miércoles, 10 de febrero de 2016

Busco una esperanza para un país borroso y feo


Este país se me está poniendo borroso y feo. Viaje donde viaje encuentro cada vez menos capacidad para el diálogo y el encuentro y más para el insulto, la descalificación y el desencuentro.. Los medios de comunicación han visto en la guerra de trincheras la forma de ganar audiencias, los intereses partidistas e ideológicos se sustentan en la confrontación y no en el verdadero debate, la polémica y los golpes bajos. Aumenta el contenido victimista fomentado interesadamente y el victimismo solo lleva al rencor y la visión confusa de la realidad. Predomina la incapacidad para reconocer los propios defectos y la lupa de aumento para los ajenos. Los unos y los otros se empeñan en ver solo lo que les separa y el daño causado por el contrario y no aquel del que los propios son responsables. Y en lo personal se prefiere no hablar con el amigo que piensa diferente, al compañero de trabajo que no es servil le acusamos de todo y se le acosa laboralmente o se le desprecia. No son comportamientos nuevos pero nunca como en los últimos años se han convertido en norma. Con estos materiales no hay forma de construir nada sólido más allá de un muro de odio. En los extremos puede estar la razón propia o la victoria sobre el enemigo pero nunca el futuro. Sobre todo porque mientras nosotros nos agredimos otros sacan beneficios de nuestra sinrazón. Hay quien no obra así, por supuesto. A ellos me acojo cada vez con más fuerza. Busco una esperanza.

17 comentarios:

María Luz Evangelio dijo...

Bienvenido al futuro, aunque el futuro ha llegado con prisas y ganas de quedarse. En los márgenes no se vive nada mal, son tiempos de lejanía y de arrebujarse entre libros y sueños que tardan en llegar.Bienvenido.

María dijo...

No te imaginas cómo me está poniendo de nerviosa a mí todo esto de la formación del Gobierno. El ver que unos creen tienen la razón, y son incapaces de ser flexibles para debatir e intentar llegar a un acuerdo, por el bien de tantas familias que lo están pasando tan mal y necesitan se solucione urgente ya.

Muy borroso se está poniendo el país, y lo que es peor, nosotros también, cada día que pasa, al ver no hay soluciones claras, y que al final, después de tanto tiempo, tendremos que ir a nuevas elecciones, y eso ya es lo peor que pueda ocurrir porque va a volver a pasar lo mismo.

Un beso.

Campurriana dijo...

Yo también estoy desesperanzada, Pedro. Debe de ser también la edad... A medida que nos vamos haciendo mayores, ya sabes... Aunque, es cierto, a los jóvenes también los veo desganados. Es lo malo de haber tenido todo y no haber luchado por nada. Eso también influye...

Yo te aconsejo, como María Luz, que te acurruques entre libros y amigos.

Pedro...en la desesperanza también hay esperanza.

A nivel político...yo creo que nuestros políticos tienen que aprender a llegar a acuerdos. No saben... No tienen ni idea. Otro problema...se olvidan de para qué están aquí y por quién tienen un escaño debajo del trasero.

dafd dijo...

No son nuevos efectivamente y puede que se hayan convertido en norma, o también puede que haya mejorado la visión.

Luis Cuesta Gordillo dijo...

No es tanto arrebujarse como apostar por aquellos que merecen la pena y obran de otras maneras. Son pocos pero espero que no se rindan nunca. Gracias, Pedro.

Emilio Manuel dijo...

Ojala la encontremos.

Abejita de la Vega dijo...

Yo también.

Amapola Azzul dijo...

Todo real sí.
Un beso.

andandos dijo...

Te he leído, un abrazo.

Fackel dijo...

En los radicalismos extremos siempre hay retroalimentación. Pero creo que es desigual. Se parte siempre de una imposición por parte de cierta gente muy clasista que ha detentado un poder secular en el país (se les han sumado oportunistas periódicamente, ya se sabe, a la sombra del poder y del modus vivendi sin escrúpulos) Gente que ha considerado el país su finca, el funcionamiento del Estado como un resorte hierático, el tener mayorías como garantía de que o ellos o el caos. Luego resulta que son los primeros que limpian las botas de los poderes supranacionales. Su manifiesta incapacidad para modificar lo que no funciona, los turbios y abundantes negocios que necesitan proteger, incluso en ese marasmo extensísimo de la corrupción, su escasa fe en la Democracia como filosofía política han generado reacciones en sectores variopintos de la sociedad cuyo mayor peligro es que se radicalicen con poca sensatez y escasa visión de los cambios. Pero está por ver. Todos debemos hacer el esfuerzo por entendernos. Ni creernos el fuego que atizan los mass media, que tiene un contenido de negocio que ya les vale, ni creer al primer mesías emergente que llega, ni aceptar los mensajes oportunistas y falsarios del miedo que la reacción instalada hace cundir estos días.

Perdamos la tensión inútil y encontrémonos en el diálogo. Calma, mucha calma, que decía en cierta novela preciosa un personaje de Carmen Martín Gaite.

omar enletrasarte dijo...

no te canses de ello, sigue buscando
abrazo

Luis Antonio dijo...

Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor me sugiere que nos estamos haciendo mayores, Pedro...

São dijo...

Querido Pedro, como te compreendo. Aqui se passa igual, desgraçadamente.

O pior é que em vez de se fomentar o trabalho de equipa e a solidariedade, tudo foi transformado em competição.


Fuerte abrazo y buen finde, amigo mio

Myriam dijo...

Sigo las noticias, pedro. Y me apena mucho lo que dices. Ojalá lleguen a poder gobernar con consenso y por el bien d e todos los españoles. Y los corruptos sean alejados del poder. Suerte y ánimo. Besos

Myriam dijo...

Me sorprende la inoperancia de la casta política (aquí o allá) y la capacidad que tiene para gastar energía en tirar mierda a rolete, en lugar de aplicarla en gobernar de la mejor forma posible por el bien de todos -en este caso- los españoles. Hasta Suecia está sufriendo el peor Gobierno de su historia... Algo tiene que cambiar y pronto.

Paco Cuesta dijo...

Hubo un tiempo en que todo parecía sólido. Lamentablemente, no lo era.
Un abrazo

Verso Fuster dijo...

Totalmente de acuerdo con la reflexión. La falta de diálogo en la discrepancia se ha vuelto pandemia.