viernes, 16 de marzo de 2018

Juana la loca. La cautiva de Tordesillas y noticias de nuestras lecturas


Escribir una biografía tiene dos raíces conceptuales. Por una parte, contar quién fue el retratado, sus hechos biográficos, sus preocupaciones, el contexto social e histórico en el que vivió y el lugar que ocupó en él. Por otra parte, interpretarlo para el presente en el que se escribe.

Ninguna biografía resulta interesante si no nos dice algo a los lectores, si no nos llega. Por muy importante que fuera el retratado. El equilibrio entre ambas cosas -el retrato y la interpretación- es lo esencial. Por eso, algunas biografías no nos interesan, porque están escritas para otros tiempos, para otras culturas, para otras personas. Y por eso conviene reescribir la biografía de los grandes personajes de nuestra historia de vez en cuando: porque hay nuevos datos o porque nuestra mirada hacia el pasado ha cambiado. Sin embargo, también aquí debe haber un límite: hay biografías que resultan de imposible lectura como tales porque el autor inventa demasiado o fuerza la interpretación ideológica o metodológica del personaje para que calce en una visión que le interesa para demostar algo concreto desde el presente. Pasaríamos de la biografía al ensayo o a la novela.

Ese es el difícil equilibrio de toda biografía. Lo cuento hoy porque es nuestra primera experiencia con el género en este club de lectura y espero que no sea la última.

Sobre Juana de Castilla se ha dicho mucho desde el siglo XVI: en crónicas, en literatura, en libros de historia, en análisis forenses, en biografías. Incluso desde la misma forma de nombrarla: no es igual decir Juana la loca que Juana I de Castilla, por ejemplo. Hay dos formas convencionales y opuestas de interpretar su biografía: que estuviera loca o que no lo estuviera; si estaba loca se puede ejemplificar con otros reyes que también tuvieron fama de tales y no fueron apartados del gobierno en algunos casos y en otros sí y buscar las similitudes y diferencias con ella; si no lo estaba hay que interpretar las razones por las que se le privó de ejercer como reina. A todo esto se añade la evolución de la psiquiatría, que ya no considera el termino locura como se hacía en el siglo XVI y lo ha relegado a una expresión popular pero no médica. Hoy se habla más de patologías. Algunas de las cuales inhabilitan para determinadas cosas y otras no. Entre otras razones porque, por fortuna, el tratamiento de las mismas y su medicación no son las mismas que hace siglos.

Con la reina Juana se añaden dos elementos más. Por una parte, vivió en una época muy convulsa para España y para el mundo y eso ha pesado al hablar de su caso  y pesa todavía. Hablar de su caso es posicionarse ante el lugar que le correspondió en el contexto europeo a esa nueva entidad política que llamamos España surgida en 1479 tras la victoria de Isabel y Fernando, los reyes católicos, frente al bando de Juana de Trastámara (otro caso polémico: Juana I de Castilla, Juana la Beltraneja...); posicionarse también ante el conflicto provocado en el inicio del reinado del emperador Carlos (incluso sobre su legitimidad), batalla de las comunidades incluida (otro hecho histórico conflictivo a la hora de interpretarlo bien como una revuelta moderna o medievalizante).

Pasados los siglos, el caso de la reina Juana se ha cargado también de otros significados añadidos: el conflicto entre el absolutismo y el parlamentarismo; la visión de un nacionalismo castellano visto o bien como un extremo liberal romántico o bien como una ancla en un pasado medieval pero que acaba extinguido absorbido definitivamente en la nueva realidad española. Finalmente, la última interpretación conflictiva sobre su caso se añade en el siglo XX: la reina Juana es mujer y, por lo tanto, se puede interpretar a partir del feminismo y concluir que fue apartada del ejercicio del poder solo por serlo.

Mientras tanto se nos va difuminando el hecho de raíz que es incuestionable puesto que los testimonios son innegables: Juana sufrió un trastorno psiquiátrico. Las raíces de este trastorno nos interesan mucho puesto que nos hablan de una persona de la realeza que manifiesta emociones que, según la tradición y los principios legales de su tiempo no debería mostrar. Hay casos de reyes que sufrieron tastornos y fueron apartados del poder, hay casos también en los que no fueron apartados. ¿Influyó en Juana especialmente su condición de mujer? ¿Influyeron más las luchas entre partidarios de unos y otros, los enfrentamientos entre los nobles castellanos, las presiones de Fernado el católico? ¿El trastorno de Juana era suficiente para apartarla del gobierno y evitar ser gobernados por una persona que no podía hacerlo? Juana no era solo una mujer: era una parte del conflicto y una parte más de la forma de entender el mundo en el siglo XVI. Ver su caso solo desde su condición de mujer es no comprender la época y forzar la visión desde nuestra mentalidad.

