jueves, 2 de octubre de 2008

De la obtención del yelmo de Mabrino y el soñar despierto (Cap. 1.21).


Tras el fracaso de la aventura de los batanes, don Quijote necesita resarcirse. Ante sus ojos y ante los de Sancho.

Por eso, cuando ve a lo lejos la figura de un barbero montado en un asno y con la cabeza cubierta con una bacía para evitar mojarse el sombrero, no duda en provocar su transformación en aventura, aunque no se atreva a denominarle caballero sino "uno que trae en su cabeza puesto el yelmo de Mambrino". O es algo voluntario, como parece, o se debe a que su locura lo necesita para seguir adelante. En ambos casos, el resultado es el mismo.

De la literaturización de lo observado hay muchas huellas en el capítulo, que Cervantes no sólo no se molesta en borrar sino que las acentúa, sin duda, para fomentar las dudas en la mente del lector sobre el comportamiento del protagonista. En el diálogo entre Sancho y don Quijote, queda claro que éste no niega la realidad física de la bacía, tan apreciada por Sancho, y justifica su trasformación por la ignorancia del poseedor.

-¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo, por algún estraño acidente, debió de venir a manos de quien no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio, y de la otra mitad hizo ésta, que parece bacía de barbero, como tú dices. Pero, sea lo que fuere; que para mí que la conozco no hace al caso su trasmutación; que yo la aderezaré en el primer lugar donde haya herrero, y de suerte que no le haga ventaja, ni aun le llegue, la que hizo y forjó el dios de las herrerías para el dios de las batallas; y, en este entretanto, la traeré como pudiere, que más vale algo que no nada; cuanto más, que bien será bastante para defenderme de alguna pedrada.

Apreciamos, pues, que nuestro protagonista toca la bacía y se imagina el yelmo de Mambrino. ambas cosas a la vez. La obtención de este objeto, además, nos muestra una técnica cervantina, que ya hemos apreciado y que contribuye a dar unidad al relato, provocando la atención y el interés del lector: el yelmo había sido mencionado antes y volverá a serlo en el futuro. No quiero anticipar cómo, pero el conflicto sobre la realidad de este objeto es de gran interés para comprender mucho de lo que Cervantes propone en la novela y será reutilizado de forma graciosa.

Por otra parte, la bacía termina de configurar la apariencia física de don Quijote: ponérsela en la cabeza como yelmo y rematar la iconografía final de su personaje es todo uno.

Tras tanta peripecia última, Cervantes juega con el tiempo narrativo y lo ralentiza. Muchos de vosotros os habréis desesperado con el diálogo que sigue entre don Quijote y Sancho. Posiblemente, Cervantes tuvo en cuenta a ese doble lector -por simplificar- de la novela: por un lado, al que gusta de la morosidad del detalle y los meandros narrativos; por otro, al que se irrita cuando se le detiene la acción. En ambos casos de recepción, el objetivo de estas páginas es el mismo: frenar el vértigo de la acción y provocar la espera de la siguiente aventura. Por eso, muchos habréis sentido expectación y ganas de saltar al siguiente capítulo cuando se lee: "Y, alzando los ojos, vio lo que se dirá en el siguiente capítulo".

Claro está que Cervantes no se limita a detener la acción sin más, porque el uso del diálogo entre los personajes es pertinente.

En primer lugar, evidencia que ambos necesitan la palabra para relacionarse e influirse mutuamente. Sancho no puede evitar hablar, a pesar de la prohibición que recibió en el capítulo anterior, porque el diálogo con su amo -y de éste con él- es parte de su esencia vital. En Sancho, además, se va afirmando la caracterización lingüística: refranes, incorrecciones y recursos del habla popular.

Además, resulta que lo que dice el escudero provoca en ambos el sueño de la caballería andante que les impulsó a salir al camino, cada uno a su nivel: don Quijote, al responderle, resume una aventura caballeresca al estilo de las que ha leído para luego personalizarla en ambos. Él acabará como rey gracias a sus acciones y Sancho como conde.

Estas palabras de don Quijote no son sólo el esquema y la estructura de una novela de caballería evidenciando su simplicidad como narración, alejada de toda modernidad, sino un ejercicio imaginativo extendido en todas las escalas sociales: soñar despierto. En ambas vertientes debemos recibirlo.

