Cervantes también se corresponde con el de uno de los dos alcaldes que había en Urda en aquella época y fueron muchísimos los alcaldes de Urda con ese apellido, así como hay algún Crespo. En la confluencia de este pueblo con el camino de la ventas aparece la Vega de Esquivias y las Casas de la Vega de Esquivias, están en lo que ahora es la antigua Estación de Urda. Urda perteneció a Alcázar de San Juan y éste a Montiel, lo que también coincide con lo que se dice en el Quijote, que al salir de su aldea hacia P. Lapice se encontraba en el Campo de Montiel o en sus contornos. Entonces se podría decir que no mentía Cervantes, porque los campos de Montiel comenzaban en los mismos términos municipales de Alcázar de San Juan, y conociendo como conocemos, que este comprendía el lugar del hidalgo, nada se contrapone geográficamente con la aseveración de lo novelado por Cervantes. Para más coincidencias tiene una cuestecita que subir y luego bajar para llegar a él desde Barcelona, tal y como se afirma en la última llegada, y además está rodeado de hermosas carrascas que podrían corresponderse con las mejores bellotas de la Mancha que según le habían asegurado a la duquesa eran famosas las de allí por su tamaño.
Cervantes era muy aficionado a las adivinanzas, en la Galatea, al final del libro, nos proporciona 9 con la particularidad de que en una de ellas la solución es la propia adivinanza y en la última no se proporciona la solución (a modo de intriga o “continuará”). También deja el enigma de quién era Avellaneda, pero dando pistas veladas que han hecho correr ríos de tinta. Los tres enigmas están resueltos actualmente, de eso trata mi libro. Todo esto es difícil de explicar y queda claro que lo he tratado de resumir al máximo, lo bonito e interesante es verlo sobre el terreno, es decir sobre los textos. La oportunidad que pido es dejarlo exponer más largo y tendido, con más datos, citas y comentarios, pero para eso se necesita más tiempo y más páginas, un libro en definitiva y por supuesto un editorial que quiera publicarlo, cosa más difícil de lo que parece. Esperando haber despertado su atención, un saludo
Fernando Álvarez Junco, (fajunco@hotmail.com)

Merche Pallarés dijo...

A ver si sale mi comentario porque estoy teniendo problemas con Google. ¿Estarán de nuevo en reparaciones?
Bueno, a lo que vamos. Este capítulo lo he encontrado muy interesante porque ¡al fin! Cardenio nos cuenta toda la historia aunque efectivamente, queda el misterio de la carta. Tiene parrafadas muy cantinflanescas que hace que salga la carcajada. Lo dejo aquí porque tengo miedo que se me borre. Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

El comienzo del discurso de Cardenio me recuerda a Cantinflas, Fernando.
Me gustó tu artículo de las niñas color chocolate.Muchas veces he pensado lo mismo que tú.
Pedro, esta tarde,cuando le recite a mi Curry eso de:
"Hermana Marica,
Mañana, que es fiesta,
No irás tú a la amiga
Ni yo iré a la escuela"
...
En ese momento ,
de placidez, te escribo el comentario.Ya he leído casi todo el capítulo.
Un saludo para los dos

Ele Bergón dijo...

Lo que más me gusta de Cervantes es el juego en el que nos va metiendo a todos tanto de forma individual como colectiva. Y la prueba la tenemos, una vez más, en en estos comentarios que vamos haciendo y en tus impecables entradas.

¿Es en este capítulo cuando Cardenio cuenta que está en un lugar donde se han reunido todos los enamorados echando pestes porque les han dado calabazas? Cuando lo leí y ahora no sé por donde está localizado, me pareció genial la idea. Podría salir un buen cuento.

Un abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Interesantisimo capitulo y buenisima intriga la que nos revela Cervantes en el mismo, una de mis favoritas de toda la primera parte.

Ya veréis cuando leais la carta de Luscinda (no quiero adelantar, para que Pedro no se enoje, pero el final es...hummm, bueno, ya lo vereis).

Como siempre, magnifico analisis, Pedro.

Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Lo que si he visto en este capítulo es el punto machista de Cervantes cuando dice básicamente que las mujeres son como veletas y no hay que creerlas mmmm... Esto no me ha gustado mucho. Se ve que la única que admiraba era Marcela que al fin y al cabo actuaba como un hombre. Besotes, M.

Anónimo dijo...

Gracias, abejita. Por cierto, ¿Quién es Curry? Mi hijo Aníbal también es Curri en casa.