Las raíces de su trastorno psiquiátrico nos interesan: antecedentes familiares, educación que tuvo, carácter psicológico, su vivencia de la experiencia biográfica de ser alejada de su tierra y su cultura y sus relaciones con Felipe el hermoso (no está nada mal la forma de calificar a los reyes popularmente). También nos interesan las formas en las que se manifestó y que pueden constatarse (celos, ataques de ira, inestabilidad emocional, obsesión, pérdida de la razón) y la manera en la que se la trató médicamente, que no difiere esencialmente de otros casos pertenecientes a su estamento social.

De todo ello nos ocuparemos hasta el mes de abril en nuestra entrada semanal. También de cómo se la ha interpretado posteriormente. De entre todas las posibilidades se ha elegido la biografía escrita por Manuel Fernández Álvarez, un buen punto de partida porque no extrema ninguna de las posibles lecturas y no ignora el punto inicial (el evidente trastorno mental de Juana que la incapacita para reinar bien de forma temporal bien de forma permanente). Otra cosa es que nos gusten más aspectos novelescos de su personaje o que tengamos más afinidad con visiones ideológicas concretas de aquellos acontecimientos (castellanistas, liberales, feministas), que también debemos tener en cuenta en su justa medida puesto que tuvieron su influencia en la vida de Juana y en la manera en la que nos contamos su historia.


Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta da un ejemplo de cómo afrontar la lectura de esta biografía: por derecho. Para abrir boca pero previamente nos había advertido, en una extraordinaria entrada, sobre una de las características más llamativas sobre la historia de Juana: esta mujer manifestó sentimientos más que comprensibles en un ser humano pero que parecía no permitirse a los gobernantes. En su entrada de esta semana nos recuerda el momento clave en el que todo cambió para Juana: la muerte de su esposo, el rey Felipe, acontecida en Burgos. Finalmente, nos pone sobre el camino correcto: el trastorno de la reina Juana y su capacidad o no para gobernar.

Mª Ángeles Merino nos abre el apetito para leer la biografía de Juana I de Castilla con un diálogo a varias voces en el que se salta de la vida de Juana a la actualidad. Un ir y venir que no deja indiferente.



Pancho sigue disfrutando con la novela de Abella que nos ocupó el mes pasado: aquí llega al cambio del Sur al Norte, de un curioso exorcista a un nacimiento en el agua premonitorio... Y termina con Sabina.

También queda atrapada por la novela de Abella Myriam Goldenberg, que presta atención a la sensibilidad del autor por los diferentes...


Gelu continúa inmersa en el universo de Juan Rulfo que nos ocupó hace meses. Indagando sobre Rulfo encuentra un dato sugerente sobre sus preferencias cinematográficas y aquí nos trae algo de eso.

Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

El personaje de Juana la Loca es popular y tiene gancho: desde un chascarrillo infantil hasta una serie de televisión, pasando por el romance, el pasodoble, las obras de teatro o las novelas. Biografías, no muchas, al parecer. Un terreno abonado para que el buen hacer de Manuel Fernández Álvarez, como historiador y biógrafo, se viera recompensado con el éxito. Si la primera edición es de septiembre del 2000, en febrero de 2001 ya iba por la séptima, la que cayó en mis manos. ¿La lírica de la Historia? Tal vez. La cautiva nos cautivó y el biógrafo supo darle humanidad a un personaje histórico, sin necesidad de ropajes extraños. Su vida habla por si sola. Como muy bien dices, las "visiones ideológicas concretas" sí, pero "en su justa medida".

Seguimos. Un abrazo, Pedro.

Myriam dijo...

Me encantan las biografías y las memorias (referido a las que se pueden leer, claro. Las tendenciosas, a la basura).

Estoy deseando que me llegue esta para poder comenzar
la lectura. Gracias por incluir este género en el club.

Besos

Paco Cuesta dijo...

¡Hay tantas cosas a tener en cuenta! Juana I de Castilla y Carlos I de España, aun situados en la época: ¿no eran realmente unos niños?
Gracias Pedro.
Un abrazo

São dijo...

Não aprecio muito biografias, mas muitas interessam-me : a de Joana é uma delas.


Amigo mio, feliz semana.Besos

pancho dijo...

Juana la loca es uno de los personajes más famosos, no sé si más conocidos, de la historia española. Esta biografía ayuda a conocer bastante a fondo y con rigor al personaje y con ello uno de los momentos más importantes y claves para el devenir del país.
Yo destacaría la forma de presentar el relato, como si fuera una lectura amable, rítmica y novelesca. Así se aprende mejor la historia que con otros tipos de presentaciones que puede que sean más académicas, pero que cuesta leer por acercarse a la categoría de tochos repetitivos e infumables.