Veamos qué les depara lo anunciado para el capítulo XXII.

42 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

jaja...Si hubieses subido el post en el fin de semana...me hubiese imaginado que estabas de olla podrida y vino hasta las cejas. ¡como te vean tus alumnos!... cincidimos en un aspecto... me di cuenta lo de la vuelta hacia atras y adelante de lo del Yelmo... el resto genial como siempre... mañana contribuyo...me falta un toquecito... saludos

Unknown dijo...

Apreciado Pedro… Me ha sorprendido ésta iniciativa en referencia al Quijote. Una colaboración abierta para entender, comprender y compartir una obra que sin duda mucha gente conoce por el titulo, pero desconoce su gran contenido.
Siempre he seguido los aniversarios y los actos en referencia a el. Mi carácter itinerante, unido a ese tiempo que todos necesitamos para hacer aquello que mas nos gusta, no me ha permitido participar mas activamente de algunas actividades.
Dejar volar de nuevo la imaginación de la mano de Don Quijote es sin duda el placer de los jueves.
Un abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Me encanta, me en-can-ta, Pedro.

Vaya con el yelmo de mambrino, que caro le costaria luego al cura en la venta, verdad? Y muy acertado tu analisis: primero viene la acción, y luego la ralentiza (me ha encantado tu expresión "meandro narrativo"), preparando al lector para la siguiente aventura.

Indudablemente, Cervantes sabia lo que hacia.

Un abrazo.

misticaluz dijo...

Interesante e instructivo, como todo lo que nos aportas. Te dejo un abrazo

lichazul dijo...

el famoso yelmo de Mambrino como si fuera hoy
la profe de lenguaje en épocas pasadas era una fanática de él, lo rescataba en cada exposición que dictaba cuando era su clase...y podía pasar y basar todo el rato en ese objeto...claro soñaba despierta!!!

muakismuakis profe
y le queda bien ...muy bien!!
a seguir soñando entonces

Merche Pallarés dijo...

Este capítulo me ha entretenido muchísimo y no lo he encontrado pesado para nada. Me he reido con la imaginación tan desbordada tanto del Quijote como la de Sancho imaginándose como rey y conde... Me llamó la atención esta frase cuando dejan la bacia en el suelo y D. Alonso dice "...que el pagano había andado discreto y que había imitado al castor, el cual, viéndose acosado de los cazadores, se taraza y harpa con los dientes
aquello por lo que él por distinto natural sabe que es perseguido." Gracias a que tengo la versión de Antonio Rico que he entendido la frase... pero me ha llamado la atención la referencia al castor y que éste se castrara cuando se sentía acosado... ¿Existen castores en España hoy en dia? Porque se ve que en esa época, sí. Curioso. A por el XXII. Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

Por cierto, me he reido con tu foto... Besotes, M.

Esther dijo...

Desde luego cervantes era un maestro,un gran escritor y esta obra lo demuestra del todo..Los cambios de ritmo como comentas,el pararse en un elemento como el yelmo y sacar de él más de lo que puedas imaginar, es increible :)

Besos

Anónimo dijo...

Jajaja... Pedro, esta foto es tan quijotesca...

Martine dijo...

No sólo espero él capítulo de cada semana... Que leo con sumo interés(lo bien que me va esta disección y analisís de ritmo del texto) sino que ¿a ver con qué nueva y divertida foto nos sorprenderá mi profe preferido?

Un beso Don Pedro!

Isabel Huete dijo...

A mí lo más espectacular de todo me parece esa chichonera que te has puesto sobre la cocorota. ¡Estás de lujo! Jajaja.
¡Ojo con los rodillos!
Un besazo.

Teresa dijo...

Pedroooooooooooooo
jajaja ¡qué bueno!

Se me ocurre, que al final -o cuando quieras- podrías hacer un collage colocando todas las imágenes seguidas por capítulos... estaría bien.

Bueno ahora necesito leer.

María dijo...

Jajaja me ha hecho mucha gracia la fotografía, estás super gracioso, de verdad que sí.

Gracias por seguir alimentando tu blog con esta literatura.