São dijo...

Muchas gracis, Estimado Pedro: sigo aprendendo contigo.
Bom fim de semana.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Recordaba que en la Facultad, mi profesor de Historia de la Literatura (creo que ya hice mención a él)... nos hablaba de la influencia de los trovadores en la Obra Cervantina y de los toques de amor cortés que influencio tanto a las novelas de caballerías... a eso dedico la entrada...

Desde luego que nos deja en ascuas el tema de la carta del escote...Saludos

Alatriste dijo...

A mí me sorprendió lo del cambio de atuendo entre el cura y el barbero. Ya me pareció muy raro en el capítulo anterior que el cura se fuera a disfrazar de mujer. Tal vez alguien recomendó a Cervantes que la censura no permitiría tal disparate, y por eso lo corrigió después, pero dejando constancia de esa intencionalidad para hacer un pequeño chiste con la Iglesia.

Anónimo dijo...

Magnífico ejemplo de las costumbres del XVII, que ahora comprendemos con dificultad: no logro imaginarme cómo se puede hacer un sujeta peines con la cola de un buey. No deja de ser un modelo de reutilización y aprovechamiento de recursos para nuestra época. Nuevo ejemplo de la meticulosidad en la descripción de detalles de los usos y costumbres en tiempos del Quijote. Podemos observar, asimismo, cómo el paso del tiempo apenas ha afectado a lo fundamental en la ceremonia del desposamiento.

Como Cervantes no quiere que en su historia los animales se quiten protagonismo unos a otros, hace que las monturas del barbero y del cura sean mulas. Así tenemos a la especie equina representada en toda su amplitud: caballos, mulos y burros.

No hace mella el agosteño sol de justicia del norte andaluz, a las tres de la tarde, en la determinación de Sancho de mantener oculto el asunto de la maleta y su contenido: no le convencía la idea de más participantes en el reparto. Ayudado por el autor, que lo aleja de sus paisanos, mandándolo a buscar a D. Quijote, una vez alojados a la sombra y no lejos de un arroyo. Apenas acomodados, se ven sorprendidos por unas coplillas y un soneto cantadas por el Astroso de la Sierra al más alto nivel (aunque parezcan sencillas; hay que hacerlas. Sin duda que se quiere lucir aquí el novelista). Allí, bien aguantan el discurso de las penas del “por sierto”, resultando ser mejores oyentes que el Hidalgo y su Escudero, cuatro capítulos atrás.

Consciente Cervantes de que lo que sigue puede parecer pesado al lector medio (aquél no entregado al cervantismo), sin solución de continuidad introduce a los lectores en el intenso y extenso relato de Cardenio. Monólogo que me da la impresión de que es uno de los momentos donde más se esmeró su autor en mantener la tensión narrativa, utilizando lo mejor de su ingenio, volcándose en su prosa, para evitar el aburrimiento del lector. El mismo Cardenio advierte a sus oyentes de la largura de su intervención. (Espero no estar inventando la rueda “cuadrá” con esta afirmación). Sin embargo, modesto el autor, atribuye al narrador original: Cide Hamete, todo el mérito del discurso, llamándole sabio y atentado historiador. Aunque también podría suceder que, consciente de que este tipo de narración estática, monologada ya la tiene superada, le quiera atribuir el “marrón” del posible fracaso al socorrido recurso del historiador morisco, compensándole del perjuicio con los piropos ya citados previamente.

Les pide Cardenio a sus pacientes receptores que escuchen el cuento que nada tiene de cuento: se ahorrarán de este modo el tiempo, el trabajo y la saliva de intentar consolar algo que no tiene consuelo, mientras que pone en manos del cielo el desenlace de su dramática vida en la sierra, dejando únicamente dos posibles salidas a su locura: o con la muerte o bien que se le borre de su memoria la traición de Luscinda y el agravio de Fernando, de forma que sus pensamientos giren a mejor discurso. pancho

Ariel Luque dijo...

Excelente capitulo amigo Pedro, sigo admirando tu minucioso analisis! Un abrazo!

Ariel.

Abejita de la Vega dijo...

Llegó mi plácido momento y me pongo a escribir, junto a Curry, mi perro.Pongo cuatro títulos.

¡Don Quijote no está!
¡No te vayas Sancho, que nos quedamos con el pelmazo de Cardenio!
Cardenio devana el ovillejo y el soneto, todo sin papel ni pluma.
¡A mí el narrador omnisciente!

