Llegará el tiempo de las furias, pero no me encontraréis en él.

Llegará el tiempo de las furias, pero no me encontraréis en él, seré de los primeros caídos.

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Derriba más estatuas la ignorancia que el fanatismo.

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Aquel niño manejaba con destreza la trajinera, se acercaba a las que conducían los veteranos para rozarlas a propósito en las maniobras más complicadas, pero no gesticulaba ni increpaba como ellos. Silencioso, clavaba en el fondo la pértiga y sonreía de forma franca y adolescente. No quería ser barquero toda su vida, decía, y tenía sueños que lo llevaban lejos. En Xochimilco cruzar los canales así es casi una obligación del turista. Ajustamos el precio con el patrón por embarcar sin otros viajeros, a sabiendas que el muchacho esperaba una buena propina, que doblamos. De vez en cuando te cruzas con otras embarcaciones cargadas de mariachis, que se ganan unos pesos con el repertorio más popular. De regreso, el taxista nos explicó cómo fue la devastación del último terremoto en la zona. Indicaba con el dedo los lugares que habían sido más afectados: aquí, aquí y allí... Un año después, mi amigo Francisco Hernández Ramos me amplió los detalles con su experiencia. En los canales de Xochimilco, el viajero consciente se siente parte del espectáculo, menos cuando toca la desgracia auténtica en los relatos.

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Desató las furias creyendo que eran perros amaestrados.

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Te encuentras con alguien que te odia y desprecia sin que hayas hecho nada, casi sin conocerte más que de vista o encuentros ocasionales. Te odia por lo que supone de ti, por lo que le han contado parcialmente, por lo que imagina. Qué trabajo le ha debido costar llenar los vacíos de información para odiarte tanto. Le hubiera sido más fácil escribir un buen poema.

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En algo coinciden los poetas de la sentimentalidad fácil y los del rencor contra todo: en usar tan solo el mismo par de recursos literarios.

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Es falso que aquel poeta no tuviera ego ni vanidad, como declaraba con insistencia. Lo que no tenía era tú verdadero.

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Al aprender la segunda persona del plural en la escuela, juró odio eterno a la tercera.

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Se decía poeta maldito y achacaba a la sociedad las oportunidades que había despreciado.

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Si te cierras puertas, no pidas mayordomos que te las abran.

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En las noches más claras de junio, nuestra cama es chinampa de flores. Nos contamos las constelaciones y yo te narro historias que no terminan nunca, con la esperanza de sobrevivir un día más, para tenerte.

© Pedro Ojeda Escudero, 2020