Un beso

matrioska_verde dijo...

Ya he leído el capítulo, sigo al día y enganchada con estos dos personajes tan entrañables.
Bicos,

Haideé Iglesias dijo...

Como me suena eso de refranes, incorrecciones y recursos del habla popular, jejeje...
Estas muy atractivo,si. Te queda un poco pequeña eso si, pero ya se sabe, encontrar la talla del sombrero es tan dificil como encontrar la horma del zapato...
Soñemos despiertos para conseguir vivir siempre libres,si.
A buen entendedor,pocas palabras bastan,jajaja...mi abuelita era mu, mu sabia...
Un calido abrazo :)

Anónimo dijo...

La primera impresión que sentí esta mañana cuando leí tu comentario fue la del alumno que ha hecho los deberes al ver cómo coincidía con el profe en dos apreciaciones sobre el capítulo: “Soñar despierto”; yo había anotado cuento de la lechera y la “ralentización del ritmo narrativo” donde yo había puesto ruptura del ritmo narrativo.

Parece como si el autor tuviera prisa por terminar la aventura de la bacía del barbero. Vemos cómo la resuelve en unas pocas líneas. La considera sólo una anécdota no merecedora de su valioso tiempo, a pesar de que en el título se refiere al yelmo como “rica ganancia”.

Como si Cervantes comprendiera que el capítulo no tiene mucha solidez ni consistencia, efectúa una parada en el ritmo narrativo recurriendo al diálogo entre los dos protagonistas, que citan aventuras anteriores, de cuya fuerza y diversión está seguro y provocadoras de hilaridad en los lectores: hondazo, bálsamo, manteo, batanes…

Encontramos una clara adecuación de los dichos a lo que a uno le beneficia: vemos cómo la famosa sentencia “In dubio; pro reo” se ve convertida en: En caso de duda; lo que me beneficia” cuando toman prestados los aparejos del burro del barbero.

D. Quijote, de nuevo, le concede el honor a su caballo de abrir camino, dejándole libertad de elección, seguido como siempre por el burro de Sancho, tan engalanado con la nueva albarda que pareciera que iban a la feria equina. Más elegante que su amo, que con tanta aventura no había encontrado momento de arreglarse las barbas tan enmarañadas que tenía.

El desaliñado aspecto de Sancho no es óbice para que use el verbo “columbrar”. Un vocablo culto y poco utilizado hoy en día. Vamos sabiendo, también, cosas del pasado de Sancho, como que fue miembro importante de una cofradía. De su corta estancia en la corte le vienen los deseos de tener un barbero permanente a su servicio, en semejanza a los servidores que se convertían en la sombra de los cortesanos, nunca tan buena cómo la que da esa palangana que te has puesto de sombrero.

Curiosos los oficios reservados a los enanos en la novela: si en capítulo II eran los que daban el alto y hacían sonar la trompeta detrás de las almenas de los castillos, (la altura los protegía de ser vistos) aquí los vemos trabajar de ujieres o mayordomos presentadores de las damas en los castillos. pancho

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MANUEL: ay, mis alumnos... Te he leído y mañanana daré cuenta.

JAN: te animo a que te sumes a esta locura cervantina. Un abrazo.

CORNELIUS: ¡No adelantes! Me hubiera gustado conocer a Cervantes. Tengo un montón de preguntas para él. Un abrazo.

BEATRIZ: gracias por tus palabras. Un abrazo.

LICHAZUL: es esencial en la novela y explica muchas cosas... pero sacaralo a relucir en cada clase... Besos. Sigamos soñando.

MERCHE: nosotros estamos acostumbrados a un ritmo en la literatura -y en el cine- mucho más cercano a Cervantes que los más jóvenes, por eso podemos disfrutar de la morosidad de estos pasajes cervantinos. ¿Existen castores? Buena pregunta, la recojo en nuestras Noticias. Besos.

ESTHER: desde luego supo tratar la materia narrativa como nadie. Besos.

FUSA: creo que me voy quijotizando...

SELMA: y eso sin levantarme de la silla del despacho...

ISABEL H.: al final, aunque sea sólo por ver mi foto, entrarás en el Quijote.