Para llevar a don Quijote de vuelta a su aldea, el cura va a ser la doncella afligida, con antifaz y escudero barbero.La ventera les ayuda a disfrazarse: una saya, unas fajas, una toca, una antihigiénica cola de buey como barba, ¡guardapeines!...Se quedará una sotana nueva en prenda, la buena mujer no se fía ni de los eclesiásticos.
Estalla la risa de Sancho y Cervantes espera que nos contagie a todos. Pero… corren tiempos inquisidores, la imagen de un sacerdote vestido de mujer…Venga, padre, a cambiar disfraces.
En este capítulo ¡no está don Quijote! y ,en buena parte de él, ¡Sancho nos abandona!
El narrador omnisciente da paso ¡al cantante armonioso, hábil poeta sin papel ni pluma, devanador de ovillejos, desesperado, traicionado, enamoradísimo Cardenio!
No te vayas Sancho, que nos quedamos con el… pelmazo de Cardenio. Cuando llevo una página con las cuitas del Roto, exclamo: ¡Viva el narrador omnisciente!
¿Y Luscinda? ¿Qué me decís de Luscinda? Con una notita escrita, un billete, ha encaprichado al traidor Fernando. Sumisa a sus padres. Menos mal que sabe desmayarse en el momento preciso y esconder en el escote un papel… No adelantemos acontecimientos…

Un saludo para Pedro y todos los visitantes de “La acequia”.Uno especial para Fernando Portillo, del que todavía recuerdo sus artículos.En algunos hablabas de tu niño.Era aquella edición burgalesa de "Diario 16"...ya llovió.

Anónimo dijo...

Y tanto, abejita, mi niño, Marco, ya tiene 22 años y estudia 3º de Filosofía. Gracias por acordarte.

matrioska_verde dijo...

¡que pena me ha dado Cardenio!... ¡pobre hombre!... ser víctima directa de tan cruel hecho...

¿y la carta?... seguro que Cervantes nos lo contará más adelante ¿no?

bicos,

Fernando Alvarez Junco dijo...

Estimado Pedro Ojeda, siento molestarle de nuevo pero mi comentario del día 14 sobre el lugar de la Mancha, hecho a deshora y de forma inoportuna, no encaja evidentemente en el capítulo actual, por lo que o bien lo encuadro en los comentarios al primer capítulo o el último, cuando llegue, del QH, o bien quizá fuera conveniente retirarlo de éste. Me gustaría participar en su blog y creo que he empezado no muy bien, trataré de ceñirme a lo oportuno en el tiempo y en el espacio. Intentaré hacer comentarios a anteriores capítulos, si es que lo estima conveniente, donde tengo muchas cosas que decir y añadir a las interesantes notas allí puestas. Esperando la retirada de la nota, lo cual dejo a su criterio, le envío un saludo y una felicitación por su magnifica y bien llevada idea de una lectura colectiva de Cervantes,
Fernando Álvarez

Esther dijo...

A lo que tienen que llegar para sacarlo de su locura .. intentar formar parte de ella..

besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En primer lugar, quiero pediros disculpas por no haberos respondido, como mucho, al día siguiente. Ya sabéis que la enfermedad de un ser querido me ha apartado de La Acequia.

BIPOLAR: pienso que, por tu carácter y gracia estás muy dotada para el ovillejo satírico. Seguro que lo harás bien.
Sí: no te extrañe. Es parte del oficio de escritor. Lo que pasa es que algunos, por mucho oficio que tengan, no acierta.
Me apunto lo de Wamba, que aquí hay tema.

FERNANDO PORTILLO: es totalmente acertado lo que señalas sobre la mezcla del habla de Sancho y de Cardenio. Hemos visto esto en otras ocasiones y seguiremos viéndolo a lo largo de la novela. Como parte de esta mezcla de modalidades genéricas que hay en el texto, los personajes tienen comportamientos que proceden de cada una de ellos. Lo interesante es ver cómo soluciona Cervantes esto sin que rechine el resultado. Tomo tu apunte para una entrada.
En cuanto a la pregunta, ya te han respondido. Voy a tu blog. Por cierto, me gusta cómo varios os fijáis en esos pequeños detalles de la lengua del Quijote -palabras, expresiones-, que contribuyen a hacerlo más grande aun.