BIPOLAR: bueno, bueno. Que aquí el mérito es de Cervantes.

MARÍA: gracias a todos vosotros por seguir aquí.

ALDABRA: me alegro. A por el próximo.

HAIDEÉ: siemrpe hay que seguir los consejos de las abuelas. Un abrazo.

PANCHO: Es así, como señalas. La contradicción entre el título y el texto es porque juega con los capítulos anteriores y posteriores.
Me gustan especialmente dos cosas de tu comentario: cómo sigues prestando atención a Rocinante y cómo has apreciado el dato sobre el pasado de Sancho. En efecto, estos personajes parecen no tener historia, son pocos los datos de su vida anterior que nos da: nos quedamos, pues, con ganas de saber de ellos. Parecen seres nacidos para esta aventura, en exclusiva. Y cómo has apreciado lo de los enanos: debieron tener una vida difícil en aquellos tiempos.
Un placer leerte por aquí.

Saludos a todos y gracias por vuestros comentarios.

MUNGUIA TISCAREÑO dijo...

¡Qué foto más buena! (esta y la de la pinza en la nariz, mis favoritas).
De este capítulo si que me acuerdo: Cuando mi pirmer encuentro primer encuentro con El Quijote era yo muy pequeñita y, en el libro que leí en lugar de "bacía", se leía "jofaina" (cosas de los versionistas infantiles que, tratando de simplificar, la lían y gorda). Pues bien, el capítulo me hizo mucha gracia pues, al no conocer la palabreja, me imaginé que estaban hablando de una "bacinilla" (es que los barberos, en México, no usan ni bacía ni jofaina, ellos usan una "palangana"...¡qué cosa el lenguaje !)
Hace mucho que no leo al Quijote y es una lástima que estén tan adelantados...pero bueno, seguiré visitándote para, cuando regrese al libro, lo haga con este bagaje de perspectivas diferentes que has provocado.

Por cierto, igual tu ya lo sabes (o algunos de los que te leen), pero yo he descubierto, al investigar para mi última entrada, que Cervantes solicitó la gubernatura del Soconusco (una región en Chiapas) . Imagina al Quijote en Chiapas, embistiendo palmeras en lugar de molinos (perdonando la irreverencia). Hago mención de ello en mi entrada, pero mejor te dejo los enlaces de donde tomé la información, aquí:
http://www.jornada.unam.mx/2005/01/14/a04n1cul.php

http://www2.uah.es/cisneros/carpeta/images/pdfs/276.pdf

Guadalupe Munguia dijo...

¡Aaay perdón! Con el entusiasmo no me di cuenta que publiqué el comentario anterior, con otra cuenta de gmail...pero soy yo, sin piedra en la espalda (jejeje)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

INCOMBUSTIBLE: te animo a unirte a la lectura. Puedes comenzar en el próximo capítulo o puedes comenzar por el principio. Yo seguiré respondiendo a los comentarios de los que intervengan en las entradas anteriores.
Sí, lo conocía. Ya hablaremos de estas cosas. Cervantes intentó marchar a América porque en España se le cerraban demasiadas puertas. No pudo: ¿le faltó la demostración de limpieza de sangre? Es uno de los misterios de su vida.

Anónimo dijo...

Coronado con semejante bacía seguro que eso de soñar despierto es mucho más fácil.

No se donde leí que algunos barberos la colocaban tal como tú la llevas para hacer el típico corte de pelo "a cazo" todo lo que sobresalía de él, se recortaba a tijera.

Bikos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

No es práctica tan vieja, SALONDESOL... Barberos así son de ayer mismo.

Abejita de la Vega dijo...