FERNANDO ÁLVAREZ: el Quijote está lleno de adivinanzas, medias ironías, reflejos de la realidad de su tiempo, trasfiguración de personajes, etc. No es extraño: gran parte de las obras maestras lo están. A veces son pequeños homenajes, a veces se pasa factura, en otras mero intento de reflejar una época.
A mí nunca me ha interesado llegar hasta el último acertijo cervantino, sino ver cómo juega con el lector, porque en el texto suele haber indicios para una cosa y la contraria. Parte de lo que señalas ya ha sido apuntado por la crítica erudita en estos siglos pasados. En cuanto a lo de publicar o no: Internet te lo permite. Si estás convencido de todo ello y no lo encuentras en los cientos de libros y miles de páginas escritas ya sobre Cervantes y el Quijote, da el paso y públicalo. No hay que quedarse nunca con nada dentro si uno cree que se puede aportar luz nueva. Eso sí: comprueba que no esté ya escrito.

MERCHE: no te creas, aun queda mucho que ver en la historia de Cardenio. No se ha terminado.

ABEJITA: es una buena forma de placidez, sin duda alguna.

ELE: no. Llegará el momento. A releer toca. Un abrazo.

CORNELIVS: ¡No adelantes, no adelantes! Algunos creen que Cervantes no es capaz de darle más vueltas al argumento... Un abrazo.

MERCHE: ay, Merche, siempre con ese tema, a ver si nos convences. No: Cardenio ha de decir y pensar eso porque es parte de su caracterización. Pero fíjate que Cervantes, en el fondo, al que deja en ridículo es a él, a Cardenio, tan indeciso que no se atreve ni a hacer antes ni a gritar durante, dejando sola en el trance a Luscinda...

FERNANDO: vaya. No me meto.

SAO: querida amiga, gracias.

MANUEL: en efecto, el amor cortés atraviesa gran parte de la literatura española desde la Edad Media. La sabiduría de Cervantes es utilizarlo de forma paródica, en esta novela. Te leo en seguida.

ALATRISTE: no pienso que lo corrigiera por advertencia de otros: el chiste estaba ya hecho, pero debía terminar de la forma conveniente, claro. Autocensura, por supuesto. Pero ahí queda, como señalas.

PANCHO: es que ahora todo es de plástico fabricado en China, querido amigo. Ni siquiera el chuletón de buey es de buey auténtico...
Bien apreciado el esmero con el que escribe el monólogo de Cardenio: modelo perfecto en el género, desde luego. Y bien visto también el giro final: este tipo de narración está ya superada. Por eso, queda subordinada a la principal: recordemos que ni Cardenio es pastor, ni es un personaje de un mundo idílico -sabemos que es andaluz- ni habla ante unos personajes de alta alcurnia. Sabia mezcla.
Por una parte, da satisfacción a los que gustaban de tales géneros y por otra, les mostraba el camino de la nueva narrativa.
Eso era lo que iba a comentar en la introducción de Nuestras Noticias: todo un acierto maravilloso tu comentario.
Y, por supuesto, es de agradecer tu contante atención a los animales que aparecen en la obra.

ARIEL: ¡Un abrazo y gracias!

ABEJITA: bueno, solucionado el misterio de Curry, celebramos tu lectura. En efecto, el lector moderno puede bostezar en determinadas páginas: está permitido, porque el mismo Cervantes ironizaba con ellas para superarlas como propuesta narrativa.

FERNANDO PORTILLO: así me gusta, información al minuto.

ALDABRA: lo contará, lo contará... paciencia.

FERNANDO: dejamos la nota aquí como bienvenida a la lectura cervantina, en la que espero nos acompañes. Esta lectura es abierta y podemos ir y venir en ella de entrada en entrada, así que no dudes comentar las anteriores y las que vengan. Con mucho gusto, responderé a tus palabras. Un abrazo.

ESTHER: será divertido, ya lo verás.

Gracias a todos por vuestros comentarios. Un abrazo.

Señor De la Vega dijo...