En este capítulo, Don Quijote enristra con su lanzón a un humilde barbero que se había protegido de la lluvia, colocándose una palangana de barbero, la bacía, en la cabeza. El hombre iba a su trabajo para sangrar a un enfermo y hacer la barba a otro. Con los esquemas laborales y sanitarios de nuestra época, no entendemos esa doble función. El mismo profesional que abría la vena con la lanceta, para expulsar “los males humores”, consiguiendo muchas veces aquello de ser peor el remedio que la enfermedad, también rapaba barbas. Algo cotidiano entonces y más aún para Cervantes, hijo de uno estos barberos-cirujanos, sin título universitario, sin derecho al “don”.Hay dos sangradores- rapabarbas en la obra y, en un capítulo de la segunda parte, coincidirán: Maese Nicolás y éste del yelmo de Mambrino que volverá…a cobrar su deuda.
Vamos a imaginar, esta vez más mayorcito, al niño Miguel, en un rincón den la barbería de su padre. La tertulia donde se charla y se leen libros de caballería: Amadís, Palmerín, Félixmarte de Hircania. El trabajo: la sangre que cae en la bacía, los pelos de las barbas, toda clase de males mayores y menores y…los locos. Sí, en cierta ocasión, llevaron ante su padre a un enfermo que se creía caballero andante y gritaba eso de “¡Non fuyades cobardes y viles criaturas! Poco se pudo hacer. La psiquiatría tardaría en nacer, sujetarle, atarle…Otro día traerán a un loco huido a la sierra por una pena de amor, a un estudiante que se cree de vidrio…
Sigamos imaginando. Un día lluvioso, Rodrigo vuelve de un servicio, en una aldea próxima .Para no mojarse el sombrero, tan caro, su padre se ha colocado la bacía encima de la cabeza. Miguelillo ríe y exclama: ¡padre, llevas el yelmo de Mambrino!
Hasta la próxima lectura, en el capítulo de los galeotes.
Un saludo a Pedro y a todos los blogueros que entran en “La acequia”.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ABEJITA: en efecto, como señalas, para Cervantes esta profesión era bien conocida, desde dentro. Me gusta lo que imaginas para él, como origen de esta escena. Saludos y gracias por tu aportación.

CarmenS dijo...

La primera iimagen del Quijote que vi de cría era una estatua de adorno que había en casa. Siempre me llamó la atención de ella el raro casco que llevaba el caballero delgado y alto: era como un sombrero mordido. Tardé unos pocos años en saber qué tipo de tocado era aquel. Y me gustó enterarme de que era el yelmo de Mambrino

Pedro Ojeda Escudero dijo...

CECILIA: en el Quijote hay imágenes tan plásticas como ésta, cuyo acierto lo han hecho perdurar como algo tan popular que hasta quienes no han leído el libro lo conocen. Todos vimos esa imagen de niños.

Ele Bergón dijo...

Como díria Sancho Panza "No es oro todo lo que reluce".

El yelmo de Mambrino traerá "cola" para siguientes capítulos interesantísimos donde la mezcla de realidad y ficción me lleva, al menos a mi, la carcajada.

Saludos.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ELE: y tanto que traerá cola... Reiremos juntos. Saludos.

Teresa dijo...

Como Pancho, me apunto al "cuento de la lechera y a lo fugaz que es el amor verdadero (adiós Dulcinea, porque se ve casado con una infanta)

Muy bueno el análisis que hace de cómo ascienden los trepas y descienden los reales.

Sigo viendo protagonista a Sancho Panza con su lógico discurso. Y otra vez me voy al cine y recuerdo a Batman, p.e., que tiene un fiel mayordomo, que piensa y actúa por los dos. (Aunque seguro que los que puedan permitírselo, tienen un escudero que vale por amo y criado)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

BIPOLAR: es que, donde tener un buen mayordomo que le dé a uno todo resuelto y piense por nosotros...

Señor De la Vega dijo...

Jajjajaj, que coincidencia con Abejita de la Vega, ¿será cosa genética?.
Y no es coincidencia en el apellido, sino en lo que yo siempre imaginé sobre la famosa bacía de barbero, desde que me enamoré de la lectura del ingenioso caballero.
Con ella Don Quijote de la Mancha, gana una identidad absolutamente propia dentro de la imaginería caballeresca de todos los tiempos, igual que todos los personajes principales están empezando a reconocer su propia existencia en el pasado y observan con vida propia como su próximo futuro en la obra se va anudando con personalidad.
Pero, también con la bacía Cervantes se podría haber introducido en su personaje reflejado en un espejo (quizás en su niñez imaginando a su padre, como dice Abejita). Aunque yo me imagino al propio Miguelito, usando una desusada y reluciente bacía en sus juegos de espada, matando gigantes y cada día más vestido de militar o caballero.
Sea como fuere, hace falta ser un ordeñador de sueños, para sacarle tanto jugo a un simple objeto, y como aquel principito de otras prosas, imaginar en el interior de un sombrero un elefante...
Si por otro lado uno se introduce en la piel de Don Quijote, cabalgando por esos campos de Castilla, ¿qué más útil y práctico que una bacía?, que siendo metálico yelmo descapotable, le cubriera sin molestias en su porte, del agua o del sol más traicionero.
A veces pareciese que tanta retórica que él bien usa, pasándose por loco, por caballero, por noble o retomando discursos de los sabios, sirviese más bien, para enmascarar las necesidades más prosaicas de un viejo zorro, en el pesado deambular que trae la vida.
Pues, Señor Ojeda, observando que usted también se está definiendo como imagen... le agradezco su análisis como siempre tan acertado y tan educativo, y como incondicional aprendiz quedo suyo, Z+-----

Pedro Ojeda Escudero dijo...

SEÑOR DE LA VEGA: me gusta esa idea: con la bacía don Quijote afirma su personalidad en el contexto caballeresco. Me gusta, mucho.
Mi imagen no sé si define o desdibuja...
Muy agradecido de sus palabras aquí.

Unknown dijo...

A mi me pareció que la aventura del barbero se despachaba deprisa para dar protagonismo a la conversación. Para nada desesperante.
Comento con retraso porque tengo que usar el ordenador de mi marido y aprovecho cuando no está.
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ANTÒNIA: en efecto: el diálogo como constructor del relato. bien visto. No te preocupes por los retrasos: aquí estamos. Un abrazo.

Euphorbia dijo...

Buena foto, sí señor, cada día estás más suelto en estas fotos sobre el Quijote. Estás creando auténtica espectación.

Me ha gusado muchísimo el diálogo de "cuento de la lechera" que se montan los dos personajes. Me ha parecido curioso que hablaran tanto en futuro en lugar de condicional, señal que lo que dicen lo ven muy, pero que muy posible. Por otra parte, aquí Quijote se ha olvidado de Dulcinea, parece que puestos a elegir, prefiere la princesa que le haga rey.

Un beso

Pedro Ojeda Escudero dijo...

EUPHORBIA: es que no hay nada como soñar con los ojos abiertos.
Me divierto mucho con las fotos, es cierto.
Un beso.

Myriam dijo...

hahahha Los yelmos te quedan muy bien!!!

LO mismo que el cap. ant. me gusto su ritmo tranquilo e intimo, en el que se profundiza la relacion de ambos.

Aqui aparece la frase" sea el caballero conocido por sus obras"
con todas las connotaciones que esta frase creo que implica.


Me agrado especialmente" De esta manera que esta la diferencia en que unos fueron que ya no son y otros son que ya no fueron"

Y que Sancho sea conde seguido por su barbero! Que curiosidad tengo de saber cuales son sus pmas aventuras!

Me voy al sobre! Buenas Noches

Pedro Ojeda Escudero dijo...

MYR: en efecto, es una de las frases claves para comprender el mensaje de la obra: cada uno es hijo de sus obras. Espero que hayas descansado.

Myriam dijo...

Gracias descanse y te decia, sonie con el barbero. Besos.

Asun dijo...

Me ha resultado curioso encontrar aquí esta palabra: pergenio, porque se la he escuchado decir a mi madre muchas veces. ¡Qué pergenios! nos decía a menudo.

Otra frase para repetirse a menudo hoy en día: "Donde se cierra una puerta se abre otra"

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

ASUN: una de las cosas más agradables del Quijote es encontrar palabras y expresiones populares que ya están en desuso. Habla del amor de Cervantes por el habla de la gente corriente.
Besos.

Susana dijo...

Muy divertido cómo don Quijote advierte a Sancho de que lo breve si bueno…y luego le pega él parrafada caballeresca-cortesana interminable. Y, como comenta Euphorbia, qué poco se acuerda de su dama Dulcinea ante la perspectiva de una princesa…
Y, otra vez, la curiosa relación de don Quijote con la realidad, con el yelmo hecho bacía.
Interesantísimo.
Saludos.
Susana.