Señor Ojeda, me parece su introducción excelente como siempre y muy ilustrativa, vuelvo de viaje y estoy ya envuelto en ovillejos que usted teje.
Hace ya tres años que me hicieron un pregunta sobre El Quijote, cuando menos atípica, debido a que era año de sus primeros 400 y se intentaba hacer visible al icono hispano, en cualquier acto, aunque fuese casar puerco con manso, así que, sabiendo algunos, que de todo opino y de nada callo, se imaginarían que por haber leído una vez, tal vez entera la novela, y ser admirador de muchos de sus dichos, yo el responderla podía. La verdad es que andarían escasos de referencias a quién preguntar pues no son tantos, incluso en letras los que de verdad gusten leerlo. No diré cual fue la pregunta, pues esconde la clave de mi entuerto.
Sí explicaré, que a tenor de otro comentario en este capítulo, me han hecho recordar a que buena hora me la hicieron. Pues quise ver en el absurdo y algunas pocas referencias en la obra, acaso más, de lo que parecería que hubiera.
Y así por semanas, leí con detalle las claves, que me hacían saltar de aquí allá en el texto nuestro y la infinita bibliografía de ensayos que lo estudian, buscando yo, referencia o soluciones. Y descubrí un vacío que me pareció injustificado, y siendo tan grande, me empujaba el deseo de llenarlo con mi tiempo, en investigar un hilo de un ovillo que mitad por diversión, mitad por cerrazón, forzaba a un neófito ignorante a interpretar lo interpretado más de mil o diez mil veces, en las historias del Quijote, creyéndome lleno de frescura y originalidad, por ser aquella que nace del que nada sabía, o por haber descubierto al caer la noche en el bosque de letras, otro fuego fatuo.
Después de al menos cien páginas escritas con innumerables referencias (aunque podría haber seguido y escrito mil), un día, atraído por otros balcones donde se esconden más preguntas, dejé mi escrito en la cueva reposando y allí se encuentra, no en la del Zorro, pero en la de mi enamoramiento del Quijote, que oculta el plano de la isla del tesoro, que lleva quizás a la plata sino a un plátano...

De este capítulo, poco que añadir a lo dicho y comentado, tal vez los posibles guiños (según las notas de Schevill & Bonilla's) que Cervantes ofrece a Luis de Camoens. Pero más importante que la posible inspiración en el soneto del lusitano, habría que recordar el conocimiento que él tenía de muchos autores portugueses, y por supuesto, de su más insigne poeta, admirado hasta llegar a emparejarlo en su segunda parte con su querido Garcilaso , segunda parte, donde los enaltece públicamente, aunque yo personalmente creo que están impregnando la primera, muy profundamente con reojos continuos, no solo por lo pastoril, sino por el sentido amoroso y épico que estos magistrales poetas tuvieron en sus obras.
Envidio esa genialidad de Cervantes para tomar lo ajeno o lo experimentado en carne propia y llenarlo de original impronta en El Quijote, uniéndolo como pieza al rompecabezas maravilloso de su obra, que de tan bien atado, parece que siempre fuese nudo de sus redes.
Ese tejer en el paño de la narrativa, los motivos más diversos, hasta no cansarse, quizás es su mayor aportación a lo literario, o fue tal vez, una más de la locuras de su Quijote, que de libre, sigue caminando por caminos desconocidos.
A continuación dejó aquel soneto apócrifo de Camoens que quizás inspirase a Don Miguel:
Suyo queda, Z+-----
Que esperais, esperança? Desespero.
Quem disso a causa foi? Üa mudança.
Vós, vida, como estais? Sem esperança.
Que dizeis, coração? Que muito quero.

Que sentis, alma, vós? Que amor é fero.
E enfim, como viveis? Sem confiança.
Quem vos sustenta, logo? Üa lembrança.
E só nela esperais? Só nela espero.

Em que podeis parar? Nisto em que estou.
E em que estais vós? Em acabar a vida.
E tende-lo por bem? Amor o quer.

Quem vos obriga assi? Saber que sou.
E quem sois? Quem de todo está rendida.
A quem rendida estais? A um só querer.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SEÑOR DE LA VEGA: me ha dejado intrigado y en suspense esas páginas archivadas, que seguro tendrán fineza intuitiva y mirada oportuna. Aquí está La Acequia, para que vaya dejando sus cosas, que serán bien cuidadas y mejor recibidas.
Me encanta esa alusión al mapa del tesoro: todos los libros lo son, sólo hay que encontrar el punto de partida. El de llegada no es tan importante, porque a veces merece la pena perderse en las páginas de un buen libro, aunque no se llegue a ningún sitio.
¡¡Y gracias por Camoens!! Cuando hoy los escritores ignoran tanto, descubrimos cómo leían aquellos de hace siglos a los que tan por encima del hombro miramos...
Un saludo.

Teresa dijo...

Es una barbaridad cómo está creciendo este foro y lo enriquecedor que es.

Muy interesante lo que aporta Fernando Álvarez...

Algunos párrafos de este capítulo exigen muchísima concentración para no perder un ápice...

Los ovillejos magníficos... me fascina este tipo de escritura...

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: escritura enredada y sutil.

Myriam dijo...

Hola Pedro,

La primera pregunta que me surge en este capitulo es como paso la censura, el tema del disfraz de mujer del cura?

Luego, sobre Cardenio... me gusto especialmente esta frase:"Pero ahora quiso la buena suerte que se detuvo el accidente de la locura y le dio de contarlo hasta el fin"...

y su dolor expresado asi " Cerrose con esto la noche de mi tristeza, pusoseme el sol de mi alegria; quede sin luz en sus ojos y sin discurso en el entendimiento."

Lo que no entiendo es porque Cardenio considera a Lusicinda su enemiga, cuando ella trato de advertirle que la iban a casar con Fernando por la fuerza? En todo caso fue el quien no actuo, raptandola, que seria creo la unica opcion posible. Que podia hacer ella?

Tambien me gusto la forma de expresar su ira , desazon y autopiedad: " Fui entonces cobarde y necio, no es mucho que muera ahora corrido, arrepentido y loco"

o la ira aqui " Todo el cielo, hecho enemigo de la tierra que me sustentaba, negandome el aire para mis suspiros......etc"

Tambien me surge la pregunta de si Cervantes escribio en DISOLUBLE NUDO ligado a proposito como burla a La Iglesia o fue un error.

A veces tambien yo me quisiera meter en un hueco alcornoque....

Besos y gracias

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: supongo que porque luego cambian y es el barbero quien se disfraza, con lo que todo queda en un mero chiste cuyas intenciones pueden resultar diversas al lector (desde el típico chiste de curas hasta alusiones más mordaces y críticas).
Bien visto lo de Cardenio: es, primero un tópico procedente del amor cortés -parte del género parodiado- que ve en la amante que no lleva hasta la muerte situaciones como ésta una mujer que no cumple con su palabra (éste es un avance notable de Cervantes, que no pide a nadie extremos más allá de lo humano razonable), y luego un dato que contribuye a la caracterización de Cardenio como un amante indeciso que le echa la culpa a ella para no enfrentarse con su propia actuación.
Esa duda que manifiestas no podremos resolverla, pero sería intersante...
Yo siempre tengo un alcornoque a mano, por si acaso.
Besos.

Juan Luis G. dijo...

Hola Pedro.

Seguimos con estos capítulos tan amorosos. Como escribo este comentario habiendo leído los capítulos posteriores, puedo decir que la historia me parece estupendamente finalizada. En efecto, todo ocurre por natural carácter de los personajes; unos novios indolentes y un sinvergüenza demasiado espabilado.

Un saludo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

JUAN LUIS: ¡bien visto, aunque juegues con la ventaja de haber leído el final!

Asun dijo...

El cura cambiaría al barbero el atuendo, pero de la venta salió vestido de doncella, así que la transgresión ya estaba hecha, aunque no durara mucho.

Dice Cardenio: ¿quién hay en el mundo que se pueda alabar que ha penetrado y sabido el confuso pensamiento y condición mudable de una mujer? Ninguno, por cierto.
Parece que ya entonces estaba extendida la frase de que "a las mujeres no hay quien nos entienda".
En fin, mejor no entro en el tema, que podría dar para mucho.

Se lamenta Cardenio de que su amada no ha hecho lo que en su manos estaba para evitar la boda,pero, y él, ¿qué ha hecho él?
Me parece una actitud muy victimista esa de responsabilizar a Luscinda de todas sus penas.

Me ha llamado la atención un detalle que se me habría pasado por alto si no hubiera sido por las notas a pie de página de la edición que leo: la alusión a los cuatro elementos que según dice la nota también aparecen en Galatea IV.
Quedé falto de consejo, desamparado, a mi parecer, de todo el cielo, hecho enemigo de la tierra que me sustentaba, negándome el aire aliento para mis suspiros y el agua humor para mis ojos; sólo el fuego se acrecentó de manera que todo ardía de rabia y de celos.

Y para terminar, una frase que me ha gustado, hablando de la muerte: ...pues la que se recibe repentina presto acaba la pena; mas la que se dilata con tormentos siempre mata, sin acabar la vida.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: en el Quijote hay muchas claves como las que señala la nota de tu edición. Cuantas más conozcamos, más disfrutaremos de la lectura. Besos.